¡SENCILLAMENTE GENIAL!
Moisés
describe las condiciones bajo el yugo de hierro en Deut.
28: 49-50,
49 Yahweh traerá contra ti una nación de lejos, desde el extremo de la tierra, que vuele como el águila, una nación cuya lengua no entiendas, 50 una fiera de rostro, que no tendrá respeto al anciano, ni mostrará compasión del niño.
La
primera cosa a tener en cuenta es que Dios toma el crédito por traer
esta nación lejana (circunstancias de juicio) para poner a Israel bajo el yugo de hierro. Por
lo tanto, si Israel luego quisiera cambiar la situación, tendrían
que tratar con Dios, no con el mismo opresor. La razón de la
cautividad era el deseo carnal de Israel de vivir bajo las leyes de
los hombres, por lo que Dios les concede su deseo mostrándoles cómo
las leyes de los hombres pueden ser opresivas.
Dios
usó los cautiverios de yugo de hierro para distinguir al Remanente
de Gracia de aquellos cuyos corazones se endurecieron. Y así Moisés
también habla proféticamente de otro aspecto del yugo de hierro que
es poco entendido; dice que el yugo de hierro se les impone por “una
nación cuya lengua no entiendas”
(Deut.
28: 49).
Los ebrios de Efraín
En
Isaías 28 se da una mayor comprensión de esta profecía. Este es el
gran capítulo “pentecostal” del Antiguo Testamento, porque habla
de la “lengua desconocida” y el propósito de Dios con este don.
Isaías
28: 1
presenta la profecía diciendo: “¡Ay
de la corona de soberbia de los ebrios de Efraín!”
Efraín
estaba borracho con el vino de los dioses extranjeros, mientras que
debería haber sido lleno del Espíritu. Pablo dice en Ef.
5: 18,
18 Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu.
El
contraste y la comparación entre el vino y la llenura del Espíritu
Santo es visto por todas partes en la Escritura.
Lo vemos más claramente en Isaías 28. Los sacerdotes y profetas de
Israel estaban tambaleándose y aturdidos por el excesivo “vino”,
cuando deberían haber sido llenos del Espíritu (Isaías
28: 7).
Sus mesas estaban llenas de vómito, cuando sus bocas deberían haber
estado llenas de la Palabra del Señor (Isaías
28: 8).
El
profeta pasa a decirnos que el pueblo no quiso oír la Palabra del
Señor porque les fue dada en su propio idioma, y así dijo Dios en
Isaías
28: 11,
11 En efecto, Él hablará a este pueblo a través de tartamudos, y en una lengua extranjera.
En
otras palabras, el pueblo no quiso oír la profecía en su propio
idioma hebreo, así que Dios les habló en una lengua extranjera.
La señal de las lenguas bajo el Nuevo Pacto
El
apóstol Pablo cita este versículo en 1ª Cor. 14: 21,
diciendo:
21 En la ley está escrito: “En otras lenguas y con otros labios (extranjeros) hablaré a este pueblo, y aun así no me van a escuchar”, dice el Señor.
Pablo
concluye,
22 De manera que las lenguas son por señal, no a los que creen, sino para los incrédulos; pero la profecía es una señal, no para los incrédulos, sino para los que creen.
Las
lenguas son una señal dada a los incrédulos, mientras que la
profecía es una señal para los creyentes.
¿De
dónde Pablo sacó esta idea? La obtuvo a partir del ejemplo de
Israel en Isaías 28. La mayoría de los hijos de Israel no creían
la profecía de Isaías, cuando se mencionaba en su propio idioma
hebreo. Eran “burladores” (Isaías
28: 14).
Así que Dios les dio la Palabra a través de los asirios, que
hablaban en “una lengua extranjera”. Era una palabra de juicio
divino, porque ordenó a los israelitas hacer las maletas y
trasladarse a un país extranjero.
En
otras palabras, si las personas no quieren o no pueden oír la
Palabra de profecía en su propio idioma, Dios les hablará en una
lengua desconocida. Por lo tanto, la profecía se da como una señal
para los creyentes, mientras que las lenguas se dan como una señal
para los incrédulos.
