La Voz Profética es Direccional
Lo Profético Provee Interpretación Espiritual
Lo Profético Provee un Oído para Oír a Dios
El Oficio Profético dentro los Cinco Ministerios
Profetas del Nuevo Testamento Definidos
El Propósito de los Profetas del NT
La Palabra Profética Da Forma a las Mentalidades
Lo Profético en la Reforma Apostólica
“Entonces Yahweh dijo a Josué: «Hoy he quitado de encima de
vosotros el oprobio de Egipto». Por eso se llamó Gilgal aquel
lugar, hasta hoy” (Josué 5:9).
Gilgal representa un lugar donde los procesos del
pensamiento de una nación son formados por la voz y
voluntad de Dios. Una de las primeras cosas que Dios
hace al preparar la nación de Israel para la conquista es
reconfigurar “proféticamente” la perspectiva de su
propia identidad y destino. Es una re-formación de la
estructura del pensamiento de Israel. En Gilgal, Dios
devela el deseo y el plan que Él tiene para los israelitas.
Gilgal es un momento de definición en la historia de
Israel. Es en Gilgal que los israelitas fueron informados
que un ciclo en su viaje fue completado. Su negativo pasado
histórico fue ajustado y puesto en alineamiento
con su destino presente y futuro. El proceso de
emancipación que comenzó bajo el liderazgo de Moisés
concluyó bajo el liderazgo de Josué. El “programa de
reproche” que caracterizó el comportamiento del
pueblo de Israel en su viaje desde Egipto a la Tierra
Prometida fue radicalmente terminado.
Un estudio del viaje de Israel, a través del desierto,
revela la impresión indeleble que el viaje en Egipto hizo
sobre el pueblo hebreo. Esto puede ser comprendido a
la luz de las dificultades y sufrimientos que ellos
atravesaron por cuatrocientos años. El sistema opresor
egipcio los había hecho esclavos y estropeó sus vidas e
identidades. El “oprobio de Egipto” fue grabado en la
psiquis de los hebreos. La perspectiva del destino pre-
ordenado para sus vidas fue negativamente afectada.
Después de tantos años de esclavitud, en Gilgal, una
nueva perspectiva de su futuro fue divinamente
inscrita dentro de sus patrones mentales. La esclavitud
de sus experiencias pasadas no dio más forma a la
interpretación presente ellos tenían de la vida. En
esencia, el futuro dio forma al punto de vista de ellos
sobre Dios y su destino. Por medio de comprender su
futuro, sus lentes proféticos fueron alineados y
ajustados para que pudieran llegar a conocer la voluntad
de Dios para sus vidas. La iluminación del futuro
transcendió la experiencia pasada de ellos y su realidad
temporaria presente. En Gilgal, nuevos anteojos fueron
puestos para que un mejor futuro pudiera ser percibido.
El mensaje divino cambió radicalmente la elevación del
pueblo desde el punto de permitir que la experiencia
histórica de ellos como esclavos diera forma a sus
mentalidades. Después de un tiempo tan largo, el
futuro influenció el comportamiento de ellos.
La Voz Profética es Direccional
La palabra profética va delante de un pueblo y los guía a
comprender la plenitud de los propósitos de Dios para
sus vidas. Un ejemplo de esto es la vida y el ministerio
de Timoteo. Las profecías dadas a Timoteo fueron la
brújula que formaron y direccionaron su ministerio
mientras él conducía su camino por la vida.
“Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que,
conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto
a ti, milites por ellas la buena milicia”. (1 Tim. 1:18)
La impartición apostólica y profética sobre Timoteo
debía asegurar que él funcionara en su lugar asignado
dentro del cuerpo y que él claramente entendiera sus
deberes. Estas instrucciones fueron recibidas por la
impartición profética y el “mandato” apostólico. La
frase: “Se hicieron antes [en griego, proago 46] en cuanto a
ti”, hace referencia a Timoteo siendo guiado por la
palabra profética soltada sobre él en un tiempo y lugar
específico. Es evidente que el encargo apostólico o la
impartición profética dirigen y van delante de los que
están sirviendo a los propósitos de Dios. Estas
instrucciones los ayudan a luchar correctamente y
también los guían a cumplir su función de acuerdo a la
intención divina. En realidad, fue a través del canal
profético que él recibió el “don”: “No descuides el don
que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la
imposición de las manos del presbiterio”. (1ª Tim. 4:14)
Lo Profético Provee Interpretación Espiritual
Un rasgo característico en el ministerio profético
involucra prestar interpretación espiritual,
especialmente, al dirigir a la Iglesia en su viaje. El Oficio
profético es la voz que interpreta y por lo tanto,
proclama la mente de Dios al pueblo. Esto no implica
que el creyente no tenga el derecho a la
interpretación espiritual. Mientras que es privilegio de
todo creyente conocer la mente y el consejo de Dios,
hay un poco de cuestionamiento sobre que el Oficio de
Profeta aliente y afile la habilidad del creyente para
conocer la mente de Dios para él y para Su Iglesia en
este tiempo en la historia.
A menudo lo predictivo (un aspecto integral) en el
ministerio profético se destaca de manera tan
prominente que hay una falta de énfasis en otros
aspectos del ministerio profético. La función de la
interpretación espiritual juega un rol fundamental en el
Oficio del Ministerio Profético. “Es la interpretación de
todo desde un punto de vista espiritual; se trata de traer
las implicaciones espirituales de las cosas, del pasado,
presente, y futuro, delante del pueblo de Dios, dándoles
a comprender la importancia de las cosas en su valor y
significado espiritual”. 47
Un rasgo clave de cambio de estaciones es la habilidad
de los líderes de la Iglesia para interpretar la voluntad de
Dios para esa estación. La función y naturaleza del
ministerio profético auténtico es evidente en la vida de
Josué. Él estaba personalmente conectado con el Trono
de Dios y directamente recibió su mandato para la
nueva estación a través del viaje del pueblo.
La comunión de Josué con Dios aseguró que él recibiera
guía, dirección y claridad de la mente y el consejo de
Dios. Él tenía que interpretar la voluntad de Dios para el
pueblo. De esto podemos deducir que la interpretación
del mensaje siempre precederá a la aplicación de ese
mensaje.
En Gilgal, la voluntad de Dios tenía que ser integrada
dentro de la mentalidad del pueblo. Gilgal es ese lugar
donde el liderazgo de la Iglesia recibe frescas directivas
de parte de Dios. Los líderes deben no sólo oír un
mensaje claro de parte de Dios sino también
comprenderlo, de modo que el pueblo sea guiado
correctamente. Josué tuvo que recibir instrucciones de
primera mano que fueron peculiares para su tarea
divina. Él no podía caminar más a la sombra de la gloria
que él experimentaba cuando servía bajo el liderazgo de
Moisés.
Lo Profético Provee un Oído para Oír a Dios
En Gilgal, un foro de comunicación fue establecido para
que Josué pudiera recibir una palabra directa de parte
de Dios. En cada estación de cambio tiene que haber el
establecimiento de los mecanismos para oír una clara
Palabra de parte de Dios. Un problema crónico en la
Iglesia es que se ha cortado la voz profética de la
congregación. Muchos líderes de la Iglesia están
ocupados en hacer cosas de acuerdo con los estándares
establecidos por los sistemas del mundo o por las
tradiciones del pasado. Mientras puede discutirse que
no hay nada equivocado con aprender de los sistemas
del mundo o de las tradiciones del pasado, debe ser
enfatizado que estos “sistemas” no pueden ser la voz
para los líderes de la Iglesia. Los líderes deben afinar sus
oídos a la voz de Dios y oír la mente de Dios para ellos
mismos y su gente en cualquier estación dada. Cuando
lo líderes fallan en oír de parte de Dios, se volverán
escépticos a las estaciones de cambio. Por esa razón,
habrá oposición e insensibilidad para el
desenvolvimiento de los Planes de Dios.
