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LOS DOS "YOES" / VIVIR POR LA CRISTO-IDENTIDAD (Romanos), Dr.Stephen E. Jones


Capítulo 10 

Los Dos "yoes"


A partir de Romanos 7: 7, Pablo comienza a introducir los dos "yoes" al hablar en nombre de Adán. El primer "yo" de Pablo es su identidad-de-Adán, por lo que él habla como si fuera el mismo Adán. Esto se hace más evidente por el versículo 9, donde escribe,

9 Y en un tiempo yo vivía sin la ley; pero venido el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí. 

¿Qué o quién es el que murió? Fue el adánico-"Yo" de Pablo el que murió. La conexión de Pablo con Adán fue lo que le llevó a la condena a muerte con él. "Por tanto, como por un hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte por el pecado, así la muerte pasó a todos los hombres" ( Rom. 5:12 ). El adánico-"Yo" de Pablo era mortal a causa del pecado de Adán, porque este "Yo" estaba bajo la autoridad y el liderazgo de Adán.

Rom. 7:14 trae este pensamiento a un clímax cuando Pablo dice: "Yo soy carnal, después de haber sido vendido al pecado" (El Diaglotón Enfático).

Comenzando en el versículo 15, sin embargo, Pablo nos presenta otra identidad, otro "yo". Es el "yo" de su nueva identidad-en-Cristo, el "último Adán".

15 Porque lo que hago, no lo entiendo [ginosko, "saber, reconocer"]; porque yo no practico lo que me gustaría [thelo, "voluntad"] hacer, sino que hago la misma cosa que odio. 16 Pero si yo hago lo que no quiero hacer, estoy de acuerdo con la Ley, confesando que es buena. 17 Así que ahora, ya no [ouketi, "ni siquiera"] soy yo el que lo hace, sino el pecado que mora en mí.

Permítanme parafrasear esto para identificar los dos "yoes”.

15 Porque lo que mi adánico-"yo" hace, Cristo en mí no lo conoce íntimamente, ni aprueba, ni siquiera reconoce. Porque mi adánico-"yo" no practica las cosas que Cristo en mí quiere hacer, sino que mi adánico-"yo" hace lo que Cristo en mí odia. 16 Pero si mi adánico-"yo" hace la misma cosa que viola la voluntad de Cristo en mí, mi Cristo-"yo" está de acuerdo con la Ley (en su sentencia de muerte sobre el adánico-"yo"), confesando que la ley está absolutamente correcta en su sentencia. 17 Así que ahora, ni siquiera soy "yo" haciendo cosas fuera de la ley, sino el pecado [pecaminoso-"yo"] que mora en mí.

Así que aquí Pablo se disecciona a sí mismo para separar los dos "yoes" en sus propias identidades únicas. Romanos 6: 6 llama al "yo"-de-Adán el "viejo yo" (NASB), o literalmente, el "hombre viejo" (The Emphatic Diaglott). En este versículo Pablo dice que este viejo hombre fue crucificado con Cristo, a fin de acabar con "el cuerpo de pecado".

Por lo tanto, nuestro hombre de identidad-adánica fue crucificado juntamente con el fin de cumplir con la sentencia justa de la Ley sobre el cuerpo de pecado. El resultado es que una nueva criatura, o nueva creación, resucita o es llevada a nacer, y este es el "yo" que es Cristo en vosotros.

Es importante tener en cuenta que el viejo hombre adánico no se levanta de los muertos. Queda muerto.

Nuestra segunda identidad, "Cristo-en-vosotros", tiene una madre terrenal; pero como tiene un Padre celestial, la maldición de Adán no se transmite a esta simiente santa. En cambio, Cristo-en-vosotros es capaz de funcionar incluso dentro de los confines de un cuerpo terrenal, pero sin pecado, como el mismo Jesús ( Heb 09:28 ). Pablo concluye que el Cristo-"Yo" en nosotros no puede pecar. Por lo tanto, si partes de nuestro cuerpo pecan, es porque todavía están bajo la autoridad del adánico-"yo" y no han sido aún plenamente crucificadas.


El testimonio de Juan

Juan también entendió esto, porque él habla de los "hijos de Dios" de esta manera en 1 Juan 3: 910,

9 Todo aquel [pasque es nacido de Dios no peca [es decir, es sin pecado], porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. 10 Por esto son obvios los hijos de Dios y los hijos del diablo. . .

La mayoría de los traductores no han entendido los dos “yoes”, por lo que llegan a algunas traducciones interesantes y doctrinas que tienden a confundir a la gente. Pero Juan muestra que el "Cristo en ti" es un feto que ha sido engendrado (impregnación) por el mismo Dios.

El Dr. Bullinger nos dice en sus notas sobre Mateo 1: 2,

"engendró, Gr.. gennao. Cuando se refiere al padre = engendrar o generar; y cuando se refiere a la madre significa dar a luz, traer al mundo".

Dios Padre ha engendrado una semilla santa dentro de nosotros. Estamos embarazados con Cristo hasta que nuestra "madre" (la carne) da a luz al hijo de Dios manifestado. Nos impregnaron a través de nuestra experiencia de la Pascua, y esta semilla santa madura a través de Pentecostés. Finalmente se lleva al pleno nacimiento a través de los Tabernáculos, momento en el que la vieja "madre" de Adán (la carne) muere en el parto, y nuestra nueva identidad es totalmente independiente.

[Nota añadida no del autor:
El proceso más desarrollado sería así:
Nos IMPREGNARON O ENGENDRARON a través de nuestra experiencia de la PASCUA, y esta semilla santa se desarrolla con el EMBARAZO en el vientre de PENTECOSTÉS. Llega el NACIMIENTO con la entrada en TABERNÁCULOS, tras cruzar el Jordán, momento en el que la vieja "madre" de Adán (la carne) muere en el parto, y nuestra nueva criatura es totalmente independiente (alma y espíritu partidos, He. 4:12). A través de Tabernáculos la nueva criatura CRECE hasta la madurez del varón perfecto o hijo de Dios manifestado, acreedor del cuerpo glorificado].

