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Estudio de EFESIOS - Parte 26 - LA AUTORIDAD DE LOS PADRES (V Mandamiento-Leyes Alimentarias-No provocarlos a ira), Dr. Stephen Jones

 




Después de hablar de la relación entre marido y mujer, Pablo centra su atención en la relación entre padres e hijos. Efesios 6: 1 dice,


1 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.


Un mandato de obedecer inmediatamente pone esto en la categoría de una relación del Antiguo Pacto, que se basa en la obediencia. Éxodo 19: 5 dice: “Ahora, pues, si en verdad escucháis mi voz y guardáis mi pacto”. Los hijos, al ser menores de edad, no son libres de hacer lo que les plazca. Los padres son responsables de educarlos en los caminos de Dios. Los niños deben aprender a obedecer para llegar a la madurez y poder tomar decisiones por sí mismos.


En una familia ideal, un niño se somete como discípulo en una relación de Antiguo Pacto, hasta que tenga la edad suficiente para manejar la libertad del Nuevo Pacto. Su capacidad de amar también cambia de phileo a ágape. Este cambio es gradual, y sus responsabilidades aumentan gradualmente a medida que se le da más y más autoridad. La responsabilidad debe ser la medida de su autoridad (y viceversa). Normalmente, no es una buena idea esperar hasta que el niño crezca antes de que se le den todas esas cosas a la vez. Gran parte de su crecimiento se basa en su creciente responsabilidad.



El Quinto Mandamiento


La infancia es también una época de desacuerdos, porque rara vez un niño está siempre de acuerdo con sus padres cuando le dicen que no puede hacer algo. No discutiremos las causas de tal desacuerdo, aparte de decir que los padres imperfectos a veces son irrazonables y otras veces el niño es irrazonable. Pablo basa su enseñanza en el Quinto Mandamiento en Éxodo 20: 12, que se repite en Deuteronomio 5: 16. Pablo se refiere a esto en Efesios 6: 2-3,


2 Honra a tu padre y a tu madre (que es el primer mandamiento con promesa), 3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.


Vemos por esto, que un niño honra a sus padres obedeciéndolos, incluso si no entiende por qué se le impide hacer lo que quiere. También debemos notar que esta relación del Antiguo Pacto no es algo malo; es solo temporal. El propósito de enseñarles la obediencia no es hacerlos subordinados para siempre, sino llevarlos al punto de libertad y madurez.


El mismo principio se aplica a los gobiernos nacionales y al gobierno de la Iglesia. Los gobiernos de todo tipo no deben mantener a sus ciudadanos en cautiverio, sino proporcionar un entorno en el que puedan ser educados y capacitados para ser un pueblo libre. Solo entonces, la gente (colectivamente) puede ser calificada como un doble testigo responsable para sus líderes.


Los líderes modernos de Misterio Babilonia también han descubierto este principio, pero deseando mantener a la gente en cautiverio, han aprobado deliberadamente leyes que alientan el comportamiento infantil y la inmadurez espiritual. Sus políticas están diseñadas para alentar el comportamiento corrupto e inmoral, sabiendo que las personas corruptas requerirán de mayor poder para mantener la ley y el orden. De esta manera, esclavizan a las personas en una relación de Antiguo Pacto, tratándolos como hijos rebeldes.


El gobierno de la Iglesia también debe enseñar la Ley (toda la Escritura), para que puedan crecer hasta la madurez espiritual. Desafortunadamente, la Iglesia en las últimas décadas a menudo ha desechado la Ley y establecido el Antiguo Pacto, cuando deberían haber desechado el Antiguo Pacto y establecido la Ley (como lo hizo Pablo en Romanos 3: 31). El resultado ha sido que a menudo los creyentes han permanecido como hijos espirituales, de quienes se espera que permanezcan para siempre bajo la autoridad de sus padres espirituales (jerarquía). Instintivamente hacen esto para conservar su membresía, junto con su apoyo financiero. Su idea de edificar la Iglesia es aumentar la membresía, en lugar de llevar a la gente a la madurez.



La revelación de las Leyes Alimentarias


Las Leyes Alimentarias bíblicas se encuentran en Levítico 11. Nos enseñan cómo comer alimento espiritual limpio y son especialmente aplicables al “alimento” que se dispensa desde los púlpitos.


