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Estudio de EFESIOS- Parte 6 - ENTRONIZADOS CON CRISTO (Somos vasijas del Alfarero), Dr. Stephen Jones

 




En el capítulo 2, Pablo amplía la diferencia entre la vida anterior de los creyentes y la nueva vida que ahora viven. Efesios 2: 1-2 dice:


1 Y estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, del espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia.


Como descendientes naturales de Adán, habían heredado la muerte (mortalidad), la iniquidad por la cual todos los hombres pecan. Estaban atrapados en sus transgresiones y pecados, sin conocer otro rumbo en la vida. Habían andado en sus vidas “según el príncipe de la potestad del aire”, que opera “en los hijos de desobediencia”.


Esta era una vida de muerte. Su posición legal ante la Corte Divina era un estado de muerte, porque el juicio por el pecado de Adán fue: “Ciertamente moriréis” (Génesis 2: 17). La muerte es más que el final de la vida natural. La muerte incluye todo lo perteneciente a la vida mortal.


En el otro lado de la moneda, vemos que la vida también es más que el punto donde llegamos a la inmortalidad. La vida incluye nuestra forma actual y la calidad de vida que vivimos incluso mientras aún somos mortales. El estilo de vida de los creyentes es muy diferente al estilo de vida de los incrédulos. Nuestro bautismo significa que hemos muerto con Cristo y también hemos resucitado con Él a una “nueva vida” (Romanos 6: 4).


Ya no somos “hijos de desobediencia”. Este es un modismo hebreo para aquellos que actúan de manera desobediente. Jesús dijo en Lucas 7: 35,


35 Sin embargo, la sabiduría es justificada por todos sus hijos.


La sabiduría se personifica y se dice que tiene hijos sabios, pero obviamente, tales hijos no son engendrados ni nacidos a través del parto natural. En otro lugar, Jesús les dijo a los escribas y fariseos: “Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham”. Jesús no estaba cuestionando su genealogía física. Se refería al conocido dicho de que los hijos hacen las obras de su padre o, en el caso de la sabiduría, de su madre.


Pablo usa la misma idea al hablar de los hijos de Abraham. Gálatas 3: 7 dice,


7 Por tanto, estad seguros de que los que son de la fe son hijos de Abraham.


En otras palabras, los que tienen fe abrahámica son los hijos de Abraham, independientemente de su genealogía física.


Por lo tanto, cuando Pablo habla de los “hijos de desobediencia”, se refería a los creyentes de Éfeso en su vida anterior. Los efesios habían cambiado de padres, no físicamente, sino en cuanto a su estatus legal en la Corte Divina. Sabemos, por supuesto, que todos los que son engendrados por el Espíritu de la semilla de la Palabra son hijos de Dios.


Pablo continúa en Efesios 2: 3,


3 Entre ellos [los hijos de desobediencia] también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, dándonos los deseos de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.


Ser incrédulo es vivir según la voluntad de la carne, es decir, los deseos de la carne y de la mente anímica. En otras palabras, es vivir de la misma manera que “el resto” de la humanidad vive en estado de muerte.



Pero Dios


Efesios 2: 4-7 dice:


4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6 y nos resucitó con Él, y con Él nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.


El amor de Dios es la fuente de su misericordia. Se manifiesta en el hecho de que “aun estando nosotros muertos en pecados”, Él nos resucitó de entre los muertos “con Cristo”. Luego agrega la declaración entre paréntesis recordándonos que esto fue “por gracia”. En otras palabras, fue hecho en “el consejo de Su voluntad”, no según nuestra propia voluntad. Los muertos no pueden hacer nada para vencer a la muerte; se requiere una Fuente externa, actuando por el poder de su propia voluntad, para dar vida a los muertos.


Como ya hemos visto, la gracia se define como algo que Dios hace por su propia voluntad, no por la voluntad del hombre o por la voluntad de la carne. Fuimos salvos, no porque decidimos seguir a Jesús, sino porque Él eligió salvarnos y revelarse a nosotros. Nuestra respuesta a su acto de gracia no nos salvó; solo dio evidencia de que Dios ciertamente había ejercido su voluntad en nuestras vidas.


Nadie ha sido salvado si no evidencia un cambio de vida, un cambio de pensamiento, un nuevo rumbo que se toma y que lo aparta del “resto” de la humanidad. Si no hay tal cambio, entonces podemos concluir que Dios no ha hablado una Palabra creativa con respecto a ese hombre o mujer, porque él o ella todavía sigue muerto en sus delitos y pecados. Así que Santiago 2: 26 dice: “la fe sin obras es muerta”.


Habiendo dicho eso, no debemos concluir que los creyentes son perfectos. Debemos recordar que los creyentes siguen siendo mortales y corruptibles en su esencia, aunque hayan adoptado un nuevo estilo de vida. Como escribí anteriormente, la vida se manifiesta de dos maneras: en la inmortalidad y en el estilo de vida. Pablo aclara en 1ª Cor. 15: 52-54 que aún debemos recibir la inmortalidad en la resurrección de los muertos y, en el caso de aquellos que estén vivos en ese momento de la historia, ser transformados sin morir.