Tanto Juan como Pablo entienden que tenemos un linaje santo dentro de nosotros, que es incapaz de pecar. Es incapaz de pecar, porque cualquier cosa que es nacida de Dios no puede pecar. Sólo lo que es nacido del primer Adán puede pecar, y no puede evitar el pecado, debido a su inherente debilidad-mortalidad.


Identificar el verdadero yo

Se nos amonesta a identificarnos con el nuevo-"yo" y contar esta semilla santa como el "yo"-real. No sólo es Cristo-en-vosotros, sino también es el verdadero-yo. Es al mismo tiempo Hijo de Dios e Hijo del hombre, ya que tiene dos padres, un padre del cielo y una madre de la tierra. Jesús es el Hijo Modelo. Así como María fue fecundada por el Padre celestial y dio a luz a Jesús, el Cristo, así también lo hace el Padre celestial, nos cubre impregnándonos con Cristo, quien será dado a luz a su debido tiempo.

Pero terminemos el proceso de pensamiento de Pablo en Romanos 7 y, en aras de la comprensión, insertemos el correcto "yo" al que Pablo se refiere:

18 Porque yo sé que nada bueno habita en mí, es decir, en mi carne-"Yo"; porque el querer ["estar dispuesto"] está presente en mi Cristo-"Yo", pero el hacer el bien, no. 19 Porque el bien que mi Cristo-"Yo" quiere hacer, mi adánico-"Yo"  no; sino que mi adánico-"Yo" práctica el mal que mi Cristo-"Yo" no quiere hacer.

El versículo 20 es la conclusión de Pablo (parafraseado para mayor claridad):

20 Pero si mi adánico-"Yo" está haciendo la misma cosa que mi Cristo-"Yo" no quiere, mi Cristo-"Yo" no es en realidad ni siquiera el que lo hace, sino el pecado que mora en mi adánico-"Yo".

Pablo muestra su frustración incluso en su propia vida, y sin embargo hay que tener en cuenta que él entendía el poder de la ley de la justicia imputada. De hecho, la imputación de la justicia es el verdadero antídoto a la frustración provocada cuando nuestra carne de Adán se interpone en el camino de nuestra verdadera voluntad de hacer lo que es correcto.

21 Encuentro, por lo tanto, esta ley, que cuando yo estoy dispuesto a hacer lo correcto, el mal se encuentra cerca de mí. 22 Por lo cual estoy contento con la Ley de Dios según el hombre interior; 23 pero yo percibo otra ley en mis miembros, en guerra contra la ley de mi mente, que me lleva cautivo a la ley del pecado que existe en mis miembros [El Diaglotón Enfático].

Aquí Pablo llama a su Cristo-"yo", el "hombre interior". Este hombre interior está de acuerdo con la Ley de Dios, porque, siendo sin pecado, no viola la ley. Sin embargo, la carne (los adánicos-"miembros") de Pablo están en guerra con el Cristo en Pablo, tratando de llevar a Pablo "cautivo a la ley del pecado". La ley del pecado no es la ley divina, sino el mandamiento de la carne: Tu debes pecar más.


La liberación del adánico-"Yo"

Pablo concluye el capítulo 7 de Romanos encapsulando su frustración por la guerra interna:

24 ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor! Así pues, por un lado, yo mismo con  la mente [de Cristo] sirvo a la ley de Dios, pero por el otro lado, con la carne, a la ley del pecado.

En otras palabras, aquellos que están verdaderamente identificados con Cristo son los que se someten a la ley divina. Los que son todavía carnales, incluso si piensan en sí mismos como espirituales -son los que siguen la ley del pecado (es decir, violan la Ley de Dios). Cuando estemos en plena sintonía con nuestra Cristo-Identidad, nunca volveremos a violar la ley.

Durante nuestro periodo de formación provisional en la fiesta de Pentecostés, se nos amonesta a contar muerta nuestra vieja mente infractora. Si seguimos la guía del Espíritu, no vamos a cumplir con la voluntad o el deseo del viejo Adán. En Romanos 8, entonces, Pablo se centra en la idea de ser guiado por el Espíritu. Él basa esto en el hecho de que nuestro hombre-nueva-creación es lo que se ha levantado de entre los muertos (8:11). Cuando nuestros miembros del cuerpo se presentan al Cristo-en-nosotros, no van a cumplir el deseo de la carne de pecado.

Capítulo 11


Vivir por la Cristo-Identidad


Así como debemos contar nuestra identidad-adánica antigua como muerta, así también nosotros debemos contar nuestra identidad-Cristo como viva para Dios ( Rom 06:11 ). En la práctica, ¿cómo se altera nuestra manera de pensar?

En primer lugar, de acuerdo con la definición de contar ( logizomai ), no habla de una muerte real del hombre viejo, ni tampoco implica que los miembros de nuestro cuerpo están perfectamente presentados a la identidad-de-Cristo. Es un estado mental en el que entendemos lo que debemos hacer, y así nos esforzamos por ser obedientes a Cristo (es decir, dejarnos "guiar por el Espíritu"). Este tiempo de Pentecostés se centra en la obediencia como un medio para la formación y el crecimiento hasta que hayamos hecho la transición a un acuerdo total.

Esta transición se representa por la entrada en la Tierra Prometida de Israel a través del río Jordán. Por lo tanto, es el lugar del bautismo final, donde el viejo hombre muere completamente y el hombre nuevo emerge plenamente en la vida de resurrección.

Caleb y Josué son tipos bíblicos de los vencedores. Ellos estuvieron calificados por la fe para entrar en la tierra prometida mucho antes que el resto de "la iglesia en el desierto". Aun así, no se les permitió entrar en la Promesa de forma individual, sino que tuvieron que esperar al resto del cuerpo en el tiempo señalado. Por lo tanto, es mi creencia de que ningún vencedor individual puede heredar la promesa COMPLETA hasta que el cumplimiento histórico haya tenido lugar. Del mismo modo, el bautismo del Espíritu Santo de Pentecostés no pudo llegar a ningún individuo, hasta el momento histórico relatado en Hechos 2. No obstante, hubo hombres y mujeres en todo el Antiguo Testamento que fueron conducidos por el Espíritu.

