Abandono de las Leyes de Dios por las leyes (opio) de otros dioses, trae degeneración, aborto, homosexualidad, ect. |
La
sección de Deut.
32:26-33
es "D2" en el contorno del Cántico de Moisés. Corre
paralela a la "D" del versículo 20.
Mientras
que "D" era acerca de Israel convirtiéndose en Lo-Ammi,
"no-Mi-pueblo", la sección paralela de "D2" es
acerca de Jezreel, "Dios dispersa". Éstos eran dos hijos
de Oseas que protagonizaron en sus vidas esta profecía encontrada en
el Cántico de Moisés.
Dios establece Su soberanía
Parece
que en el Cántico, Dios estaba muy preocupado de que los hombres no
reconocieran la soberanía de Dios, sino que creyeran que Su juicio
sobre Israel fuera el azar o el resultado de la gran fuerza y poder
de Asiria. Deut.
32:26,27
dice,
26
Yo
había dicho: "Los cortaré en pedazos,
y quitaré su memoria de entre los hombres".
y quitaré su memoria de entre los hombres".
27 De no haber temido la jactancia del enemigo,
para
que sus adversarios no se envanezcan
no sea que digan: "Nuestra mano poderosa,
ha hecho todo esto y no Yahweh".
no sea que digan: "Nuestra mano poderosa,
ha hecho todo esto y no Yahweh".
El
principal objetivo de esto no es tanto que Israel fuera a ser
despedazada (esparcida), o cortada en pedazos, sino que las naciones
bestias tomaran el crédito de haberlo hecho por su propio poder.
Esto es lo que Dios "más teme", dice Moisés. Cuando habla
de "la
jactancia del enemigo",
la palabra significa "vejación o frustración". La palabra
hebrea es kahas.
En
otras palabras, cuando los adversarios de Israel juzgan mal la
situación y toman el crédito por sacar a Israel a las tierras
extranjeras, causan que Dios se sienta molesto y frustrado por no
reconocese Su soberanía.
La
dispersión de Israel fue a causa de su negativa a obedecer el voto
que habían hecho en el Monte Horeb. En Deuteronomio 28 Dios
pre-escribió la historia profetizando que si ellos eran
desobedientes, Él traería naciones extranjeras para deportarles a
otras tierras. El Cántico de Moisés fue un intento final de hacer
comprender a los hombres que Dios toma la responsabilidad por este
juicio. Por lo tanto, Dios parece temer ser juzgado mal, como si no
fuera lo suficientemente poderoso para detener a los asirios y a sus
dioses de conquistar y dispersar a Israel.
Dios corta y dispersa a Israel
En
el versículo 26 Dios revela dos aspectos del juicio divino que había
de venir. Primero, "los
cortaré en pedazos".
La palabra hebrea es pa'ah,
"llevárselos",
como esparcirles con el viento.
Tantos
siglos después, cuando los eruditos rabínicos tradujeron este
pasaje al griego (la Septuaginta), lo tradujeron "los
dispersaré".
Esto relaciona el juicio de Israel con el nombre del hijo mayor de
Oseas, Jezreel
(Oseas
1:4),
que Significa "Dios
dispersa".
Jezreel (Yiz-reh-al)
es un homónimo que suena a Israel (Yis-ra-al).
Sin embargo, la palabra raíz de Jezreel es zara,
"semilla", mientras que la palabra raíz de Israel es sara,
"príncipe". Jezreel
representa a Israel en el tiempo en que se dispersan como semilla
sembrada en un campo.
El
segundo aspecto del juicio divino fue: "quitaré
su memoria de entre los hombres".
No sólo los israelitas serían dispersados,
sino que también debían ser olvidados.
Y así encontramos que cuando los asirios tomaron a los israelitas
cautivos, se convirtieron en las llamadas "tribus perdidas de
Israel". El único grupo que quedaba para ser recordado eran los
judaítas o judíos.