Los que desarrollan oído para oír la voz de Dios
recibirán su tarea divina con todos los recursos divinos y
el apoyo para terminar la obra. Estos líderes se vuelven
cada vez más proféticos. Ellos caminan más rápido que
sus contemporáneos. Sus iglesias progresan, son
vibrantes e irradian emoción. Ellos se vuelven pioneros
y exploradores de las nuevas fronteras en el Reino de
Dios. Como resultado, son a menudo mal entendidos,
mal interpretados y mal representados. Aún pueden ser
consolados por el hecho que hay reivindicación. Dios
siempre justifica a los fieles y Él es fiel a Su Palabra.
El Oficio Profético dentro los Cinco Ministerios
En esta estación presente, Dios está restaurando el
Oficio del Profeta a su exacto lugar y función dentro del
ministerio de la ascensión de los cinco dones.
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,
profetas; [mi énfasis] a otros, evangelistas; a otros,
pastores y maestros”. (Efesios 4:11)
Jesús instituyó los cinco Oficios como centros únicos de
recursos para Su Cuerpo. Ellos fueron dados para el
beneficio de la Iglesia. Cada uno de los dones de los
cinco ministerios es distintivo en que son diferentes uno
al otro. Ellos son todos portadores de gracia divina.
Pedro se refiere a la administración de la multiforme
gracia de Dios, o a las muchas caras que la gracia de Dios
refleja 48. En otras palabras, los Discípulos de Cristo comprendían
la diversidad administrativa del ministerio de los cinco
dones dentro del cuerpo de Cristo. Ellos sabían que la
naturaleza espiritual de la gracia otorgada a ellos
definió, determinó y calculó el funcionamiento de ellos
dentro del ministerio de los cinco dones en el cuerpo de
Cristo.
Con respecto a esto, el Profeta debe ser visto como un
portador de gracia que es distinto a los otros dones
ministeriales de la ascensión. El Profeta está portando
gracia, la cual es un recurso divino que es esencialmente
necesario para la edificación de los creyentes. Hay una
tecnología espiritual en el Oficio de Profeta, lo cual
contribuye al proceso de llevar a la Iglesia corporativa a
su estatura completa y perfecta en la Tierra. Este Oficio
también ayuda a la Iglesia a permanecer conectada a la
“verdad presente” de Dios para su pueblo dentro del
contexto de su existencia.
Profetas del Nuevo Testamento Definidos
Actualmente, el Oficio y la Función de Profeta y el
Ministerio Profético, en general, ha sido mal
interpretado y mal representado. En algunos círculos,
esta confusión es evidente en la descripción del
ministerio del Profeta. Ellos comparan el ministerio del
Profeta del Nuevo Testamento con el profeta del
Antiguo Testamento. Mientras que, en principio, estas
dos funciones son similares, hay una diferencia en la
manera en que ellos operan 49. En el Antiguo
Testamento, el Profeta desempeñó un rol significativo
en la historia de Israel. En el Nuevo Testamento, Cristo
eligió a los apóstoles para ocupar este rol. Esto muestra
un quiebre de los tiempos del Antiguo Testamento
cuando el Profeta jugaba un rol poderoso y dominante.
En el Nuevo Testamento, los Apóstoles funcionaban
prominentemente en el ministerio de la Iglesia, aunque
el Profeta jugaba una parte integral en el ministerio de la
Iglesia. Connor afirma que la diferencia yace en la
realidad que “ningún Profeta del Nuevo Testamento fue
alguna vez usado para guiar y controlar la vida de otra
persona” 50; eran usados para confirmar la conocida
y revelada voluntad de Dios. Él pretende eso para los
creyentes del Nuevo Testamento “Todos los que son
guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios” 51.
“Recurrir a un Profeta por dirección, guía y control, es
violar el ministerio de los creyentes del Nuevo Pacto, de
tener acceso a Dios a través de Cristo, por el Espíritu,
quien está disponible para “toda carne” en esta
dispensación 52. Él sigue adelante para afirmar que ellos sí
ofrecen a la Iglesia el ministerio de edificación,
exhortación y consuelo para que la Iglesia no se desvíe
de la predeterminada voluntad de Dios 53. En este
sentido, ellos validan los propósitos de Dios en la vida de
la Iglesia.
