“Los hijos de Israel acamparon en Gilgal y celebraron la Pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó” (Josué 5:10). Los israelitas celebraron la Pascua en Gilgal en el día catorce del primer mes del nuevo año. Josué estaba celebrando un pacto eterno al cual el pueblo entró por su ancestro, Abraham. Al hacerlo así, él resaltó el lugar significativo que la Fiesta de la Pascua ocupaba en la vida de todo israelita. La Pascua sirvió como un faro dirigiendo a la nación de Israel hacia un hito antiguo. Esto también los ayudó a volver a contar y narrar la historia de su viaje por el pasado hacia su presente posición. La identificación con el proceso del pasado los ayudó a traer validación, afirmación y fortaleza a su realidad presente. Esto, a su vez, los alentó a estar totalmente comprometidos con el Dios de su destino. La participación de la primera comida de la Pascua fue conducida con la idea de toda una completa nación siendo preparada para la liberación de Egipto, la casa de esclavitud. Los hebreos participaron de su comida en pie, vestidos para una partida apresurada de un sistema opresivo de gobierno.137 “Ceñidos con un cinto, con vuestros pies calzados y con el bastón en la mano; y lo comeréis apresuradamente” (Éxodo 12:11). Este era un viaje a la libertad –era su noche de libertad. Era una seguridad de inmunidad al entrar a un ambiente hostil y a las incertidumbres de una nueva estación. De acuerdo con Hebreos, la Pascua y el rociamiento de la sangre proveyó el cerco protector, el cual preservó a los israelitas del poder de la muerte 138. Es evidente que los israelitas no disfrutaron de inmunidad incondicional del poder de la muerte hasta que ellos se pusieron bajo la cobertura de la sangre del cordero inmolado. La observancia de la Fiesta fue un acto de fe, el cual claramente demostraba la creencia de que Dios protegería y preservaría a Su pueblo del mal que había en la Tierra. Garantizaba la seguridad del pueblo en el viaje hacia el destino. La comida caracterizó la noche de “observancia solemne”, un tiempo muy serio en la existencia del pueblo 139. La seguridad de ellos descansaba en la observancia de las instrucciones divinas. Comer el alimento era fundamental para el éxito de su viaje de la casa de esclavitud a la casa de libertad. Un juicio divino estaba entrando a la Tierra y sólo los que tenían la sangre del animal sacrificado estaban exentos 140. No podía haber ningún lugar para la complacencia o para un falso sentido de seguridad. Esta era una guerra en contra de los espíritus de la Tierra, cuando el principal sobre Egipto recibiría el golpe final 141. El tiempo (el crepúsculo) del sacrificio de la Pascua es el punto de la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto 142. En el punto del sacrifico de los animales, la liberación del pueblo fue en efecto completada a pesar del hecho que el golpe mortal final fue sólo ejecutado en contra del dios (o dioses) de Egipto a la medianoche. “sino en el lugar que Yahweh, tu Dios, escoja para que habite su nombre. Allí sacrificarás la víctima de la Pascua por la tarde, a la puesta del sol, a la hora que saliste de Egipto (énfasis mío)” (Deut. 16:6). La primera Pascua marcó el día de la liberación del sistema maligno de Egipto. La palabra hebrea “pesah”, para Pascua, significa: “Dios saltó o pasó por encima” las casas de Israel cuando trajo juicio en contra de los egipcios 143. Cada una de las otras pascuas es realmente una celebración de ese gran día de liberación y de todos los beneficios que esta proveía para cada una de las otras generaciones de los israelitas –para vivir triunfalmente sobre las fuerzas malignas de las tinieblas. Uno de los requerimientos de la Pascua era que se debía comer el cordero entero 144 –no tenía que haber desperdicio ni sobras. Esto, simbólicamente, enfatiza la necesidad de compartir el