La
mayor parte del pueblo de Judá fue deportado a Asiria junto con las
tribus de Israel, porque los registros asirios en el prisma de Taylor
nos dicen que el rey Senaquerib tomó 46 ciudades amuralladas de Judá
junto con sus comunidades y deportó a esa gente a Asiria.
"Comparado con esto, el Prisma de Taylor proclama que 46 ciudades amuralladas e innumerables asentamientos más pequeños fueron conquistadas por los asirios, con 200.150 personas, y el ganado, siendo deportado, y el territorio conquistado siendo dispersado entre los tres reyes de los filisteos en lugar de ser devueltos. Además, el Prisma dice que el sitio de Senaquerib resultó en que Ezequías fue encerrado en Jerusalén "como un pájaro enjaulado".
Aunque
quizás la mayoría del pueblo de Judá fue deportada a Asiria, la
entidad nacional conocida como la Casa de Judá permaneció en
Jerusalén durante otro siglo. La nación residió con el rey, y en
este caso el rey Ezequías no fue llevado a Asiria. Dios destruyó el
ejército asirio (185.000 tropas) fuera de los muros de Jerusalén,
como dice la Escritura (2
Reyes 19:35).
La
"nación", como organización política, reside con el rey,
no con el pueblo, así que aunque la mayoría del pueblo fue
deportada a Asiria, no se llevaron la "nación" con ellos.
Por lo tanto, 2
Reyes 17:18
dice, "no
quedó más que la tribu de Judá".
Los
israelitas, por otra parte, fueron sacados de la Tierra. El nombre
Israel
le
había sido
dado a Efraín y Manasés, los hijos de José (Génesis
48:16).
El jefe o líder de Efraín tenía específicamente el Derecho de
Primogenitura de José y el nombre de nacimiento de Israel.
Cuando fueron llevadas a Asiria, la "tribu" de Efraín, la
nación de Israel misma, fue removida de la Tierra y dispersada en
Asiria.
Israel se vuelve una oveja perdida
No
sólo fueron esparcidos, sino que Dios hizo cesar su recuerdo para
que se convirtieran en "ovejas
perdidas"
(Jeremías
50:6).
Ezequiel 34 profetiza que las ovejas de Dios fueron perdidas y
esparcidas en cada monte (reino). Por
la Ley de Ovejas Perdidas de Deut.
22:1-3,
los líderes ("pastores") debían encontrar y cuidar a las
ovejas perdidas de Dios hasta que El viniera a reclamarlas; sin
embargo, el profeta dice, que los pastores abusaron de las ovejas y
trataron a muchas de ellas como si fueran suyas (Ezequiel
34:4).
Otras
ovejas permanecieron "perdidas", y porque nadie las buscó,
pero Dios prometió buscarlas y encontrarlas (Ezequiel
34:11).
Jesús afirmó ser el único que cumplía esta profecía, pues cuando
envió a los discípulos a su primer viaje misionero, los instruyó
en Mateo
10:6,
5
A
estos doce envió Jesús después de instruirlos, diciendo: “No
vayáis por el camino de las naciones [ethnos,
‘naciones’],
y
no entréis en ninguna ciudad de samaritanos; 6 sino id a las ovejas
perdidas de la casa de Israel.
Es
probable que Jesús los enviara al norte a Partia, que era la nación
situada en el antiguo territorio de Asiria. Josefo,
el historiador judío del
primer siglo,
todavía sabía
dónde vivían la mayoría de esos israelitas,
pues aún no se habían perdido por completo. Él escribe en sus
Antigüedades
de los Judíos,
XI, v, 2,
"Por lo tanto, sólo hay dos tribus en Asia y Europa sujetas a los romanos; mientras que las diez tribus están más allá de Éufrates hasta ahora; y son una inmensa multitud, y no pueden ser estimados por los números".