Se dice de Sansón que "el Espíritu del Señor vino sobre él con poder" ( Jueces 14: 61915:14 ). Era un tipo de pentecostal, como mostré en mi libro, El Trigo y Asnos de Pentecostés (En castellano: http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2014/03/el-trigo-y-los-asnos-de-pentecostes.html). El rey Saúl, también, era un pentecostal, y como tal el Espíritu vino sobre él, así como en la manera pentecostal. Por lo tanto, la experiencia pentecostal no era rara en el Antiguo Testamento. Sin embargo, es claro también que Pentecostés era incapaz de hacer un trabajo completo en ellos. Todos ellos fallaron en llegar a la altura de la  plena y perfecta  madurez espiritual y obediencia.

Aun así, estos hombres estaban recibiendo formación en el puesto de trabajo. El Espíritu de Dios les había imputado justicia a ellos para que no se cargasen con un sentimiento de culpa e inadecuación. Eran libres de ejercer la autoridad de Cristo en la tierra. Ellos fueron llamados a ser como Cristo, hacer lo que Él hizo, hablar cuando Él hablaba, sanar a los enfermos como Él los sanó, e incluso resucitar a los muertos como Él lo hizo.

Aunque andamos con justicia imputada, es como si fuéramos tan perfectos como el mismo Jesucristo. De hecho, nosotros somos Su cuerpo, por lo que somos Sus manos y Sus pies en la tierra a través de los cuales se establece el Reino. A medida que aprendemos a hablar con autoridad por el Espíritu, es de hecho Él quien habla a través de nosotros. Cuando entramos en contacto con la desobediencia, la enfermedad y la muerte, no pueden reposar en la presencia de Cristo, ni en la nuestra, porque Cristo está en nosotros. En la práctica, sin embargo, la mayoría de las personas no se atreven a ejercer esa facultad en la tierra. La respuesta clásica es que carecen de fe, pero me parece que la respuesta es poco útil. No podemos reprender personas por su falta de fe. Debemos proveer alguna instrucción positiva que ayude a construir su fe.


Fe y Confianza

El problema inicial para la mayoría de los creyentes es que carecen de experiencia. Carecen de una historia de éxito en ver a la enfermedad y la muerte huir de ellos. Es debido a que comienzan como niños en Cristo, que carecen del desarrollo espiritual que puede venir sólo por la experiencia. Se necesita tiempo para desarrollar la confianza que viene con el éxito. Sin confianza, es difícil ejercer la autoridad, porque una orden de autoridad se debe dar con confianza, sabiendo que será hecho como ha sido decretado.

Gran parte de nuestra falta de confianza se debe a sentimientos de culpa e inadecuación. En última instancia, esos sentimientos se remontan a nuestra incapacidad de aceptar plenamente la posición que se nos da en Cristo y de apropiarnos de la justicia imputada a nosotros. Nos centramos demasiado en la deficiencia del viejo adánico que parece estar vivo y bien vivo en partes de nuestro cuerpo. Pasamos más de nuestro tiempo en la reforma del viejo hombre que en contarlo como muerto. Pasamos demasiado tiempo tratando de no pecar, en lugar de ser guiados por el Espíritu. Abstenerse de pecado está bien hasta cierto punto, pero hay que reconocer que el anciano nunca será limpiado, reformado o salvado. Ser guiado por el Espíritu nos va madurando, poniendo nuestro enfoque en esto, crecemos para dejar las cosas de niño de la carne. En otras palabras, la solución real no es tratar de abstenerse del pecado, sino madurar en Cristo.

Buscar la auto-perfección es egoísta e introspectivo. Se lleva a cabo por aquellos que son todavía incapaces de aceptar realmente la imputación de la justicia de Cristo que viene por la fe. Por lo tanto, siguen llorando por su condición pecaminosa y luchan por una perfección real que está siempre fuera de su alcance. Tal pensamiento dio lugar a miles de ermitaños en el pasado de la historia de la Iglesia. Tal introversión aisló a muchos hombres buenos que de otra manera hubieran sido valiosos en el establecimiento del Reino y para dar testimonio de Cristo a la gente en la calle.

Pero cuando realmente sabemos que hemos sido imputados justos, el problema está resuelto, y entonces podemos concentrarnos en hacer el trabajo que Dios ha puesto ante nosotros. Nuestro enfoque deja de estar en nosotros mismos para enfocarnos hacia los demásDejamos de luchar sin cesar por la perfección personal y comenzamos a establecer el Reino en el resto del mundo. Sólo entonces aprendemos a usar nuestra autoridad como hijos de Dios para sacar orden en el caos y vida de la muerte. Sólo entonces todas las cosas serán colocadas bajo el pie (autoridad) de Jesucristo, para que Dios sea el todo en todos.

Esto es lo que significa reconocer (contar) que nuestro viejo hombre está muerto y contarnos como vivos para Dios en nuestra identidad en Cristo. Aceptamos lo que Cristo ha hecho en la cruz y en Su resurrección. Esta es la forma en que somos "liberados de este cuerpo de muerte".


Vivir sin auto-condenación

Romanos 8: 1 y 2  dice:

1 Ahora, por lo tanto, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Al usar Pablo el término "por lo tanto" nos muestra que esta es una conclusión de lo que ha dicho antes. La ley ya no nos condena a muerte. ¿Por qué? ¿Por qué motivos? Debido a que la Ley ya nos ha matado, es decir, al viejo Adán en nosotros. Hemos contado (imputado) por muerta nuestra identidad-adánica vieja mediante la identificación con la muerte de Cristo en la cruz. Nuestra nueva vida en Cristo ha comenzado a través de nuestra identidad-de-Cristo, que ha sido, por decirlo así, resucitado de entre los muertos.

Esta nueva identidad-Cristo no peca, porque Dios es Su Padre. En otras palabras, esta nueva Cristo-identidad no viola la Ley, ya que está en perfecta conformidad con la mente del Padre como se expresa en la Ley y es aplicada por los profetas y apóstoles.

