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Autor: Dr. Stephen E. Jones
https://godskingdom.org/blog/2025/08/the-solution-to-sauls-bad-precedent-part-13/
Tras recibir provisiones y la espada de Goliat del sumo sacerdote en Nob, David huyó a Gat, una de las cinco ciudades principales de los filisteos. Pero cuando los hombres se dieron cuenta de quién era, lo denunciaron ante Aquis, rey de Gat. David fingió estar loco, y el rey lo descartó como una posible amenaza.
David se dirigió entonces a la cueva de Adulam (1º Samuel 22: 1), ubicada a unos 21 kilómetros al suroeste de Belén. Esta era una base defendible con un escondite natural, que además le daba acceso al valle de Ela y una rápida ruta de escape hacia el desierto de Judea. Con él iban 400 hombres, ya fueran deudores que escapaban de la esclavitud o que habían caído en desgracia con Saúl.
1º Samuel 22: 2 dice:
2 Todos los que estaban en apuros, endeudados y descontentos se reunieron con él; y él llegó a ser su capitán. Con él había unos cuatrocientos hombres.
Proféticamente hablando, estos fueron los precursores de quienes hoy son marginados del sistema eclesiástico, muchos de los cuales han sido abusados por líderes eclesiásticos o excomulgados. He notado a lo largo de los años que un alto porcentaje de creyentes que siguen o apoyan nuestro ministerio han sido expulsados de sus iglesias. Aprendí desde muy temprano que estas personas generalmente deseaban aprender la Palabra, pero que también necesitaban compañerismo.
Andanzas de David
Parece que el padre y la madre de David también corrían peligro a causa de Saúl. David apeló al rey de Moab para que les diera refugio protegiéndolos de Saúl (1º Samuel 22: 3, 4). El versículo 5 dice:
5 Después los dejó con el rey de Moab, y estuvieron con él todo el tiempo que David estuvo en la fortaleza [Adulam].
Después de un tiempo indefinido, el profeta Gad le dijo a David que saliera de la cueva de Adulam y se dirigiera a la tierra de Judá. David partió y se internó en el bosque de Haret (1º Samuel 22: 5). Este era un bosque denso (en aquel entonces) al suroeste de Adulam, lo que facilitaba su ocultación de los hombres de Saúl y de quienes pudieran informar sobre su paradero.
Fue mientras David se encontraba en el bosque de Haret que Abiatar, hijo de Ahimelec, lo encontró, tras escapar de la masacre de su familia y de los demás sacerdotes en Nob. Abiatar informó entonces a David de esta masacre de sacerdotes (1º Samuel 22: 23). Abiatar actuó entonces como una especie de sumo sacerdote en el grupo de David e incluso llevaba consigo el efod (1º Samuel 23: 6) para consultar al Señor mediante el Urim y Tumim.
Años después, tras la muerte de Saúl, Abiatar permaneció como segundo sumo sacerdote, junto con Sadoc (2º Samuel 8: 17; 15: 24). Parece que Sadoc presidía el Tabernáculo, mientras que Abiatar presidía el Tabernáculo de David, donde se había reubicado el Arca.
David se enteró entonces de que los filisteos habían atacado la ciudad de Keila para saquear sus cosechas. Keila estaba situada a unos 13 kilómetros al noroeste de Hebrón, no lejos del bosque de Haret. David preguntó a Dios si debía defender la ciudad o permanecer oculto en el bosque. Abiatar usó el efod para transmitirle la Palabra del Señor. David atacó a los filisteos y los derrotó, salvando la ciudad y sus víveres (1º Samuel 23: 5).
David permaneció en Keila un corto tiempo hasta que Saúl se enteró y estuvo listo para ir con un ejército a capturarlo y destruir la ciudad. Después de todo, David había hecho lo que Saúl debía hacer para proteger la ciudad. Sin duda, Saúl se sintió humillado por esto. Los hombres de Keila tendrían que entregar a David a Saúl si querían evitar su ira. Así que David abandonó la ciudad, y el plan de Saúl de destruir Keila fue abandonado.
Para entonces, la Compañía de David había aumentado a 600 hombres (1º Samuel 23: 13). Quizás unos 200 de ellos eran de Keila y estaban agradecidos por la liberación de David. 1º Samuel 23: 14 nos dice:
14 David se quedó en el desierto, en las fortalezas, y permaneció en la región montañosa del desierto de Zif. Saúl lo buscaba a diario, pero Dios no lo entregó en sus manos.
