LLEVÓ UNA VIDA VENCEDORA
Watchman Nee al estudiar las Escrituras y al leer los escritos de Jessie Penn-Lewis recibió una clara visión de lo que significa ser un vencedor. En el Antiguo Testamento y también en el Nuevo, él vio el principio según el cual cada vez que el pueblo de Dios fracasaba, Él escogía a algunos para que regresaran a su norma original a fin de que vencieran la condición de fracaso imperante y cumplieran su propósito.
Esto se recalca reiteradas veces en las siete epístolas dirigidas a las siete iglesias que se mencionan en Apocalipsis 2 y 3. El hermano Nee se dio cuenta de que la Iglesia se encontraba en una condición de fracaso, y se sintió llamado por el Señor a ser vencedor en esta era para que el Señor recobrara su propósito con su Iglesia.
El rico suministro de la abundante gracia de Dios le permitió llevar una vida vencedora por el poder del Cristo resucitado. Dicha vida era el resultado de la vida crucificada y resucitada que llevaba, mediante la cual venció el pecado, el mundo, el yo, la autocompasión, su temperamento natural, su carne y a Satanás. También por dicha vida venció el cristianismo caduco, degradado y desviado con todas sus ceremonias y tradiciones. También por esta misma vida venció las críticas, los rechazos, la oposición y las persecuciones del cristianismo, siguió a su Maestro como el Cordero y llevó Su oprobio fuera del campamento del cristianismo como un vencedor.
Al llevar una vida vencedora, siguió los pasos del apóstol Pablo cumpliendo lo que faltaba a las aflicciones de Cristo por su Cuerpo (Col. 1: 24). Finalmente, al llevar la vida vencedora, llegó a ser un testigo vivo de Cristo, llevando “el testimonio de Jesús” (Ap. 1: 9) no sólo en el mundo afligido por el pecado sino también en el cristianismo agobiado por Satanás. La vida vencedora que él llevaba llegó a ser finalmente el testimonio que dio del Señor para su recobro.
Las siguientes palabras que escribió la hermana Ruth Lee en su carta abierta, la cual se publicó en el número seis de El testimonio actual, con fecha del 24 de diciembre del 1928, testifican de la manera en que Watchman Nee laboraba llevando una vida vencedora:
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En la carta abierta del número anterior, nuestro hermano Watchman Nee contó cómo logró concluir ese número aunque estaba asediado por todos lados. A pesar de la situación en la cual se encontraba, no se detuvo en la preparación de El testimonio actual para que se publicara.
Este período de la vida de nuestro hermano fue un tiempo de conflictos agudos y de terribles luchas. Mientras escribía El hombre espiritual, pasaba sus días luchando contra las garras de Satanás, y desde que dicho libro se publicó, Satanás ha estado luchando con todo el poder del infierno, procurando destruir completamente a nuestro hermano y debilitar el testimonio de su libro. Esta lucha nos ha mantenido ocupados durante muchos días, y nos ha impedido hacer muchas cosas; han sido días de pena y quebranto. Sin embargo, en estos tiempos peligrosos, nuestro Padre amoroso, nuestro Salvador victorioso, ha conducido a nuestro hermano a las alturas en los lugares celestiales para vencer los fieros ataques de Satanás. Con lágrimas de gozo agradecemos al Señor hoy por permitirnos imprimir ese número de El testimonio actual en Su victoria.
Watchman Nee llevó una vida vencedora, laboró valiéndose de esa vida y la ministró a los santos y a las iglesias. Una de las cargas que él tenía en su ministerio era dar numerosas conferencias acerca de los vencedores. Los mensajes dados en estas conferencias tenían la meta de hacer un llamado a los vencedores. El deseaba ayudar a los santos a que fueran vencedores en esta era con el fin de que fuera restaurado el testimonio del Señor al llevar ellos una vida vencedora, la cual consiste en llevar una vida crucificada y resucitada.
Watchman Nee estuvo tan adherido al Cristo crucificado y resucitado en el transcurso de su vida y ministerio, que vivía en la realidad de la vida vencedora. En los últimos veinte años de su vida, fue apartado de su ministerio en todos los aspectos, debido a un cambio en la situación política. En realidad, él fue puesto en circunstancias que no le impidieron llevar una vida vencedora durante ese largo período. Vivió como un vencedor hasta la muerte, lo cual es un sólido testimonio del Señor, no solamente para nosotros que seguimos sus pasos, sino también para todos los hijos de Dios en esta era.
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PRESTA MAS ATENCIÓN A LA VIDA
QUE A LA OBRA
EL EJEMPLO DE MARGARITA BARBER
Margarita Barber fue un gran ejemplo para Watchman Nee en el asunto de prestar más atención a la vida que a la obra. El se dio cuenta de que Dios se interesa más por lo que somos que por lo que hacemos, y lo que hacía se conformaba a este principio. El observó cómo la señorita Barber continuamente ponía énfasis en la vida, sin prestar mucha atención a las actividades.
De vez en cuando, él y la señorita Barber iban a escuchar a algún predicador. El siempre admiraba la elocuencia del predicador, su conocimiento, su celo, su habilidad o su poder de persuasión. Entonces la señorita Barber le hacía notar que lo que él admiraba no era ni la vida ni el Espíritu. Lo que él admiraba podía estimular a los oyentes y motivarlos a cumplir ciertas obras, pero no podía ministrarles vida. Mediante este diagnóstico espiritual, él aprendió a distinguir la diferencia entre la vida y la obra. Empezó a entender que la mayoría de los sermones de los predicadores y los maestros cristianos no eran vida sino paja. El también observó que en la obra cristiana, que presuntamente se lleva a cabo para Cristo, por lo general se ministra muy poca vida.
