En
Deut.
31:9
leemos una inserción de Eleazar, sobrino y escriba de Moisés, quien
estaba tomando notas sobre el discurso de Moisés para compilar
Deuteronomio. El escribe,
9
Y
escribió Moisés esta ley y la dio a los sacerdotes, hijos de Leví,
que llevaban el arca del pacto de Yahweh, y a
todos
los ancianos de Israel. 10 Entonces Moisés les mandó diciendo ...
Las
instrucciones de Moisés no estaban completas del todo, ni el libro
de Deuteronomio terminado, pero en ese momento Moisés casi había
terminado de exponer las Leyes del Reino. Posteriormente se hicieron
copias de este libro y se distribuyeron a los sacerdotes. Se hace
mención especial de que los sacerdotes fueron encargados de llevar
el Arca del Pacto, debido a que una copia de este libro se puso en la
propia Arca (Heb.
9:4).
Llevar
el arca sobre sus hombros significaba tener la Ley escrita en sus
mentes, porque sus cabezas estaban también en sus hombros. Dado que
el Nuevo Pacto fue el juramento por el que Dios se comprometió a
escribir la Ley en nuestras mentes y corazones, representaba el Plan
de Dios a largo plazo de crear “un
reino de sacerdotes y una nación santa”
(Éxodo
19: 6),
todos llevando la Ley de Dios en sus mentes y corazones.
Ciudadanos, sacerdotes y sumos sacerdotes
Los
sacerdotes representan a aquellos con una genuina
experiencia pentecostal, y por esta razón a los ciudadanos
normales del reino que no la tenían no se les permitió llevar el
Arca. Los ciudadanos habían sido redimidos por la sangre del
Cordero, todos entraron en la experiencia de la Pascua cuando
salieron de Egipto, pero sólo los sacerdotes tipifican el grupo
pentecostal. Pentecostés era la fiesta que celebraba la Ley que fue
dada en el Monte Horeb. Por lo tanto, Pentecostés era un requisito
para aquellos que llevaban el Arca de Su presencia y para que la Ley
fuera escrita en los corazones de los hombres.
Esto
se representa de nuevo en el Tabernáculo de Moisés. A los
ciudadanos del reino se les permitía la entrada al Atrio
Exterior, el lugar del sacrificio, que significaba una relación
de Pascua con Dios. Pero sólo los sacerdotes podían
entrar al santuario mismo, en el que el Lugar Santo
representaba una relación Pentecostal con Dios.
La
tercera sala del Tabernáculo representaba la tercera experiencia, y
sólo el sumo sacerdote podía entrar en el Lugar
Santísimo, donde estaba el Arca del Pacto. Esto representa la
relación-experiencia de la Fiesta de los Tabernáculos, la
tercera fiesta, y uno tiene que ser parte del cuerpo del Sumo
Sacerdote (Jesús) con el fin de tener acceso directo a Él sin velos
que los separen.
Quizás
es por esta razón que Moisés da a Israel un último recordatorio de
observar la Fiesta de los Tabernáculos. Leemos en Deut.
31:10-13,
10
Entonces
les mandó Moisés, diciendo: “Al
final de cada siete años,
en el momento del año de la remisión de las deudas [Shemittah,
‘libertad provisional’],
en la Fiesta
de los Tabernáculos,
11 cuando todo Israel se presente delante de Yahweh tu Dios en el
lugar que él escoja, leerás
esta ley
delante de todo Israel a oídos de ellos. 12 Harás
congregar al pueblo, hombres, las mujeres y niños y al extranjero
que se encuentre en tu ciudad,
con el fin de que escuchen, aprendan a temer a Yahweh tu Dios, y
cuiden de observar todas las palabras de esta ley. 13 Y sus hijos,
que no la conocen, la oirán y aprenderán a temer a Yahweh tu Dios,
todos los días que viváis en la tierra a donde vais, pasando el
Jordán, para poseerla.
La
Ley debía ser leída a todo el pueblo cada siete años durante la
celebración de la Fiesta de los Tabernáculos. Aun así, no hay
registro de que esto se hiciera hasta el tiempo de Nehemías después
de la cautividad de Babilonia muchos siglos después.
Nehemías celebra Tabernáculos
17
Y
toda la asamblea de los que habían regresado de la cautividad
hicieron cabañas y vivían en ellas. Los
hijos de Israel, de hecho no lo habían hecho desde los días de
Josué hijo de Nun hasta aquel día.
Y hubo gran regocijo. 18 Y leyeron
en el libro de la ley de Dios cada día,
desde el primer día hasta el último día. Y celebraron la fiesta
durante siete días, y al octavo día hubo una asamblea solemne según
la ordenanza.
La
Fiesta de los Tabernáculos era el único día de fiesta en el que se
mandó leer la Ley al pueblo. Tabernáculos,
por lo tanto, representa
un tiempo en que la Ley está escrita totalmente en nuestros
corazones.
La Edad de los Tabernáculos, después de la Edad de Pentecostés, es
un momento en que los vencedores experimentarán esto, habiendo sido
perfeccionados por el “cambio” corporal que menciona Pablo en 1
Cor. 15:51-54.
Tabernáculos abierta para todos
Moisés
también hace mención una vez más la universalidad de la Fiesta de
los Tabernáculos, cuando él manda a
todas las personas -incluyendo
a los extranjeros aparecer delante de Dios y escuchar la lectura de
la Ley. La clara implicación es que no sólo los israelitas
genealógicos, sino todos los ciudadanos de esta “nación santa”,
debían participar en Tabernáculos y recibir la Ley escrita en sus
corazones.