Si
Josefo conocía la ubicación de los israelitas en el primer siglo,
debe haber sido algo un tanto conocido. Por lo tanto, Jesús no
necesitó ninguna revelación especial para enviar a Sus discípulos
a Partia. El río Éufrates era la frontera tradicional entre el
Imperio Romano y el Imperio Parto. La fuente del río estaba en las
montañas de Armenia en lo que ahora es el este de Turquía. El viaje
misionero de los discípulos fue sólo el comienzo de su búsqueda de
esas "ovejas perdidas". Esta iba a ser completada por el
tiempo de la Segunda Venida de Cristo.
En
el 224 dC los persas conquistaron Partia y empujaron a esos
israelitas más al norte, a Europa, hasta el Mar Báltico. Fue
entonces cuando se formó la confederación anglosajona. Angle,
o inglés
es
el hebreo de "toro", y en la época sajóna
era
la versión latina de sacae
(griego)
o saka
(persa),
también conocido como el Beth-Sak,
"casa de Isaac". Cuando estas personas invadieron la isla
de Gran Bretaña , la nación llegó a ser conocido como Inglés
Land, o Inglaterra,
apodada "Juan Toro".
Cuando
el Imperio Romano Occidental cayó (476 dC), muchos registros se
perdieron, y la educación se convirtió en el privilegio de unos
pocos. Como los ex-israelitas emigraron a Europa bajo otros nombres,
su identidad se perdió, como Moisés tanto como Oseas habían
profetizado. Realmente se convirtieron en "ovejas perdidas",
porque estaban dispersas y olvidadas.
Y
sin embargo, como Ezequiel 34 dice, las ovejas perdidas de Dios
serían encontradas al final de los tiempos. Serían reunidas, junto
con muchos "otros" (Isaías
56:8).
Jesucristo los encontraría, y ellos serían reunidos a Él, y como
"cristianos" lo reclamaron como su Rey y se reunieron
alrededor de Él (Oseas
1:11).
Todo
esto fue esencialmente una repetición de la historia de José. José
estaba "perdido" en Egipto y presumiblemente muerto durante
muchos años. Pero como resultó, se perdió a simple vista porque
Faraón le dio un nombre nuevo, Zafnat-panea
(Génesis
41:45),
que parece significar "tesoro
perdido o escondido"
(Traductor:
Otros significados: “descifrador del código”, “este viviente
es el aprovisionamiento del país”).
Se
le dio a José una esposa, Asenat, que le dio dos hijos. El
primogénito fue Manasés, cuyo nombre significa "olvido o Él
me hizo olvidar".
Leemos en Génesis
41:51,
51
Y
llamó José al primogénito Manasés, "Porque" dijo, "Dios
me ha hecho olvidar
toda mi aflicción y toda
la casa de mi padre".
Su
nombre profetizaba de sus descendientes (y de todo Israel) que iban a
olvidar su herencia y su conexión con la nación bíblica de Israel.
Al final, sin embargo, José reveló su identidad, no sólo a sus
hermanos, sino también al propio Faraón (Génesis
45:4,16).
El
momento del cumplimiento de esta revelación se ve cuando estudiamos
las dos venidas de Cristo. Su Primera Venida fue como Mesías
ben-Judá (hijo
de Judá),
a
fin de que él pudiera reclamar los derechos al trono de su padre
David. La Segunda vez, sin embargo, Él vendrá con su manto
sumergido en sangre (Apocalipsis
19:13)
con el fin de identificarlo con José (Génesis
37:31).
Él viene como el Mesías
ben-José para
reclamar el Derecho de Nacimiento, que había sido dado a José (1
Crónicas 5:2).
De esta manera, la brecha entre el Cetro y el Derecho de Nacimiento
será reparada, como se profetizó en Ezequiel
37:17.
Hay
muchos detalles de la Escritura y la historia que debemos conocer
para tener una clara comprensión del Plan Divino. Dios
nos da una muy breve declaración de intención en el Cántico de
Moisés cuando nos dice que Dios dispersará
a Israel y hará
que sean olvidados.
