17/03/2017
Pablo
usó el caso del creyente inmoral como un trampolín para enseñar a
la iglesia acerca de su deber y responsabilidad de aprender
el arte del justo juicio.
1
Corintios 6: 1
dice,
1
¿Alguno de vosotros, cuando tiene un caso en contra de su vecino, se
atreve a ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los
santos?
La
pregunta era retórica, porque la respuesta era obvia. Era absurdo
que los cristianos esperasen justo juicio de los tribunales de
justicia de la ciudad. Aún así, algunos en la iglesia pueden haber
recomendado hacer eso, en vista de la negativa de la iglesia para
hacer frente al problema del incesto. Pablo había dado a entender
anteriormente en 1
Corintios 5:1
que el incesto era ilegal entre los griegos. Presumiblemente, un
tribunal griego condenaría este tipo de comportamiento.
Pablo
estaba preocupado de que este tipo de litigios sólo serviría para
mostrar a la ciudad que los cristianos eran poco mejor que los
paganos en cuanto a la moral se refiere. Demostraría que los
cristianos anímicos no eran diferentes de los paganos anímicos.
En segundo lugar, supondría demostrar a los incrédulos que el Reino
que se predicaba no ofrecía gobierno piadoso o tribunales piadosos,
porque acudir a los jueces impíos era admitir que estos eran
preferibles a los jueces del Reino. Tal situación era una vergüenza
para Pablo.
Los
santos juzgarán al mundo
2
¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo
es juzgado por vosotros, ¿no sois competentes para constituir los
tribunales
más
pequeños [más
bajos]?
Aquí
Pablo se refiere a la profecía de Daniel
7:22,
cuando "llegó
el tiempo cuando los santos tomaron posesión del reino". Por
otra parte, Daniel
7:27
dice,
27
Y la soberanía, el dominio y la grandeza de todos los reinos debajo
de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo; su
reino será un reino eterno, y todos los dominios le servirán y
obedecerán.
Un rey era
considerado como el más alto juez en el reino, pero en los reinos
más grandes, había muchos tribunales inferiores, donde eran
habilitados jueces para juzgar las controversias entre las personas.
En el Reino de Dios, Jesucristo es el Rey y la última instancia de
apelación, pero los vencedores están llamados a gobernar con Él.
Los vencedores, entonces, deben conocer las Leyes del Reino, no sólo
para cumplirlas, sino también para juzgar a las personas cuando se
violen esas leyes. Cada vez que se viola una ley, se pisotean los
derechos de alguien. Si las personas no pueden resolver sus propios
conflictos, tienen que ser capaces de apelar su caso a un oficial de
la corte, donde un juez pueda resolver esos casos.
Así
que Pablo dice, "los
santos han de juzgar al mundo".
Por esta razón, se sorprende que la iglesia en Corinto no fuera lo
suficientemente competente para establecer incluso la corte más
baja, bajo el cielo. Sin embargo, incluso si hubieran sido capaces de
establecer un tribunal de iglesia, esto no era una garantía de que
se siguiera el procedimiento adecuado que se expone en Mateo
18:15-20.
Por otra
parte, Pablo les había acusado ya de ser anímicos, por lo que
corrían el riesgo de juzgar por las apariencias, más que por la
revelación que viene a través del hombre espiritual. No sabemos
cuánto tiempo Pablo había pasado en su formación para juzgar al
mundo con justicia; sin duda, él ya les había enseñado mediante la
Ley y los Profetas, y él parece sorprendido de que la iglesia fuera
incapaz de juzgar el caso que nos ocupa. Pero, sin embargo, dieciocho
meses después de la enseñanza parecen insuficientes para capacitar
a los jueces justos. La iglesia estaba todavía sin preparación.
La
deficiencia de Corinto, sin embargo, se ha convertido en nuestra
bendición, ya que cuando Pablo se vio obligado a escribir sobre
ella, dio instrucciones a muchas generaciones futuras de creyentes
también. Los
santos que conocen la Ley son capaces de evitar el pecado; primero
por enseñar a la gente lo que es pecado. Juan nos dice que "el
pecado es infracción de la ley"
(1
Juan 3:4 KJV).
Si la gente sabe lo que viola la naturaleza de Dios y lo que viola
los derechos de sus vecinos, entonces ellos están mejor equipados
para ser más como Cristo y para no hacer daño a los demás. En
segundo
lugar, los que tienen una mayor comprensión de la ley son capaces de
aconsejar a otros en sus disputas. En tercer
lugar, aquellos que sobresalen en su conocimiento y comprensión de
la Ley, combinado con la capacidad de guiar por su espíritu, en
lugar de su alma, se podrán llamar para gobernar y reinar con Cristo
como vencedores en el siglo venidero. Tales creyentes viven una vida
ejemplar, porque la Ley está escrita en sus corazones, y también
son capaces de instruir a otros en los caminos de Dios. Si es
necesario, son capaces de juzgar las controversias, emitiendo
veredictos de acuerdo con la mente de Cristo.
Por
desgracia, la mayoría de los cristianos hoy en día no están
preparados y están mal equipados para juzgar al mundo, porque han
seguido el ejemplo de la iglesia de Corinto. No muchas iglesias
permiten a sabiendas inmoralidad en la iglesia, pero (1) tienden a
carecer de la enseñanza acerca de la diferencia entre el alma y el
espíritu, y (2) piensan que la Ley no es espiritual, por lo que no
la enseñan a la gente.
