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Estudio de EFESIOS - Parte 23 - LIDERAZGO DEL REINO (Parte 2) (Matrimonio antes y después del Edén), Dr. Stephen Jones

 



El matrimonio requiere trabajo en equipo para lograr el propósito de la creación de Adán, que era sojuzgar la Tierra y hacerla fructífera. Al hombre, y a la mujer dentro de él, se les dio autoridad sobre la Creación, pero no all uno sobre el otro. Fue solo después que el pecado entró en el mundo que su unidad se rompió, y Dios le dijo a la mujer: “Él se enseñoreará de ti”.


Por lo tanto, las instrucciones de Dios con respecto al matrimonio establecieron nuevas reglas por las cuales este trabajo en equipo debía funcionar mientras los efectos del pecado fueran una amenaza para su unidad. En otras palabras, la autoridad iba a ser parte del orden del Reino hasta el Jubileo de la Creación, cuando todas las cosas se reconciliaran.


Mientras tanto, en la medida de lo posible, estamos llamados a aprender a volver al estado edénico, donde, como dijo Jesús, la unidad prevalece (Génesis 2: 24), el divorcio es impensable (Mateo 19: 8), y no hay necesidad de ejercer la autoridad dentro del matrimonio. Mateo 19: 8 dice,


8 Él les dijo: “Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero no ha sido así desde el principio”.


Por lo tanto, vemos que la entrada del pecado en el mundo alteró la condición del matrimonio, porque Dios previó el conflicto que surgiría con el paso del tiempo. No solo habría conflictos dentro del matrimonio, sino también en todas las demás formas de “trabajo en equipo”, como los reyes y sus reinos. En un matrimonio del Antiguo Pacto, los desacuerdos son manejados por una de las partes anulando a la otra o mediante alguna forma de compromiso. En un matrimonio del Nuevo Pacto, el esposo y la esposa no están satisfechos ni siquiera con el compromiso. Buscan la voluntad de Dios hasta que la encuentran y así mantienen la unidad.


Desde las formas más altas de autoridad hasta las más bajas, se aplican las reglas del trabajo en equipo, cada una a su manera.


Está claro que Jesús distinguió entre el matrimonio en el Edén y el matrimonio postedénico (cuando se escribió la Ley de Moisés). Debido al pecado (“dureza de corazón”), muchos matrimonios del Antiguo Pacto seguramente fracasarían y necesitarían leyes que regularan el divorcio (Deuteronomio 24: 1-5). Los hombres a menudo se aprovechaban de las leyes de divorcio para hacer injusticia a sus esposas, como se ve en las leyes de Hammurabi. Pero las leyes de divorcio también eran absolutamente necesarias en ocasiones, por ejemplo, para proteger la vida de la mujer de un marido abusivo.


Estudiar las causales de divorcio es para otro estudio. El punto es que cuando el pecado entró en el mundo, Dios sabía que la relación original en el Jardín se había interrumpido y que se necesitaría autoridad para mantener el orden en la Tierra. Pero, como dijo Jesús, “desde el principio no ha sido así”. Así como el divorcio en sí mismo fue una acomodación a causa del pecado, también la autoridad misma fue una acomodación a causa del pecado.


Esto es importante, porque la relación matrimonial es el primer ejemplo en las Escrituras de muchas relaciones en la Tierra que requieren autoridad. El mismo principio de autoridad se ve entre el rey y el reino, el presidente y la nación, el gobernador y el estado, el alcalde y la gente del pueblo, etc. En la mayoría de los casos, estas resultan ser relaciones del Antiguo Pacto, porque pocos tienen un entendimiento de la autoridad del Nuevo Pacto. Desafortunadamente, la Iglesia ha seguido el ejemplo del mundo.



El Matrimonio en el Edén


El principio de relación se estableció claramente en Génesis 2: 22-24,


22 De la costilla que había tomado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y la trajo al hombre. 23 El hombre dijo: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. 24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.