entero cordero del sacrificio. Es una descripción ilustrada del significado del sacrificio. Participar del cordero sacrificial entero es asegurar la preservación del juicio de la muerte o tener la seguridad para la vida. Participar de la Pascua es participar de la vida 145. En el Nuevo Pacto, Cristo, el máximo cordero pascual, prometió vida eterna a todos los que participaran de Él. “Jesús les dijo: ´De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” 146 El espíritu de la Reforma es como un preciso diapasón. Busca ajustar y re-alinear a la Iglesia a los principios salientes de la función divina. Esta estación en Dios debe, por lo tanto, ser interpretada a través de las lecciones extraídas de la Fiesta de la Pascua. Si la Iglesia tiene que entrar de manera precisa a esta nueva estación, entonces debe aplicar cautelosamente la lección y los principios significativos de la Pascua a sus procesos actuales. Pascua: Iniciadora de Nuevos Comienzos En el Antiguo Pacto, la Fiesta de la Pascua no sólo marcaba el comienzo de un nuevo año sino también traía un cierre a la estación previa, antes que una nueva puerta fuera abierta. Era celebrada en el día catorce del primer mes del año en el calendario de Israel. Déjeme tomarme la libertad de afirmar que esto tipificaba la activación de nuevos comienzos o de nuevas iniciativas en los planes reveladores de Dios y esto introducía la celebración de la novedad. Con respecto a esto, cualquier nueva estación en Dios debe hacer de la Pascua el punto crítico de partida, con la seguridad de que por la observación de todo lo que ella representa uno halla las victorias más grandes de la Iglesia. La Iglesia debe traer de vuelta la Pascua a su exacto lugar en el Cuerpo de Cristo. En el Nuevo Pacto, los principios de la Pascua y su aplicación son fundamentales para la exitosa vida cristiana. Cristo es el Cordero de la Pascua de la Iglesia 147. La Fiesta de la Pascua detalla para el creyente la magnitud de nuestra liberación y la extensión del amor de Dios para Su pueblo en que Él nos dio tal perfecto sacrificio. En toda reforma ha habido una re-visitación de la ordenanza de la Fiesta de la Pascua y la restauración de su propósito al apropiado lugar en el Cuerpo de Cristo. Con la re-interpretación del rol central que la Pascua juega en la vida y obras de la Iglesia, allí emerge la necesidad de juzgar todo dentro del alcance de la práctica de la Iglesia. Toda práctica ritualista y legalista, que enfatiza las obras de la gente, debe ser erradicada. Toda la Iglesia debe ser establecida sobre un claro entendimiento relacionado con el principio de la gracia divina.
Pascua: Elemento Didáctico Los que abrazan la necesidad de una Reforma Apostólica de la Iglesia deben hacer a la Pascua un aspecto central de sus enseñanzas. En toda celebración de la Pascua había una recitación de la historia de la redención de Egipto. Este era el tiempo cuando los israelitas volvían a visitar la historia de su liberación y la hacían viva para sus hijos. De este modo, ellos reconciliaban el obrar de Dios en su relación con ellos como nación. Cada judío masculino debía recitar la historia a sus hijos para que ellos pudieran identificar la existencia sobrenatural del pueblo y atribuir liberación a las obras soberanas de Dios. Como resultado, toda generación podía recordar el día de su salvación y dar crédito a Dios con las razones para su éxito en el viaje de la vida. En mi opinión, el elemento didáctico de la redención ha sido descuidado en el hogar cristiano y en la Iglesia. Como consecuencia, muchas personas (incluyendo nuestros hijos) en la Iglesia de Jesucristo no comprenden plenamente la extensión del mensaje de salvación de la raza humana. Por esta razón, hay gran desconsideración por tan grande salvación. Nunca se puede llegar a exagerar al decir que todo beneficio que un creyente