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SENCILLA OBEDIENCIA / EL PELIGRO DE LA AMBICIÓN ESPIRITUAL (Sorbos místicos), François Fenélon




SENCILLA OBEDIENCIA

Promueve la paz. Haz oídos sordos a tu acalorada imaginación. Tu activa imaginación dañará tu salud y secará en gran manera tu vida espiritual. Te preocupas enfermizamente sin razón. La paz interior y la dulce presencia de Dios huyen ante el desasosiego. ¿Cómo puedes oír a Dios hablar a su manera dulce y tierna, cuando tus apresurados pensamientos crean un remolino por dentro? Estate tranquilo, y pronto Él se hará oír. Permítete un exceso: ser excesivamente obediente

Pides alivio, pero no ves que se te ha guiado hasta el borde de una fuente que rehúsas beber. La paz y el consuelo sólo habrán de hallarse en sencilla obediencia. Sé obediente sin hablar demasiado de lo obediente que eres. Pronto encontrarás ríos de aguas vivas fluyendo dentro de ti. Si crees mucho, recibirás mucho. Si no crees nada, nada recibirás, y sólo seguirás escuchando a las historias que tú vacía imaginación te cuenta.

Deshonras al verdadero amor al suponer que se preocupa de las insignificancias que centran de continuo tu atención. Satanás está disfrazado de un ángel de luz. Asume la forma de un amor legalista y de una conciencia muy sensibilizada. Ya deberías saber de los problemas a los que él te conducirá si te convence para que seas un fariseo. Rechaza su progreso. 

Si sólo te dejas avasallar por deseos sencillos y poco complicados, le serás a Dios de mayor agrado que si murieras la muerte de cien mártires. Deja caer tus ansiedades sobre el hecho de haber tardado tanto en ofrecer este sacrificio en simplicidad a Dios. ¿Puede dudar el verdadero amor cuando el Buen Amado así lo pide? 




EL PELIGRO DE LA AMBICIÓN ESPIRITUAL

Estoy contento de saber que estás bien, y de haberme contado de una forma sencilla todo cuanto ocurre dentro de ti. Nunca dudes en escribirme sobre cualquier cosa que pienses que Dios te esté pidiendo. 

No sorprende que seas muy ambicioso en avanzar en tu vida espiritual y hallarte en compañía de aquellos que tienen reputación de ser espirituales. No importa su apariencia, estas cosas siguen adulando a tu amor propio. No trates de llevar a cabo tus ambiciones de hacerte más espiritual, o ser tenido en compañía de las personas que son honradas por su espiritualidad. Tu meta debiera ser morir a cada una de dichas ambiciones dejándote humillar. Debes aprender a aceptar la oscuridad y el solaz desprecio mientras mantienes tus ojos puestos únicamente en Dios. 

Puedes oír interminables sermones sobre una vida perfecta. Puedes saber todo lo que se predica sobre el tema y aún estar más lejos de la perfección que nunca. Tu meta primordial habría de ser hacer oídos sordos al yo, mientras escuchas a Dios en silencio. Deberías renunciar a tu orgullo y entregarte a lo que agrade a Dios. 

Habla poco y haz mucho, sin preocuparte de si te han visto o no. Dios te enseñará más que incluso al más maduro cristiano. Él te enseñará mejor que todos los libros del mundo. ¿Por qué tiendes tanto hacia el conocimiento? ¿No te das cuenta de que todo lo que necesitas es ser pobre en espíritu, y no saber nada excepto a Cristo, y a Cristo crucificado? El conocimiento envanece, es sólo el amor lo que edifica. (1ª Corintios 8:1) Conténtate con tan sólo el amor.

¡Qué! ¿Crees que la forma de amar a Dios viene por acumular más conocimiento? Ya tienes más de lo que puedes usar. Practica lo que ya  sabes en vez de buscar más conocimiento. Te engañas a ti mismo si crees que estás creciendo espiritualmente porque tu curiosidad ha explorado intelectualmente alguna idea espiritual. Humíllate a ti mismo, y no esperes recibir del hombre lo que sólo Dios puede dar.


(Por Gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

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