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EL QUE CREE ESTAR FIRME / VIVIR EL AHORA SIN PREOCUPARSE, Oswald Chambers




"Llegó la noticia a Joab y porque también Joab se había adherido a Adonías, 
si bien no se había adherido a Absalón".
1 Reyes 2:28
Joab soportó la prueba más grande de su vida y permaneció absolutamente leal a David en lugar de seguir al fascinante y ambicioso Absalón. Sin embargo, hacia el final de sus días se adhirió al cobarde Adonías. Mantente siempre alerta al hecho de que allí donde una persona se ha vuelto atrás es exactamente donde cualquiera podría descarriarse (ver 1 Corintios 10:1-13) Tal vez acabas de salir airoso de una gran crisis, pero ahora debes estar atento a lo que parece tentarte menos. Cuídate de pensar que las áreas en las que has triunfado en el pasado son las que tienen menos probabilidad de hacerte tropezar y caer.

Somos propensos a decir: "De ninguna manera es probable que, después de haber atravesado la crisis más grande de mi vida, ahora me vuelva a las cosas del mundo". No trates de predecir de dónde vendrá la tentación. El verdadero peligro está en lo improbable. Es después de una gran experiencia espiritual que lo menos probable se hace sentir. Tal vez no sea algo que ejerza una influencia dominante sobre ti, pero recuerda que se encuentra ahí y, si no estás prevenido, te hará tropezar.

¿Has permanecido fiel a Dios durante las pruebas grandes e intensas? Ahora cuídate de las corrientes ocultas. Pero no caigas en una introspección enfermiza ni mires hacia adelante con temor, sino mantente alerta. Y que tu memoria se conserve despierta delante de Dios. La fortaleza que no se vigila en realidad es una doble debilidad porque es allí donde las tentaciones menos probables minan tu fuerza. Los personajes de la Biblia tropezaron en sus puntos fuertes, nunca en los débiles"Guardados por el poder de Dios", 1 Pedro 1:5. Esta es la única seguridad.



La parábola de Jesús acerca de los talentos, narrada en Mateo 25:14-30, nos advierte sobre la posibilidad de juzgar mal nuestra capacidad. Esta parábola no tiene nada que ver con los dones y habilidades naturales, sino con el don del Espíritu Santo, como fue dado por primera vez el día de Pentecostés. Nunca debemos medir nuestra capacidad espiritual por la educación o el intelecto, sino por las promesas de Dios. Si obtenemos menos de lo que Él quiere para nosotros, en poco tiempo lo calumniaremos como hizo el siervo con su señor: "Esperas de mí más de lo que me das poder para hacer. Me exiges demasiado, no puedo serte fiel en el lugar donde me colocaste". Cuando se trate del Espíritu Omnipotente de Dios, jamás digas: "No puedo", y no le des cabida nunca al tema de las limitaciones de tus habilidades naturales. Dios espera que la obra del Espíritu Santo se manifieste en nosotros, si ya hemos recibido a su Espíritu.

El siervo se justificó en cada una de sus acciones y condenó a su señor en todos los puntos: "Lo que me exiges está fuera de toda proporción con lo que tú das". ¿Hemos estado calumniando a Dios al atrevernos a preocuparnos, cuando Él ha dicho: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán añadidas", Mateo 6:33? Preocuparnos significa exactamente lo que este siervo insinuó: "A mí no me han dado una oportunidad adecuada". El perezoso espiritual critica a Dios, pues la gente perezosa siempre culpa a los demás.

Nunca olvides que nuestra capacidad y habilidad en los asuntos espirituales se mide por las promesas de Dios. ¿Puede Dios cumplir Sus promesas? Nuestra respuesta depende de si hemos recibido o no el Espíritu Santo.



"¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido, Felipe?" Juan 14:9
El Señor debe asombrarse de nosotros una y otra vez por nuestra falta de sencillez. Nuestras opiniones personales son las que nos vuelven torpes y lentos para entender. Sin embargo, cuando somos sencillos, nunca somos necios y constantemente tenemos discernimiento. Felipe esperaba la revelación de un misterio extraordinario, pero no en Jesús, la persona a quien creía conocer. El misterio de Dios no radica en lo que sucederá en el futuro, sino que está en el presente, aunque nosotros lo buscamos en un futuro cercano, en un acontecimiento sobrecogedor y trascendental.

