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CONSTRUYENDO EL REINO, El Rey - Parte 2, Dr. Stephen Jones

 





La Biblia es el registro de la historia del Reino durante los primeros 4.000 años, y luego profetiza el resto de la historia hasta el final de los tiempos. Los apóstoles escribieron los toques finales a las Escrituras justo después del punto medio desde la Creación hasta el Gran Trono Blanco.


Desde el principio, está claro que Dios creó a Adán para que fuera el rey de la Creación, gobernando como administrador o fideicomisario del Reino de Dios. Esta autoridad se declara en Génesis 1: 26, junto con la responsabilidad de Adán en Génesis 1: 28 de "ser fructífero".


Por supuesto, sabemos por el registro que Adán falló a través del pecado y que fue reemplazado por "el postrer Adán" (1ª Corintios 15: 45), Jesucristo, cuyo éxito estaba garantizado "al hacerse obediente hasta el punto de la muerte, incluso muerte de cruz” (Filipenses 2: 8). Por lo tanto, TODO lo que Adán perdió a través del pecado fue recuperado y redimido mediante la obediencia del último Adán. Aunque habría una gran demora, el plan de Dios para la Creación se cumpliría con éxito.



Cristo el Rey


Cuando Gabriel le anunció a María que iba a dar a luz al Mesías, dijo en Lucas 1: 32-33:


32 Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo [es decir, El-Elyon]; y el Señor Dios le dará el trono de su padre David; 33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.


Esta fue una referencia a la profecía de Daniel 7: 27,


27 Entonces la soberanía, el dominio y la grandeza de todos los reinos debajo de todo el cielo serán dados al pueblo de los santos del Altísimo [El-Elyon]; Su reino será un reino eterno, y todos los dominios le servirán y le obedecerán.


Está claro, entonces, que nació para ser rey. Los magos sabían eso cuando llegaron tres meses después con regalos y preguntaron: "Dónde está el que ha nacido Rey de los judíos?" (Mateo 2: 2). No sabemos si entendieron que Él sería el Rey del Mundo y no simplemente el Rey de Judá o de Israel. No obstante, le reconocieron como el Rey legítimo, lo cual fue una afrenta al Rey Herodes.


Más tarde, el apóstol Pablo escribió en 1ª Corintios 15: 25-28,


25 Porque es necesario que Él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. 26 El último enemigo que será abolido es la muerte, 27 porque Él ha sometido todas las cosas debajo de Sus pies [citando el Salmo 8: 6]. Pero cuando dice: "Todas las cosas le están sujetas", es evidente que se exceptúa a aquel [El-Elyon, el Padre de Jesús] que puso todas las cosas en sujeción a Él. 28 Cuando todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.


Vemos por esto que a Cristo se le dio autoridad no solo sobre la humanidad, sino también sobre la muerte misma, que se considera un "enemigo". Juan 1: 4 dice: "En él estaba la vida", y por lo tanto, la muerte es incompatible con su misma naturaleza. La vida y la muerte tienen diferencias irreconciliables, por lo que la muerte debe finalmente ser abolida.


Nuestro gran Rey, en quien hemos depositado nuestra confianza, es el Monarca absoluto de la Creación misma. Él demostró su dignidad por su obediencia, que fue motivada por su amor por el mundo (Juan 3: 16). La mayoría de los reyes terrenales piden a los hombres que mueran por ellos; Jesús vino a morir por el mundo (1ª Juan 2: 2), para que la muerte misma pudiera ser abolida.


Cuando su Reino esté en plena manifestación, no habrá más muerte en todo el universo. Ni la primera muerte (mortalidad) ni la segunda (el Lago de Fuego) existirán en ese momento, porque todas las cosas serán reconciliadas con Él, ya sean cosas en la tierra, en el cielo o debajo de la tierra.