De
hecho, Moisés usa el término “Israel” como un término nacional
en el mismo versículo, diciendo que “todo Israel” debía oír la
Ley,
incluidos los extranjeros.
Por lo tanto, los extranjeros eran parte de “todo Israel”, no
genealógicamente, pero si ciertamente como ciudadanos nacionales. En
otras palabras, todo
el mundo tenía la misma oportunidad de ser un vencedor
y cumplir con esta fiesta.
23
Tres
veces al año se presentarán todos tus varones delante del Señor
Yahweh, el Dios de Israel.
Todos
los años, los hombres debían presentarse ante Dios en la Pascua,
Pentecostés y Tabernáculos. Las mujeres y los niños no estaban
obligados a aparecer, aunque se les permitía hacerlo, si así lo
deseaban, porque ellas y sus hijos estaban representados por sus
esposos o padres. Pero Moisés dice en Deut.
31:10
que cada
siete años,
“el
año de la remisión”,
se requería que las mujeres y los niños también aparecieran ante
Dios.
No
está claro si este requisito era un cambio de la Ley de Éxodo o una
mera aclaración de la Ley original. Sin embargo, el hecho de que
aparezca en la Segunda Ley sugiere que esta inclusión debía ser
aclarada bajo el Nuevo Pacto. Y, en efecto, vemos esto en los
Evangelios y el libro de Hechos.
Lucas,
en particular, se centra en este aspecto de la Ley Bíblica. Lucas
era un médico griego, cuyo Evangelio fue diseñado para cerrar
la brecha entre
la cultura hebrea y la cultura griega, entre judíos y no judíos, y
entre hombres y mujeres.
Él usa muchos términos médicos de la época para traer sanidad,
con el fin de lograr el unificado hombre de la Nueva Creación, que
su compañero Pablo menciona en Ef.
2:15.
De este modo, se
muestra un interés especial en el tratamiento de las mujeres y los
extranjeros,
los cuales habían sido relegados al Atrio Exterior, y no se les
permitía pasar de la pared en el templo que dividía a los hombres
de las mujeres y los convertidos extranjeros a Jesús.
A
pesar de que la Ley nunca mandó que una pared tal se construyera,
las tradiciones de los hombres interpretaron la Ley en el sentido de
que Dios permitía que sólo los hombres judíos pudieran estar cerca
de Él, y todos los demás se limitaran a una relación distante con
Dios. Jesús vino para corregir el pensamiento de los hombres y para
mostrar la verdadera intención de la Ley. Por lo tanto, Pablo dice
en Ef.
2:14,
14
Porque
él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando
la pared intermedia de separación.
Está
claro que Pablo y Lucas deben haber tenido muchas conversaciones
sobre esto, porque se enfrentaron a esta actitud formidable e ilegal,
siempre que encontraban judíos en las sinagogas, cuyos puntos de
vista había sido formados por la pared divisoria.
Por
lo tanto, Lucas fue llamado a sanar las brechas a través de su
Evangelio, mientras que los otros evangelios presentan otras verdades
para diferentes propósitos y para diferentes audiencias. Mateo
fue un evangelio escrito para una público judío, presentando
a Cristo como Rey. Marcos fue un evangelio escrito para
un público romano, presentando a Cristo como el Siervo
Sufriente por todos los hombres. Lucas presenta a Cristo
como el Hijo del Hombre, el ejemplo a seguir para todos los
hombres, al entrar en el Hombre de la Nueva Creación. Juan
presentó a Cristo como el Hijo de Dios, Aquel por el que
todos los hombres pueden ser hechos hijos de Dios.
Moisés
nos dice que todos los hombres, mujeres, niños y extranjeros debían
presentarse ante Dios para escuchar la Ley cada siete años, el año
de la remisión. Este era el año sabático cuando se suponía que
nadie sembrara o cosechara, sino que permitieran que la tierra
descansase. Debido a que la agricultura era su principal fuente de
ingresos, la Ley también les liberaba de hacer pagos durante ese año
por las deudas que debían. El Gesenius Lexicon nos dice que la
palabra hebrea para “remisión” es shemittah.
Él la define: “detener las exacciones (temporales), remitir,
liberación (de la deuda)”.
Estas
deudas no eran canceladas hasta el comienzo del año cincuenta, que
es el Año del Jubileo. El
Año de la Remisión era un año en el que las personas se liberaban
de hacer los pagos de la deuda hasta el año siguiente
(Deut.
15:1-3).
No había, por supuesto, tal remisión requerida a los extranjeros
que vivían fuera de las fronteras de Israel, porque ellos no
observaban Sábado de reposo de la tierra. Por lo tanto, tenían
ingresos durante el año de la remisión y por lo tanto podría ser
obligados a seguir haciendo los pagos de la deuda a los hijos de
Israel.
La
lectura de la Ley a todo el pueblo cada siete años se aseguraría de
que los niños escucharan toda la Ley dos o tres veces durante su
crecimiento. Y así, si sus padres violaban la Ley, ya sea
voluntariamente o por ignorancia, los niños tendrían la oportunidad
de ver esto y hacer ajustes en sus propias vidas.
Todos
los hombres (incluidos los extranjeros) estaban obligados a estar
delante de Dios tres veces al año en el momento de las fiestas. En
años posteriores se hizo costumbre leer Deuteronomio cada año en la
fiesta de los Tabernáculos, pero el requisito legal era leerlo cada
siete años, cuando todo Israel estaba presente.
http://www.gods-kingdom-ministries.net/teachings/books/deuteronomy-the-second-law-speech-9/chapter-14-feast-of-tabernacles-for-all-men/ |
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