disfruta está directamente asociado con Cristo Jesús, nuestra Pascua. A menos que el mensaje de la redención esté grabado en la mente del creyente, él o ella no será capaz de disfrutar plenamente y apreciar su liberación de la trampa malvada del maligno. Por medio de volver a traer un fresco énfasis sobre la obra meritoria de nuestra redención, tomamos la decisión de desarrollar un evangelio Cristo-céntrico, lo cual quita las obras carnales de los humanos del escenario central de los hechos soberanos de Dios. Aquellos en la Reforma Apostólica tienen que llegar a hacer a Cristo, el Cordero Pascual, la brújula para el viaje. Cuando los líderes reflexionan en el día de la liberación de la humanidad en Cristo, ellos narran, vuelven a contar, y se identifican con la salvación. En este curso de acción, alineamiento y afirmación son traídos al presente, haciendo así un compromiso con el futuro. Por tal proclamación, la fe del creyente es informada, alentada y desarrollada. Esto, luego, se vuelve una realidad subjetiva que el pueblo de Dios está inmunizado en contra de los riesgos del viaje delante de ellos. La Cruz En el Nuevo Pacto, la Pascua halla su más plena expresión y significado en el simbolismo espiritual de la Cruz. La Cruz es el símbolo de la gran victoria que Cristo ha logrado para la Iglesia, cuando él ha destruido las fuerzas del maligno y emancipado a la humanidad. La Cruz es el quid del Nuevo Pacto. Es el punto capital a través del cual todo en la fe cristiana es procesado, interpretado y activado. Sin la cruz, la fe cristiana es reducida a un lugar de mera religión. No hay absolutamente ninguna entrada a la presencia del Señor fuera de la Cruz. Siempre que la Iglesia se aleja de la Cruz, del punto central de su existencia, llega un lugar de crisis en la historia. En toda reforma ha habido un llamado de clarinete para regresar al punto de partida. Una de las marcas de la Reforma de Martín Lutero fue el re-énfasis sobre la obra meritoria de Cristo sobre la Cruz del Calvario y el llamado para que la Iglesia de su día vuelva a definir los medios de salvación al pecador. De ahí la restauración de la verdad, “el justo por la fe vivirá” y que el pecador es salvo por “gracia a través de la fe en Cristo Jesús” 148. La cruz de Jesucristo, el Cordero de la Pascua, deroga la Ley (??? Mateo 5:17 No penséis que he venido para abrogar [derogar] la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir) e introduce al creyente al período de la gracia. Le recuerda a la humanidad que no hay salvación sin participar del cordero completo. Cristo, y Cristo solo, provee suficiente salvación y acceso a la comunidad de Dios. Entonces, la Pascua no es sólo central para toda actividad religiosa sino es también el fundamento de toda la actividad cristiana. La historia nos enseña que en toda reforma hubo una interpretación o re-interpretación del significado espiritual de la Fiesta de la Pascua. Los reformadores, como el Rey Josías (en el Antiguo Testamento), y Lutero re-introdujeron la importancia de la Pascua a la vida y función del pueblo de Dios. La aplicación de la Pascua fue traída para apoyarse sobre la completa operación de la Iglesia. Por ejemplo, en la Reforma del Rey Josías hubo una restauración del significado espiritual y la redefinición de la Fiesta de la Pascua 149. Él reestructuró el sacerdocio, restaurándolos a sus funciones ministeriales divinamente ordenadas. Él también reorganizó el ministerio de la adoración y posicionó a los porteros en sus lugares correctos. Él lo hizo para asegurar que el clima espiritual fuera correcto para la celebración de la Fiesta de la Pascua. La Pascua fue traída de vuelta a su lugar asignado. Por lo tanto, recibió la aclamación de celebrar una Pascua que fue “como ninguna otra desde los días de Samuel” 150. Pascua: Salvación por Gracia “La salvación por