El
don de lenguas es también una señal para la propia mente carnal de
uno, que es incapaz de creer en la Palabra del Señor. La mente
natural (anímica) no puede comprender las cosas del Espíritu, como
Pablo nos dice en 1ª Cor. 2: 14,
14 Pero el hombre natural [anímico] no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios; porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
La
mente
carnal o anímica es el “hombre
viejo”
en Rom.
6: 6,
que hemos heredado de Adán. Este hombre viejo puede ser muy
religioso, pero no puede comprender las cosas espirituales. Su
inclinación religiosa hace que se malinterpreten las Leyes de Dios,
que son espirituales (Rom.
7: 14)
y las convierte en “tradiciones de los hombres”. Pablo también
dice que esta misma mente carnal realmente está en guerra con Dios
(Rom.
7: 23)
a causa de su desacuerdo e incredulidad.
Por
lo tanto, a la mente incrédula, carnal, Dios le habla en lengua
extraña, a fin de ponerla en cautiverio.
Pablo dice en 2ª Cor. 10: 4-5,
4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. 5 Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo.
Cuando
la mente carnal es juzgada por la Ley de Dios, es puesta en
cautiverio, de manera que la nueva creación del hombre, que tiene la
mente de Cristo, pueda gobernar en la vida del creyente.
La profecía es un don mayor
Una
vez que entendemos las revelaciones fundamentales de Moisés e
Isaías, podemos ver mejor cómo Pablo las aplica en su carta a los
Corintios. También podemos entender mejor por qué la profecía es
superior a las lenguas, como dice Pablo en 1ª Cor. 14: 5,
5 Yo quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero aún más que profetizarais, y mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.
Así
como habría sido mejor para los hijos de Israel “escuchar” la
profecía de Isaías, en lugar de esperar a que los asirios les
hablaran la Palabra del Señor en una lengua desconocida, también es
mejor profetizar en un idioma conocido que recibir la Palabra en una
lengua desconocida. Pablo explica también cómo la interpretación
puede superar la barrera del idioma. Sin embargo, la
implicación es que la mente carnal es el “infiel” dentro de
nosotros mismos. Por lo tanto, todos los pensamientos de la mente
carnal deben ser llevados a la cautividad.
Por
lo tanto, el don de lenguas es una de las maldiciones de la Ley.
Esto no quiere decir que las lenguas sean una cosa mala; de hecho, se
trata de un don espiritual. Al igual que todas las “maldiciones de
Dios” están
diseñadas para disciplinar y corregir al incrédulo con el fin
de llevar
a todos los hombres a un acuerdo con la mente de Dios.
Moisés dice que las lenguas es una de las señales del yugo de hierro.
Isaías
expande en esta idea, aplicándola a los asirios que fueron llamados
a llevar a los israelitas incrédulos en cautiverio.
Pablo
la aplica a nosotros personalmente, lo que demuestra que la
mente incrédula carnal, debe ser llevada a un cautiverio de yugo de hierro a través del don de lenguas, hasta que seamos capaces de
escuchar la voz de Dios en nuestra propia lengua.
NOTA DEL ADMINISTRADOR:
Damos testimonio por nuestra experiencia de que esto es así. Antes de cruzar el Jordán orábamos mucho en lenguas; después este don ya no fue necesario, prácticamente casi nunca; pues el hombre viejo con su mente carnal quedó atrás, sepultado en el Jordán. Es por ello que las personas en el desierto de Pentecostés deberían orar mucho en lenguas y no tanto en su idioma natural, para negar su mente carnal y llevar sus pensamientos, razonamientos y altiveces cautivos en obediencia a Cristo. En la tierra prometida de Tabernáculos todos los dones pasan a un segundo término en favor del amor, que es la señal de la madurez. Incluso la oración vocal en lengua conocida cede más y más en favor del silencio de la oración mística, contemplativa, o de quietud y
del asentimiento o acuerdo con Dios en gozoso contentamiento.
1ª Cor. 13: 8 El amor no caduca jamás; pero las profecías caerán en desuso, y cesarán las lenguas, y el conocimiento actual quedará fuera de uso. 9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte quedará fuera de uso. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; mas cuando me hice hombre, dejé a un lado lo que era de niño. 12 Pues ahora vemos mediante espejo, borrosamente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré tan cabalmente como soy conocido. 13 Y ahora, permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
http://www.gods-kingdom-ministries.net/teachings/books/deuteronomy-the-second-law-speech-8/chapter-13-the-unknown-tongue/ |
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