TRADUCTOR-TRANSLATE

SEPARACIÓN / AMISTAD CON DIOS / CERTIFICADO DE DEFUNCIÓN, Oswald Chambers




En el Antiguo Testamento, la relación de una persona con Dios se manifestaba por una separación. En la vida de Abraham la vemos simbolizada por medio de la separación de su país y su parentela. Hoy, la separación es más de tipo mental y moral: Nos apartamos de la perspectiva que tienen nuestros seres queridos, si no tienen una relación personal con Dios. Jesucristo enfatizó este punto en Lucas 14:26.

Vivir una vida de fe implica no saber nunca hacia dónde te está guiando Él. Pero también significa amar y conocer a Aquel que te guía. Literalmente es una vida de fe, no de intelecto y razón, sino de conocer a quien nos hace "ir". La fe está fundamentada en el conocimiento de una persona. Pero una de las trampas más grandes en las que podemos es creer que, si tenemos fe, Dios de seguro nos llevará a tener éxito en el mundo.

La jornada final en la vida de fe es la adquisición de carácter, el cual sufre muchas transformaciones pasajeras. Cuando oramos, sentimos que la presencia de Dios nos envuelve y cambiamos momentáneamente. Luego regresamos a los días ordinarios y a los caminos de siempre y la gloria se desvanece. La vida de fe no consiste en una sucesión ininterrumpida de experiencias gloriosas, como si nos eleváramos con alas. Es una vida de perseverancia día tras día, de caminar y no fatigarse (ver Isaías 40:31). No es un asunto de santificación, sino de algo que va muchísimo más lejos. Es una fe que ha sido probada y ha soportado la prueba. Abraham no es un modelo de la santificación, sino de la vida de fe, fe probada cuyo fundamento es el Dios verdadero. Abraham le creyó a Dios (Romanos 4:3).



Los deleites de Su amistad: Génesis 18 nos presenta el deleite de una verdadera amistad con Dios, en contraste con un sentimiento ocasional de Su presencia cuando estamos orando. Si tu contacto es tan cercano con Él, de tal manera que nunca necesitas pedirle que te muestre Su voluntad, te estás acercando a la etapa final de tu disciplina en la vida de fe. Cuando estableces una relación correcta con el Señor, tienes una vida de libertad y gozo, tú eres la voluntad de Dios y todas tus decisiones que se basan en el sentido común son verdaderamente Su voluntad para ti, a menos que Él las repruebe. Eres libre de tomar decisiones a la luz de una perfecta y deleitosa amistad con Dios, sabiendo que si son equivocadas, te lo hará saber. Una vez que Él las repruebe, debes pararlas inmediatamente.

Las dificultades de Su amistad: ¿Por qué desistió Abraham de orar en el momento que lo hizo? Porque todavía no tenía la suficiente intimidad en su relación con Dios, como para continuar orando con empeño hasta que su petición le fuera concedida. Si paramos a medio camino y dejamos de orar, diciendo: "Bueno, yo no sé ... Quizás no sea la voluntad de Dios", entonces todavía nos falta una etapa por recorrer. Esto revela que no conocemos a Dios tan íntimamente como Jesús lo conoció y como Él desea que nosotros lo hagamos, "...Para que sean uno, así como nosotros somos uno", Juan 17:22. Piensa en la última oración que hiciste. ¿Tu empeño y tu fervor fueron para satisfacer tus deseos, o para Dios? ¿Estabas decidido a obtener una dádiva del Espíritu o a lograr asir al mismo Dios? "Porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis", Mateo 6:8. La razón para pedir es que puedas llegar a conocer mejor a Dios. "Deléitate asimismo en el Señor y Él te concederá las peticiones de tu corazón", Salmo 37:4. Persiste en la oración con el fin de alcanzar un perfecto entendimiento de Dios mismo.



Cada uno de nosotros tiene la ineludible necesidad espiritual de firmar el certificado de defunción de su naturaleza pecaminosa. Esto significa que debo convertir mis impresiones emocionales y creencias intelectuales en un veredicto moral contra la naturaleza pecaminosa; es decir, contra cualquier reclamo de mi parte de tener derecho sobre mí mismo. Pablo afirmó: "Con Cristo estoy juntamente crucificado…". No dijo: "Estoy decidido a imitar a Jesucristo", ni: "Realmente me esforzaré para seguirlo", sino: "me he identificado con Él en su muerte".

Cuando tomo esta decisión moral y actúo de acuerdo con ella, en mi ser se lleva a cabo todo lo que Cristo hizo por mí en la Cruz. Mi libre entrega a Dios le da al Espíritu Santo la oportunidad de impartirme la santidad de Jesucristo.

"…Ya no vivo yo...". Mi individualidad permanece, pero cambian radicalmente mi motivación principal para vivir y la naturaleza que me gobierna. Tengo el mismo cuerpo humano pero queda destruido el anti-derecho satánico sobre mí.

"…Y lo que ahora vivo en la carne...". No la vida que anhelo vivir o la que pido en oración que yo viva, sino lo que ahora vivo en mi carne mortal -la vida que los hombres pueden ver-la vivo en la fe del Hijo Dios ... Esta fe no era propia de Pablo, no era su fe en Jesucristo, sino la fe que el Hijo de Dios le había dado (ver Efesios 2:8). Ya no es fe en la fe, sino la fe que ha sobrepasado los límites de mi conocimiento subjetivo, una fe que proviene solamente del Hijo de Dios.


(Por gentileza de Esdras J. Zambrano)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agradecemos cualquier comentario respetuoso y lo agradecemos aún más si no son anónimos. Los comentarios anónimos no serán respondidos.