Salmos 42:1, como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. |
¡Mi querido Señor!
Yo sólo puedo decirte que Tú sabes que yo no ansío nada, sino a Ti mismo, nada, a no ser la santidad, nada, a no ser la unión con Tu voluntad. Tú me concedes esos deseos, y sólo Tú puedes darme lo que es deseado.
Mi alma anhela la comunión con mi Señor, para muerte de la corrupción que habita en mí, especialmente el orgullo espiritual.
¡Cuán precioso es tener un tierno sentimiento y clara comprensión del Misterio de la Piedad, de la verdadera santidad!
¡Qué bienaventuranza es ser como Tú, tanto cuanto sea posible para una criatura ser como su Creador!
Señor, dame más de Tu semejanza; dilata mi alma para contener la plenitud de la santidad; hazme vivir para Ti. Ayúdame a estar menos satisfecho con mis experiencias espirituales, y cuando me sienta a gusto después de dulces comuniones, enséñame que es muy poco lo que sé y hago.
Bendito Señor, permíteme elevarme más cerca de Ti, y amar, anhelar y luchar contigo, y aspirar a la liberación del cuerpo de pecado, pues mi corazón está errante y sin vida, y mi alma se lamenta al pensar que alguna vez pierda de vista a su Amado.
Envuelve mi vida en divino Amor, y mantenme siempre deseoso por Ti, siempre humilde y resignado a Tu voluntad, más fijo en Ti mismo, para que yo pueda estar capacitado para la obra y el sufrimiento.
"El Valle De La Visión"
(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)
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