Mientras que Connor resalta la diferencia entre el Oficio
Profético del Antiguo y Nuevo Testamento, debe
ejercitarse precaución al asumir que los Profetas en la
nueva dispensación no juegan un rol en dar dirección a
la Iglesia. Como mencionamos previamente, el Oficio
Profético sí juega un rol significativo al traer
interpretación y guía a la Iglesia, aunque puede no ser
tan prominente como lo era en los tiempos del Antiguo
Testamento. Juan el Bautista, como Profeta inter-
testamentario proclamaba un mensaje que daba
dirección e información para el advenimiento de una
nueva estación procediendo del Trono de Dios. Él dio
significado a los procesos de Dios en la Tierra. En
Hechos, las profecías eran soltadas para preparar a la
Iglesia para tiempos difíciles delante de ellos.
Pablo fue informado por el acto simbólico de Agabo de
su inminente destino en Jerusalén:
“... quien, viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, se ató
los pies y las manos y dijo: ´Esto dice el Espíritu Santo:
"Así atarán los judíos en Jerusalén al hombre de quien es
este cinto, y lo entregarán en manos de los gentiles´ ”.
(Hechos 21:11)
Agabo también profetizó sobre una inminente hambre
en el mundo:
“En aquellos días, unos profetas descendieron de
Jerusalén a Antioquía. Y levantándose uno de ellos
llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu que
vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la
cual sobrevino en tiempo de Claudio”. (Hechos 11:27-
28)
Yo soy de la opinión que el Oficio del Profeta iba más
allá de la edificación, la exhortación y el aliento
(consuelo) 54. También suponía dirección (aunque no tan
prominente como el Profeta del AT), confirmación de las
acciones divinas, revelaciones, corrección y juicio. Sin
embargo, cuando el Profeta suelta directivas a la Iglesia, los
mecanismos deberían estar en el lugar para juzgar a
éste y a partir de entonces abrazar el mensaje. En este
sentido, la palabra profética debe ser juzgada y validada
por la Palabra escrita.
Toda la revelación transmitida por el Profeta debe ser
congruente con la Palabra de Dios. En todos los casos, el
ministerio del Profeta debe iluminar la mente del pueblo con
la voluntad de Dios y llevarlos a una relación más profunda
con su Dios.
“Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás
juzguen lo que ellos dicen. Y si algo le es revelado a otro
que está sentado, calle el primero”. (1ª Corintios 14:29-
30)
El Propósito de los Profetas del NT
El objetivo primario del Oficio del Profeta debe ser
equipar a todo creyente para la obra del ministerio. Los
profetas representan un ministerio de fundamento en la
Iglesia, ya que ellos proveen el marco de referencia y
patrones para acceder a la mente de Dios. De acuerdo
con el Apóstol Santiago, 55 el Profeta siempre hablaba en
el nombre del Señor. Ellos hablaban como sustitutos o
representantes del Señor. Eran los portavoces de Dios;
por lo tanto, el comportamiento de ellos tenía que
conformarse al carácter y propósito de Dios.
Hay algunos que se aferran a la “teoría de cesación” 56
afirmando que el Oficio y Función del Profeta (y del
Apóstol) es inexistente. Ellos afirman que el ministerio
del Profeta (y del Apóstol) son ministerios temporales y
de transición, los cuales se volvieron inactivos con la
finalización del canon de la Escritura del Nuevo
Testamento. Esta teoría está cargada de deficiencias y
no halla autenticidad en las Escrituras. En mi opinión, el
Oficio del Profeta (y el del Apóstol) fue dado para la
edificación de una Iglesia completa o perfecta. Por lo
tanto, estos ministerios no pueden quedar inactivos para que
que la Iglesia alcance perfección. El cese sólo tendrá
lugar cuando la Iglesia haya llegado “a la unidad de la fe
y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto,
a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” 57.
