20/03/2017
Pablo
esperaba que los creyentes de Corinto no sólo tuvieran fe y
ejercieran los dones espirituales, sino también que llegaran a la
madurez espiritual y aprendieran las Leyes de Dios, de modo que
pudieran resolver disputas dentro de la asamblea. Él no quería que
necesitaran los tribunales de justicia de las naciones impías, que
juzgan a la gente por las leyes de los hombres. Por ello dice en 1
Corintios 6:4-6,
4
Si,
pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar
a los que son de menor estima en la iglesia? 5 Para avergonzaros lo
digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda
juzgar entre sus hermanos, 6 sino que el hermano con el hermano
pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos?
Pablo
reprendió a la iglesia por no tener un "hombre sabio" que
pudiera juzgar las disputas internas. Pero no está claro lo que la
iglesia de Corinto había hecho en realidad acerca de este problema.
¿Había establecido la iglesia a un juez incompetente, que era "de
menor estima en la iglesia"
(NASB)? La Emphatic Diaglotón sugiere este punto de vista,
llamándolos de "menor
estima en la iglesia".
Pero
en el versículo 6 Pablo les reprendió por su caso ante los
tribunales de justicia de los no creyentes, es decir, ante jueces
fuera
de la
iglesia.
Si
él estaba sugiriendo que los creyentes estaban asentando sus
disputas en los tribunales romanos, entonces, los jueces romanos eran
los "jueces
que son de menor estima en la iglesia".
Galión, el procónsul en Hechos
18:12,
fue el juez estimado en la provincia romana de Asia, pero él no era
ni pastor ni un anciano de la iglesia.
Puede ser
que los que estaban en disputa no tenían confianza en el juez que la
iglesia había establecido para juzgar el caso, por lo que
presentaron sus casos a los tribunales de justicia romana.
En
cualquier caso, era
para su vergüenza que no hubieran podido encontrar un "hombre
sabio"
dentro de su asamblea que estuviera calificado o catalogado de alta
estima suficiente como para juzgar sus disputas internas.
Una
derrota de la Iglesia
7
De
todos modos, ya es una falta en vosotros que tengáis pleitos entre
vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por
qué no sufrís más bien el ser defraudados?
Los
creyentes de Corinto deberían haber tenido vergüenza de exponer sus
quejas en un tribunal de derecho público para que todos los oyeran.
En primer lugar, porque un creyente acusando a otro en público sería
una mala imagen para la propia iglesia, porque los infieles entonces
entenderían que creer en Cristo tenía poco o ningún poder para
hacer que una persona fuera más justa.
Pablo
sugiere en este versículo que uno de los creyentes estaba siendo
acusado de defraudar a otro creyente. Eso era bastante malo, pero el
problema se agravaba por el hecho de que los creyentes eran incapaces
de resolver el problema, ya sea personalmente o mediante el arbitraje
de un juez de la iglesia. Eso en sí mismo era una gran "derrota".
Sin embargo, llevar el caso ante el juez de la ciudad hizo la derrota
aún peor por darle publicidad ante toda la ciudad. Hubiera sido
mejor, dijo Pablo, sufrir la injusticia. ¡Sin duda, la pérdida del
hombre no era tan grande como para justificar una vergüenza pública
de toda la iglesia!
Injusticia
en la Iglesia
Pablo
entonces se ocupa del problema más fundamental de injusticia entre
los propios creyentes. Dice en 1
Corintios 6:8,
8
Por el contrario, vosotros mismos cometéis agravio y defraudáis, y
esto a los hermanos.
La Emphatic
Diaglotón traduce hace de esta manera:
8
Pero perjudicáis y defraudáis, e incluso estas cosas las hacéis a
hermanos.
9
¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? Que
no os engañen; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los
adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los
ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni
los estafadores, heredarán el reino de Dios.
Esta
no es una lista completa de los actos injustos, por supuesto. Es una
lista parcial, derivada de la Ley Divina, porque el pecado es
"crimen", una violación de la Ley de Dios. Pablo no estaba
diciendo (como muchos piensan) que cualquier creyente que peca irá
al infierno o se perderá para siempre. De hecho, ya que Pablo
menciona a los "fornicarios" aquí, es claro que fue
incluido el hombre que estaba teniendo relaciones con la mujer de su
padre (1
Corintios 5:1).
Ese hombre iba a ser entregado "a
Satanás para la destrucción de la carne, para
que su espíritu sea salvo".
Si se
pudieran salvar tales fornicarios, entonces los otros también se
podrían salvar, aunque pueden ser excluidos de la asamblea local. La
excomunión no significaba que se perderían para siempre; sólo
quería decir que era necesario algún tipo de acción disciplinaria
para destruir la carne, es decir, enseñar a la persona a caminar por
el espíritu, en lugar de por el alma.
Heredar
el Reino
Entonces,
¿qué quiso decir Pablo cuando dijo que "los
injustos no heredarán el reino de Dios"?
Todos
los creyentes son justificados por la fe, pero no todos los creyentes
heredarán el Reino.
Esto lo vemos en el ejemplo de "la
iglesia en el desierto"
(Hechos
7:38 KJV)
bajo Moisés. Todo Israel (incluyendo muchos egipcios que vinieron
con ellos y que fueron llamados "una
multitud de toda clase de gentes"
en Éxodo
12:38)
se justificaron por la sangre del cordero, cuando celebraron la
Pascua en Egipto. En otras palabras, todos
los que respondieron a la llamada de Dios a salir de Egipto eran
creyentes.
Pero,
¿cuántos de ellos realmente heredaron
el
Reino de Dios? Sólo dos de ellos, al parecer: Josué y Caleb.