3 Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por la carne, Dios lo hizo: enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne, 4 para que el requisito de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

La Ley fue realmente débil. Era incapaz de dar vida a un hombre, a causa de "la carne". No es que la Ley fuera carnal, porque Pablo dice que es espiritual (7:14). Es el hombre adánico el que es carnal. Por esta razón, la ley no pudo encontrar una manera de darnos vida, a pesar de que, según Pablo, esa era su intención (7:10).

Había que encontrar otra forma. Dios envió a su Hijo "como una ofrenda por el pecado... con el fin de que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros". Este requisito es la perfección, y donde hay pecado, el requisito de la Ley es la muerte. Por lo tanto, hemos puesto a muerte el adánico "yo" que también merecía morir.

¿Esto, entonces, nos da una licencia para violar la ley? No, esto significa que en la medida en que nos identificamos con el Cristo-"Yo" no vamos a pecar. Eso es lo que significa caminar según el Espíritu. Pablo se refiere al "yo"-espiritual en lugar del "yo"-carnal.


La mente carnal es enemistad contra Dios

5 Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6 Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz. 7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, pues ni siquiera son capaces de hacerlo; 8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

La mente en la carne siempre será "enemistad contra Dios". Esto nos lleva de nuevo a la Ley de la Tribulación en Lev. 26, donde Dios advirtió a Israel del peligro de continuar en el pecado. Les advirtió que dicha acción carnal resultaría en cautiverio y hasta la deportación a tierras extranjerasSu cautiverio no terminaría hasta que hubieran confesado su hostilidad en contra de Cristo, como se dice en  Lev. 26:41,

41 Y confesarán su iniquidad y la iniquidad de sus antepasados, por las infidelidades que cometieron contra mí, y también porque procedieron con hostilidad contra mí.

La hostilidad hacia la Ley es lo que provocó la deportación de Israel a Asiria y la deportación de Judá a Babilonia muchos años antes. Incluso en tiempos de Jesús, la mentalidad carnal judía iba en contra de la Ley de Dios, porque ellos la malinterpretaron por la mente de la carne y convirtieron la Ley en las tradiciones ("preceptos") de los hombres. Por lo tanto, Jesús les dijo en Mat. 15: 7-9,

7 Hipócritas, con razón profetizó de vosotros Isaías, diciendo: 8 Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. 9 Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.

Pablo estaba muy consciente de la hostilidad judía contra Jesucristo y contra todos aquellos que predicaban el evangelio de Cristo abiertamente. El autor muestra que tal hostilidad viene de la identidad-carnal de Adán, el "hombre viejo", que los cristianos han puesto a muerte mediante la identificación con Cristo.

Porque ser hostil hacia la Ley es tener una mente que es contraria a la mente de Cristo y a la mente del Espíritu. Por lo tanto, "los que viven según la carne no pueden agradar a Dios" ( Rom. 8: 8 ). Pablo dice en Heb. 11: 6, "Pero sin fe es imposible agradar a Dios".

Cada persona religiosa cree que tiene fe en Dios, pero es sólo por la fe en el sacrificio de Cristo, que pueden agradar a Dios. Sólo por esta fe una persona cumple la Ley, poniendo a la muerte del hombre viejo y siendo levantado como una nueva creación en Cristo.


Tener el Espíritu Santo

9 Sin embargo, vosotros no estáis en la carne sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros. Pero si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

Algunos pentecostales han usado este versículo para probar que uno debe tener una experiencia pentecostal con el fin de ser un verdadero cristiano. Pero un simple vistazo a la pauta de "la iglesia en el desierto" demuestra lo contrario. La Iglesia es un cuerpo de llamados fuera. Cuando Israel fue llamado a salir de Egipto en la Pascua, se convirtieron en la Iglesia en el desierto. Por lo tanto, los israelitas fueron justificados por la fe a través de la Pascua, no Pentecostés.
Fueron conducidos por el Espíritu desde el día de la Pascua, no desde Pentecostés (en el Monte Sinaí). Éxodo 13: 20-22 dice:

20 Entonces ellos partieron de Sucot y acamparon en Etam en el borde del desierto. 21 Y Jehová iba delante de ellos en columna de nube de día para guiarlos por el camino, y con columna de fuego de noche para darles luz, para que pudieran viajar de día y de noche. 22 Él no quitaba la columna de nube de día, ni la columna de fuego de noche, de delante del pueblo.

Los israelitas fueron así "guiados por el Espíritu" día y noche desde el primer día -Abib 15, día de la Pascua. Nuestra justificación, que llega a través de la Pascua por la fe, comienza nuestro viaje cuando somos guiados por el Espíritu. Nuestra santificación, que viene a través de Pentecostés, es un mayor nivel de fe y una segunda experiencia con Dios. Sin embargo, debemos tener cuidado de distinguir las dos experiencias y comprender la importancia de cada una.


Cristo en ti está vivo (Inmortal)

10 Y si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo está muerto a causa del pecado, sin embargo el espíritu vive a causa de [con respecto a] la justicia. 11 Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos también dará vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.

Cuando Pablo distingue entre el viejo y el nuevo hombre, el viejo hombre es condenado a muerte, mientras que el nuevo hombre está vivo con inmortalidad. El versículo 11 continúa este concepto de la resurrección interior, donde el nuevo hombre se levantó inmediatamente después de la muerte del viejo hombre-carne de Adán. Él dice que Dios "también dará vida a vuestros cuerpos mortales".

Algunos creen que esto significa que si realmente somos guiados por el Espíritu, entonces no vamos a morir nunca en nuestros cuerpos actuales. Señalan quizás también el ejemplo de Enoc y Elías. He conocido a muchos que creían que nunca morirían, pero, dado el tiempo suficiente, siguen envejeciendo y muchos de esos cuerpos mortales ahora se descomponen en el suelo. No tengo ninguna duda de que su espíritu está vivo para Dios, porque Él no es Dios de muertos, sino de vivos.

Cuando Pablo usa la frase "vuestros cuerpos mortales" parece sugerir que no se refería a un espíritu inmortal, o el Cristo-"Yo". Nuestra Cristo-identidad no es nuestro cuerpo mortal, incluso aunque se encuentra dentro de él. Ciertamente, no todos "dormiremos", pero todos seremos transformados ( 1 Cor. 15:51 ). Así que si este cambio está sujeto a un tiempo señalado en la historia o sólo está sujeto al propio crecimiento espiritual es un asunto de debate.