No vemos ningún establecimiento de autoridad del hombre sobre la mujer aquí (antes del pecado). Donde había unidad, la autoridad era irrelevante, porque ambos podían oír perfectamente la voz de Dios, y ambos eran igualmente obedientes a Dios. Uno no tenía que mandar al otro que fuera obediente. Ser desobedientes era impensable.


Esta condición ideal se establece en el Nuevo Pacto, que se describe en Jeremías 31: 34 y se cita en Hebreos 8: 11,


11 Y no enseñará cada uno a su conciudadano, y cada uno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor, porque todos me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande de ellos.


Esta bendita condición representa al mundo entero estando en unidad y acuerdo, con cada persona escuchando la voz de Dios y respondiendo a ella porque su corazón y naturaleza habrán sido transformados a la imagen de Dios. Será una condición donde toda la Creación ha sido reconciliada con Dios y donde no habrá desunión o desarmonía entre Dios y cualquier parte de su Creación. En tal estado, toda la humanidad es representada como la Novia del Nuevo Pacto de Cristo, y donde no hay necesidad de que ninguna parte de la Novia ejerza autoridad sobre otra parte. El acuerdo triunfa sobre la obediencia.


Cristo se casó con una Novia del Antiguo Pacto en el Monte Sinaí. Allí, la Novia Israel juró obediencia, como se esperaba que hiciera una buena novia de Agar. Pero la Novia del Nuevo Pacto tiene una mayor relación con su Esposo. Muestra que Cristo está buscando una Novia que esté de acuerdo con Él, no una que sea meramente obediente. Él no quiere una Novia que esté bajo sus pies, sino una que esté a su lado; en esencia, una Novia que regrese a su posición original como su “costilla” (Génesis 2: 21).


Esta es la posición descrita por Pablo en Efesios 2: 6, donde la Iglesia debía estar sentada “con Él en los lugares celestiales en Cristo Jesús”. Ella no está sentada bajo sus pies como una esclava, sino “con Él” (en su Trono) en una posición de autoridad. Debido a que ella está en unidad con Cristo, ejerce la misma autoridad que Él ejerce, todo sin conflicto con su voluntad, porque su voluntad y propósito son los mismos que los de Él. Esto es lo que significa tener la Ley escrita en nuestro corazón, como lo dice también el Nuevo Pacto (Jeremías 31: 33; Hebreos 8: 10).


La Ley describe la naturaleza de Dios, y en la actualidad Él está escribiendo su naturaleza en nuestros corazones para que podamos ser como Él. Pero en ese día no se necesitará la Ley para imponer la obediencia, y la autoridad como tal será obsoleta. Pablo dice que la ley no fue dada para el justo, sino para los inicuos y rebeldes (1ª Timoteo 1: 9). En presencia del pecado, la Ley se erige como la norma de justicia para señalar la naturaleza de Dios que podemos usar como ejemplo.


Este es el contexto de la declaración de Pablo en Efesios 5: 22: “Las mujeres estén sujetas a sus propios maridos como al Señor”. No cuestionamos ni la declaración de Dios de Génesis 3: 16 ni la declaración de Pablo de Efesios 5: 22. Sin embargo, también debemos entender que esta relación de sujeción no es el ideal bíblico en un matrimonio. Hay algo más grande, que podemos ver al comparar el matrimonio en el Edén con el matrimonio después de que el pecado entró en el mundo.


También lo vemos en la relación ideal del Nuevo Pacto entre Cristo y su Novia, donde ella está sentada con Él en su Trono. Cuando comparamos esto con el comentario de Pablo sobre las dos esposas de Abraham (Gálatas 4: 22-23), es claro que el ideal de la Iglesia no es ser la esposa esclava de Cristo, sino relacionarse con Él como una mujer libre. Eso se ve más claramente en la idea de la supremacía papal, donde a los creyentes no se les permite escuchar a Dios si lo que oyen difiere de los decretos papales o los concilios de la Iglesia. Este problema se hizo notoriamente evidente en el año 400, cuando el obispo romano decretó contra la verdad de la Reconciliación Universal, lo que finalmente hizo que la Iglesia perdiera de vista el propósito original de Dios para la Creación.



