09/09/2017
Si pudiéramos ver la escritura original de Pablo cuando escribió sus cartas, nos sorprendería el hecho de que no había puntuación. La puntuación todavía no había sido inventada, así que a veces nos quedamos con la incertidumbre de cómo interpretar sus escritos. Tal es el caso en 1ª Corintios 14:34-35, lo cual, si se escribiera hoy, hubiera sido separado entre comillas, porque Pablo aquí estaba citando directamente la carta de Cloe (1ª Corintios 1: 11; 5: 1; 7: 1). En otras palabras, estos versículos no deben ser tomados como la instrucción de Pablo a la iglesia, sino como una enseñanza que otra persona estaba exponiendo. El comentario de Pablo (objeción y corrección) aparece luego en los versículos 36-38.
Así que el apóstol cita de la carta de Cloe en 1ª Corintios 14: 34-35, diciendo,
34 Que las mujeres callen en las iglesias; porque no se les permite hablar, sino que se sometan, como también dice la ley. 35 Y si desean aprender algo, pregunten a sus maridos en casa; porque es impropio que una mujer hable en la iglesia.
La fuente de esta enseñanza era sin duda parte de la facción de "Cefas" en la iglesia, que tendía a llevar el protocolo judío a las iglesias. Por esta razón, la cita reclama apoyo en la Ley. Sin embargo, no hay ninguna declaración en la Ley sobre que las mujeres guarden silencio en una asamblea.
Ciertamente, las mujeres fueron excluidas del ministerio como sacerdotes de Aarón, pero por ejemplo Débora, una mujer, fue profeta y jueza en Israel (Jueces 4: 4). En ese tiempo, esos eran los oficios (ministerios) más altos en la Tierra, siendo el primero un oficio espiritual y el segundo político-judicial. Fungió en la orden de Melquisedec, como Moisés y David.
Por lo tanto, al apelar a la Ley, el hombre estaba realmente apelando a las tradiciones de los hombres que se habían formado a lo largo de los años. En otras palabras, era la ley judía, no la Ley de Dios. Como es de esperar, dada la aversión de Pablo a muchas tradiciones judías y prácticas del Antiguo Pacto, el apóstol inmediatamente levanta sus manos y en alta voz se opone a esta declaración: ¿QUÉÉÉ?
1ª Corintios 14: 36 dice:
36 ¿Qué? ¿Acaso salió la palabra de Dios de vosotros [hombres]? ¿O acaso sólo vino a vosotros [hombres]?
Desafortunadamente, la NASB deja fuera el "¿Qué?", pues traduce,
36 ¿Fue sólo de vosotros que la palabra de Dios salió primero? ¿O ha llegado a vosotros [los hombres] solamente?
Pero Pablo usa el griego disyuntivo, formado por la letra griega eta. Puede traducirse como "o", que indica una visión alternativa, con el propósito de comparación o distinción. Pablo usa la eta dos veces en el versículo anterior, cada vez para comenzar una frase donde estaba dando su opinión alternativa. La KJV es más enfática en su traducción de esta pequeña palabra. La palabra eta se usa en otra parte de la carta de Pablo al comienzo de dos versículos. 1ª Corintios 6: 16 dice:
16 ¿Qué? ¿No sabéis que el que está unido a una ramera es un solo cuerpo con ella? Porque dos, dice él, serán una sola carne.
Una vez más, en 1ª Corintios 6: 19 KJV leemos,
19 ¿Qué? ¿No sabéis que vuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, que tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
En cada caso, Pablo estaba oponiéndose a alguna práctica equivocada o mentalidad ignorante. Pablo estaba exponiendo una visión alternativa. También lo hizo así en 1ª Corintios 14: 36 después de citar una opinión incorrecta que alguien estaba enseñando en la iglesia.