No somos renuentes a obedecer a Jesús, pero es muy probable que le estemos causando dolor con las preguntas que le hacemos: "Señor, muéstranos el Padre", Juan 14:8. Su respuesta no se hizo esperar: "¿No, puedes verlo? Él siempre está justo aquí, no hay otro lugar donde puedas encontrarlo". Esperamos que Dios se manifieste a Sus hijos, pero Él lo hace solamente en ellos. Y mientras otras personas pueden ver la evidencia, los hijos de Dios no. Queremos ser totalmente conscientes de lo que Él está haciendo en nosotros, pero no podemos tener esa plena conciencia y al mismo tiempo seguir siendo razonables o equilibrados en nuestras expectativas acerca de Él. Si todo lo que le estamos pidiendo son experiencias, o si el camino se bloquea cuando no nos hacemos conscientes de ellas, entonces herimos al Señor. Las preguntas mismas que le formulamos lo hieren porque no son las preguntas de un hijo.

"No se turbe vuestro corazón", Juan 14:1, 27. ¿Estoy hiriendo a Jesús al permitir que mi corazón se turbe? Si creo en Él y en Sus atributos, ¿vivo de acuerdo con mis creencias? ¿Permito que algo perturbe mi corazón, o le doy cabida a preguntas malsanas? Debo llegar a una relación plena, sin restricciones, en la que reciba todo tal como venga de Él. Dios jamás nos guía para un futuro cercano, sino que siempre nos guía ahora. Comprende que el Señor se encuentra aquí, ahora y recibirás libertad inmediata.

Tu única responsabilidad es la de mantenerte en un contacto vivo y permanente con Dios y la de cuidar que nada estorbe tu cooperación con Él. La libertad que experimentaste después de la santificación es la libertad de un hijo y lo que sujetaba tu vida desaparece. Pero, ten cuidado de recordar que has sido libertado con el único propósito de estar absolutamente consagrado a Aquel que es tu compañero de trabajo.

No tenemos ningún derecho a decidir cuál es el lugar donde Dios nos debe colocar, o a tener ideas preconcebidas con respecto a aquello para lo cual Él nos está preparando. Dios está a cargo de todo. Dondequiera que nos ubique, nuestro único objetivo debe ser derramar nuestras vidas con una devoción incondicional a Él en aquella obra en particular. "Todo lo que te venga a mano para hacer, hazlo según tus fuerzas", Eclesiastés 9:10.



LA SENDA DE LA FE
No te preocupes del futuro ... la preocupación ahoga la obra de la gracia dentro de ti. Cuando Dios te dé consuelo, disfrútalo. Mírale sin parar. Disfruta Su provisión día a día como los israelitas recibían su maná. No intentes acumular nada.

Hay dos peculiaridades en cuanto al camino de la fe. La fe discierne a Dios detrás de todas las circunstancias que tratan de ocultarlo. La fe también te sostiene en un estado de incertidumbre. Quiero que te des cuenta de lo ininterrumpidamente que te sentirás suspendido en el aire (caminar sobre el agua) sin que se te permita caminar sobre tierra firme (regresar a la barca). El consuelo que hallas en este momento será del todo inadecuado para el siguiente instante.

Deja a Dios actuar en tu vida del modo que a Él le parezca mejor. Todo lo que debes hacer es ser fiel a lo que Él te pide. Dios quiere que dependas de Él de un instante al otro. Las tinieblas y la incertidumbre de la senda de tu vida deben llevarte a un pacífico descanso en Él.

Es una verdadera muerte confiar en Él aun sin ver adónde te conduce. Es una muerte silenciosa que toma lugar sin mucho bombo y platillo. Morir a ti mismo se dejará sentir como un fuego lento. El final llega de una forma tan sutil e interior, que a menudo está tan oculto de ti como de los que saben por lo que estás pasando.

Cuando Dios se lleva cosas tuyas, sabe cómo y cuándo reponerlas. Luego puede que te las devuelva por medio de Sí Mismo o a través de otros. Puede Él levantar hijos de las piedras. Así pues come tu pan diario sin pensar en el mañana ... baste a cada día su propio afán. (Mateo 6:34) El mañana se ocupará de sí mismo. Aquel que hoy te alimenta es el mismo que te alimentará mañana. El maná caerá del Cielo en medio del desierto antes de que los hijos de
Dios deseen cosa alguna.

(Por gentileza de E. Josué Zambrano)

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