12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; 13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. 14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.

Pablo dice que como creyentes, estamos "obligados" a vivir por el Espíritu y hacer morir "las obras de la carne". A muchos les gusta pensar que ser cristiano significa la libertad de no tener obligaciones en absoluto, porque cualquier obligación es, para ellos, una forma de esclavitud. Pero como ya hemos visto en la Ley de Redención, siendo redimidos sólo cambiamos los amos (propietarios de esclavos). Somos todavía siervos de Jesucristo.

Además, vivir "según la carne" es vivir una vida sin ley, porque la carne "no se sujeta a la ley de Dios" (8: 7).

Pablo va más allá al decir en el versículo 13 que "si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis". Eso parece decirnos que la santificación es un requisito para la vida inmortal. Si eso es lo que parece ser, entonces Pentecostés ha tomado el lugar de la Pascua, y la justificación no es más solo por la fe, pero también por las obras, es decir, la obediencia al Espíritu de Dios. Ese punto de vista claramente estaría en contradicción con el fundamento de Pablo al principio en Romanos 4, donde mostró claramente que la justificación era solo por la fe y no por obras. ¿Después de tales fundamentos cuidadosas en Romanos 4, vamos ahora interpretar la declaración de Pablo en Romanos 8 de manera contradictoria? ¿Cómo conciliar estas declaraciones?

Hay dos posibilidades principales, como yo lo veo. Primero, Pablo puede estar diciéndonos que si estamos lo suficientemente santificados por dar muerte a la carne y por la dirección del Espíritu, podemos entrar en la inmortalidad y dejar de envejecer y morir. La otra posibilidad es que Pablo puede estar refiriéndose a la santificación como un pre-requisito para el logro de la vida en la primera resurrección. Una tercera posibilidad, que yo creo, es que puede haber algo de verdad en los dos puntos de vista anteriores, ya que los dos no son mutuamente excluyentes.

Así que vamos a considerar la primera opción. ¿Es posible lograr la santificación perfecta si se nos da suficiente tiempo bajo Pentecostés? ¿Es necesario ser santificado plenamente con el fin de alcanzar la inmortalidad, o puede ser alcanzada la inmortalidad sólo por 90-99% de santificación?


La Pascua y la Fiesta de los Tabernáculos

La respuesta simple es que Dios ya nos ha imputado justicia por la fe. Tener nuestros pecados cubiertos ya nos ha dado una justificación y santificación  posicionales en lo que se refiere a la Ley. Esta es la provisión de Dios para la iglesia entre Egipto y la Tierra Prometida. Israel comenzó su viaje en la Pascua, Abib 15, en un lugar llamado Sucot ( Ex. 13:20 ). Sucot significa "cabaña", y representa la fiesta de las Cabañas o Tabernáculos.

Del mismo modo, Israel debía habitar en tabernáculos (tiendas) durante todo su tiempo en el desierto, como una lección para la iglesia del NT, de que no debían construir casas denominacionales en el desierto. Ellos tenían que entender que ellos estaban en un tiempo de movimiento y viviendas temporales, porque iban a seguir aprendiendo y creciendo espiritualmente a través de su experiencia en el desierto. Una denominación tiende a establecer una casa doctrinal fija, donde la gente se asienta permanentemente y no son capaces de aprender las lecciones del próximo oasis en el desierto, a donde la columna de fuego les puede conducir.

Así que la Fiesta de los Tabernáculos (Tabernáculos) fue diseñada para enseñar a Israel esto. Leemos esto en Lev. 23: 42-44,

42 Vivirás en cabañas durante siete días; todos los nacidos en Israel vivirán en tabernáculos, 43 para que vuestras generaciones sepan que yo tuve a los hijos de Israel viviendo en cabañas cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo soy el Señor tu Dios. 44 Así habló Moisés a los hijos de Israel los tiempos designados por el SEÑOR.

Creo que esta fue la razón por la que Israel comenzó en Sucot, que fue su primer campamento (después de salir de Ramesés). Esto nos enseña que debemos tener el objetivo en mente, incluso desde que dejamos la casa de servidumbre y comenzamos nuestro viaje a la Tierra Prometida. Nos enseña también que podemos disfrutar de una justicia imputada a lo largo de nuestro viaje, y, en ese sentido, podemos vivir la vida del reino, incluso mientras todavía estamos en el desierto.

Es evidente, sin embargo, que los israelitas no se vieron a sí mismos como viviendo en el Reino. Sino que murmuraron y se quejaron gran parte del tiempo, lo que demuestra que no tenían la capacidad de ver más allá de sus circunstancias. Cuando se quedaron sin comida, sólo veían la panera vacía. Cuando se quedaron sin agua, sólo veían la cantimplora vacía. Se les hacía difícil ver la presencia de Dios en tiempos de escasez y adversidad. No entendían que tenían la autoridad, incluso como lo hizo Moisés, de comandar el agua en la roca (Nota no del autor: Creemos que esta autoridad no está disponible al antojo, sino solo cuando se recibe una orden previa ex profeso o palabra rhema, tal como Moisés la recibió).

Moisés fue el que más cerca estuvo de vivir la vida del reino, ya que se suponía que debía ser vivida. Pero incluso él se quedó corto al final, aunque Caleb y Josué heredaron la promesa. Caleb y Josué son tipos de los vencedores que manifiestan el tercer nivel de fe que viene por "vivir en las cabañas" en el desierto (dependencia total en Dios). Aun así, no se les permitió entrar en la Tierra Prometida, aparte del cuerpo (nación) en sí. Tuvieron que esperar a los tiempos señalados, porque esto no es sólo un asunto individual, sino también una obra corporativa.

Del mismo modo, ha habido muchos vencedores de todas las épocas pasadas, incluidos los enumerados en Hebreos 11. Pero todos ellos murieron sin haber recibido las promesas, a pesar de que ganaron la aprobación de Dios ( Heb 11:39 ). ¿Por qué?

