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OBEDECER LA LUZ QUE RECIBIMOS - ¿OBEDECERLE O SOPESAR LAS CONSECUENCIAS?, Oswald Chambers




Necesitamos aprender el secreto del corazón ardiente. Jesús se nos aparece de repente, el fuego se enciende y tenemos visiones maravillosas. Pero luego debemos aprender a mantener el secreto del corazón ardiente que soportará todas las situaciones. Los días opacos, áridos, tristes, con sus tareas rutinarias y la gente corriente, apagan el corazón que arde, si no hemos aprendido el secreto para permanecer en Jesús.

Muchas de nuestras aflicciones como cristianos no las sufrimos por causa del pecado, sino porque ignoramos las leyes de nuestra propia naturaleza. Por ejemplo, la única prueba para saber si debemos dar rienda suelta a una emoción es examinar cual será su desenlace. Proyéctala a su conclusión lógica y si el resultado es algo que Dios condenaría, detenla inmediatamente. Pero si es una emoción que el Espíritu de Dios ha encendido y no permites que se exprese en tu vida, tendrá un efecto inferior al que Dios desea. Cuanto más elevada sea la emoción, más profundo será su descenso o degradación, si no se desarrolla en su nivel apropiado. Cuando el Espíritu de Dios te estimule y mueva tu ser, actúa al máximo de acuerdo con Su fuego y no des un paso atrás en tu determinación, sin importar las consecuencias. No siempre podemos permanecer en el "monte de la transfiguración" (ver Marcos 9:2-9), pero sí debemos obedecer la luz que recibimos allí y ponerla en práctica. Cuando Dios nos da una visión, necesitamos llevar a cabo nuestras tareas de acuerdo con ese curso de acción, sin que importe el costo.
No podemos encender a voluntad
la llama que en el corazón habita,
el Espíritu sopla, apacible,
y en el misterio queda nuestra alma;
más las tareas que me propuse en los momentos
de discernimiento
las podré realizar en la hora de la penumbra.


Dijo Jesús: "Vamos de nuevo a Judea. Le dijeron sus discípulos ... ¿y vas otra vez allá?" 
Juan 11:7-8

Es posible que yo no entienda las palabras de Jesucristo, pero es arriesgado afirmar que, por esta razón, Él estaba equivocado en lo que dijo. Nunca es correcto creer que mi obediencia a una palabra que Dios me dé le traerá deshonra a Jesús. Lo único que es deshonroso para Él es la desobediencia. Nunca es conveniente poner mi punto de vista acerca de Su honor por encima de lo que Él me está guiando claramente a hacer, aunque pueda surgir de un deseo verdadero de impedir que Él sufra una vergüenza pública.

Yo sé cuándo las instrucciones vienen de Dios por su apacible persistencia. Pero cuando tengo que sopesar los pros y los contras y llegan la duda y la controversia, estoy permitiendo que entre en juego un factor que no es de Dios. Esto solamente me llevará a concluir que las instrucciones que Él me dio eran incorrectas. Muchos de nosotros somos fieles a nuestros conceptos sobre Jesucristo, pero ¿cuántos somos fieles a Él mismo? Fidelidad a Jesús significa que tengo que salir hacia donde no puedo ver nada (ver Mateo 14:29). Pero, ser fiel a mis propias ideas significa que primero despejo mentalmente el camino. La fe, sin embargo, no es un entendimiento intelectual; la fe es un compromiso deliberado con la persona de Jesucristo, incluso cuando no puedo entender o ver qué hay adelante.

¿Te estás debatiendo entre dar un paso por la fe en Jesús, o esperar hasta que puedas ver claramente la manera de hacer lo que Él te ha ordenado? Sencillamente obedécele con un gozo que no mida las consecuencias. Cuando empiezas a debatir algo que Él te dice, es porque tienes una noción errada sobre las cosas que lo honran. ¿Eres fiel a Jesús o a tus conceptos acerca de Él? ¿Eres fiel a lo que Él dice, o estás tratando de transigir con ideas que nunca vinieron de Él? "Haced todo lo que el os diga", Juan 2:5.

(Por gentileza de E. Josué Zambrano)

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