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Tratado II: EL PROPÓSITO DE DIOS EN TU VIDA, Dr. Stephen Jones



TRATADO II - El propósito de Dios en tu vida
Dr. Stephen Jones

https://www.gods-kingdom-ministries.net/teachings/tracts/gods-purpose-in-your-life


Descripción

¿Sabías que Dios te creó con un propósito en mente? Dios tiene un plan para tu vida.

Muchos se han preguntado, ¿por qué estoy aquí? ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy? La respuesta no es difícil de encontrar. Está en la Biblia.

Génesis 1:27 dice que "Dios hizo al hombre a Su imagen y semejanza" y que los creó varón y hembra. El propósito de Dios era crear personas que fueran como Él. Se suponía que tendrías que tener la naturaleza divina. El amor es el ADN de Dios. Así que tú también estabas destinado a ser amor ...


El propósito de Dios en tu vida

¿Sabías que Dios te creó con un propósito en mente? Dios tiene un plan para tu vida.

Muchos se han preguntado, ¿por qué estoy aquí? De donde vengo. ¿A dónde voy? La respuesta no es difícil de encontrar. Está en la Biblia.

Génesis 1:27 dice que "Dios hizo al hombre a Su propia imagen" y que los creó hombre y mujer. El propósito de Dios era crear personas que fueran como Él. Se suponía que tendrías la naturaleza divina. El amor es el ADN de Dios. Entonces tú también estabas destinado a ser amor.

También vemos en Lucas 3:38 que el primer hombre, que se llamaba Adán, era "hijo de Dios". Así que cualquiera que tenga la naturaleza divina es un hijo de Dios. Cuando Dios les dijo a Adán y Eva "sed fructíferos y multiplicaos" (que tuvieran hijos), tuvo la intención de que ellos dieran a luz a más hijos de Dios.

Pero luego vino un problema. Adán y Eva pecaron y perdieron la naturaleza divina. Desde entonces, la historia ha sido una larga historia sobre cómo recuperar el ADN del amor y volver a ser hijos de Dios a Su imagen.

Con los años, los hombres comenzaron muchas religiones para tratar de decirle a la gente cómo ser perfecta, cómo volverse inmortal o cómo ir al Cielo. Cada religión se basó en alguna forma de auto-disciplina para forzar a la naturaleza humana a volverse buena.

Algunos confían en la ayuda de Dios, pero generalmente confían en el poder de la voluntad del hombre y Dios es solo Su asistente.

Pero la Biblia muestra un camino diferente.


El Plan de la Biblia


La Biblia enseña que el pecado requiere la pena de muerte, por lo que cuando Adán y Eva pecaron, se volvieron mortales. A partir de entonces, fue seguro que no vivirían para siempre.

Cuando tuvieron hijos, la muerte (mortalidad) se les transmitió a ellos. Todos los hijos de Adán en adelante fueron engendrados por la semilla mortal de su padre. La única forma de evitar la mortalidad sería evitar al padre terrenal. Un hijo tendría que ser concebido sobrenaturalmente.

Eso no era posible en condiciones normales. Pero la sabiduría de Dios encontró una manera de hacerlo. El camino es ser engendrado por Dios en lugar de por tu padre terrenal. Tienes que ser engendrado por la semilla inmortal del Cielo.

Pero, ¿cómo puede una persona hacer eso? Después de todo, ya hemos sido engendrados por un padre terrenal y nacidos de una madre terrenal. ¿Se puede cambiar eso?

No, tu cuerpo terrenal nunca será inmortal, ni ahora ni nunca. No hay nada que puedas hacer al respecto. Pero hay una manera de ser engendrado por segunda vez, y esta es la clave para lograr la inmortalidad.


Ser engendrado por Dios

La Biblia dice que Jesús fue engendrado por el Espíritu Santo (Mateo 1:18). Por esta razón, fue llamado "el Hijo de Dios". Su concepción fue un patrón que todos debemos seguir. Déjame explicarlo.