Esencialmente, el Profeta porta la inusual gracia para
recibir mensajes que proceden directamente del
corazón de Dios. 58 La presencia del ministerio Profético
auténtico suelta dentro de la atmósfera de la Iglesia la
gracia para extraer mensajes de parte de Dios. Siempre
que la gente está en presencia de una unción y
ministerio Profético, ellos son dinámicamente
influenciados en el “comportamiento profético”. Aun
Saúl, quien no tenía habilidad en el ministerio profético,
inmediatamente profetizó cuando entró en el ambiente
de una compañía profética 59. Los Profetas son los
técnicos de Dios que erigen las antenas parabólicas para
que la gente pueda captar mensajes más claros
provenientes del Trono de Dios. Los Profetas tienen la
habilidad de escalar montañas, estudiar los movimientos
de los cielos, comprometerse en comunicaciones íntimas
con el Señor y luego regresar al pueblo con una Palabra
de parte de Dios. Ellos tienen el don de “infectar” al
pueblo, especialmente a los que no se han iniciado, con
la capacidad de oír la voz de Dios por ellos mismos y de
ese modo conocer Su voluntad.
Las iglesias y ministerios no pueden darse el lujo de
separarse del Oficio de Profeta. Yo sostengo que es el
Oficio del Profeta que estimula al creyente a funcionar
en el don de profecía. Esta visión, de ningún modo,
niega ni restringe el ministerio del Espíritu Santo, ya que
todo ministerio en la Iglesia es un don del Espíritu Santo.
Es el propósito predeterminado de Dios que Su pueblo
profetice 60. Esto implica que todo Su pueblo comprende
y articula Su mente y consejo. En realidad, debería ser la
habilidad natural de todo creyente lleno del Espíritu
profetizar 61. Pablo alienta a la Iglesia en Tesalónica a
“no despreciar las profecías” 62. Aún Moisés expresó a Josué
el deseo que todos en el pueblo de Dios debían ser profetas:
“Moisés le respondió: ¿Tienes tú celos por mí? Ojalá todo
el pueblo de Yahweh fuera profeta, y que Yahweh pusiera
su espíritu sobre ellos”. (Números 11:29)
Dios ha determinado que Su pueblo camine en destino y
propósito por medio de conocer personal y
corporativamente Su voluntad para sus vidas y para que
ellos estén, en todo tiempo, en sintonía con la
revelación que se despliega sobre el avance del Reino en
la Tierra. El pueblo de Dios debe estar establecido
continuamente en la “verdad presente” 63. Los profetas
son los técnicos que asisten en guiar a la gente a acceder
a la voluntad de Dios para sus vidas. Ellos se
caracterizan prominentemente por enseñar al pueblo a
oír la voz de Dios por ellos mismos y no por crear una
cultura de dependencia en el Oficio del Profeta para
dirección y corrección personal.
Una congregación o ministerio que acepta el Oficio y
Ministerio Profético siempre deseará operar en la
perfecta voluntad de Dios. Moisés enseñó a Josué a
caminar siempre en obediencia a la Palabra de Dios. Fue
en una “escuela de entrenamiento” que Josué recibió la
gracia para caminar en sabiduría. “Él estaba lleno del
espíritu de sabiduría, porque Moisés había impuesto las
manos sobre él” 64. En Gilgal, él capturó la mente de Dios
porque estaba abierto a escuchar al Señor. Él recibió sus
instrucciones directamente de parte del Señor.
La Palabra Profética Da Forma a las Mentalidades
Como ya se mencionó, la palabra Profética comunicada
juega un rol significativo en formar el pensamiento de la
gente. En Gilgal, las mentalidades de los Israelitas
tuvieron que ser re-condicionadas. Tuvieron que verse a
ellos mismos desde el contexto del destino divino para
sus vidas. Sus mentes estaban marcadas por los
recuerdos de sus experiencias negativas, como esclavos,
en Egipto. El enfoque de ellos estaba en el pasado. La
mentalidad de la gente tenía que ser divinamente re-
configurada.
La reconstrucción de las mentes del pueblo
es un requisito fundamental para cualquier mover de
Dios en la Tierra. Gilgal es ese lugar de reconstrucción.
