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EL FILET MIGNON DE LA PALABRA - Parte 12: DOS TIPOS DE YUGO, Dr. Stephen Jones (GKM)

 


Fecha de publicación: 26/11/2024
Tiempo estimado de lectura: 8 - 10 minutos
Autor: Dr. Stephen E. Jones

https://godskingdom.org/blog/2024/11/the-filet-mignon-of-the-word-part-12-two-yokes/

En la Ley de la Tribulación, leemos cómo Dios tenía la intención de traer un juicio cada vez más severo sobre Israel si la nación dejaba de lado la Ley de Dios y violaba su pacto (promesa de obediencia). El juicio culminaría con la invasión extranjera, la conquista y el exilio, y sabemos por la historia posterior que esto efectivamente ocurrió.

Deuteronomio 28: 48 le dice a Israel:

48 Por tanto, servirás a tus enemigos que el Señor enviará contra ti, con hambre y con sed y con desnudez y con falta de todas las cosas; y él pondrá yugo de hierro sobre tu cuello, hasta destruirte.

Este yugo de hierro está obviamente asociado con el exilio y el cautiverio, y no hay duda de que el cautiverio asirio de la Casa de Israel cumplió esta Palabra. Entre los profetas, Jeremías fue el único que dio testimonio específico de esta Ley, diciéndole a la Casa de Judá en Jeremías 27: 21112:

2 Así me dice el Señor: «Hazte coyundas y yugos, y póntelos sobre tu cuello… 11 Pero a la nación que someta su cuello al yugo del rey de Babilonia y le sirva, Yo la dejaré en su tierra», declara el Señor, «y la cultivarán y habitarán en ella». 12 Palabras como todas estas hablé a Sedequías, rey de Judá, y le dije: «Sometan su cuello al yugo del rey de Babilonia, y sirvan a él y a su pueblo, y vivirán».

El versículo 11 le dice a Israel que si se sometían al rey de Babilonia en obediencia a la Palabra del Señor, Él les permitiría permanecer en la tierra. Pero si no, cumplirían su sentencia en el exilio. Esto se explica con más detalle en el siguiente capítulo de Jeremías.


La opción del yugo de madera

Jeremías tuvo que hacer frente a la oposición de otro profeta llamado Hananías, que había profetizado que dentro de dos años se rompería el yugo de Babilonia y que Dios libraría a Judá del cautiverio. Jeremías 28: 10-13 dice:

10 Entonces el profeta Hananías tomó el yugo del cuello del profeta Jeremías y lo quebró. 11 Habló Hananías en presencia de todo el pueblo, diciendo: «Así dice el Señor: "De la misma manera dentro de dos años romperé el yugo de Nabucodonosor rey de Babilonia del cuello de todas las naciones"». Entonces el profeta Jeremías se fue. 12 La palabra del Señor vino a Jeremías… diciendo: 13 "Ve y habla a Hananías y dile: "Has quebrado los yugos de madera, pero en lugar de ellos has hecho yugos de hierro.

Esta es la única mención de yugos de madera. La Ley de la Tribulación habla solamente de un yugo de hierro. El yugo de madera es el que Dios menciona en el versículo 11, permitiendo al pueblo permanecer en su tierra. En ambos casos, Judá tendría que servir al rey de Babilonia; la diferencia era dónde lo servirían. ¿Sería en la tierra de Judá o en Babilonia?

Por lo tanto, podemos definir el yugo de madera como un cautiverio sin exilio de su tierra; y el yugo de hierro es un cautiverio junto con el exilio a una tierra extranjera. La Palabra del Señor a Judá les dio una opción. Si reconocían su pecado y estaban de acuerdo con Dios en que su juicio era justo, entonces sufrirían cautiverio bajo un yugo de madera (más liviano).

Un yugo de madera podría romperse, pero no un yugo de hierro. Si se negaban, era como si hubieran roto el yugo de madera, y entonces Dios les impondría un yugo mucho más pesado, y la nación misma sería destruida.

El pueblo —y, sobre todo, el rey Sedequías— creyeron al profeta Hananías. El resultado fue que Judá fue enviada al exilio durante 70 años para que la tierra pudiera guardar sus años de descanso sabático.


La idolatría del corazón trae engaño

Observemos también que a Hananías nunca se le llama falso profeta. Tenía un llamado genuino como profeta, pero por alguna razón la palabra que recibió era falsa. Su corazón no era recto. Jeremías no explicó esto. Para una explicación, debemos recurrir a Ezequiel 14: 1-5, que dice:

1 Vinieron entonces a mí algunos ancianos de Israel y se sentaron delante de mí. 2 Y vino a mí palabra de Yahweh, diciendo: 3 Hijo de hombre, estos hombres han puesto sus ídolos en su corazón, y han puesto delante de su rostro el tropiezo de su iniquidad. ¿Acaso he de dejarme consultar por ellos?

La pregunta de Dios era si debía o no dar a los hombres respuestas genuinas de parte de Él si indagaban con ídolos en sus corazones. Un ídolo en el corazón es una visión preconcebida que tiene prioridad sobre la respuesta de Dios. En otras palabras, cuando las personas indagan con la esperanza de que Dios confirme lo que ya creen que es verdad, entonces queda claro que esas personas no están buscando realmente la verdad sino una confirmación [de sus propias preconcepciones].

