10 de Febrero
"Amados, no os venguéis vosotros mismos". (Rom. 12: 19)
Hay tiempos en que permanecer quietos requiere una fortaleza mucho mayor que actuar. La quietud es frecuentemente el resultado más elevado del poder.
A las calumnias más viles y mortales, Jesús respondió con un silencio tan profundo e inquebrantable, que excitó la admiración del juez y de los espectadores. A los insultos más groseros, al tratamiento más cruel, y a la burla que podía haber indignado aún al corazón más débil, Él respondió con una calma muda y complaciente. Aquellos que han sido acusados injustamente y han sido maltratados sin motivo, saben la fortaleza tan grande que es necesario poseer para guardar silencio para Dios.
Pablo dijo: "Ninguna de estas cosas me conmueve". (Hechos 20: 24, Versión Inglesa).
Él no dijo, "ninguna de estas cosas me hiere". Estar herido es una cosa enteramente diferente a estar conmovido. Pablo tenía un corazón muy sensible. No leemos que ningún otro apóstol haya clamado como Pablo lo hizo. A un hombre fuerte le cuesta trabajo clamar. Jesús lloró, y Él ha sido el hombre más viril que ha existido. Así, que no dice, "ninguna de estas cosas me han herido". Pero él apóstol estaba dispuesto a no cambiar en aquello que consideraba recto y justo. No contaba como nosotros estamos dispuestos a contar; no se preocupó por la comodidad; no le preocupó esta vida mortal. Él solamente se preocupó por una cosa, el ser leal a Cristo, tener Su sonrisa. Para Pablo más que para ningún otro hombre, Su obra era su salario, Su sonrisa era el Cielo.
-Margaret Bottome
Preciosa reflexión, gracias a Dios por traer luz !!
ResponderEliminarQue la gracia del Señor nos ayude a mantenernos siempre fiel a Aquel que fue Cordero obediente y sigue siendo fiel por siempre!!
Muchas gracias Nelly.
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