Citando el Salmo 8, el escritor dice de Cristo en Hebreos 2: 7-8,


7 “Le hiciste un poquito menor que los ángeles; lo has coronado de gloria y honra, y le has puesto sobre las obras de tus manos; 8 Todo lo has sometido debajo de sus pies”. Porque al sujetarle todas las cosas, no dejó nada que no le esté sujeto. Pero ahora todavía no vemos todas las cosas sujetas a Él.


Entonces Efesios 1: 20-23 agrega:


20 que hizo en Cristo, cuando le resucitó de los muertos y le sentó a su diestra en los lugares celestiales, 21 muy por encima de todo gobierno y autoridad y poder y dominio, y de todo nombre que se nombra, no solo en esta era, sino también en la que vendrá. 22 Y sometió todas las cosas debajo de sus pies y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 23 que es su cuerpo, la plenitud del que todo lo llena en todo.



La revelación del reinado de Cristo


La muerte de Cristo en la cruz en su Primera Aparición estableció los cimientos de su reinado y también puso en marcha la escuela de formación para los llamados a reinar con Él. Su vida y muerte ocurrieron durante el tiempo en que la Cuarta Bestia (Roma) estaba en la cima del poder. Debido a que Dios había hecho un contrato con estos Imperios Bestias para traer juicio sobre Jerusalén por sus pecados, no era la voluntad de Dios que Cristo tomara el trono todavía.


El trono de Cristo se establecería más tarde en su Segunda Aparición. Luego, también, se establecerían "tronos" para los vencedores (Apocalipsis 20: 4), "y volvieron a vivir y reinaron con Cristo por mil años". De éstos, se dice que “serán sacerdotes de Dios y de Cristo” (Apocalipsis 20: 6).


El libro de Apocalipsis profetiza el reinado futuro de Cristo, junto con los vencedores que están llamados a reinar con Él sobre las naciones existentes. Se proclama que Cristo es "digno" de este honor, no solo por su genealogía ascendente hasta David, Judá y Adán, sino también por su amor por la humanidad, probado por su muerte en la cruz (Apocalipsis 4: 11; 5: 12). Nadie más hizo lo que hizo Jesús. Por lo tanto, todos los rivales al trono, necesariamente, deben excluir su obra en la cruz, porque no pueden hacer una afirmación de dignidad igual.


Al final, todas las naciones (y sus reyes) reconocerán lo que hizo Jesús. Cantarán el Cántico del Cordero (Apocalipsis 15: 3-4), diciendo:


3 … Grandes y maravillosas son tus obras, oh Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de las naciones! 4 ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? Porque solo Tú eres santo; porque todas las naciones vendrán y adorarán delante de Ti, porque tus justos actos han sido revelados.


También leemos en Apocalipsis 21: 2 que “la ciudad santa, la nueva Jerusalén” será la capital del Reino de Cristo. Sus "muros" y "puertas" espirituales se describen en Apocalipsis 21: 12-21 y se explican con mayor detalle en Isaías 60. Esta ciudad no es la Jerusalén terrenal, como muchos piensan, porque Pablo nos dice claramente que la ciudad terrenal es representada como Agar (Gálatas 4: 25), que debe ser "expulsada" en favor de la ciudad celestial (Gálatas 4: 30).


Al final, del trono de Cristo se derrama “el agua de vida” que cumple el Mandato de Fecundidad (Fructificación) de Génesis 1: 28. Por lo tanto, la autoridad y la responsabilidad de Cristo se establecen por igual, y este es el fundamento de su mérito para sentarse en el trono de la Creación.


Jesucristo, entonces, es el Rey de la Creación, el Gobernante de todo lo que su Padre creó al principio. Su destino está establecido en las Escrituras, y al final no puede haber rivales, porque todos lo reconocerán como el Rey indiscutible. Como dice Hebreos 2: 8: "Porque al sujetarle todas las cosas, no dejó nada que no le esté sujeto".


Eso es la Restauración de Todas las Cosas (Hechos 3: 21).


https://godskingdom.org/blog/2021/12/building-the-kingdom-the-king-part-2

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