LAS PISADAS DEL SEÑOR JESÚS
Watchman Nee mostró a los colaboradores que según los cuatro evangelios, el Señor en su ministerio no se preocupaba por ser famoso; por el contrario, en muchos casos se alejaba cuando la muchedumbre lo buscaba. El hermano Nee decía frecuentemente que el Señor Jesús se sembró como simiente de vida (Mat. 13: 3), pues cayó al suelo como grano de trigo, para que la vida que contenía fuese liberada a fin de producir muchos granos (Jn. 12: 24).
EL PELIGRO DE SER CONOCIDO
El me dijo que cuando un colaborador suyo, aquel que era cinco años mayor que él, viajaba por todo el país conduciendo reuniones evangélicas, Margarita Barber vio el peligro de la popularidad y le advirtió: “Si sigues viajando para llevar a cabo la obra evangélica, dejaré de orar por ti”. Ella discernía que esa labor lo llevaría al naufragio de su vida espiritual. Finalmente, fue exactamente eso lo que sucedió.
Watchman Nee temía ser muy conocido. El temía volverse famoso y ser exaltado y elogiado por la gente. Para él, la fama era un instrumento de seducción para tentar a los colaboradores jóvenes a desviarse de la senda de vida que uno sigue al ir en pos del Señor. Nunca le molestaron el desprecio ni la oposición ni el rechazo ni las acusaciones de los demás. Por el contrario, consideraba estas cosas como una salvaguardia que lo preservaba en la vida divina y le proporcionaba más crecimiento en el Señor. Esta visión fomentó su unión con el Señor en su obra y la obediencia a la dirección del Señor. El llevaba a cabo la revelación que recibía del Señor, no como una actividad, sino como una expresión de la vida divina.
NO CANTIDAD SINO CALIDAD
Watchman Nee vio que lo importante en nuestra obra no es la cantidad de trabajo, sino la calidad del mismo. El oro, la plata y las piedras preciosas se presentan siempre en pequeña cantidad, pero son artículos de alta calidad; mientras que la madera, el heno y la hojarasca se presentan en cantidades considerables, pero no tienen mucha calidad. La madera, el heno y la hojarasca no resisten la prueba del fuego, pero el oro, la plata y las piedras preciosas sí. Nosotros seremos juzgados ante el Tribunal de Cristo no por la cantidad de trabajo que efectuamos, sino por la calidad de nuestra labor.
LA ABUNDANCIA DE VIDA
Cuando oíamos que cierto predicador había ganado numerosas almas o que cierto obrero cristiano estaba llevando a cabo una gran labor, él nos decía a quienes estábamos siendo adiestrados por él, que la verdadera obra es la abundancia de la vida divina.
Por medio de los dones, el conocimiento y la habilidad que tenía, él podía ganar fácilmente muchos seguidores en el cristianismo. Pero no malgastó sus dones ni su conocimiento de esa manera. Siempre hizo lo posible por restringirse en la función de los dones y el uso de su conocimiento, para asegurarse de que su obra estuviese totalmente en vida, procediera de la vida, se hiciera con la vida y además fuera vida. A él le bastaba con tener la certeza de que en su ministerio sobreabundaba la vida divina.
Su ministerio empezó en el año 1922, y la Iglesia en Shanghai, la cual estaba bajo su guía, fue establecida en 1927. Al final del año 1933, cuando lo visité por primera vez en Shanghai, el número de santos que se reunía en el recobro del Señor allí era un poco más de cien. En febrero de 1928 él dio una conferencia en dicha ciudad. A dicha conferencia fueron invitados todos los colaboradores y los que buscaban al Señor con diligencia, de todo el país. El número sobrepasó las trescientas personas. Después de haber ministrado más de seis años, el número de santos en el recobro del Señor en aquel tiempo todavía era demasiado pequeño. Sin embargo, él no estaba desanimado; por el contrario, fue muy animado porque se dio cuenta de que ese pequeño remanente era el resultado de su ministerio. ¡Alabado sea el Señor!
Debido a la falta de interés de Watchman Nee en las actividades visibles, la vida que recalcaba en su ministerio ha sobreabundado en toda la Tierra. La parte de su ministerio que ha inundado el cristianismo actual por medio de sus libros no fue el producto de su obra sino el rebosar de la vida que brotaba de su obra. Para él la obra no significaba gran cosa, pero la vida lo era todo. En toda mi vida, él es la única persona que conozco que prestó más atención a la vida que a la obra.
A continuación podemos leer un extracto de una carta abierta que incluyó en el cuarto número de El testimonio actual, publicado en julio de 1928:
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Creemos firmemente que Dios no busca una gran obra que sacuda los Cielos y la Tierra. Los hombres sólo se preocupan por lo que ven, pero Dios no tiene una perspectiva tan limitada. No confiamos en la clase de obra que publica fotos llamativas y reportajes conmovedores. Es triste observar que pese a que los hijos de Dios entienden que Dios no se encuentra en las emociones, de todos modos aspiran a tener emociones intensas. Por consiguiente, debemos tener mucho cuidado al pensar que todo lo que parece bueno procede de Dios. Me parece que la necesidad actual, hoy más que nunca, es discernir entre la acción del espíritu y la del alma.
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