Una reunión secreta
David se mudó de Keila a una zona boscosa (Hores) en el desierto de Zif, al sureste de Hebrón. Parece que David había mantenido contacto secreto con Jonatán y que así fue como este supo adónde se había mudado David. 1º Samuel 23: 16 dice:
16 Jonatán, hijo de Saúl, se levantó y fue adonde David estaba en Hores, y lo animó en Dios. 17 Le dijo: «No temas, porque la mano de mi padre no te hallará, y tú serás rey sobre Israel; yo seré tu segundo, y mi padre Saúl también lo sabe».
Jonatán apoyó plenamente el llamado de David para reemplazar a Saúl como el siguiente rey de Israel. Su intención era unir las dos Casas del reino de David. Sabemos, por supuesto, que esto no sucedió. Jonatán murió en batalla junto con su padre. Hoy en día, muchos en la Iglesia también apoyan a los Vencedores, a la vez que se mantienen leales a la Casa de Saúl.
David y Jonatán hicieron entonces un segundo pacto de paz (1º Samuel 23: 18). David permaneció en Zif hasta que los lugareños informaron de su paradero a Saúl. David no los castigó por ello, sino que él y sus hombres se dirigieron al sur, a «Maón en el Arabá», el desierto al oeste y al sur del Mar Muerto. Saúl persiguió a David e intentó rodearlo. Pero entonces Saúl se enteró de que los filisteos habían asaltado Israel y se vio obligado a abandonar su persecución.
En-gadi
1º Samuel 23: 29 dice:
29 David subió de allí y se alojó en las fortalezas de En-gadi.
En-gadi era un oasis a mitad de camino a lo largo de la orilla del Mar Muerto, en el desierto de Judá. Su nombre significa "manantial del cabrito". Tras acabar con la incursión filistea, Saúl reanudó la persecución de David con 3.000 hombres (1º Samuel 24: 2) y pronto se acercó a En-gadi.
Saúl acampó en una cueva, sin saber que David y sus hombres se encontraban en los rincones más recónditos de la misma. Mientras Saúl dormía, David cortó discretamente el borde de su manto, que contenía el hilo azul prescrito en la Ley (Números 15: 38, 39). El hilo azul representaba la Ley. Era azul porque el cielo es azul y porque «la ley es espiritual» (Romanos 7: 14).
El acto de David sugería que Saúl despreciaba la Ley de Dios y que no era digno de llevar esta borla como testimonio de cumplirla. Los hombres de David lo habían instado a matar a Saúl mientras tuvo la oportunidad, pensando que Dios lo había entregado en sus manos para este propósito. Pero leemos en 1º Samuel 24: 6, 7:
6 Entonces dijo a sus hombres: «Lejos esté de mí, por causa del Señor, que yo haga esto a mi señor, el ungido del Señor, extendiendo mi mano contra él, ya que es el ungido del Señor». 7 David persuadió a sus hombres con estas palabras y no les permitió que se alzaran contra Saúl. Y [por la mañana] Saúl se levantó, salió de la cueva y siguió su camino.
Cuando Saúl se alejó un poco de la cueva, David emergió y le gritó, diciéndole que se había abstenido de matarlo. «Mira el borde de tu manto», dijo, levantando la borla para demostrar que podría haber matado a Saúl con su espada (o cuchillo). Esta fue una revelación para Saúl, y le dijo a David en 1º Samuel 24: 20, 21:
20 Ahora bien, sé que sin duda serás rey, y que el reino de Israel se establecerá en tu mano. 21 Júrame, pues, por el Señor, que no destruirás mi descendencia después de mí ni borrarás mi nombre de la casa de mi padre.
David obedeció, y Saúl regresó a su casa, “pero David y sus hombres subieron a la fortaleza”. Aparentemente, David sabía que el arrepentimiento de Saúl era sólo temporal, por lo que permaneció escondido.
Este incidente nos dice que los Vencedores no deben intentar destruir la Iglesia, aunque esta los persiga. Deben reconocer que la Iglesia tiene una unción legítima desde el día de Pentecostés y que, bajo Pentecostés, Dios le ha dado un tiempo determinado para gobernar con autoridad en la Tierra.
Sin embargo, esto no significa que los Vencedores tengan que permanecer en sumisión a los hombres en el entorno de una iglesia denominacional.
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