40 porque Dios había provisto algo mejor para nosotros, porque aparte de nosotros, no debían ellos ser perfeccionados.

Caleb y Josué descubrieron esto también. Los vencedores de todas las edades pasadas no podían ser perfeccionados en su propio tiempo de vida aparte de nosotros. Tenemos que entrar en la Tierra Prometida juntos a una hora determinada, conocida como la Fiesta de los Tabernáculos.

Aunque estamos sujetos al tiempo ("los tiempos señalados del Señor"), también somos personas que están aprendiendo a poner a muerte al hombre viejo y seguir al Espíritu. ¿Podemos obtener la perfección? No lo puedo decir con certeza, porque ir más allá de una justicia imputada y la santificación está aún más allá de mi experiencia. Pero sin embargo, sé que yo habito en las cabañas, en el desierto, y tengo a mi disposición la autoridad del Reino como si ya estuviera perfeccionado. (Todavía estoy aprendiendo a utilizarla por la fe). Es difícil enseñar aquello que está más allá de mi propia experiencia. Por desgracia, mi experiencia todavía es limitada, así que no conozco plenamente la totalidad en que nuestra autoridad puede ejercerse. Continuamente aprendo a dominar las nuevas áreas, pero hay mucho más por venir.

En este punto, no creo que la inmortalidad pueda lograrse avanzando hacia la perfección. Creo que es más beneficioso para nosotros aceptar por fe la justicia imputada y la santificación que ahora poseemos y vivir en consecuencia. Sea o no que esto se traduzca en una transformación individual del cuerpo mortal a inmortal, es una pregunta que no puedo responder por experiencia personal.

Más allá de eso, yo creo que Dios ha establecido "designado tiempos", que se aplican a los cumplimientos históricos para nosotros como un cuerpo de muchos miembros. Este hombre nueva creación es un cuerpo de personas, y no puede estar completo hasta que cada uno haya tenido su oportunidad de vivir y madurar como persona. Así que vamos a vivir la vida resucitada aquí y ahora por el poder de la justicia imputada, pero también hay un tiempo señalado en la historia para una resurrección del grupo.

Pablo escribió en Rom. 8:11 que "El que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos también dará vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros". Yo creo que él tenía toda la intención de que nos apropiáramos de este Espíritu que da vida, aquí y ahora. Debemos vivir por el Espíritu, y aunque reconocemos que estamos en un momento de crecimiento y desarrollo, sin embargo, esto se hace principalmente a través de la formación en el puesto de trabajo. En otras palabras, hemos de ejercer la autoridad espiritual que está disponible para nosotros. A medida que maduramos, por supuesto, vamos a ser capaces de utilizar una mayor autoridad espiritual. Debemos reconocer que Dios no quiere el poder para estar a la cabeza, ni él confiará las llaves del reino a un espiritual de tres años de edad, para que dicha autoridad no sea mal utilizada.

En mi opinión, la "vida" dada a nuestros cuerpos mortales por su Espíritu va más allá de la inmortalidad. Realmente es más parecido a una forma de vida. Estamos siendo entrenados para gobernar con Cristo y para juzgar al mundo con justicia. Para ello, tenemos que aprender a pensar como Cristo, actuar como Él, hablar sólo sus palabras, y hacer sólo lo que Él haría. Debemos conocer Su voluntad y también Su plan para el universo en su conjunto. Cuanto más de Él y de Su intención para la creación entendamos, mejor equipados estaremos para ejercer la autoridad en Su nombre como una bendición, y no como una maldición para los demás.

Pentecostés es a la vez una experiencia y un tiempo de aprendizaje. En Hechos 2 vemos la experiencia, pero en la edad Pentecostal vemos el periodo de formación basado en el tiempo. Muchos han entendido la experiencia, pero realmente no han entendido el propósito del TIEMPO.


El factor tiempo

En lo que se refiere a nuestro entendimiento, la comprensión del tiempo es lo que nos hace diferentes de los animales. La comprensión del tiempo de un animal se limita a su propia vida. No tienen ningún concepto de las generaciones anteriores, por lo que no escriben libros de historia. Ellos no tienen el concepto de una vida futura, por lo que no hacen preparativos más allá de su propia vida. Las ardillas almacenan nueces para el invierno, y los osos enterrarán alimentos para una comida futura, pero no les importa nada más allá que su vida útil.

Por otro lado, nosotros nos enteramos de la historia y del trabajo por el bien de nuestros nietos. Incluso nos preparamos de acuerdo a nuestra comprensión de la vida futura. Esta es la civilización, y todo se basa en nuestra capacidad para comprender el Tiempo. Es un don divino para la humanidad que nos permite ir más allá de nuestro propio pequeño mundo de la experiencia y pensar sin egoísmo para otros que nunca nos encontraremos personalmente.

Estamos atontados cuando se erosiona nuestro sentido del tiempo. Los ateos, los que tienen un sentido de la historia, pero rechazan la idea de una vida futura, están parcialmente reducidos al nivel de los animales, como incluso Darwin enseñó. Los cristianos que no entienden la doctrina de la Edad están igualmente en desventaja, al no ser capaces de comprender el plan divino plenamente. Los que están encerrados dentro de sí mismos y permanecen dentro de su propio mundo aparte del sentimiento personal y la experiencia están (en esa medida) mentalmente enfermos e incapaces de disfrutar de la experiencia humana.

Para tener una mente sana y una perspectiva equilibrada de la vida, hay que reconocer tanto la experiencia interior como el concepto orientado hacia el exterior del Tiempo. En Romanos 8:11, la "vida" que se nos da por el Espíritu que mora en nosotros es una forma de vida que es a la vez personal y mira hacia afuera. Una no quita la otra, pero cada una mejora y completa la otra.

Por esta razón, Pablo también habla de  vida aionian ( Rom 5:216:23 ). La biblia Enfático Diaglott dice que es "vida en la edad-duradera". No es simplemente la inmortalidad, sino la vida en un determinado período de tiempo (entre las dos resurrecciones). Los que reciben la vida (inmortalidad) como vencedores en la primera resurrección disfrutarán de una mejor calidad de vida para la Edad de los mil años. No morirán, y reinarán con Cristo ( Apocalipsis 20: 6 ) sobre los otros que no son tan bendecidos.