Aún, no puede haber ninguna reconstrucción de un
pueblo sin “quitar” el oprobio del pasado. Son estas
vergüenzas pasadas, fracasos, derrotas, resentimientos,
amargura y otros obstáculos que tuvieron que ser
removidos, antes que Dios pudiera llevar a los Israelitas
hacia delante dentro de Su propósito máximo.
Lo Profético en la Reforma Apostólica
En esta estación de la Reforma Apostólica, el espíritu y la
gracia del Ministerio Profético coloca una urgente
demanda para que la Iglesia interprete de manera
precisa y traduzca la Palabra del Señor. La agudización
de la percepción de la mente de la Iglesia no puede
ocurrir sin la gracia y la unción del ministerio Profético.
Esta unción tiene una habilidad inusual para llevar a la
gente a comprender la voluntad de Dios para la presente
estación. Por medio de dar a la Iglesia discernimiento
sobre el futuro, el completo comportamiento de la
Iglesia es regulado. Las percepciones cambian, el
vocabulario es refinado o redefinido y los patrones de
comportamiento son modificados en consecuencia.
Cuando la gente ve dentro de los planes de Dios, desean
conocer cómo participar en ellos. Una muy buena
aplicación de este punto es la del principio del AT
deducido de “espiar la tierra”. Por ejemplo, Moisés fue
divinamente instruido a seleccionar a los doce espías de
las doce tribus de Israel y enviarlos a espiar la Tierra de
Canaán 65. En esta historia, un principio divino es
establecido: Dios no puede dar a Su pueblo nada
(aunque Él es Dios) sin primero revelárselo a ellos.
Después de haber visto lo que Él desea darles, ellos
tienen la elección de aceptar o rechazar Su regalo.
En su aplicación espiritual, “espiar la tierra” es la
habilidad profética de la Iglesia para ver dentro de la
voluntad predeterminada de Dios para sus vidas y de ese
modo elegir colaborar con la intención divina o
rechazarla. La aceptación significa ajuste y sumisión a la
voluntad de Dios. Como resultado todo, mentalmente,
físicamente y espiritualmente, debe ser adaptado a la
voluntad divina. Por esta razón, puede decirse que los
Profetas son como “espías” que echan una vista a la
mente de Dios y luego preparan a la Iglesia para el
despliegue de Su revelación.
El espíritu profético siempre precede al nacimiento o a
la concepción de las cosas nuevas desde los Cielos. Es la
voz que prepara al vientre para que la semilla sea
concebida. Durante la etapa de la concepción, supervisa
el proceso de crecimiento del desarrollo de la “semilla”
en el vientre. Después del nacimiento, guía al bebé en
desarrollo hasta que la voluntad de Dios sea activada en
la Tierra. Un ejemplo es el de los padres de Juan el
Bautista, Zacarías y Elisabet. Ellos fueron
proféticamente elegidos y preparados para el
nacimiento de uno de los mayores hombres que hayan
vivido en la Tierra 66. La revelación de la voluntad de Dios
precede a la inauguración de Su voluntad. Dios primero
anunció Sus planes a Zacarías, antes de la fecundación
en el vientre de Elisabet. La revelación profética
completamente describió el rol que su hijo jugaría en la
historia redentora. Ellos acataron en consecuencia.
María es otro caso de estudio de alguien que fue
preparada para una de las experiencias más
extraordinarias en la historia. Como virgen, María se
puso de acuerdo en llevar la Semilla Divina en su vientre,
a pesar de las consecuencias sociales negativas.
Elías y Juan el Bautista presentan a la Iglesia un modelo
excelente del rol y la función del ministerio profético.
Ellos también comunican el espíritu de la estación de la
Reforma Apostólica. Ambos compartieron
configuraciones similares de gracia, las cuales dieron
expresión al llamado de reforma.
