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LOS QUE SE NIEGAN A ENTRAR Y AQUELLOS A LOS QUE UNA COSA LES FALTA, José (Administrador)




24 de febrero de 2021


Juan 8: 39

Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.

Lucas 14: 23

Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. 24 porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.


Hay cristianos que ya han conocido y entendido lo suficientemente el mensaje de la Era de Tabernáculos, pero no se deciden a dar el paso de la rendición total para salir del desierto. ¡Se resisten a morir!


Han leído a los precursores de Tabernáculos como George Warnock, Clayton Sonmore, Martin Stendal, J. Preston Eby, Charles Newbolt …, pero incomprensible y obstinadamente se niegan a avanzar más allá. Me recuerdan a Moisés en el Monte Nebo, que oteando el horizonte pudo ver la Tierra que fluye leche y miel, pero murió en esa cumbre y nunca entró. Él representaba el Viejo Pacto. Los que  habiendo oteado la buena Tierra ahora se niegan a entrar, están aferrándose al Viejo Pacto y no abrazan el Nuevo,  representado por Josué.


Se les nota en que de la abundancia de su corazón habla la boca. ¿Cuándo? Siempre que alguien les comenta algo de la degradación de la actual Iglesia en el Desierto, se posicionan de su lado; la disculpan con comentarios del tipo: "Dios es misericordioso", "Dios los tocará a su tiempo", "Déjalos, Dios hará la obra", etc.


Hablan continuamente de morir al viejo hombre, pero permanecen en una agonía interminable por aferrarse a los afectos humanos y materiales, a los últimos ídolos por vencer que, tristemente, aún están por encima de su amor a Dios. ¡Capaces de todo menos de obedecer! ¡Todo menos morir!


Después de cierto tiempo me preguntaba el porqué de tal actitud. ¿Tal vez estén defendiendo y excusando la tibieza de otros para condonarse y justificarse a sí mismos? ¿Será que así piensan detener el juicio de Dios? ¿Acarician en lo íntimo que Dios no los juzgará a ellos, mientras permanezcan agazapados entre la mayoría asentada en la incredulidad de los sin Ley (anarquía), que obstinadamente se niegan a obedecer y abandonar toda argucia o treta carnal, toda religiosidad, todo ídolo, toda hueca verborrea espiritualoide …?


No solo eso, sino que además, de alguna manera un tanto inconsciente, 'halan' hacia atrás de aquellos que ya cruzaron, como queriendo acomodarlos en su misma posición de incredulidad y queja. Debido a su ceguera interior, puede que inconscientemente piensen que nadie podría ir más adelantado que ellos en el camino. Tal vez en su interior farfullan, “¿quién podría haberse atrevido a cruzar el Jordán antes que yo?”


Quizás en lo íntimo de su corazón acaricien la idea de su propio reino, aunque sea muy pequeño; puede que solo del tamaño de su hogar o del grupo en casa que presiden, pero su propio reino al fin y al cabo. ¿Cómo podrían abrazar ellos una conjunción espiritual superior a la que someterse y por la que orientarse, alguien que los 'paternalice' espiritualmente, haciéndose a sí mismos morir a su propia anarquía, preconcepciones, planes, reinos, ...? ¡Imposible, porque ellos, los visionarios, lo saben todo!


Incluso cuando conocen y confiesan su demora y extravío en la desértica rotonda de Pentecostés, cuando se les dice que eso debería equivaler a reconocer con humildad que aún están en la carne, en la religión y en la vida almática, paradójicamente hierven de enojo en su interior. ¡De modo incomprensible se niegan a admitir que no se puede reconocer que se está en la etapa del desierto y al mismo tiempo pretender que se anda en el espíritu!


Y tiene cierta lógica que piensen así, pues al no haber sido circuncidados sus corazones no pueden discernir su alma de su espíritu, la carnalidad religiosa de la espiritualidad, tal y como Pablo nos dice en Heb. 4: 12,


Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos [del alma] y las intenciones del corazón [espíritu].


Así actuaban los fariseos en tiempos de Jesús. Pensaban que por ser judíos genealógicamente hijos de Abraham, no necesitaban someterse al Hijo; como si se pudiera tener al Padre sin reconocer al Hijo. ¡Qué ilusos!


Así también abundan los cristianos tibios, que piensan que por ser hijos de Dios, pues ya experimentaron el primer nivel de la salvación (Pascua), o incluso el segundo (Pentecostés), no serán juzgados ni cosecharán gran pérdida, aunque obstinadamente se nieguen a cruzar el Jordán, y dejar atrás la Era de la Iglesia en el Desierto, para ser vencedores que entran a la de Tabernáculos.


¿Cuáles juicio y gran pérdida? Pues nada más y nada menos que los de los rebeldes, que habiéndose negado a entrar a la Tierra, serán juzgados con gran aflicción y se perderán la Primera Resurrección y solo serán levantados pasados los mil años, junto con los incrédulos. También se perderán la recompensa de gobernar en el Reino Milenial.


Eso sí, esos creyentes tibios al menos tendrán el consuelo de que al haber sido salvos, sus nombres estarán inscritos en el Libro de la Vida en la Segunda Resurrección y no tendrán que pasar por el Lago de Fuego, aunque no se librarán de recibir muchos o pocos azotes, según sus obras en el cuerpo.


Lucas 12: 47

Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48 mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.


¡Mucho cuidado! El juicio comienza por su Casa y sin duda vendrá, no tardará, aunque por misericordia se haya demorado para invitarnos al arrepentimiento. ¡La puerta permanece abierta, pero solo hasta que se cierre! El pueblo de Israel fue soportado-perdonado por 490 años (70 veces siete), pero al final la Mano Gubernativa de Dios cayó sobre ellos para juzgarlos con el yugo de hierro del cautiverio babilónico.


Romanos 15: 4

Porque las cosas que se escribieron antes, PARA NUESTRA ENSEÑANZA se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.


Si usted no se considera entre los que se niegan a entrar, sino entre los que quieren hacerlo, pero tienen miedo de abandonarse en una rendición completa y luchan por poder ceder a las pulsiones del Espíritu Santo a afirmar el rostro para ir a Jerusalén y ser vencedores, ore por valentía conforme a 2ª Timoteo 1: 7, “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”; hasta que esta Palabra se haga carne en su corazón.


Aún con miedo, pero ore. Ore que Dios agite su nido empujándolo a entrar por esa puerta estrecha. Ore que le ayude quitando todo impedimento por mucho que le duela, y Él lo hará. Ore para que lo arrincone en el callejón sin salida donde no tenga otra escapatoria que la rendición. Ore para entregarle eso que, en lo más íntimo, usted sabe que Él le está pidiendo; ese "una cosa te falta" que su Dedo santo le señala todo el tiempo. Pero ore así solo si está seguro de querer pagar el precio de enfrentar la dureza de lo que le llegará, para llevar su carne al hoyo de la sepultura en el Jordán.


Recuerde, al final, la piedra de toque del evangelio para los vencedores es lo que Jesús le dijo al joven rico:


Marcos 10: 21

Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: UNA COSA TE FALTA: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.


JOSÉ


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