B. Muerte y humillación
Es imposible determinar la causa de la muerte de Watchman Nee. Pero sabemos que cuando sucedió no se estaba con él ningún pariente ni hermano ni hermana. Desde la perspectiva humana, ésta fue una muerte vil y humillante. No hubo notificación legal de su muerte ni tuvo un sepelio. Fue incinerado el 1 de junio de 1972. La hermana mayor de su difunta esposa fue la única a quien informaron de su muerte y de su incineración el 1 de junio de 1972. Ella reclamó las cenizas y las dio al sobrino político de Watchman, el cual las sepultó con las de la señora Nee en su ciudad natal de Kwanchao, en el condado de Haining, provincia de Chekiang.
A continuación incluimos el relato de la sobrina nieta del hermano Nee, la cual acompañó a la hermana mayor de la esposa de Watchman Nee cuando reclamaron sus cenizas:
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En junio de 1972 nos llegó la noticia de la plantación de trabajo de que mi tío abuelo había fallecido. La mayor de mis tías abuelas y yo fuimos rápidamente a aquella finca de trabajo. Pero cuando llegamos allí, nos enteramos de que él ya había sido incinerado. Sólo pudimos ver sus cenizas... Antes de su partida, dejó un pedazo de papel debajo de su almohada, con varios renglones de letras grandes, escritas con una mano temblorosa. El quiso dar testimonio de la verdad que permaneció en él hasta su muerte, y que guardó en la experiencia de toda una vida. Esta verdad es: “Cristo es el Hijo de Dios, quien murió para redimir a los pecadores y resucitó después de tres días. Esta es la verdad más grande del universo. Muero por mi fe en Cristo. Watchman Nee”. Cuando el oficial de la hacienda de trabajo nos mostró este papel, le pedí al Señor que me permitiera aprenderlo de memoria...
Mi tío abuelo ha fallecido. El permaneció fiel hasta la muerte. Con una corona teñida en sangre, él se fue para estar con el Señor. Aunque Dios no le concedió su último deseo, que era salir de la cárcel para unirse con su esposa, le preparó algo aún mejor: se reunieron ante el Señor.
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Así llegó a su fin la existencia de Watchman Nee en la tierra. En mayo de 1989, después de diecisiete años, sus cenizas y las de su esposa fueron trasladadas por sus dos sobrinos de Chekiang a un cementerio público en Shiangshan en la ciudad de Suchow, provincia de Kiangsu. Así, ambos fueron sepultados en “El cementerio cristiano” al lado del hermano de Watchman Nee, Hwai-tsu y la esposa de éste.
Watchman Nee fue un varón de dolores. El sufrió como seguidor del Cordero. Ahora, como fruto de sus sufrimientos, tenemos una rica herencia en el recobro del Señor. Las dos estrofas siguientes son la conclusión del himno 635 [del himnario en inglés], sobre lo que padece la vid. Estas palabras, que él me ayudó a adaptar en las estrofas de cántico en Hong Kong en 1950, resumen toda su vida:
Nuestra vida no se mide por las riquezas,
Sino por lo que hayamos perdido
No es la cantidad de vino que bebimos
Sino cuánto hayamos derramado.
Pues la fuerza del amor permanece para siempre
En el sacrificio que sobrellevamos;
Quien más sufrimiento experimenta
Más tiene para compartir.
El que se disciplina severamente
Es a quien Dios puede conquistar;
Aquel que más lastimado es,
Más puede consolar a los demás.
Aquel que nunca sufrió
Es un metal vacío que retiñe;
Aquel que no preserva su propia vida
Tiene un gozo que lo supera todo.
Watchman Nee estaba consciente de que la vida no se mide por los bienes que uno haya acumulado, sino por lo que uno haya perdido y que quien más ha sufrido tiene más que compartir con los demás. Por esta razón, él nunca se cuidó a sí mismo, sino que llevó la cruz y la comunión de los padecimientos de Cristo, siendo conformado a Su muerte, para expresarle a fin de que otros fuesen nutridos y enriquecidos por El.
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