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MIRAD A MÍ Y REFLEJAD MI GLORIA (Mantenernos enfocados en Dios), Oswald Chambers




¿Esperamos que Dios venga con sus bendiciones y nos salve? Él dice: "mirad a mí y sed salvos..." La dificultad espiritual más grande es que nos concentremos en Dios y son sus bendiciones las que lo hacen tan difícil. Casi siempre las aflicciones nos llevan a mirarlo, pero sus bendiciones tienden a desviar nuestra atención de Él. La lección básica del Sermón del Monte es que reduzcas todos tus intereses hasta que tu mente, corazón y cuerpo se enfoquen en Jesucristo: "Mirad a mí..."

Muchos de nosotros tenemos un molde mental sobre lo que un cristiano debe ser y buscar esta imagen en la vida de otros creyentes se convierte en un obstáculo para enfocarnos en Dios. Esta no es la salvación -no es lo suficientemente simple. En realidad, Él nos dice: "Mírenme y ustedes SON salvos", no serán salvos algún día, sino ahora mismo. Encontraremos lo que buscamos si nos concentramos en Él. Pero nosotros nos distraemos fácilmente y nos irritamos con Dios, mientras Él continúa diciéndonos: "Mirad a mí y sed salvos". Todas nuestras dificultades, pruebas y preocupaciones acerca del mañana se desvanecen cuando lo miramos a Él.

Despiértate y míralo. Fundamenta tu esperanza en Él. No importa cuántas cosas parezcan presionarte, ponlas a un lado con determinación y míralo a Él. "Mirad a mí". La salvación es tuya cuando le miras.



La característica más sobresaliente de un cristiano es esta abierta franqueza ante Dios que le permite convertir su vida en espejo para otras personas. Cuando el Espíritu Santo nos llena, somos transformados y, cuando contemplamos la gloria del Señor, nos volvemos espejos. Siempre puedes saber cuando una persona ha estado contemplando la gloria divina porque sientes en lo más íntimo de tu espíritu que refleja el carácter propio del Señor. Cuídate de lo que puede empañar ese espejo en ti, lo cual casi siempre es algo bueno: algo bueno pero no lo mejor.

La regla de oro para tu vida y la mía es que nos concentremos en mantener nuestra vida abierta para Dios. Haz a un lado todo lo demás, vestido, alimento, todo lo que hay en el mundo. El ajetreo de los otros asuntos siempre tiende a opacar nuestra concentración en Dios. Debemos mantener una posición de contemplación a Él, conservando nuestra vida entera totalmente espiritual. Deja que lo demás vaya y venga, que las personas te critiquen como quieran; pero no permitas que nada opaque "la vida que está escondida con Cristo en Dios", Colosenses 3:3. Nunca dejes que los afanes interrumpan tu relación de permanencia en Él. Y aunque resulta fácil permitirlo, debemos tomar precauciones para que no ocurra. La lección más difícil de la vida cristiana es aprender como mantenernos contemplando como en un espejo la gloria del Señor.


Oswald Chambers
(Por gentileza de Josué Zambrano)

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