Los
profetas exponen sobre esto -Oseas y Ezequiel en particular-, pero al
final, debemos estudiar alguna historia de las migraciones de
Israel que ocurrieron después de la caída de Asiria, si queremos
entender el Plan Divino. Sólo entonces podremos leer el Cántico
de Moisés con un aprecio serio por lo que se revela en él.
La necedad (estupidez) de Israel
28
Porque
ellos son una nación carente de consejo,
y no hay entendimiento en ellos.
y no hay entendimiento en ellos.
29 ¡Ojalá fueran sabios, para que entendieran esto,
y discernieran su futuro!
Israel
carecía de entendimiento, sabiduría e inteligencia. Su insensatez
se demostró en su fracaso en "discernir
su futuro",
es decir, no
lograron comprender lo que ocurriría como resultado de su pecado.
Como la mayoría de la gente, pensaban que podían salirse con la
suya, y que ser el "pueblo elegido" era suficiente para
obtener las bendiciones de Dios, a pesar del pecado. Pensaban que
podían presumir de su estatus de "elegidos", que atribuían
a su genealogía y a la reputación de su fundador, Moisés.
Su
falta de previsión era, de hecho, el motivo subyacente detrás
del Cántico de Moisés, que era advertirles del juicio inminente,
así como darles esperanza durante el tiempo de su juicio.
30
¿Cómo
podría uno perseguir a mil,
y dos poner diez mil a la fuga,
y dos poner diez mil a la fuga,
a
menos que su roca los hubiera vendido,
y Yahweh no los hubiera entregado?
y Yahweh no los hubiera entregado?
Este
versículo no está claro, así que permítanme ofrecer dos
paráfrasis alternas:
30
¿Cómo podría un solo israelita perseguir a mil
Y dos de ellos puso diez mil a la fuga,
A menos que su Roca [Dios] hubiera vendido a sus enemigos en sus manos,
Y Yahweh los hubiera entregado en manos de los israelitas?
Y dos de ellos puso diez mil a la fuga,
A menos que su Roca [Dios] hubiera vendido a sus enemigos en sus manos,
Y Yahweh los hubiera entregado en manos de los israelitas?
También
podemos entender esto en sentido inverso:
30
¿Cómo podría uno de los enemigos perseguir a mil israelitas,
y dos enemigos poner diez mil a la fuga,
a menos que la Roca de Israel [Dios] hubiera vendido a los israelitas,
y Yahweh los hubiera entregado en manos de sus enemigos?
y dos enemigos poner diez mil a la fuga,
a menos que la Roca de Israel [Dios] hubiera vendido a los israelitas,
y Yahweh los hubiera entregado en manos de sus enemigos?
De
cualquier manera que lo leamos, Moisés pretendía decir que la
única manera de ganar batallas era que Dios estuviera de su lado.
Pero si Dios los "vendía" en esclavitud según Exodo
22:3,
los enemigos siempre ganaban esas batallas. Nuestra
segunda paráfrasis parece más probable que sea la correcta, ya que
establece la posibilidad de que Dios podría vender a Israel
en
manos de sus enemigos.
Moisés
vuelve a llamar a Yahweh la "Roca" de Israel, como en Deut.
32:4,15
y 18.
Dado que el término se refiere no sólo a una roca o acantilado,
sino también al muro alrededor de una fortaleza, es apropiado
entender esto en términos de seguridad ante los enemigos de uno. Por
lo tanto, cuando una roca, o fortaleza, renuncia a los que dependen
de ella para la seguridad, significa que uno no puede confiar en la
fortaleza. En este caso, Israel no podía confiar en Dios para
salvarlos si persistían en violar Su Ley.
La falsa seguridad de las drogas
Moisés
entonces habla de otra roca, es decir, de los dioses de otras
naciones en quienes confiarían, para su propia seguridad.
31
De
hecho, su roca no es como nuestra Roca,
incluso nuestros enemigos mismos juzgan [palel, "evalúan"] esto.
incluso nuestros enemigos mismos juzgan [palel, "evalúan"] esto.
