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EL PESO DEL DESALIENTO, Manantiales en el Desierto




16 de octubre

"Descargándonos de todo peso y del pecado que estrechamente nos cerca,
corramos con paciencia la carrera que ha sido puesta delante de nosotros".
(Hebreos 12:1, Versión Moderna)

Hay pesos que no son pecados en sí mismos, pero que se convierten en obstáculos y piedras de tropiezo en el progreso de nuestra  vida cristiana. Uno de los peores, es el desaliento. El corazón melancólico, verdaderamente es un peso que de seguro nos arrastrará de nuestra santidad y utilidad.

El fracaso de Israel para entrar en la Tierra Prometida empezó con la murmuración, como literalmente dice el texto de Números, "como murmuraron". Solo empezó con un pequeño deseo de quejarse y estar descontentos. Esto continuó hasta que floreció y maduró en rebelión y ruina. No nos permitamos jamás el dudar de Dios o de Su amor y fidelidad para con nosotros en todo y para siempre. Debemos oponer nuestra voluntad contra toda clase de duda, como lo hacemos contra cualquier otro pecado; y al permanecer firmes y rehusar dudar el Espíritu Santo vendrá en nuestra ayuda, nos dará la fe de Dios y nos coronará con gloria.

Es muy fácil caer en el hábito de dudar, de impacientarse y preguntar si Dios nos ha desamparado y si después de todo nuestras esperanzas van a terminar en un fracaso. Rehusemos el ser desgraciados. Cuando no podemos sentir una emoción de felicidad "Contemos todo como gozo". Regocijémonos por medio de la fe, del ánimo y consideremos el gozo como una realidad, y con toda seguridad hallaremos que Dios hará que nuestra consideración sea real -Seleccionado

El Diablo tiene dos trampas maestras. Una consiste en desalentarnos; entonces, durante un cierto tiempo, por lo menos somos inútiles para los demás, y somos derrotados. La otra consiste en hacernos dudar, y romper de esta manera la fe conque estamos unidos con el Padre. Ten cuidado. No te dejes engañar de ninguna manera. -G. E. M.

¡Alegría! Me gusta cultivar el espíritu de alegría. Ella vuelve a armonizar el alma y guardarla en armonía con tal forma que Satanás no se atreve a tocarla. Las cuerdas del alma se calientan demasiado o se llenan demasiado de electricidad celestial, para que pueda tocarlas con sus dedos infernales y se marcha a alguna otra parte. Satanás siempre teme el entremeterse conmigo cuando mi corazón está lleno de gozo y alegría con el Espíritu Santo.

Mi plan es el esquivar al espíritu de tristeza como a Satanás. Pero desgraciadamente no siempre tengo éxito. Como el mismo Diablo, saliéndome al encuentro en el camino principal en que soy útil, me mira tan fijamente en mi rostro hasta que mi pobre alma cambia de color.

Tristeza, la tristeza descolora todo, despoja a todos los objetos de su encanto, envuelve la perspectiva del futuro en tinieblas, priva al alma de todas sus aspiraciones, encadena todos sus poderes y produce una parálisis mental.

Un creyente anciano, advirtió que el buen humor en la vida cristiana hace que se goce en todos sus servicios, y que nunca avanzamos tan rápidamente en el camino del deber, como cuando somos llevados en las alas del regocijo; añadió que la melancolía recorta tales alas; o para alterar su forma, saca las ruedas de nuestra carroza y las hace semejantes a aquellas de los egipcios, para que se arrastren muy pesadamente.

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