La respuesta obvia a los versículos 34 y 35 es NO. La Palabra de Dios ha salido tanto de las mujeres como de los hombres. En segundo lugar, la Palabra de Dios ha venido (se ha dado) a las mujeres, así como a los hombres en toda la Escritura. Por lo tanto, cuando la iglesia se reúne para compartir el maná que cada uno ha recibido durante la semana anterior, las mujeres tienen la misma probabilidad de tener una palabra importante o profecía como cualquiera de los hombres. ¿Deben ser silenciadas? ¿Debe la iglesia ser privada de su maná?
Leemos en Hch. 21: 8-9,
8 Y al día siguiente partimos y fuimos a Cesarea; y entrando en la casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, nos quedamos con él. 9 Este hombre tenía cuatro hijas vírgenes que eran profetisas.
La iglesia de Cesarea, donde estaba destinado Cornelio, el centurión romano, estaba en la casa de Felipe. Felipe tenía cuatro hijas que eran todas profetisas. ¿Debemos creer que debían callar en la iglesia? ¿Dónde, entonces, profetizaban? Si el Espíritu de Dios venía sobre ellas, ¿saldrían a la calle para profetizar? ¿No debemos entender más bien que las hijas de Felipe eran libres para profetizar cuando la iglesia se reunía en su propia casa?
Con esto en mente, ahora podemos ver claramente lo que Pablo quiso decir en 1ª Corintios 14:31, cuando dijo: "Porque todos vosotros podéis profetizar uno por uno". En este caso, él estaba construyendo su opinión de que tanto a los hombres como a las mujeres les era permitido profetizar en la iglesia, "para que todos aprendan y todos sean exhortados".
Las mujeres no asistían a las asambleas de la iglesia sólo para comer el maná de otras personas. Ellas iban para compartir su propia revelación, también, para el beneficio de todo el Cuerpo. Al parecer, algunos de la facción judía se oponían a esto, asumiendo erróneamente que la Ley Divina prohibía a las mujeres hablar en una asamblea.
La visión judía de las mujeres
En realidad, la práctica judía común en aquellos días prohibía a los hombres judíos hablar a las mujeres en todo tiempo cuando estaban en público. Esta prohibición todavía se practica hoy entre los judíos ortodoxos. Además, el muro divisorio en el templo, que Pablo dice (en Efesios 2: 14) fue removido por Cristo, separaba a las mujeres y los convertidos extranjeros de los hombres judíos. Sólo a los hombres judíos se les permitía acercarse a Dios en el templo; todos los demás debían permanecer en el perímetro, en el llamado "Patio de las Mujeres".
Este muro divisorio fue destruido más tarde por los romanos cuando la ciudad y el templo fueron destruidos en el año 70 dC, pero en 1871 un arqueólogo, M. Ganneau, desenterró su letrero, que decía:
"Ningún gentil puede entrar más allá del muro divisorio en el atrio alrededor del lugar santo; el que sea capturado será culpable de su posterior muerte".
El muro divisorio había establecido un poderoso tabú en el pensamiento judío, aunque tal muro nunca había sido mandado por Dios. No había tal muro en el Tabernáculo de Moisés, ni David recibió instrucciones divinas para un muro divisorio, cuando Dios le mostró el modelo para el templo en Jerusalén, que su hijo debía edificar. Era una tradición de hombres, y por esta razón, Pablo dice, Cristo lo abolió para crear "un hombre nuevo" que no tiene en cuenta las distinciones raciales o de género (Gálatas 3: 28).
Sin embargo, el muro divisorio había dejado una marca cultural profunda en la vida judía, y esta mentalidad no se separaba fácilmente de los cristianos judíos. Pablo a menudo luchó contra tales tradiciones, principalmente la circuncisión física. Así que cuando Cloe escribió a Pablo y le dijo que algunos estaban prohibiendo a las mujeres hablar en la iglesia, Pablo respondió con un fuerte, "¿QUÉÉÉ?". En otras palabras, "¿Qué clase de enseñanza es esa?"
Puesto que no tenemos una copia de la carta de Cloe, sólo podemos conjeturar lo que dijo, basados en las respuestas de Pablo. En 1ª Corintios 14:37-38 Pablo insinúa que el que abogaba por el silencio de las mujeres pretendía ser un profeta o al menos alguien que tenía mentalidad espiritual. Leemos,
37 Si alguien piensa que es profeta o espiritual, reconozca que las cosas que yo os escribo son mandamiento del Señor. 38 Pero si alguien no reconoce esto, él no es reconocido.