Lo que es aplicable a nosotros aquí, con respecto a la Iglesia, es la Ley de Levítico 11: 20-23, donde los insectos son “limpios” solo si tienen “patas para saltar sobre la tierra” (Levítico 11: 21). Esos insectos que solo pueden “caminar a cuatro patas” (es decir, gatear) son inmundos. El principio espiritual detrás de esto es mostrar que el alimento espiritual dispensado desde el púlpito es limpio a la vista de Dios, solo si hace que la gente salte más alto en los reinos del Espíritu. Si la comida está diseñada para mantener a las personas inmaduras (bebés que solo pueden gatear), entonces es abominación” (Levítico 11: 20).


Las otras Leyes Alimentarias también respaldan esto. Los animales limpios deben tener pezuña hendida (Levítico 11: 3), porque tal enseñanza permite un doble testimonio. Un predicador o maestro no puede negarle a la gente el derecho de buscar un doble testimonio antes de aceptar la enseñanza. El animal también debe poder rumiar, porque a los creyentes se les debe dar el derecho de meditar sobre la enseñanza para ver si el Espíritu Santo les dará un doble testimonio al respecto.


Eso también permitirá que el creyente aprenda a discernir y a ser guiado por el Espíritu Santo, lo que debe resultar en su crecimiento espiritual. Si a los creyentes se les niega este derecho, la comida es impura, sin importar cuán factual sea la enseñanza.


De manera similar, los pescados-mariscos son inmundos a menos que tengan aletas y escamas (Levítico 11: 12). Las aletas representan la guía divina y las escamas son una armadura espiritual. Al consumir el alimento espiritual que se dispensa, un maestro o predicador debe permitir que la gente sea guiada por el Espíritu Santo. “Él os enseñará todas las cosas”, dijo Jesús en Juan 14: 26 y “os guiará a toda la verdad” (Juan 16: 13). Si el alimento espiritual no tiene aletas, entonces es impuro, no importa cuán factual sea la enseñanza. Las escamas también son importantes porque son la armadura de un pez. Como veremos en breve en Efesios 6: 10-17, necesitamos ponernos la armadura de Dios, para que la falsa enseñanza no nos haga daño. Si tenemos una Espada del Espíritu afilada, podremos discernir lo que es verdadero y lo que es falso.


En cuanto a las aves limpias e inmundas, son inmundas si comen carroña (animales muertos). Es decir, se comen a otros animales con la sangre, lo cual está prohibido en Levítico 17: 10, 12, 14; Hechos 15: 29). Esta Ley prohíbe que los maestros sean “sedientos de sangre” cuando dispensan alimento espiritual. No debemos ser como los edomitas de Ezequiel 35: 6, quienes fueron juzgados porque “no odiaron el derramamiento de sangre” (o literalmente, “no odiaron la sangre”). Eran sedientos de sangre y, por lo tanto, impuros. En mi opinión, esta es una advertencia a los maestros de la Biblia para que tengan mucho cuidado con sus denuncias de aquellos que no están de acuerdo con ellos. Su principal motivo debe ser enseñar la verdad, no atacar a otros por no conocer su verdad. Si procede, uno debe estar en desacuerdo sin estar sediento de sangre al respecto.


Para una enseñanza más completa sobre esto, vea el Libro 4 de mi comentario sobre Deuteronomio.



Paternidad Responsable


Efesios 6: 4 dice,


4 Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina y amonestación del Señor.


Si un niño crece con problemas de ira, la responsabilidad recae sobre los padres, en particular sobre el padre. Los padres pueden provocar la ira de los niños de diversas maneras. Algunos lo hacen al no estar nunca allí, o incluso al abandonar a la madre por completo. Otros lo hacen disciplinando a sus hijos con un espíritu de ira, en lugar de amor. Por lo tanto, transmiten sus propios problemas de ira a sus hijos sin darse cuenta.


A veces, un padre es injusto con sus hijos, favoreciendo a uno sobre el otro o castigándolos por lo que no hicieron. Hay muchas maneras de provocar la ira de los niños. Si un niño crece con problemas de ira, la culpa principal recae sobre el padre, porque su autoridad sobre el niño viene con el mismo nivel de responsabilidad. Por lo tanto, no puede despojarse de su responsabilidad.


Si un padre se halla incapaz de prevenir esta “ira”, debe consultar a Dios para saber qué está haciendo mal. En ocasiones, algo más profundo está en juego. Vemos esto, por ejemplo, en el caso de Jacob y Esaú, quienes estaban peleando en el útero antes de que nacieran (Génesis 25: 22). En ese caso, algo profético estaba sucediendo, por lo que ni Isaac ni Rebeca tenían la culpa. Cualquiera que sea el caso, es importante recibir revelación e instrucción divina para “criarlos en la disciplina e instrucción del Señor”.


https://godskingdom.org/blog/2022/10/ephesians-part-26-parental-authority

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