Uno de los discípulos de Jesús se llamaba Juan. Juan escribió sobre Jesús, diciendo:

Vino a su propia [nación], y los que eran suyos no le recibieron. Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de convertirse en hijos de Dios, es decir, a aquellos que creen en su nombre, que no fueron engendrados por el linaje ni por la voluntad de la carne, ni por la voluntad del hombre, sino por la de Dios" (Juan 1: 11-13).

En otras palabras, la mayoría de las personas en el país de Jesús no tenían fe en Él, ni creían que Jesús había sido engendrado por el Espíritu Santo. Esa historia parecía demasiado descabellada para que la creyeran.

Al rechazarlo, también rechazaron el Plan Divino sobre cómo convertirse en hijos de Dios. De hecho, la mayoría de ellos pensaban que eran hijos de Dios en virtud de su descendencia genética de Abraham. Pero incluso Abraham, grandioso como fue, era mortal, y todos sus hijos también murieron.

Juan dice que al tener fe en Jesús recibimos el derecho de convertirnos en hijos de Dios. También dice que los hijos de Dios no son aquellos que pueden trazar su línea de sangre hasta Abraham o cualquier otro hombre mortal.

Cuando fuimos engendrados por nuestros padres terrenales, eso fue hecho por "la voluntad de la carne" y por "la voluntad del hombre". En otras palabras, nuestros padres se unieron por su propia voluntad y así es como fuimos traídos a este mundo.

Pero los hijos de Dios son concebidos por la voluntad de Dios. El es el Padre de Sus hijos. Así fue como Jesús mismo vino al mundo. Dios era Su Padre, porque el Espíritu Santo de Dios fecundó a la madre de Jesús, María. Si hubiera sido fecundada por José (su prometido), entonces Jesús habría sido como la mayoría de los otros hombres en la Tierra. Podría haber sido un buen hombre, y tal vez incluso un gran maestro o profeta, pero no habría sido el Hijo de Dios.


El testimonio de Pedro


Pedro fue otro de los discípulos de Jesús. Él nos explicó cómo llegar a ser hijos de Dios.
Habéis sido engendrados nuevamente, no por una semilla que es mortal sino inmortal, es decir, a través de la palabra viva y permanente de Dios” (1 Pedro 1:23).

Nuestros cuerpos fueron concebidos por la semilla mortal de nuestros padres terrenales, pero Pedro estaba escribiendo a aquellos que habían sido engendrados por segunda vez por la semilla inmortal. Él dice que esta "semilla" es "la palabra viva y permanente de Dios".

Pero, ¿cómo engendra algo la Palabra de Dios?

La Palabra de Dios es semilla espiritual. Tiene el poder de engendrar hijos de Dios. Dios no engendra a través de actos sexuales, como se hace al engendrar hijos carnales. Dios engendra a través de nuestros oídos.

Cuando escuchamos la Palabra de Dios y la recibimos (respondemos) por fe, Dios engendra nueva vida en nuestros corazones. Un nuevo ser vivo comienza a crecer dentro de nuestros corazones.

Esta nueva vida es más que un simple sistema de creencias. Es un niño, un hijo de Dios. Tiene una identidad diferente del niño que tus padres trajeron a este mundo. El apóstol Pablo lo llama un "hombre nuevo" o "nuevo yo".


Cómo puedes ser un hijo de Dios


Hace mucho tiempo, Dios hizo una promesa de salvar a todas las personas de la Tierra. Dios era lo suficientemente poderoso como para vencer todo el mal en la Tierra. Dios era lo suficientemente sabio como para idear un plan que funcionara, para que Su promesa no fallara.

Todo lo que Dios requería era fe en Él. Como ejemplo de fe, Dios habló a un hombre llamado Abraham, prometiéndole a él y a su esposa un hijo. El problema era que su esposa no podía tener hijos. Así que esperaron mucho tiempo, tanto que eventualmente, ella se hizo demasiado vieja para tenerlos. La promesa parecía estar condenada.

Pero aun así, creyeron que Dios podía cumplir Su Promesa que les había hecho, aun cuando habían perdido la esperanza en su propia capacidad de tener hijos. Su historia es nuestro ejemplo de lo que realmente es la fe. La fe no se trata de tu propia habilidad para ayudar a Dios a cumplir Su promesa. Se trata de tener confianza en Su capacidad para cumplir Su Palabra o Promesa.

