TRADUCTOR-TRANSLATE

AMIGOS DE DIOS SIN FORMALIDADES, A.W. Tozer

Los Amigos de Dios

         La idea de amistad entre Dios y los hombres se originó con Dios mismo. Si Dios no hubiera dicho primero, "Vosotros seréis mis amigos", sería osadía inexcusable para cualquier hombre decir, "Soy un amigo de Dios". Pero ya que Dios mismo reclama nuestra amistad, es un acto de incredulidad rechazar o ignorar esa relación.

         Igual que toda otra relación que afecta la inteligencia moral, la amistad con Dios acepta varios grados de relación, desde la meramente formal, hasta la más dulce e intima. Todos conocemos personas a las cuales podemos llamar amigos cuya amistad es tan débil y tenue que apenas soporta una presión. Y hay amigos también, generalmente unos pocos, cuya amistad ha sido probada con fuego a través de una larga experiencia, y que es casi imposible de romper.

         Aun cuando sean radicalmente diferentes la una de la otra, dos personas pueden disfrutar de amistad durante largo tiempo, porque no es requisito de la amistad verdadera que dos personas sean perfectamente iguales. Es suficiente que sean iguales en el punto donde sus personalidades se tocan. Armonía es igualdad o semejanza en los puntos de contacto, y amistad es semejanza e igualdad en los corazones.

         Por esta razón la amistad de Dios con el hombre es enteramente lógica y creíble. El infinito Dios y el hombre mortal pueden unir sus personalidades en la más intima y satisfaciente amistad. En tal relación no cabe la idea de igualdad, sino la de afinidad, en la cual el corazón del hombre se junta con el corazón de Dios.

         Esta afinidad es posible basada en el hecho de que Dios hizo al hombre a Su imagen y semejanza, y ahora lo está recreando para que recupere aquella imagen perdida por el pecado.

        La imagen de Dios en el hombre no puede extenderse a cada parte en el ser humano, porque Dios tiene atributos que no puede impartir a Sus criaturas, no importa quienes sean. Dios es increado, autoexistente, infinito, soberano, eterno; estos atributos son exclusivos Suyos, y por propia definición no pueden ser compartidos por otro. Pero hay algunos otros atributos que El imparte a Sus criaturas, y en alguna medida comparte con Sus redimidos. Inteligencia, conciencia de existencia propia, amor, bondad, santidad, piedad, fidelidad—estos y ciertos otros atributos son los puntos de contacto donde es posible lograr armonía y semejanza entre Dios y el hombre. Y es aquí donde se experimenta la amistad entre Dios y el hombre.

         Dios, siendo perfecto, tiene capacidad para perfecta amistad. El hombre, siendo imperfecto, nunca puede alcanzar la perfección en nada, y menos en su relación con el Dios inaprensible. La perfección está en el lado de Dios, pero en el lado del hombre, hay debilidad de propósito, falta de deseo, poca fe y una cantidad de impedimentos. Esto hace que lleguemos a tener una clase de amistad con Dios que, aunque es simplemente maravillosa para el hombre, está lejos todavía de esa perfecta amistad que podríamos tener si los impedimentos se quitarán, o por lo menos se redujeran grandemente.

         Aunque la razón nos dice que debemos reconocer esas diferencias e impedimentos de nuestro lado de la relación divino-humana, todavía no hay razón para desesperar del todo. A despecho de nuestras humanas fragilidades podemos crecer en gracia y progresar hacia una más perfecta unión experimental con Dios. Esto puede lograrse por firme obediencia, gran disciplina propia, oración incesante, completo desapego al mundo y el ejercicio de una robusta fe en las verdades reveladas en la Biblia.

         Debemos señalar que ninguna verdad revelada se hace efectiva automáticamente. El efecto de cualquier verdad sobre nosotros depende de nuestra actitud hacia ella. Primeramente debe ser aceptada con fe activa, y recibida en nuestras mentes como completamente digna de creer, más allá de toda discusión. Debe ser una clase de tinte, que da color a todos nuestros pensamientos y oraciones.

         Cuanto más simple sea nuestra vida, más perfecta será nuestra amistad con Dios. Esas formalidades que son necesarias para conservar una amistad formal, son innecesarias cuando verdaderos amigos se sientan a charlar. Los amigos verdaderos confían el uno en el otro.

         Hay una gran diferencia entre tener "visitas" y tener un amigo en la casa. Al amigo podemos tratarlo como miembro de la familia, pero las visitas tienen que ser entretenidas.

         Dios no está satisfecho hasta que no exista entre El y Su pueblo esa intima informalidad, que no requiere ninguna estimulación artificial. El verdadero amigo de Dios puede sentarse en silencio en Su presencia durante largos periodos de tiempo. La confianza completa no necesita de palabras de garantía. Tales palabras han sido dichas de largo tiempo atrás y el corazón que adora puede estar en quietud ante Dios.

         Sin duda ninguna que el privilegio más grande que se le puede conceder a un hombre es que pueda sentarse en el círculo de los amigos íntimos de Dios. Nada vale lo suficiente en la vida como para permitirle ser un obstáculo en nuestra relación con Dios. Nada en los cielos o en la tierra o en el infierno puede apartarnos del amor de Dios; debemos ver que nada en la tierra nos aparte de la amistad con Dios.

A.W. TOZER

Por gentileza de PILAR MEDRANO


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agradecemos cualquier comentario respetuoso y lo agradecemos aún más si no son anónimos. Los comentarios anónimos no serán respondidos.