gracia a través de la fe en Cristo” es una de las interpretaciones más sobresalientes que el espíritu de la verdadera reforma trae a la Iglesia. Afirma que las obras de la gente no es el medio para el acceso al favor de Dios. El acceso a Dios es a través de Cristo, el Cordero de la Pascua. Las obras terrenales o la habilidad de la gente no pueden pararse justificadamente en la presencia de Dios. Pero es sólo a través de las obras de Cristo que la aprobación divina es concedida. Este punto es mejor ilustrado en la historia de Caín y Abel 151. El nombre Caín significa “yo he engendrado, creado o procurado un hombre” 152. Él es el arquetipo de un hombre “auto-hecho” quien es conducido por ideales personales para el éxito. Sus padres dieron nacimiento a él probablemente con la esperanza de que él sería la semilla de un hombre que heriría la cabeza de la serpiente 153. Sobre él yacía la esperanza de la humanidad caída. Él tipifica la caricatura de una ideología humanística –que el “hombre” es intrínsecamente bueno, que él está en control de su propio destino y que puede determinar su propio destino. Es esta ideología que produce un “cristianismo cultural” que es una sincronización de ideales humanistas y valores bíblicos. Invalida el poder de la cruz y cancela la obra sacrificial que Cristo logró para toda la raza humana. Por el contrario, el nombre Abel significa: “Nada soy, vano, vacío, e insatisfactorio” 154. Abel expresa la idea de ser “vano en acción, palabra, o expectativa”. En otras palabras, él representa el tipo de individuo que ha muerto a sí mismo y que ha permitido que el ministerio eficaz de Dios trabaje a través de él. Él es un representante de la religión pura. En él se halla la personificación del cristianismo bíblico donde toda la vida de uno es gobernada por los valores eternos de Dios y no por nuestra propia evaluación de la vida. Él tipifica la salvación por gracia a través de la fe en Dios. La Iglesia de nuestro tiempo ha descuidado muchos aspectos de la importancia de la Pascua. La Pascua, simbolizada por la Cruz, ha sido reducida a un mero símbolo de importancia religiosa. La Mesa está relegada a un lugar de observancia ritualista. Tristemente, un segmento de la Iglesia es culpable de imponer la sentencia de la muerte sobre sí. El lugar de la salvación se ha vuelto el objeto de adoración sacrílega e ignorante. Ha vuelto a poner un énfasis sobre la salvación por las obras. Cargas pesadas son colocadas sobre sus adherentes. Esta es la razón para su decadencia y estado débil de existencia. Un gran porcentaje de la “iglesia” está viviendo de acuerdo a la Ley de las obras. La(s) estructura(s) de la iglesia está apestando con el olor de la transpiración humana. Su actividad es medida por el cálculo de las obras humanas. Estas obras incluyen los programas de oración, formas de liturgia, actos de caridad, sistemas y funciones de gobierno. La motivación detrás de estas obras es el deseo impuro por la ganancia egoísta y el auto- enaltecimiento. La cultura contemporánea de la “iglesia” está diseñada para alentar los esfuerzos humanos, los deseos egoístas y los ideales humanistas. Ellos reemplazan los valores y las lecciones que la Fiesta de la Pascua comunica a la Iglesia. Por lo tanto, es imperativo que los líderes de las congregaciones seriamente vuelvan a visitar los principios derivados de las Fiestas de la Pascua y que hagan los ajustes necesarios. La Mesa del Señor puede volverse ese lugar de evaluación. La Mesa de la Comunión: La Mesa del Señor es significativa en la liturgia de la Iglesia. La celebración de la Mesa del Señor provee un lugar apropiado para la evaluación crítica en lo que respecta a la centralidad de Cristo (y todo lo que Él representa) en la Iglesia, tanto individual como corporativamente. Mientras este es el lugar para recordar al Señor, es también el lugar