La responsabilidad de un esposo


Efesios 5: 25 dice:


25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella.


¿Cuál es el resultado práctico del amor de un esposo por su esposa? Cómo se ve? Primero, debemos notar las 16 características del amor en 1ª Corintios 13. Muchos esposos aplican estas cosas para amar al prójimo, pero no las aplican a los más cercanos a ellos. A menudo es más fácil mostrar amor a los que están lejos que a los que están cerca. Eso es porque es más fácil ocultar nuestras faltas a los que se mantienen a distancia.


El amor es una gran palabra que lo cubre todo. Es fácil afirmar que amamos, pero es difícil hacer del amor una forma de vida que abarque todas las relaciones. El amor es la base del trabajo en equipo y es esencial para que el verdadero liderazgo funcione correctamente. No podemos perder el tiempo lidiando ahora con los fracasos obvios, como cuando un esposo golpea a su esposa física, psicológica o emocionalmente. Nuestro propósito aquí es señalar cómo el amor afecta las relaciones matrimoniales en el área de la autoridad. En otras palabras, ¿cómo ejerce la autoridad un esposo dentro de los parámetros del amor?


Una pregunta relacionada es esta: ¿Cómo cumplirá la esposa de un hombre con su propia autoridad y llamamiento como doble testigo? Una mujer no carece de autoridad por derecho propio, porque como ya he mostrado, ella estaba en Adán cuando a Adán se le dio autoridad para sojuzgar y gobernar la Tierra (Génesis 1: 26). Aunque esto cambió más tarde por el pecado, no debemos pensar que una esposa debe permanecer para siempre como esclava.


Personalmente, consideré que era mi responsabilidad, a través del amor, crear las condiciones en las que mi esposa pudiera transformarse de Agar en Sara. Comprendí que si fallaba en esto, Dios me haría responsable. La autoridad y la responsabilidad van en igual medida, y como “la cabeza de la esposa” (Efesios 5: 23), vi esta autoridad como una responsabilidad, no como un mandato para tener una sirvienta. De hecho, ambos éramos siervos, el uno del otro.


La política de Jesús es amar a la Iglesia (Efesios 5: 26),


26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra.


Esta es la manera práctica en que Cristo muestra su amor por la Iglesia. El propósito de la santificación es llevar a su Novia al estado Edénico, para que ella sea el doble testigo de Cristo que establece la justicia en la Tierra. Los esposos también tienen una responsabilidad que manifiesta la realización del amor. Es hacer lo que Cristo mismo hace, pero en una escala menor. Para hacer eso, necesitamos ser lavados por la Palabra, porque ahí está la revelación del corazón de Dios.


Primero, tuve que aprender a amar y ver que el amor me obligaba a liberar a mi esposa. Sin embargo, me convenía seguir el ejemplo de Cristo al levantarla para que se sentara conmigo en mi trono, por así decirlo. Estaba en mi mejor interés mejorar nuestro matrimonio del Antiguo Pacto para que llegara a ser un matrimonio del Nuevo Pacto, donde ambos pudiéramos ejercer nuestros respectivos llamamientos como un equipo con un propósito y una meta en común. Una esposa feliz crea un esposo feliz. Pablo dice que el amor “no busca lo suyo” (1ª Corintios 13: 5), es decir, su propio provecho. No es egoísta. El amor busca llevar a otros a su máximo potencial para que todos puedan cumplir con sus diversos llamados. Esto solo es posible cuando una esposa es una mujer libre en unidad con su esposo, o cuando un rey gobierna sobre un pueblo libre en un reino unificado.


No muchos son capaces de lograr este objetivo, porque se necesitan dos para lograr el éxito. Ambos deben escuchar la voz de Dios a su manera. No obstante, algunos han logrado un alto grado de éxito. Realmente depende de la Palabra que nos ha sido revelada, la cual borra nuestra comprensión incorrecta o incompleta del corazón de Dios.

https://godskingdom.org/blog/2022/10/ephesians-part-23-kingdom-leadership-part-2

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