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LA MANO DE DIOS NOS LLEVA A LA SUMISIÓN PLENA EN LA UNIÓN DE LAS VOLUNTADES, Watchman Nee


Palabra Para Hoy Viernes, Noviembre 17 Hágase Tu Voluntad ...


Aunque los hijos de Dios son salvos, no han obedecido completamente la voluntad de Dios. Debido a esto, Dios tiene que trabajar en ellos hasta llevarlos a una sumisión plena. Él mueve a los creyentes con Su Espíritu y los motiva con Su amor a que ellos se sometan a Su voluntad y a que no amen, ni busquen, ni hagan nada que esté fuera de Él.

Cuán triste es cuando la acción de Dios al moverse y motivar a los creyentes no produce los resultados deseados. Así que Dios tiene que extender Su mano para traer a los creyentes al lugar donde Él desea que estén.

Su mano se manifiesta primeramente en las circunstancias. Dios aplica Su mano fuerte triturando, quebrantando e instando a los creyentes para que su voluntad no siga obstinada para con Él. Mientras el creyente no esté profundamente unido al Señor, Dios no estará satisfecho. El propósito de la salvación es que los salvos estén en completa unión con la voluntad de Dios. A fin de conducirnos a este punto, Dios tiene que usar las circunstancias; Él nos conduce a tropezarnos con muchos obstáculos. Hace que estemos angustiados, y que seamos afligidos y quebrantados en nuestro corazón. Él hace que muchas cruces prácticas nos sobrevengan. A través de estas cosas Él hace que inclinemos nuestra cabeza en sumisión. Nuestra voluntad es muy fuerte, y si no es golpeada por Dios de muchas maneras, no se someterá a Él. Si estamos dispuestos a someternos a la poderosa mano de Dios y a aceptar Su disciplina, la voluntad que ocupa nuestra vida experimentará una obra cortante, y será inmolada continuamente. Si nos resistimos a Dios, nos sobrevendrán aflicciones cada vez más fuertes y nos subyugarán.

Dios desea despojarnos de todo. Después de que los creyentes son regenerados, tienen en mente la idea de hacer la voluntad de Dios. Algunos hacen una especie de promesa públicamente, otros conservan esta intención en secreto. Dios probará si esa promesa (o esa intención) es verdadera o no. Él hace que los creyentes participen en una obra que no les guste y en la cual son despojados de ellos mismos. Hace que pierdan bienes materiales, la salud, la fama, la posición y la utilidad. Finalmente hace que pierdan la felicidad y el celo en sus sentimientos, y hace que no sientan ni Su presencia ni Su compasión. Él llevará a los creyentes al punto en el cual nada que no sea la voluntad de Dios tendrá importancia para ellos. Dios desea que comprendan que ellos deben aceptar lo que concuerde con Su voluntad, aunque ello signifique padecimiento físico o emocional. Si Dios se deleita en afligirlos, despojarlos de todo, privarlos de su utilidad espiritual, o en hacer que lleguen a estar secos, sombríos y solos, ellos deben estar dispuestos a aceptarlo.

Dios desea que los creyentes comprendan que Él no los salvó con el propósito de que ellos disfruten de algo, sino para que cumplan Su voluntad. Por lo tanto, haya ganancia o pérdida, felicidad o aridez, aunque sientan la presencia o el abandono de Dios, los creyentes siempre deberán tomar la Voluntad de Dios. Si es Su voluntad abandonarnos, ¿estaremos contentos de ser abandonados?

Cuando el creyente cree en el Señor por primera vez, su meta es ir al cielo. Eso está bien. Pero después de que Dios lo instruye, llega a comprender que creyó en Dios para cumplir Su voluntad. Aun si el resultado de creer en Dios fuera ir al infierno, de todos modos creería. Cuando un creyente comprende bien esto, no vuelve a tomar en cuenta su propia ganancia ni su propia pérdida. Si puede glorificar a Dios yendo al infierno, estará dispuesto a hacerlo. Obviamente esto es sólo un ejemplo. Pero los creyentes necesitan ver que creer en el Señor, mientras vivan en la tierra, no tiene como fin su beneficio personal, sino la realización de la Voluntad de Dios. La felicidad de ellos, el mayor privilegio y la gloria más grande es abandonar su propia voluntad carnal, natural y corrupta, para unirse a la voluntad de Dios y cumplir el deseo de Su corazón. La ganancia o la pérdida que sufra la criatura, su gloria o su deshonra, su amargura o su felicidad, no son dignas de tomarse en cuenta.

Si el Altísimo es satisfecho, no importa lo que nosotros como seres diminutos lleguemos a ser. Este es el camino específico para que un creyente se pierda en Dios.

(W. N.)

(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

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