Aquí Pablo afirma su autoridad como el apóstol de la iglesia de Corinto, transmitiendo esta idea: “si otros vienen a la iglesia y enseñan que las mujeres deben guardar silencio en la iglesia, entonces van en contra del 'mandamiento del Señor'. Tales personas no deben ser 'reconocidas' como profetas o incluso como 'espirituales'. En cambio, están siguiendo una tradición judía que priva a la iglesia de cualquier revelación o Palabra que Dios pueda dar a las mujeres”.
Conclusión de Pablo
Habiendo concluido su discusión sobre el protocolo de la iglesia, Pablo lleva la discusión más amplia sobre los dones espirituales a una conclusión en 1ª Corintios 14: 39-40,
39 Por lo tanto, mis hermanos, anhelad profetizar, y no prohibáis hablar en lenguas. 40 Pero que todas las cosas se hagan decentemente y de manera ordenada.
Su última palabra sobre el tema recuerda de nuevo a la iglesia que la profecía es más deseable que las lenguas, porque viene con entendimiento. Sin embargo, vuelve a dejar claro que la iglesia no debe "prohibir hablar en lenguas". Si las lenguas se utilizan en una asamblea, deben ser interpretadas para el beneficio del Cuerpo. De esta forma, todas las cosas se hacen "de una manera ordenada".
Pablo entonces vuelve su atención a la resurrección de los muertos.
(José)
Administrador:
Esta nota le pasé a Stephen:
Me ha gustado mucho. Es la mejor argumentación que he visto hasta la fecha sobre esos controvertidos versículos sobre el silencio de las mujeres en la congregación.
A mí también el Señor me recordaba el ejemplo de Débora y de las hijas profetisas de Felipe en favor del ministerio femenino y personalmente he recibido mucha instrucción a través de libros cristianos escritos por mujeres (Rebecca Brown, Mdme. Guyón, Hannah Hurnard, Sra. Cowman, Hannad Witall Smith, etc. etc.). No me ha parecido bien que la Iglesia tenga la mitad de su ejército sentado en la banca; aunque no tengo que reconocer que me incomoda tanta "pastorcitis", “evangelitis" y "apostolitis" entre las mujeres. Pero también, ¿no es un poco extraño y contradictorio con lo antedicho que ningún libro de la Biblia haya sido escrito por mujeres?
Sin embargo, cuando veía mujeres en el púlpito con cierto aire de autosuficiencia, superioridad, auto-complacencia o independencia (cosas también condenables en los varones, por supuesto) no podía dejar de sentir alguna sensación de mayor desagrado que cuando eran hombres. Creo que esa sensación desaparecería si las mujeres oraran o profetizaran con sus cabezas cubiertas con el velo físico, por causa de los ángeles, como manda Pablo. “Si alguno quiere discutir esto, nosotros no tenemos tal costumbre”, dejó sentado el apóstol. El uso del velo por parte de las mujeres de Dios, jactándose a sí mismas de estar respetando la autoridad establecida por Dios, ¿no sería un grito muy especial que la sociedad jezabelina o 'feminazi' de hoy necesita escuchar? También debo admitir que la implementación del velo, tal vez, podría causar más males que bienes; pero también un choque de este tipo, tal vez, sea lo único que podría derribar el perverso espíritu feminista actual.
La cuestión del velo físico en la mujer, cuando ora o profetiza, es muy espinosa y controvertida y he de reconocer, que aunque me inclino a favor del mismo, no tengo absoluta convicción de la conveniencia de regresar a su uso. No creo que sea una cuestión de machismo, pues entiendo que con ese gesto la mujer no estaría ejerciendo un posicionamiento servil hacia el varón, sino un reconocimiento a la autoridad depositada en él por Dios, por causa de los ángeles.
¡¡¡Saludossssssssssss!!!
JOSÉ
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Dr. Stephen Jones
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