Sin embargo, en Rom. 8:11 Pablo fue más allá de decir que aún hoy en nuestros cuerpos mortales, tenemos el potencial para experimentar esa manera futura de vida, en la medida en que crezcamos hacia la madurez y seamos capaces de ejercer la autoridad que tenemos hasta hoy, ya que reinamos con Cristo ahora.


El crecimiento espiritual es dependiente del tiempo

Esa autoridad es potencialmente inmediata, pero depende experimentalmente de "hacer morir las obras de la carne"Rom 08:13 ). Podemos apropiarnos de esta calidad de vida, incluso en la actualidad. No necesitamos esperar para el futuro. De hecho, el crecimiento nos acerca a ese futuro momento de madurez, pero el crecimiento es (por definición) en función del tiempo. El crecimiento es en gran medida una cuestión de formación en el puesto de trabajo, lo que significa que tenemos que aprender y practicar las habilidades que serán perfeccionadas por el uso en el tiempo.

Es por esto que hago más que solo sentarme a esperar por el futuro. Cada vez que el Padre me envía a algún lugar a decretar un cambio en la tierra, Él quiere que yo ponga en práctica lo que ya he aprendido. Se aplica la Escritura. Es un ejercicio de la autoridad espiritual que es relevante aquí y ahora. Muchos hoy en día tienen poco concepto de esto, porque está fuera de la esfera de su propia experiencia. A pesar de que ven los profetas bíblicos que hacen este tipo de cosas, no comprenden la idea de que los profetas son nuestros ejemplos -no excepciones santas.

Realmente comienza con una cierta comprensión bíblica y aprender a escuchar Su voz y ser guiados por el Espíritu. A medida que crecemos y nos desarrollamos, Dios encuentra trabajos ocasionales para que nosotros hagamos alrededor de la casa, y después nos envía fuera. Recuerdo en 1989 la primera vez que el Padre me envió a 1.000 millas a decretar contra un huracán que aún no se había formado en el Golfo de México. Fue allí cuando llegué a Corpus Christi, y después del decreto que murió en 24 horas sin tocar tierra. Se necesita más fe para conducir 1.000 millas que para hacer un decreto en nuestra puerta, especialmente cuando usted no tiene el dinero para hacer un viaje de este tipo y debe confiar en su provisión.

Mi revelación del Tiempo ha sido a menudo criticada por aquellos que están limitados por la experiencia personal. He sido acusado de "no hacer nada" debido mi comprensión de la era por venir, como si sólo me estuviera preparando para el futuro, pero descuidando el presente. Les aseguro que esto no es cierto. Me preparo para el futuro mediante la práctica del arte de la vida en la actualidad.

Nuestro tiempo de Pentecostés es nuestro período de crecimiento. Sin crecimiento, no clasificamos para los Tabernáculos, como Israel descubrió en Números 14. La santificación de Pentecostés no es un requisito previo para la justificación, pero sin duda es un requisito previo para los Tabernáculos. Israel no necesitaba la santificación de Pentecostés para salir de Egipto, pero fueron descalificados de entrar en la Tierra Prometida porque habían rechazado oír Su voz en Pentecostés (Ex. 20: 18-21 ).

Israel fue justificado por la fe en la sangre del Cordero cuando salieron de Egipto en la Pascua. Hebreos 4: 6 dice que la "buena noticia" [evangelio] les fue predicado, pero sin embargo, "que no pudieron entrar debido a la desobediencia". Experimentaron la Pascua, pero no pudieron experimentar Pentecostés para escuchar Su voz, para ser guiados por el Espíritu, y para aprender la obediencia, creciendo hacia la madurez espiritual.

No creo que para calificar para los Tabernáculos uno deba alcanzar la perfección y la inmortalidad en esta vida presente. Pero hay que dar señales de vida y de crecimiento. Esto va más allá de aprender la Biblia. El aprendizaje de la Biblia es muy útil, pero sólo si se aplica y se traduce en la experiencia prácticaRomanos 8:14 dice,

14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.

Dios llamó a su "hijo" de Egipto Os 11. 1 ) y los condujo por su Espíritu (columna de fuego). Así también es con nosotros. Si somos guiados por el Espíritu de Dios, en vez de por la carne, nosotros también somos hijos de Dios. Esa es nuestra principal prueba de filiación.


Vivir como Hijos de Dios

Hasta Romanos 8:13, Pablo sentó las bases para uno de sus más importantes temas -la filiación. Mostró cómo la fe es la base de la justificación, y cómo la santificación es un proceso de aprendizaje de la obediencia. La obediencia implica poner a muerte la carne y ser guiados por el Espíritu. La carne no se sujeta a la Ley de Dios (8: 7), mientras que la intención del Espíritu sirve a la Ley de Dios (7:25). Por lo tanto, la santificación es el momento de la formación en la que se aprende a ser obediente a la Ley de Dios.

Este tiempo de obediencia implica cierta disciplinaHeb. 12: 7 ), porque la disciplina es una de las marcas principales de ser un hijo. Este periodo de formación es también la marca de un hijo que aún no está completamente maduro, por Gal. 4: 1 nos dice que posicionalmente incluso los hijos son lo mismo que un esclavo durante su crecimiento hacia la madurez.

La huiothesia, "adopción de hijos" ( Gál. 4: 5; Rom. 8:15 ) es el punto de madurez. En los días de Pablo era la ceremonia formal que proclamaba que el hijo estaba maduro y se podía confiar plenamente en él como el heredero. Entonces le daban poder sobre toda la finca de la familia, por lo que su firma era tan vinculante como la del Padre.

