¡Se trata de un cambio de vestiduras, amados! No de las viejas vestiduras lavadas y vueltas a poner. No se trata de un refinamiento de nuestra naturaleza. No se trata de tu elocuencia refinada y dada a Dios. Tampoco se trata de tus talentos musicales refinados y dados a Dios. Ni tu capacidad ejecutiva, tus talentos profesionales y empresariales, refinados primero y dados a Dios. No son las viejas vestiduras en absoluto, sino las nuevas, para gloria y hermosura.
“Pero ahora desechad también vosotros todas estas cosas…, y os habéis vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de aquel que lo creó” (Col. 3:810).
Sí, tenemos nuestras propias personalidades distintas de nacimiento. Pero no sigamos excusándonos. “Bueno, así es como soy”. Puede que sea cierto. ¿Pero es así como Dios quiere que seamos?
Dios nos hace como somos para poder ser recreados en lo que Él quiere que seamos. Hace la flor para que se convierta en el fruto. Hace al gusano para que se convierta en la mariposa. Quiere cambiarnos. No quita de nosotros nuestra personalidad particular. Sino que quiere producir algo completamente nuevo. Quiere producir una revolución en nuestras personalidades para que lo que Dios ve, y lo que nosotros vemos, y lo que el mundo vea sobre nosotros—sea una Nueva Creación.
Como “escogidos de Dios”, Él quiere revestirnos de “misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre, paciencia, de capacidad para soportarnos y perdonarnos unos a otros … como Cristo nos perdonó” (Col. 3: 12-13).
(Gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agradecemos cualquier comentario respetuoso y lo agradecemos aún más si no son anónimos. Los comentarios anónimos no serán respondidos.