¿No
juzgues?
Algunos
juzgan injustamente, es decir, por el poder del alma, mientras que
otros se niegan a juzgar en absoluto, citando las palabras de Jesús
en Mateo
7:1,
"No
juzguéis, para que no seáis juzgados".
Pablo, obviamente, no tomó las palabras de Jesús como una
prohibición de juzgar. Jesús estaba advirtiendo a las personas que
van a ser juzgadas con el mismo estándar de medir con el que juzgan
a los demás (Mateo
7:2).
Ese
fue el punto de su declaración. Él advirtió sobre el juicio
inicuo.
Se refería a la Ley de Igualdad de Pesos y Medidas de Levítico
19:35,36.
Se le recuerda a la gente también que la Ley se aplica igualmente al
juez, así como las personas que están siendo juzgadas (Números
15:15,16).
Cualquier persona que juzga de acuerdo a su propia alma será juzgada
por el mismo estándar de medida. Por lo tanto, la única manera
segura de juzgar es por el espíritu de uno, que a su vez es guiado
por el Espíritu Santo.
Según el
estándar de Dios, no muchos creyentes están calificados para juzgar
a los demás. Por desgracia, juzgamos de todos modos, porque todos
debemos juzgar, discernir, decidir, y forman opiniones y creencias a
diario. La verdadera pregunta es si esas decisiones y creencias son
verdades espirituales o simplemente la opinión del alma (tradiciones
de los hombres).
También es
importante desarrollar la capacidad de investigar las enseñanzas
de los hombres sin decidir demasiado rápido lo que es verdad y lo
que no lo es. Todo el mundo tiene un cierto nivel de verdad, por
lo que debemos tener la capacidad de discernir qué partes son
verdaderas y cuáles no lo son. A menudo, esto lleva tiempo,
especialmente durante la investigación de ciertos temas que son
nuevos o desconocidos para nosotros.
Por
esta razón, Pablo dijo a la iglesia en 1
Corintios 4:5,
"no
juzguéis nada antes de tiempo, sino esperad hasta que venga el
Señor".
Cuando Él "venga" con la luz de la revelación, la
percibirá a través de su espíritu, entonces usted será capaz de
juzgar o discernir la verdad.
Juzgar
a los ángeles
3
¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¡Cuánto más las
cosas de esta vida!
Pablo no
trata de explicar su declaración. Parece que ya les enseño esto en
la iglesia, por lo que no siente la necesidad de explicarlo más a
fondo. Sin embargo, es posible reconstruir algunas de las enseñanzas
de Pablo, si entendemos las mismas Escrituras que Pablo entendió.
En
primer lugar, es importante saber que los ángeles son mensajeros.
Los mensajeros pueden ser terrenales o celestiales. La manera en que
Pablo usa el término aquí es en el sentido de un ser celestial o
espiritual, ¿por que se requeriría a la iglesia juzgar mensajeros
terrenales? Además, dice, "¿Cuánto
más las cosas de esta
vida",
como para mostrar un contraste con la vida en la era por venir. El
juicio del que habla, entonces, es un juicio futuro.
En
segundo lugar, es evidente que los ángeles piadosos no necesitan ser
juzgados. Por lo tanto, sólo
puede referirse a los ángeles que han pecado.
Estos sólo pueden ser los ángeles a que se refiere 2
Pedro 2:4,
4
Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que
arrojándolos al infierno [lit.
"confinados en el Tártaro"]
los
entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio ...
El
Tártaro no es lo mismo que "el infierno". Véase el
capítulo 1
de mi libro, Las
Sentencias de la Ley Divina
(en castellano:
http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2015/07/libro-las-sentencias-de-la-ley-divina.html).
Una vez más, leamos las palabras del hermano terrenal de Jesús en
Judas
6,
6
Y a los ángeles que no guardaron su propio dominio, sino que
abandonaron su propia morada, los ha guardado en prisiones eternas,
bajo tinieblas para el juicio del gran día.
Si
estos ángeles pecaron antes de Adán o sólo más tarde en Génesis
6:2
es una cuestión de opinión teológica y está fuera de nuestro
alcance actual. Podemos decir con certeza que "hemos
de juzgar a los ángeles",
y que esto ocurrirá en "el
juicio del gran día"
-sin duda el juicio del Gran Trono Blanco de Apocalipsis
20:11.
En la actualidad, la información acerca de su pecado, y de las
circunstancias implicadas, es incompleta. La
verdad total aún no ha sido revelada. El
pecado o pecados serán revelados claramente en el momento del
juicio, cuando todas las cosas se conocerán a fondo.
Mientras
tanto, Pablo le dice a la iglesia, tenemos que prepararnos para
juzgar no sólo el mundo, sino también a los ángeles que pecaron.
Tal preparación es principalmente de dos tipos: aprender a ser
guiados por el "hombre nuevo" del espíritu; y aprender la
Palabra de Dios, incluyendo la Ley, los Profetas, los Salmos, y los
escritos de los apóstoles del Nuevo Pacto.
Etiquetas: Serie Enseñanza
Categoría: Enseñanzas
Dr. Stephen Jones
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