Quieres ser perfecto. ¿Quizás es esa la única forma de hallar la paz? La paz verdadera llega cuando ves tus propios defectos, defectos que no se ocultan ni se toleran, y admites que estás equivocado. Cuando hagas esto aprenderás a aceptar cuán frágil y débil eres. Habrás hecho progresos hacia la confianza en Dios sencillamente porque ya no confiarás en ti mismo.
La paz de Dios sólo se hallará cuando pongas a un lado tu propia búsqueda. Cuando todo tu deseo sea la gloria de Dios y Su voluntad, conocerás de una paz tan profunda como un océano. Nada puede entorpecer esa paz excepto retraer parte de tu corazón con temor. Ser indeciso te meterá en toda clase de problemas. Tu mente tratará de hacerte girar como una peonza.
Tus defectos pueden llegar a preocuparte más que los defectos de los demás porque Dios requiere que te sacrifiques con el fin de tratar con ellos. Sé fiel a la luz que Dios te da. Tienes antecedentes de ser muy legalista, y tus sueños de irrealidad acabarán por superarte si no andas con cuidado. Tan sólo haz lo que Dios te muestre que hagas ... nada más.
Y sobre todo no trates de levantar dudas interiores por una constante inquisición mental. Si tienes una verdadera duda, tráela ante Dios. Si Dios necesita algo de ti, entonces obedécele. Si Él te muestra algo que va a pedir de ti, entonces usa ese discernimiento para preparar el sacrificio en vez de ponerte neurótico con el tema. Sigue a Dios en paz e ignora cuanto argumento se congracie con tu mente. Confírmate a Dios y haz cuanto puedas. En el momento que nada te importe excepto la voluntad de Dios, todo obstáculo será echado al fondo del mar. Deshecha tus ideas terrenales y te ahorrarás mucha congoja.
SILENCIO INTERIOR
¡Deja de escuchar a tu mente sin renovar y el tipo de lógica que tiene! Acostúmbrate a venir a Dios y pedirle socorro cuando Él te pida algo que temas dar.
Tu susceptibilidad para con los asuntos más insignificantes muestra cuánto necesitas que Dios arranque de ti las cosas del mundo. Haces grandes progresos cuando empiezas a entregarle a Dios todas las actitudes infantiles que tienes, y le permites tratar con los “pequeños” problemas de tu vida. No necesitas hacer gala de una profunda espiritualidad ... tan sólo deja que Dios obre en tu día a día.
Puedes morir a ti mismo en el transcurso de tu existencia diaria ... no tienes que meterte en un desierto, o en lo alto de una alta montaña para ser espiritual.
Todo lo que Dios te pide es que le des lo que Él te ordena. Para hacer esto debes estar alerta y orar. Cultiva una confianza en Dios ... no en tu vanidad o curiosidad o naturaleza perezosa.
(Por gentileza de Esdras Josué ZAMBRANO TAPIAS)
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