Las
naciones eran muy conscientes de que Yahweh, la "Roca" de
Israel, era diferente de sus propios dioses en quienes confiaban para
protección y salvación. ¿Cuál es esa diferencia?
32
Porque
su vid es de la vid de Sodoma,
Y de los campos de Gomorra;
Sus uvas son uvas de veneno [rosh, "amapolas"],Sus racimos, amargos.
Y de los campos de Gomorra;
Sus uvas son uvas de veneno [rosh, "amapolas"],Sus racimos, amargos.
33 Su vino es el veneno de las serpientes [tanniyn, "dragón, ballena, monstruo marino, serpiente"],
Y el veneno mortal de las cobras.
Los
dioses de otras naciones se representan como amapolas, porque su
extracto, el opio, sólo da la apariencia de una seguridad sin
dolor. En Gesenius Lexicon, bajo "Ayudas", explica:
?????
... es también el nombre de una planta
venenosa
(Deuteronomio
29:17);
Creciendo rápida y exuberantemente, Ose.
10:4;
De
sabor amargo,
Sal.
69:22,
Lam.
3:5;
Y en este relato, frecuentemente
conectada con ajenjo,
Deu. 29:17, Lam. 3:19; Como yo no lo juzgo ni como la cicuta
como
pensaba Celsius en Oedmann (iv, p.63); Ni como lolium,
darnel (Mich.
Suplemento, página 2220); Pero la amapola,
llamada así por sus cabezas (Liv., I, 54). ????? Jugo
de amapolas, opio,
Jer.
8:14;
9:14;
23:15.
Por lo tanto, veneno
de cualquier tipo,
Deut.
32:32,33;
Job
20:16.
Así
que Gesenius dice que rosh
no
es ni cicuta
ni
darnel,
como algunos han pensado, sino que es más bien "la amapola, así
llamada por sus cabezas". La palabra hebrea rosh
significa
"cabeza", y la
planta de adormidera tiene una cabeza prominente
(flor).
Por
lo tanto, la amapola es la "roca" de esas naciones
extranjeras. Sus dioses dan a los hombres un sentimiento de seguridad
por sus propias leyes, pero en realidad esas leyes son amargas y
venenosas. Moisés también sugiere
que Sodoma y Gomorra eran
áreas donde las amapolas se cultivaban y exportaban en su comercio
de drogas. En lugar de
cultivar uvas como lo hizo Israel, sus "viñedos" eran
campos de amapola.
Moisés
nos dice, entonces, que la Roca de nuestra salvación no es como la
"roca" de la que dependen otras naciones. El Dios de Israel
es real; otros dioses son simulaciones. La Ley de Yahweh es
"perfecta,
que restaura el alma"
(Salmo
19:7);
las leyes de otros dioses exigen un modo de vida que termina en
amargura, adicción y (como en el caso de Sodoma y Gomorra)
homosexualidad.
Profetas
como Jeremías
y Oseas hablan de este problema
de las drogas
y lo comparan con el modo de vida sin Ley que los israelitas habían
elegido.
Oseas
10:3,4
dice,
3
Seguramente hora
dirán: “No tenemos rey, porque no temimos a Yahweh. En cuanto al
rey, ¿y qué podría hacer ahora el rey por nosotros?” 4 Ellos
hablan meras palabras, hacen pactos con juramentos sin valor; y el
juicio (castigo)
[mishpat,
"justicia"]
florecerá
como (ajenjo)
malas hierbas venenosas [rosh,
"amapolas"]
en
los surcos del campo.
En
otras palabras, Israel se negó a cumplir su voto y mantener su pacto
con Dios. Por lo tanto, su sistema de justicia brotó como amapolas,
más bien que siendo genuinamente fructífero como las uvas. Hoy
vemos esto claramente, pues las naciones modernas de Occidente, que
han sido formadas por esos israelitas dispersos, han llegado al lugar
donde la homosexualidad está siendo normalizada y el matrimonio
entre personas del mismo sexo legalizado.
