"... gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo...", 1ª Pedro 4: 12.
Las aflicciones de Cristo no fueron las que comúnmente tú y yo padecemos. Él sufrió según la voluntad de Dios (1ª Pedro 4: 19) y desde la perspectiva en que nosotros sufrimos como individuos.
Sólo a través de la relación con Jesucristo comprendemos lo que Dios está buscando en su trato con nosotros. Es parte de nuestra cultura cristiana querer saber de antemano cuales son los propósitos divinos cuando se trata de las aflicciones. La historia de la Iglesia Cristiana registra que tendemos a evadir el ser identificados con los padecimientos de Jesucristo. La gente ha tratado de obedecer las órdenes de Dios mediante sus propios atajos. El camino de Él siempre es el del sufrimiento, el sendero del "recorrido largo a casa".
¿Participamos de las aflicciones de Cristo? ¿Estamos dispuestos a que Dios destruya y transforme nuestras decisiones personales?
Esto no implica que vayamos a saber exactamente la razón por la que Dios nos está llevando por ese camino, pues nos volveríamos pedantes espirituales. Momentáneamente no comprendemos a través de qué situación Él desea llevarnos. La atravesamos más o menos sin entender, hasta que, de repente, llegamos a un lugar luminoso y decimos: "¡Dios me ha fortalecido y ni siquiera lo sabía!"
Oswald Chambers
(Gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)
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