Ellos funcionaron en un punto de crisis en la historia de
la religión –un tiempo de bancarrota de las “cosas”
espirituales. La gracia y el llamamiento de ellos fueron
confrontar los sistemas religiosos malos y erróneos que
daban una definición imprecisa de la espiritualidad a sus
seguidores. Las estructuras religiosas del tiempo de
ellos estaban contaminadas por las prácticas tántricas y
mágicas de los paganos. La religión involucraba la
adoración de muchos dioses que adulteraban la
revelación de Yahweh.
Elías es el principio del Oficio Profético del fiscal del
Pacto, en el sentido que él acusaba al pueblo de Dios de
traición y consolaba al remanente con la esperanza del
Reino de Dios. Él trae una “demanda profética” de juicio
en contra del rey y la nación. Ellos están cargados con el
fracaso de no ajustarse a las expectativas del Pacto 67.
Elías le dio forma al recorrido de los Profetas clásicos. El
mensaje profético de los Profetas clásicos incluye una
declaración de la demanda legal de Dios en contra de Su
pueblo, un anuncio de los juicios, un llamado al
arrepentimiento, y una proclamación de las buenas
noticias de la liberación de Dios.
Todos los Profetas, desde Elías hasta Juan el Bautista,
comparten un mensaje común de juicio en contra de lo
auto-suficiente y de esperanza para todos los que anhelaban
Su Reino. Ellos oraban para que el pueblo se arrepintiera y
atravesara una transformación por el espíritu, y para
que disfrutaran las bendiciones del Reino.
Juan el Bautista fue el último segmento de este flujo
Profético 68. El mandato divino tanto de Elías como de Juan
el Bautista fue “preparar el camino”. Ambos dirigieron su
mensaje al rey (Acab/Herodes) y a la nación. Ellos
buscaron “cortar la raíz del árbol” o del sistema en vez de
traer un re-arreglo cosmético. El altar de la adoración a
Baal y su red completa de falsos profetas tuvieron que
ser completamente aniquilados. Acab y su esposa
Jezabel crearon la ocasión para que Elías derribara los
“lugares altos” de idolatría introducidos por Jeroboam y
los perpetuaron. Juan fue responsable de anunciar y
preparar los patrones mentales del pueblo para una de
las reformas más revolucionarias a ser
experimentadas en el Judaísmo. Ambos ministerios
llegan a un estadio significativo en el trato de Dios con la
humanidad con un fresco mandato del Trono de Dios.
Sus ministerios operan desde el “desierto” o “el Jordán”.
Ellos son jugadores fundamentales en el campo divino a
quienes se les confió la responsabilidad de ser el
“puente” para que el pueblo cruzara el “Jordán” en un
único período de transición tanto en su historia
espiritual como natural. Ambos fueron responsables de
llevar a la Iglesia más allá de las Leyes de Moisés. La
idea central de sus ministerios transmite e invoca en el
Reino de Dios un nivel de “violencia” no experimentado
en los propósitos reveladores de Dios.
El Profeta Isaías provee una descripción acertada de
estos dos ministerios y de la unción que los configuró.
«¡Consolad, consolad a mi pueblo!», dice vuestro Dios.
Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su
tiempo es ya cumplido, que su pecado está perdonado,
que doble ha recibido de la mano de Yahweh por todos
sus pecados.
Voz que clama en el desierto: «¡Preparad un camino a
Yahweh; nivelad una calzada en la estepa a nuestro Dios!
¡Todo valle sea alzado y bájese todo monte y collado!
¡Que lo torcido se enderece y lo áspero se allane!
Entonces se manifestará la gloria de Yahweh y toda carne
juntamente la verá, porque la boca de Yahweh ha
hablado». (Isaías 40:1-5)
El ministerio de los reformadores emerge en un tiempo
y lugar en la vida de un pueblo que está lleno de
penurias, inercia y hambre. Ellos están decididos a
cambiar el sistema operacional del corazón, para que el
propósito y la conducta del pueblo sean perpetuamente
“consolados”. Hablar “consuelo” (Hebreo, nacham 69)
ilustra el estado físico y espiritual de la gente. El
“consuelo” describe la exhibición física de los
sentimientos internos de alguien, generalmente
“tristeza, quejido, lamento, o respirar fuertemente”.