donde la voz perspicaz del Señor debe ser oída: “alguien me traicionará”. La Mesa presenta la oportunidad para el auto-análisis: purificar y limpiar cualquier cosa que fue leudada. La levadura es el pan de la aflicción – la dieta de Egipto, la cual trajo gran angustia a Israel 155. Cualquier influencia negativa que aleja al creyente de Cristo debe ser eliminada. Cristo se refiere a esto como la levadura de los Fariseos y Saduceos 156. Por medio del proceso de auto-examen: “Examínese cada hombre a sí mismo”, puede ser determinado dónde exactamente está un individuo en su relación con Cristo 157. El examen toma lugar en la “Mesa”. La dieta de la Pascua es el cuerpo de Cristo y Su sangre 158. Por participar de Cristo, el pan sin levadura -el “pan sin levadura de la sinceridad y la verdad” – los elementos contaminantes del mundo son removidos de la vida de un creyente. No puede haber ningún movimiento hacia delante en el propósito revelador de Dios sin que la Iglesia vuelva a la Cruz de la “sinceridad y la verdad”. En la cruz, el creyente debe morir a sí mismo y participar de los elementos de la Mesa; allí está la celebración de la pureza personal. Esta era la ofrenda donde todo el cordero debía ser comido por toda casa hebrea que quería liberación y protección del inminente juicio que fue impuesto sobre Egipto. La nación hebrea entera estaba en esclavitud a Faraón y necesitaba ser colectivamente liberada. Comiendo la Pascua, ellos estaban declarando su separación de un sistema hostil de gobierno, el cual los esclavizó y restringió. Aun el simbolismo detallado sobre la comida claramente comunica este hecho: “No comerás con ella pan con levadura; durante siete días comerás con ella pan sin levadura, pan de aflicción, porque aprisa saliste de tierra de Egipto, para que todos los días de tu vida te acuerdes del día en que saliste de la tierra de Egipto” (Deut. 16:3). Las hierbas amargas denotaban la amargura de su esclavitud y la necesidad de separación de toda corrupción. Por participar de esto, ellos estaban declarando su elección consciente de cambiar su dieta de cualquier cosa que corrompiera, contaminara o esclavizara. Esto colocó una demanda para la separación de su forma mundana de vida. Esta comida les recordaba a ellos que se abstuvieran de cualquier forma de compañerismo que permitiera que elementos de influencia los corrompieran 159. “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois, sin levadura, porque nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (1ª Corintios 5:7-8). Pascua: La Sangre Hay dos aspectos muy claros con respecto a la Pascua. Uno es la preparación y la acción de comer el cordero pascual. El otro es el rociamiento de la sangre sobre el poste y los dinteles de cada casa de los israelitas. La Pascua es como un generador espiritual el cual suelta el poder para que el propósito de Dios sea cumplido en la nueva estación –la sangre soltando el poder sobrenatural para los logros divinos. La sangre marca al creyente y lo preserva del resto de la humanidad. Era la celebración de la inmunidad. Uno es preservado del juicio imperante. La Pascua y la fe en el rociamiento que soltaba la sangre, en eso Dios preservará al pueblo hebreo del poder de la muerte 160. La desviación de los principios de la Pascua abrió la puerta para la violación de la inmunidad divina por las fuerzas hostiles en nuestro mundo. La Pascua resalta el significado de la sangre; la ordenanza de la sangre es eterna 161. En esto se encuentra el principio expiatorio: un animal era matado para que otra vida bajo juicio fuera perdonada. Por la sangre los beneficiarios eran redimidos no sólo del juicio, sino para ser la propia posesión de Dios. Mientras que el pecado expone la desnudez de la gente, la sangre expía o cubre sus pecados y los reconcilia con Dios. La sangre provee la cobertura a través de