La respuesta de Dios está en Ezequiel 14: 45,

4 Por tanto, háblales y diles: «Así dice el Señor Dios: "Cualquier hombre de la casa de Israel que pone sus ídolos en su corazón, y pone delante de su rostro los tropiezos de su iniquidad, y luego viene al profeta, Yo, el Señor, seré movido a darle una respuesta en el asunto en vista de la multitud de sus ídolos, 5 a fin de apoderarse de los corazones de la casa de Israel que se han apartado de Mí a causa de todos sus ídolos"».

Dios ciertamente le dará una Palabra al profeta, pero será la palabra que el que pregunta quiere oír. No será una palabra verdadera. Leemos más en Ezequiel 14: 9:

9 Pero si el profeta fuere persuadido a hablar alguna palabra, Yo, el Señor, habré prevalecido sobre ese profeta, y extenderé mi mano contra él y lo destruiré de en medio de mi pueblo Israel. 10 Ellos llevarán el castigo de su iniquidad; como la iniquidad del que consulta, así será la iniquidad del profeta.

Este es un alimento muy fuerte. Pocos predicadores se atreven a enseñar sobre este pasaje, porque no pueden aceptar la idea de que Dios pueda profetizar una mentira. Pero el principio que sustenta la acción de Dios se basa en la misma Ley que permite a un israelita cobrar intereses sobre un préstamo a extranjeros, pero no a sus compatriotas. Deuteronomio 23: 1920 dice:

19 No cobrarás interés a tu compatriota, ni interés sobre dinero, ni sobre alimentos, ni sobre cualquier cosa que pueda prestarse a interés. 20 Podrás cobrar interés al extranjero, pero a tu compatriota no le cobrarás interés…

En el Reino de Dios, entre los ciudadanos del Reino que respetan la Ley, los préstamos deben reflejar el principio del amor. Esto incluye a los extranjeros que viven como ciudadanos respetuosos de la Ley del Reino. Pero un préstamo a un extranjero que no está sujeto a la Ley de Dios puede ser tratado según el criterio de su propia medida. Un israelita no tenía obligación de prestar dinero sin intereses a un babilonio, quien luego podía usar el dinero para cobrar intereses a sus compatriotas babilonios.

Por supuesto, hay que tener cuidado con el uso que se hace de este principio, para no usarlo como excusa para abusar u oprimir a los demás. Después de todo, estamos llamados a ser un testimonio y una luz para el mundo, para que tal vez los hombres de todas partes se arrepientan. Dios nos da espacio para la discreción y el discernimiento. Sin embargo, en algunos casos, los hombres pueden ser tratados según su propio criterio, como afirmó incluso Jesús en Mateo 7: 2, al decir: con la medida con que midáis, se os medirá”.

En el caso de la idolatría del corazón, Dios utiliza este principio dando al que inquiere las respuestas que desea, porque los ídolos de su corazón le hacen rechazar la verdadera Palabra de Dios.


Los cautiverios

Según la definición que Jeremías da del yugo de madera, queda claro que todos los cautiverios registrados en el libro de los Jueces fueron bajo el yugo de madera. En cada caso, los israelitas fueron oprimidos dentro de su propia tierra, siendo obligados a pagar tributos (impuestos) a naciones extranjeras. Fue sólo en el cautiverio final (Israel bajo Asiria y Judá bajo Babilonia) que se impuso realmente el yugo de hierro.

En las Leyes de la Tribulación, los juicios por la desobediencia se sucedían de manera gradual. Cada nuevo juicio representaba una sentencia mayor para los israelitas. De la misma manera, se les impuso el cautiverio bajo yugo de madera durante siglos antes de que experimentaran el yugo de hierro del exilio.

Así leemos en Levítico 26: 18:

18 Si aun después de estas cosas [juicios] no me escucháis, entonces os castigaré siete veces más por vuestros pecados.

Esto se repite en Levítico 26: 24 y 28. El siete veces más no debe ser considerado como un castigo siete veces más duro que el anterior. En realidad, es siete veces más largo en duración. Así es como se interpreta en Daniel 7: 25, donde leemos acerca de un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo. Un “tiempo” es un año (360 días) en la profecía de corto plazo o 360 años en la profecía de largo plazo. En este caso, 3½ “tiempos” son 1.260 años. Los siete tiempos completos son 2.520 años.

Jeremías sólo vivió un exilio/tribulación de setenta años. Más tarde, Daniel recibió la revelación de que el cautiverio babilónico fue solo la primera fase de un cautiverio mucho más prolongado, que incluiría una sucesión de imperios mundiales: Babilonia, Persia, Grecia, la Roma imperial y la extensión religiosa del “cuerno pequeño”, conocida como la Iglesia (el Vaticano).

Judá regresó después de 70 años bajo el rey Ciro de Persia. Esto puso fin a la fase del yugo de hierro, y a Judá se le permitió regresar a la antigua tierra bajo el yugo de madera. Permanecieron bajo el yugo de madera hasta que se rebelaron nuevamente contra el Cuarto Imperio (Roma). Cuando se negaron a someterse a Roma, el ejército romano destruyó Jerusalén, quemó el templo y exilió de nuevo al pueblo de Judá. Esto puso a los judíos nuevamente bajo el yugo de hierro, como se prometió en Deuteronomio 28: 48.

En el siglo XX, los judíos regresaron a su antigua tierra sin arrepentirse primero, lo que violaba las Leyes de la Tribulación de Levítico 26: 404142, pero Dios lo permitió para que se cumpliera la profecía de Isaac a Esaú-Edom. El Estado de Israel, desde la perspectiva de Dios, no es Israel ni Judá, sino Edom, a quien se le dio la Primogenitura por un tiempo.


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