Comunica un cambio de corazón o disposición; un
cambio de propósito o un cambio en la conducta de
alguien. Es también traducido como “arrepentirse”
en muchas traducciones. Los Reformadores luchan por traer
consuelo al dolor, la incomodidad y el empobrecimiento
espiritual del pueblo. Ellos reconocen el hecho que sólo
un cambio de “corazón” puede producir verdadero
consuelo al pueblo. En este sentido, el “corazón” es
visto como el sistema operativo interno que configura,
regula y establece el patrón de comportamiento del
sistema religioso.
Por lo tanto, la unción profética apunta al corazón de la
religión. Aborda toda imprecisión con la esperanza de
llevar al pueblo a un lugar de consuelo espiritual. La
motivación primaria de lo profético es crear un camino
para el regreso del Señor Jesucristo en y a Su Iglesia.
Ellos a menudo trabajan en el desierto de la esterilidad y
el aislamiento –ellos son las “voces clamando en el
desierto”. Por esta razón, puede ser afirmado que lo
profético siempre precede al ministerio apostólico. En la
Reforma Apostólica, la gracia de esta dimensión
dinámica del ministerio profético es visiblemente
evidente. Es comparativo con la declaración profética
que el “Señor enviará al espíritu de Elías” 70. Muchos que
están pregonando la Reforma Apostólica retratan rasgos
fuertes del espíritu de Elías. Ellos están contribuyendo al
programa de edificar puentes, fomentando el espíritu de
paternidad y promoviendo una cultura de igualdad en la
Iglesia. Ellos están parados en varios lugares en la
sociedad y están confrontando las prácticas imprecisas y
anti-bíblicas en la Iglesia y en la sociedad.
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46 ídem ref. 4254, proago – ir adelante o liderar
47 T. Austin Sparks. Prophetic Ministry (Ministerio Profético), A Classic Study
on the Nature of a Prophet (Un Estudio Clásico sobre la Naturaleza de un
Profeta), Shippensburg, PA, EE.UU., Publicaciones Destiny Image, año 2000,
Pág. 2
48 1ª Pedro 4:10
49 Leer Connor, K.J. The Church in the New Testament (La Iglesia en el
Nuevo Testamento), Pág. 153 – 168 para una descripción detallada de la
diferencia en el ministerio del Profeta en el Antiguo y Nuevo Testamentos.
50 K.J. Connor, La Iglesia en el Nuevo Testamento, Pág. 166
51 Romanos 8:14
52 K.J. Connor, La Iglesia en el Nuevo Testamento, Pg. 166
53 Ídem. Leer 1ª Corintios 14:3 para más información.
54 1ª Corintios 14:3
55 Santiago 5:10
56 Leer Jon Ruthven, Sobre la Finalización de lo Carismático, La Polémica
Protestante sobre los Milagros Post-bíblicos, Editorial Sheffield Academic,
1993, para una detallada evaluación Protestante de la teoría de cesación.
57 Efesios 4:13
58 Esta visión no implica que los Profetas sean los únicos recipientes de las
revelaciones divinas. Los creyentes en general pueden funcionar en el don
de profecía aunque hay límites para las funciones de su don ministerial.
Una lectura de Romanos 12:6; 1ª Corintios 12:11; 14:1 en adelante ayudará
a traer mayor claridad al don de profecía como distinto al don de la
ascensión del Oficio de un Profeta.
59 1ª Sam. 10:6
60 Joel 2:28
61 Hechos 2:17-18
62 1ª Tesalonicenses 5:20
63 1ª Pedro 1:12
64 Deut. 34:9
65 Números 13:1-33
66 Lea Lucas 1:5 en adelante
67 1ª Reyes 18:21
68 Willem A. Van Gemeren, Interpreting the Prophetic Word (Interpretando
la Palabra Profética), Una interpretación de la Literatura Profética del
Antiguo Testamento, Pág. 28. Editorial Zondervan, 1990.
69 S. Zodhiates, ref. 5162. pág. 1635
70 Malaquías 4:5,6
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