"Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he
hecho, vosotros también hagáis".
Juan 13:15
Al contender fervientemente por la doctrina de la naturaleza del sacrificio de la muerte expiatoria de nuestro Señor, podríamos estar en un gran peligro de pasar por alto el hecho de que la vida entera de Cristo es constantemente presentada a nosotros en las Escrituras como el modelo por el cual nosotros debemos ser moldeados. Nosotros necesitábamos una encarnación personal del evangelio —un perfecto, y sin igual Ejemplo. En solo Uno podríamos encontrar ese ejemplo, en Aquél cuyo evangelio fue, y cuya vida fue un puro y vivo reflejo de las doctrinas que enseñó, los preceptos que inculcó, y el espíritu que infundió.
Vamos, entonces, a inquirir brevemente cuales son las artes de Su vida santa en el cual podríamos considerar como imitables, y cuales rasgos de Su carácter podemos considerar para transferir con humildad y gratitud a nosotros.
Vamos, entonces, a inquirir brevemente cuales son las artes de Su vida santa en el cual podríamos considerar como imitables, y cuales rasgos de Su carácter podemos considerar para transferir con humildad y gratitud a nosotros.
Hemos de seguir el ejemplo de Cristo en Su OBEDIENCIA, “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de Mi Padre, y permanezco en Su amor” (Juan 15:10). ¡Contempla el ejemplo! Como Él obedeció a Su Padre con una amorosa e incondicional obediencia, por lo tanto, Sus discípulos deben caminar en obediencia a todos Sus mandamientos, ordenanzas, y preceptos, alzando Su Cruz diariamente y también siguiéndole a Él. Señor, no permitas que haya alguna reserva en mi obediencia a Ti, al igual como no hubo ninguna en Tu obediencia al Padre; sino como Tu siervo Caleb que pudo seguirte totalmente, haciendo la voluntad de Dios desde el corazón.
Debemos ser conformados a la SANTIDAD y PUREZA de Cristo. “Sino, así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” (1 Ped. 1:15). “Y todo aquel que tiene esta esperanza en Él, se purifica a sí mismo, así como Él (Cristo) es puro” (1 Jn 3:3).
Oh Señor, yo solo puedo ser realmente feliz cuando sea verdaderamente santo, y solo puedo ser verdaderamente santo cuando esté caminando como Tú caminaste.
Oh Señor, yo solo puedo ser realmente feliz cuando sea verdaderamente santo, y solo puedo ser verdaderamente santo cuando esté caminando como Tú caminaste.
Debemos ser conformados a la HUMILDAD y MANSEDUMBRE de Cristo. “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mt. 11:29-30).
Oh Señor, nunca hubo tal modelo de humildad como el Tuyo. Con alegría transferiría este agradable rasgo distintivo de Tú carácter y espíritu a mí mismo, y en corazón y conducta caminar humildemente con Dios, y en humildad y auto-negación caminar con mis hermanos.
Oh Señor, nunca hubo tal modelo de humildad como el Tuyo. Con alegría transferiría este agradable rasgo distintivo de Tú carácter y espíritu a mí mismo, y en corazón y conducta caminar humildemente con Dios, y en humildad y auto-negación caminar con mis hermanos.
Debemos ser conformados al AMOR de Cristo. “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado”. (Jn. 13:34). ¡Oh, cuán amoroso fue Jesús! Él era todo amor —nada sino solo amor. Él amó extremadamente a Dios, Él amó auto-sacrificialmente al hombre. El amor lo llevó a obedecer a Dios, el amor le obligó a morir por nosotros.
Señor, moldéame a este precioso ejemplo de amor —que ese amor sea todo el dominante y constrictivo principio de mi vida, para amarte, y amar a los santos, y amar a los pecadores.
Señor, moldéame a este precioso ejemplo de amor —que ese amor sea todo el dominante y constrictivo principio de mi vida, para amarte, y amar a los santos, y amar a los pecadores.
Debemos de seguir el ejemplo de Cristo de como PERDONA las ofensas. “Perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (Col.3:13). Cuan pocos hay, aún entre los seguidores de Jesús, quienes presentan un reflejo claro y pleno de este rasgo de Su carácter, este prominente hecho de Su vida.
“¡Señor, déjame ser encontrado entre los pocos! Provéeme la gracia de la resignación para pasar por alto la ofensa, silenciosamente sufrir lo injusto, y generosamente perdonar y olvidar la crueldad hecha, la pena causada, la deuda contraída por mi consiervo, así como Tú has perdonado y olvidado mis transgresiones, cancelando todo mi pecado y remitido todas mis deudas contra Ti”.
¿Te parecerías a Cristo? Entonces estúdiale atentamente, estúdiale constantemente. No estudies hasta desmayar las copias imperfectas, sino estudia al Divino Humano Original —estudia solo a Jesús. La más perfecta copia puede confundirte, pero Jesús no puede. Pretende ser, no como un santo, sino como Cristo, no como un hombre, sino como Dios. Menos de ti mismo, más como Cristo. El Señor Peter Lely, el gran artista, hizo una regla de nunca mirar una mala pintura, tras haber tenido por experiencia que, cada vez que lo hacía, su lápiz tomaba una pizca de ello.
¡Señor! ¡Moldea, esculpe, escribe mi alma conforme a Tu voluntad; solo hazme una copia perfecta de TI MISMO!
¡Señor! ¡Moldea, esculpe, escribe mi alma conforme a Tu voluntad; solo hazme una copia perfecta de TI MISMO!
(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)
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