La Biblia llama a esta Promesa el Nuevo Pacto a Nuevo Testamento. Es una promesa que Dios nos hizo a todos. Prometió hacer lo que fuera necesario para llevarnos de vuelta a Sí mismo, cambiar nuestra naturaleza y escribir Su Ley en nuestros corazones.

Prometió revertir los efectos del pecado de Adán y hacernos a todos inmortales, para que podamos ser lo que Dios pretendía desde el principio. Para lograr esto, Jesús bajó del Cielo y fue concebido en María para poder vivir en la Tierra como un hombre.

Él vino a morir en la Cruz para pagar la pena por cada pecado cometido. Luego se levantó de entre los muertos para vencer la muerte. Cuarenta días después ascendió al Cielo a esperar el siguiente paso para cumplir la promesa de Dios. Mientras tanto, envió a Su Espíritu Santo para engendrar otros hijos de Dios.

Puedes ser uno de esos hijos muy fácilmente, sin importar quién seas. Si crees que Jesús fue el Hijo de Dios, que vino a la Tierra para pagar la pena completa por tu pecado, entonces eso te califica como hijo de Dios. Cree que Dios quiso decir lo que dijo cuando prometió hacer lo que sea necesario para salvarte a ti y al resto del mundo.

No tienes que esperar hasta que hayas realizado cambios en tu propia vida. Dios cambiará tu corazón y tu vida a medida que pase el tiempo. Todo lo que te pide ahora es que creas que cumplirá Su promesa.


¿Quién eres tú?


Si crees en esta palabra, es porque Dios ya te ha dado esa fe. Tú ves, la Biblia dice que la fe es un regalo o don de Dios. No es algo que tienes que generar por ti mismo mediante el pensamiento positivo. La verdadera fe es saber que lo que Dios ha prometido es verdad y que Jesucristo vino a la Tierra para cumplir esa Promesa.

Si crees esto, entonces sé consciente de que el Espíritu de Dios ya ha engendrado una nueva persona en tu corazón. Naciste como una sola persona, pero cuando eres engendrado por segunda vez, de repente te conviertes en dos personas. ¡Teniendo dos identidades, de repente encuentras que tienes que elegir cuál de ellas quieres ser, con cual te vas a identificar!

Tu viejo yo, que nació de tus padres terrenales, es mortal, pero tu nuevo yo tiene un Padre celestial, por lo que es inmortal. Este es un asunto legal (jurídico). Así como alguien podría querer ir a la corte de justicia y cambiar su nombre para obtener una nueva identidad, también puedes ir a la Corte Divina y orar para cambiar tu identidad.

No es difícil de hacer. La Corte Divina está donde sea que estés cuando oras. Aquí tienes una muestra de oración:

Padre celestial, he venido ante ti para declarar que soy un hijo de Dios. Quiero cambiar mi identidad de ser un hijo de padres mortales a ser Tu hijo. Dame una nueva identidad y ayúdame a vivir mi vida como esa nueva persona. Gracias por escuchar mi oración y por registrar mi nueva identidad celestial en la Corte del Cielo".

Puede que tengas que recordarte a menudo quién eres tú como hijo de Dios. Muchas personas comienzan a tener dudas apenas vuelven a pecar. Pero debes entender que el pecado es algo que hace el viejo yo, no el nuevo yo. El nuevo yo es perfecto y no puede pecar. Entonces, si pecas, debes saber que no es el verdadero yo el que está pecando.

Así que recuerda quién eres. Estás registrado en la Corte del Cielo como un hijo de Dios. Aférrate a eso pase lo que pase, y ora por la guía de Dios.

El desafío es hacer lo que el nuevo yo te dice que hagas e ignorar lo que el viejo quiere hacer. Pero descubrirás que a medida que pasa el tiempo y estudies la Palabra de Dios, tu vida cambiará constantemente y gradualmente. La clave es recordarte de en quién te has convertido y luego cambiar tu auto-conciencia a esa nueva identidad.

¡Bienvenido a tu nueva vida como hijo de Dios!

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