Sus legislaturas ahora han comprado cargamentos de amapolas de Sodoma
y Gomorra, y las leyes serán amargas y venenosas.
Moisés
advierte a Israel que este será su modo de vida al final después de
que se hayan dispersado ("Jezreel") y cuando dejen de ser
"Mi pueblo" ("Lo-Ammi").
Jeremías también amplía esta profecía, diciendo en Jer.
8:13-15,
13
Y
los arrebatare, dice Yahweh; "No habrá uvas en la vid, ni higos
en la higuera, y la hoja se marchitará; y lo que les he dado
pasará". 14 ¿Por qué estamos sentados? Reúnanse y entremos
en las ciudades fortificadas, y perezcamos allí, porque Yahweh
nuestro Dios nos ha condenado y nos ha dado agua envenenada [rosh
mayim,
"agua (jugo) de amapola", es decir, opio]
para
beber, porque hemos pecado contra Yahweh. 15 ¡Esperamos paz, pero no
vino bien; un tiempo de curación, pero he aquí, el terror!
Jeremías
vio que el pueblo, sus líderes y su sistema judicial habían
desechado la Ley de Dios. Hablando espiritualmente, Israel
prefería las drogas de los falsos dioses. Ellos bebieron "jugo
de amapola" y esperaron por "paz" (es decir, por el
buen sentimiento) o por "curación". Pero descubrieron
que las drogas no podían curar nada, sino sólo enmascarar los
síntomas.
Este
es el precio de dejar de lado la Ley de Dios. Incluso muchos
cristianos no comprenden completamente el problema, porque hay muchos
que enseñan que la Ley fue puesta a un lado, y que ya no necesitamos
preocuparnos por ella. Afortunadamente, todavía tienen un residuo de
moralidad que proviene de su herencia pasada. Afortunadamente, el
Nuevo Testamento lista suficientes leyes de Moisés para dar a los
cristianos una brújula moral. Pero las huellas del opio todavía
se están dispensando con la idea de que la Ley ya no define el
pecado.
Por
lo tanto, estamos comiendo el fruto amargo de la doctrina de la
Iglesia. Primero, Dios fue removido del gobierno, luego
del sistema educativo, luego del sistema judicial.
Apelar a la Ley de Dios sólo trae risa y burla. Aunque muchos
cristianos se han opuesto, su oposición ha sido debilitada por una
contradicción inherente; pues su enseñanza oficial era que la Ley
de Dios había sido puesta a un lado, pero cuando el aborto fue
legalizado, los cristianos creyeron que el asesinato había sido
legalizado por el gobierno.
El
asesinato es pecado porque la Ley de Dios lo dice en el Sexto
Mandamiento. Las relaciones homosexuales son igualmente un pecado,
según la Ley de Lev.
20:15.
Lo mismo es cierto para las relaciones bestiales, como se afirma en
Lev.
20:16.
El problema es que, después de que la Iglesia ha eliminado la Ley,
¿cómo pueden apelar a la Ley de Dios en su oposición al aborto o
al matrimonio homosexual? ¿Cómo podemos eliminar la Ley en su
conjunto, y sin embargo apelar a la Ley en casos más específicos?
El
hecho es que, debido a que hemos eliminado toda la Ley, legalizando
todo pecado (al menos en teoría), Dios nos ha dado
"jugo
de amapola para beber".
Las
consecuencias de nuestra doctrina también son nuestro castigo.
Si quitamos la Ley de Dios, seremos gobernados por las leyes injustas
de otros dioses y su pueblo elegido. Este es el tema subyacente del
Cántico de Moisés.
http://www.gods-kingdom-ministries.net/teachings/books/deuteronomy-the-second-law-speech-10/chapter-7-divine-reflections-on-jezreel/ |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agradecemos cualquier comentario respetuoso y lo agradecemos aún más si no son anónimos. Los comentarios anónimos no serán respondidos.