27/03/2017
1
Corintios 7:15
dice,
15
Sin embargo, si el incrédulo se separa, que se separe; el hermano o
la hermana no está sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que
Dios nos ha llamado a la paz.
“Separarse”,
en este caso, significa separarse del matrimonio. La
incredulidad en sí misma no es una causa para el divorcio.
En otras palabras, los
creyentes no deben divorciarse de sus cónyuges incrédulos.
Pero si el cónyuge infiel no quiere permanecer casado con un
creyente, él o ella deben permitir que se vayan. No deben luchar
contra él, porque “Dios
nos ha llamado a la paz”.
En
este caso el divorcio debe concederse, como la Ley Divina permite.
El
divorcio no es pecado, a menos que se haga sin causa o por razones
frívolas.
Además, por supuesto, incluso más allá de las cuestiones legales,
debemos ser guiados por el Espíritu en todas las cosas. Si uno actúa
dentro de los derechos legales, pero con motivos y guía carnales, en
lugar de por la fe, que viene por el oír la voz del Espíritu,
todavía es un pecado, porque “todo
lo que no proviene de fe, es pecado”
(Romanos
14:23).
16
Porque, ¿qué sabes tú, oh mujer, si salvarás a tu marido? O, ¿qué
sabes, oh marido, si salvarás a tu mujer? 17 Y esto, según el Señor
ha asignado a cada uno, y según Dios llamó a cada uno, de esta
manera se comporte. Y así lo ordeno en todas las iglesias.
En otras
palabras, el consejo de Pablo era que un matrimonio entre un
creyente y un incrédulo era una oportunidad para que el cónyuge
creyente manifestara a Cristo al otro y por lo tanto tal vez él
o ella se savaran.
La
dirección del Espíritu se aborda en el versículo 17, con la frase,
“como
el Señor ha asignado a cada uno”,
refiriéndose al plan divino único para cada persona. Es único
porque “Dios
ha llamado a cada uno”
a un camino único. No hay dos personas que sean totalmente iguales,
por
lo que todos deben tener cuidado de no juzgar a los demás por el
camino diferente que Dios ha elegido para ellos.
Esta
es la directiva de Pablo, no sólo para la iglesia de Corinto, sino
para “todas
las iglesias”.
Pablo luego
se vuelve a cuestiones relacionadas con respecto a los diversos
caminos y llamados que Dios ha dado a la gente. Los judios vienen a
Cristo después de haber sido circuncidados, mientras que los griegos
vienen a Cristo en la incircuncisión. Algunos vienen a Cristo como
esclavos, otros como hombres libres. Algunos vienen a Cristo después
de que se casaron, otros como solteros. Cuando una persona viene a
Cristo, la situación cambia, y la persona debe entonces
seguir la dirección del Espíritu de acuerdo con el estado en el que
él o ella estaba en ese momento en el tiempo.
Etiquetas: Serie Enseñanza
Categoría: Enseñanzas
Dr. Stephen Jones
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