Nuestro periodo de formación es algo más que un tiempo de espera de la huiothesia (fiesta de los Tabernáculos). Se nos ha dado autoridad incrementalmente de acuerdo con nuestra formación y madurez a fin de que podamos aprender los caminos de nuestro Padre, mediante el ejercicio de su autoridad de acuerdo con la guía del Espíritu. Por esta razón, estamos en condiciones de hacer decretos, curar a los enfermos y resucitar a los muertos, mientras que todavía estamos en formación. Aun así, debemos hacerlo como guiados por el Espíritu. Y no hay que olvidar que la propia ley es nuestro tutor ( Gal 3:24 ), para llevarnos a la plenitud de la estatura de Cristo.

El mensaje de filiación no es más que una comprensión de que somos herederos de todas las cosas y coherederos con Cristo. Es más que una posición. Es un tiempo de entrenamiento desde el nacimiento hasta la madurez. Las pruebas de filiación están siendo dirigidas por el Espíritu.

14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15 Porque no habéis recibido un espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos [huiothesiapor el que clamar: "¡Abba, Padre!"

Pablo estaba pensando principalmente en el cambio de la Antigua Alianza a la Nueva. El período de tiempo del Antiguo Pacto implicó la esclavitud, mientras que el Nuevo Pacto nos saca de la esclavitud a la filiación. Sin embargo, existe otra aplicación de esto, porque la Era de Pentecostés misma corre paralela a la formación de Israel en el desierto antes de su entrada en la Tierra Prometida. Por lo tanto, la Edad de Pentecostés es también una época de "esclavitud" a medida que aprendemos a ser guiados por el Espíritu.

Pablo reconoce este hecho, pero él sigue siendo optimista de que los creyentes en su audiencia han llegado en gran parte a un lugar de madurez espiritual, que funciona con la autoridad de los hijos. Así que le dice a la iglesia de Galacia en Gal. 4: 7-9,

7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo. 8 Pero en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; 9 mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar de nuevo?

La comparación de Pablo no es entre Pentecostés y Tabernáculos, sino entre la idolatría y conocer el verdadero Dios. En otras palabras, los hombres fueron esclavizados a los falsos dioses, hasta que llegaron a conocer a Dios por la fe en Cristo. Sin embargo, el problema de Galacia manifiesta un problema adicional en la propia iglesia. Esto demuestra que incluso los creyentes pueden ser esclavizados una vez más por su sistema de creencias. Y, en efecto, por extensión nos encontramos con que cada creyente comienza como un bebé en Cristo y tiene que aprender la madurez, así como Israel tuvo que ser entrenado en el desierto durante su tiempo de Pentecostés. El problema de Galacia era específicamente sobre la iglesia de regreso al judaísmo y su dependencia de la Antigua Alianza. Los cristianos de Galacia habían salido de la idolatría, como había sido Israel llamado (nacido) de Egipto ( Os 11. 1 ). Pero la comparación no termina ahí. Los gálatas habían seguido el camino de Israel al Monte Sinaí, así, que estaban en peligro de situarse bajo el Antiguo Pacto y su esclavitud.

Así podemos ver que hay dos formas de esclavitud. En primer lugar, existe la esclavitud de Egipto; en segundo lugar, existe la esclavitud de la Antigua Alianza. Pablo habla de las dos formas de la esclavitud en su epístola a los Gálatas, así que sabemos que Pablo reconoció ambas.

Por el contrario, también hay dos formas de filiación. La primera es la de Oseas 11: 1, donde Dios llama a su hijo fuera de Egipto, haciendo de Israel un "hijo" el día en que fueron dados a luz al ser sacados de la esclavitud egipcia. La segunda capa de la filiación es salir de la esclavitud de la Antigua Alianza a la Filiación de la Nueva.

Existe, por tanto, una esclavitud al mundo a través de la adoración de falsos dioses; y hay otra forma de esclavitud bajo el mismo Dios, que está reservada para los cristianos inmaduros y está diseñada para llevarlos a la madurez espiritual.

Pablo asume en Rom. 8:15 que los cristianos de Roma son maduros y han abandonado la Antigua Alianza como método de salvación. Por lo tanto, "no han recibido un espíritu de esclavitud", sino en su lugar "un espíritu de huiothesia", el espíritu de adopción de hijos.

16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, 17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que podamos también ser glorificados con Él.

Aquí Pablo hace una clara distinción entre el Espíritu de Dios y de nuestro propio espíritu. Distingue el espíritu del alma en 1 Tes. 5:23 , donde dice: "y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo". Como templos de Dios, estamos en tres partes, con un lugar santísimo (espíritu), un lugar santo (el alma), y un atrio exterior (cuerpo).

Nuestro Lugar Santísimo es nuestro espíritu, y esta habitación interior alberga también el Espíritu de Dios, así como la gloria Shekinah ocupó el Lugar Santísimo del templo. Pablo dice que estos dos Espíritus tienen una relación de doble testigo. En otras palabras, el matrimonio ha tenido lugar dentro de nosotros, donde los dos son "una sola carne", por así decirlo. Nuestro espíritu se ha unido con el Espíritu Santo, y aunque todavía son técnicamente independientes, también son legalmente "una sola carne". Por esta santa unión el Espíritu de Dios engendra a "Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, que es el fruto de esta unión que Dios ha destinado desde el principio.

Por lo tanto, cuando Pablo dice que "somos hijos de Dios", está construyendo sobre los cimientos de su enseñanza en Romanos 7. Pablo se había identificado con su "Yo"-espiritual que es su Cristo-identidad. Somos hijos de Dios, no a causa de nuestra identidad como el fruto carnal de la descendencia de Adán, sino como consecuencia de la santa semilla del último Adán, quien nos ha engendrado por el Espíritu de Dios.

Esto es lo que nos hace hijos de Dios. El último Adán ha hecho con éxito el trabajo que el primer Adán fue llamado a hacer, pero que no logró. Aunque el primer Adán fue llamado a ser un "hijo de Dios" ( Lucas 3:38 ), se convirtió en "el hombre de pecado" en necesidad de un redentor. El proceso de la redención, la salvación, la justificación y la reconciliación se centra enteramente en el éxito del último Adán.

Esta es la base del mensaje de Filiación. Ninguna otra religión tiene esta verdad, porque entrar en la filiación y la huiothesia sólo puede lograrse a través de Jesucristo. Es lo que hace único al cristianismo.

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