la cual el pecado es cancelado y la reconciliación puede, entonces, tomar lugar entre la humanidad caída y Dios. En la cruz, la sangre derramada de Jesús trató con el pecado (según Watchman Nee, los pecados, la sangre trata con lo que hacemos; la Cruz trata con la carne, con el cuerpo, con lo que somos, con el pecado en singular, ¡con la fábrica de pecados!). “Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia. ¡Por su herida habéis sido sanados!” (1ª Pedro 2:24) La Fiesta de la Pascua era la celebración de la preservación de la posteridad. A través de esta demostración de fe, una declaración profunda fue hecha que Dios protegería a Su pueblo del mal en la Tierra. Fue la celebración de la comunidad y el Pacto. Lo que yo tengo se vuelve tuyo. Por medio de celebrar la Pascua, los israelitas estaban compartiendo un vínculo de comunidad, el cual demostraba la relación entre ellos y con la familia del Cielo. Esta unidad fue hecha posible a través del Cordero de la Pascua que fue sacrificado. Una de las fiestas de la Pascua más notables observadas en el Antiguo Testamento (desde los días de Salomón) fue la de Ezequías 162. Fue celebrada en el segundo mes, sólo después de la consagración del sacerdocio caído y la reunión del pueblo en Jerusalén. Ezequías se aseguró de que la Pascua fuera guardada de la forma “recetada” ya que no había sido hecha por un tiempo largo. Desde Jerusalén, él envió un llamado a las doce tribus para arrepentirse de sus caminos pecaminosos y errantes, y para unirse para celebrar la Pascua. Muchos lo burlaron y rechazaron la invitación, pero hubo muchos otros que respondieron con simpleza de corazón y llegaron a Jerusalén. Acá ellos destruyeron los falsos altares con el sacerdote expresando vergüenza por el estilo de vida que ellos tenían y sus prácticas imprecisas. Los resultados fueron de mucho más alcance ya que los que no estaban santificados recibieron santificación y muchos fueron sanados. Esto soltó el espíritu de la verdadera adoración y el cántico, con gente dando generosas ofrendas voluntarias de paz y las oraciones de los levitas entrando a los cielos y siendo oídas. Tan grande fue la experiencia que ellos extendieron la celebración por otros catorce días. No puedo abstenerme de plantear estas preguntas: ¿Es posible que el presente estado enfermizo de la Iglesia esté directamente relacionado con su falta de entendimiento y verdadera celebración de la Pascua? ¿Podría ser posible que esta presente Reforma pueda ayudar a re-establecer el verdadero valor de la Mesa del Señor y de ese modo, crear la atmósfera espiritual para una restauración de la presencia del Señor en Su Iglesia? Será un gran gozo recibir el elogio de los Cielos que después de un tiempo tan largo de que la Mesa del Señor sea celebrada en Su Iglesia con decoro espiritual. ------------------------------------------------------------------ 137 Éxodo 12:14,17,23,42 138 Hebreos 11:28 139 Éxodo 13:42 140 Éxodo 12:13 141 Éxodo 12:2 142 Deuteronomio 16:6 143 S. Zodhiates. Ref. 6452; Éxodo 12:13, 23, 27 144 De acuerdo con los requerimientos habían ciertas partes del cordero de la Pascua que debían ser quemadas debido a que no eran comibles. La lección comunicada por este punto es que el cordero completo era sacrificado para la liberación de la nación. 145 Juan 6:51-58 146 Juan 6:53 147 1ª Corintios 5:7-8 148 Heb. 10:38; Efesios 2:8 149 2ª Crónicas 35:1-19, 2ª Reyes 23:21; Esdras 6:19 150 2ª Reyes 23:21-23 151 Génesis 4:1 en adelante 152 S. Zodhiates. Ref. 7014 153 Génesis 3:15 154 S. Zodhiates. Ref. 1893 155 Deuteronomio 16:3-4 156 Mateo 16:60 157 1ª Corintios 11:28; (Leer 1a Pedro 2:24; Mateo 26:17-30; Marcos 14; Lucas 9:51); Mateo 16:26-29 158 Mateo 16:26-29 159 Mt. 16:6 160 Lea Hebreos 11:28 161 Éxodo 12:24-25; 13:10 162 Lea 2ª Crónicas 30:1-27
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