La
nación era la Iglesia en ese momento. Dios los bautizó en el Mar
Rojo, e incluso tuvieron una oportunidad de ser creyentes llenos del
Espíritu en el Monte Horeb. Ellos rechazaron el Espíritu Santo en
esa ocasión, por que no tenían la fe necesaria para entrar
en el Reino.
Si no entraron
en el Reino,
entonces ciertamente no heredaron
el Reino cuando
Josué repartió la tierra entre las tribus y cada familia.
La
historia de Israel en el desierto nos muestra cómo sólo una minoría
de los creyentes en la Iglesia en realidad serán herederos.
Simplemente
creer, no es heredar. Uno debe ser un vencedor para heredar.
Hay que seguir el ejemplo de Caleb y Josué para ser un heredero.
Incluso si ampliamos nuestra visión para incluir toda la próxima
generación de israelitas que realmente pasó el Jordán con Josué,
vemos cómo aún
tuvieron que ser circuncidados
(Josué
5:7)
antes de que pudieran heredar la Tierra.
Durante
la era del Antiguo Pacto, se requería la circuncisión como un tipo
profético de una mayor circuncisión que estaba aún por llegar. Por
lo tanto, era tipo de la circuncisión
del corazón,
que el propio Moisés predijo (Deuteronomio
10:16;
30:6).
Ya que la Cruz es central en la circuncisión del corazón, no es
estiramiento equiparar la
circuncisión de Israel con la Pascua
-especialmente ya que la circuncisión de los israelitas se produjo
en el momento de la Pascua, poco después de cruzar el Jordán (Josué
4:19;
5:10).
Nota
del traductor:
La circuncisión del corazón supone la Pascua (justificados por la
Sangre y haber salido de Egipto) y Pentecostés (recibir el poder por
el Bautismo del Espíritu Santo en Horeb para cruzar el desierto, en
el que la Ley es escrita en el corazón, y pasar el Jordán de la
muerte a la carne y acampar en Gilgal, donde tiene lugar la
circuncisión del corazón, renunciando a los afectos y a todo
ídolo).
Podemos
concluir, entonces, que la generación de israelitas que entraron en
el Reino (por el cruce del Jordán), fueron capaces de heredar el
Reino, en primer lugar porque eran creyentes, y en segundo lugar,
porque seguían y obedecían a Josué (Yeshua-Jesús).
Las
personas injustas en general, como se describen por Pablo, pueden
tener la fe suficiente para ser justificados, pero sus acciones y
estilo de vida les descalifican para heredar el Reino.
Perseverar
hasta el fin
El
libro de Hebreos tiene mucho que decir acerca de la distinción entre
la justificación
y la herencia.
En Hebreos
3:19
leemos que los israelitas "no
pudieron entrar a causa de incredulidad".
Mientras que todos ellos tenían una fe de un nivel de Pascua, no
habían podido adquirir la fe pentecostal al rechazar la voz de Dios
en el monte Horeb. Así que cuando llegó el momento de tomar su
decisión en el 50º Jubileo de Adán, su fe era insuficiente. Por lo
tanto, convirtieron ese día en un Día de Expiación, donde se
requería las personas ayunar y arrepentirse por negarse a entrar en
el Reino.
Si
hubieran oído la voz de Dios en el monte Horeb (Pentecostés), que
hubiera aumentado su fe, para poder haber alcanzado la madurez
espiritual suficiente para entrar en el Reino cinco días más tarde
en la Fiesta de los Tabernáculos. Su fracaso es una lección para
todos nosotros hoy, porque, una vez más, la mayoría de los
creyentes han seguido el patrón de la Iglesia en el Desierto.
36
Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la
voluntad de Dios, podáis recibir las promesas … 39 Pero nosotros
no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que
tienen fe para la preservación de la alma.
Los
hijos de Israel, que tenían fe insuficiente, carecían de
resistencia (perseverancia). Por lo tanto, ellos retrocedieron ante
entrar en el Reino cuando los diez espías dieron un mal informe. Es
importante señalar, sin embargo, que la falta de resistencia no
significa que las personas pierdan su salvación. Los que enseñan
tales cosas no entienden la historia de la Iglesia en el Desierto, y
por ello también entienden mal el libro de Hebreos.
La fe es
necesaria para la justificación (Pascua). Una mayor fe es necesaria
para la santificación (Pentecostés). La resistencia-perseverancia
es el término utilizado en el libro de Hebreos para describir a
aquellos que tienen la fe suficiente para entrar en el Reino y para
heredar la Tierra Prometida por Dios.
Pablo
le dice a la iglesia que habían salido del mundo, como Israel había
salido de Egipto. Habían abandonado el estilo de vida sin ley del
mundo y, las prácticas carnales anímicas. Pablo termina esta
sección con una nota positiva de aliento en 1
Corintios 6:11,
11
Y esto erais algunos de vosotros; pero ya habéis sido lavados, ya
habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre
del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.
Pablo
implica aquí que él tiene la confianza de que van a hacer lo
correcto, ya que habían sido justificados porque salieron de
"Egipto", habían sido lavados, o bautizados por cruzar el
Mar Rojo, y habían sido santificados por el Espíritu en el Monte
Horeb. En otras palabras, su fe había progresado más allá de la de
los antiguos israelitas. Sin embargo, tenían que sufrir hasta el
final mediante el aprendizaje la obediencia y la práctica de la
justicia en la iglesia, para que pudieran heredar el Reino.
Etiquetas: Serie Enseñanza
Categoría: Enseñanzas
Dr. Stephen Jones
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