Un fotograma |
El ojo de Dios arroja su luz sobre el fotograma, que se proyecta en la pantalla del Universo |
Imaginemos
la siguiente escena.
Yahweh,
sostiene en Su mano un fotograma conteniendo Su Plan Universal de
Creación. Dicho fotograma concentra en solo una imagen (un punto) el
Plan de Dios desde el Génesis hasta el Apocalipsis; es decir, todo
el proceso histórico-temporal desde la Creación y Caída hasta la
Redención y Restauración de Todas las Cosas.
Yahweh
toma dicho fotograma entre Sus dedos índice y pulgar y se lo acerca
al ojo para mirarlo de cerca al trasluz. ¡Pero qué sorpresa! Por
ser Su ojo como llama de fuego, al hacerlo la imagen del fotograma,
relativo a la Tierra, se proyecta en la distancia sobre el inmenso
lienzo del Universo.
Observando
con atención la imagen proyectada, pueden apreciarse millones de
puntitos o motas, a modo de hormigas, que en realidad son las
personas que viven en el planeta. Fijándonos con mayor detenimiento
aún, apreciaremos que una de esas motas se parece mucho a usted y
otra a mí; el parecido es tal que tal vez seamos nosotros mismos.
Desde
otra perspectiva y ampliado, puede verse así:
Fotograma desde otra perspectiva y ampliado |
Con esta óptica, supongámonos ambos, usted y yo, situados en la pantalla en el momento presente. Si miráramos hacia atrás sería como hacerlo hacia el pasado; pero si miráramos hacia adelante sería como hacerlo hacia el futuro; pero si eleváramos la vista hacia el fotograma arriba en el Cielo, apreciaríamos que allí en realidad pasado, presente y futuro convergen y son una misma cosa.
Viéndolo
ahora en plan aún más casero, si tomara usted un retrato suyo en
diapositiva y lo proyectara sobre la totalidad de una pared de su
casa, podría ver que su oreja derecha quedaría situada sobre el
extremo izquierdo de la pared, según se mira de frente; mientras que
su otra oreja quedaría situada sobre el extremo opuesto. Si a
continuación usted se colocara en el extremo izquierdo de esa pared
y comenzara a andar hacia el otro extremo, tardaría unos segundos
en recorrer los pocos metros que separan ambas orejas. ¿Querría eso
decir que la historia de las dos orejas no se está desarrollando al
mismo tiempo?
No,
lo que ocurre es que en la pared, que es la dimensión espacial, se
ha generado el tiempo requerido para recorrer tal distancia; pero en
el proyector, arriba, que equivaldría a la dimensión espiritual,
no. Es decir, que una misma escena, la diapositiva, según en cual
ámbito la miremos, es temporal o atemporal.
Sabemos
que la luz de una estrella tarda millones de años luz en viajar
hasta que puede ser vista en la Tierra. ¿Querrá eso decir que
mientras nosotros aún no veamos su luz la estrella no existe? En
absoluto, no la vemos pero existe, solo que su luz aún está en
camino y todavía no llegó hasta nosotros.
Así
mismo ocurre con las cosas espirituales de Dios.
Claro
está, que desde nuestra perspectiva, desde nuestra pequeñez, no
podemos apreciar la grandeza de ese gigantesco lienzo que es la
Tierra y, mucho menos, el Universo, un mayor lienzo que la contiene.
No pudiendo lo menor, ¿cómo apreciar entonces la infinitud del
Creador? ¿Cómo apreciar siquiera quiénes somos, de dónde venimos,
dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos? Sin embargo, ese
destino ya fue trazado en el 'fotograma' de Dios, y cuando miramos
hacia Arriba, hacia Él, nos es revelado.
Por
supuesto, se trata solo de ilustraciones, que simplifican un poco las
cosas para nuestra imaginación y comprensión; eso sí, con
reverencia. De seguro así entenderemos un poco mejor que para Dios
solo exista el AHORA, porque Él es el YO SOY, en tiempo presente, no
el Yo fui en pasado o el Yo seré en futuro. También nos podemos
hacer una mejor idea en cuanto al tiempo, que es como el concepto
dinámico de la Creación, y de nuestra atómica pequeñez frente a
la Grandiosidad y Majestuosidad de Dios.
Miremos
ahora a las personas separadamente:
Fotograma de personas separadamente |
Supongamos que cada cuadrícula corresponde a una persona de las que están viviendo sobre la Tierra en un momento dado.
Podemos
apreciar que solo los engendrados, los salvos, estamos en conexión
con el Origen o Fuente, con Dios; mientras que los perdidos o
incrédulos no lo están, porque sus cuadrículas vacías carecen de
'cable conector'. Supongamos también que la cuadrícula rayada sea
la suya.
El
conjunto de la imagen nos ofrece una panorámica de los hombres que
viven en el planeta en un tiempo determinado y de quienes están en
conexión o desconexión con la Fuente de Vida.
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