Mientras tanto, como creyentes, hemos resucitado con Cristo y estamos sentados con Él en los lugares celestiales. Nuestra posición legal es muy diferente, incluso si todavía estamos agobiados por la mortalidad, la enfermedad y la debilidad. La evidencia de nuestra posición celestial se ve en los cambios de estilo de vida, junto con el ejercicio de los dones espirituales que el Espíritu Santo obra a través de la fe de personas imperfectas.


Esto es posible porque se basa en la voluntad de Dios, no en la voluntad del hombre. Si la salvación se basara en la voluntad del hombre o en las decisiones del hombre, entonces se requeriría que el hombre cumpliera sus votos antes de poder ser salvo. Tal es la salvación del Antiguo Pacto, que es un oxímoron, porque no existe tal cosa como la salvación por la voluntad del hombre. Si la decisión del hombre de seguir a Jesús realmente lo salvó, entonces perdería su salvación en el momento en que pecara de nuevo o no alcanzara la gloria de Dios. Tal salvación intermitente no es la que nos ha sido dada por la misericordia y la gracia de Dios.



Las Edades por venir


Efesios 2: 7 habla de la gracia de Dios siendo revelada continuamente “en los siglos venideros”. Tenemos poca comprensión de la manera en que esto se manifestará. Sabemos, sin embargo, que aún quedan “edades por venir” antes del fin de los tiempos.


La mayoría de las personas no están familiarizadas con la doctrina de las edades (aiones), porque se enfocan demasiado en la eternidad intemporal y, por lo tanto, pasan por alto las edades del tiempo en el plan divino. Hay una Edad por venir entre la segunda venida de Cristo y el Juicio del Gran Trono Blanco. Apocalipsis 20: 4-6 dice que durará “mil años”. Si esto es literal o no, no es nuestra preocupación aquí. El punto es que tendrá un punto de inicio y un punto final.


Pero como Pablo habla de “edades por venir”, debe haber otra Edad más allá de este “milenio”. De hecho, será una Edad de Juicio en “el lago de fuego” (Ap. 20: 14), que es una metáfora del juicio por la “ley de fuego” (Deuteronomio 33: 2 KJV). El “fuego” no es literal, sino una aplicación de los juicios que se encuentran en la Ley de Dios misma. Estos juicios están diseñados para quemar la carne, así como el bautismo de fuego está diseñado para quemar la “paja” (Mateo 3: 12) de la naturaleza de todos los creyentes. Ver mi libro, Los Juicios (Sentencias) de la Ley Divina.


Pablo enfatiza una vez más que la gracia es la base de nuestra salvación y de todos los beneficios que vienen con ella. Efesios 2: 8-9 dice:


8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y ésta [la fe] no procede de vosotros, sino que es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe.


En otras palabras, hemos sido salvados por un acto soberano de Dios a través de su voluntad. Cuando Él habló a nuestros corazones, nació la fe y respondimos con la evidencia de lo que Dios acababa de hacer en nosotros. Esta fe fue “don de Dios, no por obras” (es decir, por la voluntad del hombre). No podemos atribuirnos el mérito de nuestra fe, porque la voluntad del hombre solo puede crear un pensamiento positivo. La fe abrahámica es el regalo (don) de Dios para nosotros, "para que nadie se gloríe", diciendo: "¡Mira, mi fe que me ha salvado!"



La obra del Alfarero


Pablo luego concluye en Efesios 2: 10, diciendo:


10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas [en esas buenas obras].


Tal vez Pablo estaba pensando en Jeremías 18: 1-10, donde se representa a Dios como un Alfarero que hace vasijas de barro. Dios es el gran Obrero, y el hombre es su Obra. La arcilla no tiene poder para convertirse en una vasija. Isaías 45: 9 explica esto con más detalle, aunque la mayoría de los traductores tratan de evitar la declaración obvia sobre la soberanía de Dios.


9 ¡Ay del que riñe con su Hacedor, una vasija de barro entre las vasijas de la tierra! ¿Dirá el barro al alfarero: “¿Qué estás haciendo?” ¿O la cosa que está haciendo dirá: “No tiene manos”?


El Barro tiene derecho a discutir con otro Barro, pero no con el Alfarero. El barro no debe cuestionar a Dios o afirmar que Dios es un incapacitado o incompetente. El hombre debe conocer su lugar como parte de la Creación. Él es un vaso hecho de barro, no es el Alfarero. Dios tiene los derechos como Alfarero. El hombre tiene los derechos de las vasijas de barro.


Esta es la base de la gracia en el Nuevo Testamento, y significa que “somos hechura suya”. No debemos crear a Dios a nuestra imagen. Como vasos de honra, fuimos creados y “preparados de antemano” para buenas obras. Su uso del término de antemano tiene la intención de señalarnos el ejemplo de Jacob, quien fue escogido antes de haber hecho algo bueno o malo (Romanos 9: 11).


Jacob también era hechura de Dios. Le tomó 98 años da forma a su “barro” y convertirlo en un israelita. Sin embargo, vemos que Dios tomó responsabilidad personal sobre él. Como Alfarero, Dios lo formó hasta que su fe maduró por completo, reconociendo la soberanía de Dios. Luego su nombre fue cambiado a Israel, “Dios gobierna”, para que pudiera dar testimonio de la soberanía de Dios.


https://godskingdom.org/blog/2022/09/ephesians-part-6-enthroned-with-christ

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