07/03/2017
Aunque los
hombres son el fundamento de las denominaciones, solo Jesucristo
puede ser el único fundamento del templo que Dios está
construyendo. Por supuesto, no conozco a nadie que admita que su
fundador es el fundamento de su denominación. Siempre se afirma que
Jesús es el fundamento, y con frecuencia esto es cierto en gran
medida al comienzo de la historia de la organización. Sin embargo,
las pretensiones son tan buenas como el modo de pensar de la gente.
La realidad práctica es que si
Dios dice una cosa, y los líderes dicen otra, los líderes siempre
se salen con la suya. Los líderes son responsables de discernir la
voluntad de Dios y enseñar su Palabra. Pero los líderes no son
inmunes a la influencia de sus almas, y muchos nunca han aprendido a
distinguir entre su alma y su espíritu.
He
conocido a muchos buenos líderes en varias denominaciones, hombres
de fe genuina y comprensión que son un tributo para su organización.
Hago todo lo que puedo por compartir la revelación de la Palabra que
he recibido, así como procuro conocer la revelación de ellos. Esto es,
después de todo, uno de los principales objetivos de la comunión.
El problema es que el alma no puede discernir la mente de Dios,
porque esa es la función del espíritu. La influencia del alma nos
hace creer en lo que Jesús llamó "los
mandamientos de hombres"
(Mateo
15: 9 KJV;
Isaías
29: 13 KJV).
El
alma no conoce la diferencia entre la Palabra y SU comprensión
de
la Palabra. Supone que son lo mismo, y por lo tanto el hombre anímico
está cerrado en su creencia de que está a la altura de la
revelación divina. Su confianza está en credos que los hombres han
establecido en el pasado, por lo general votando
para determinar la verdad
por el poder de la mente carnal con un espíritu de violencia y
fuerza.
Valor
perdurable
Al
final, todas las creencias y todas las obras de los hombres serán
puestas a prueba por el fuego. 1ª Corintios 3: 12-13
dice,
12 Ahora bien, si alguien construye sobre este fundamento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca…
Aquí
Pablo continúa su metáfora de construcción de templos. Después de
poner el fundamento de Jesucristo, muestra que otros hombres pueden
construir sobre esa base, usando materiales buenos o malos. El "oro,
plata, piedras preciosas"
son las obras realizadas por la fe. La "madera,
heno, hojarasca"
son las obras realizadas por la propia voluntad y el esfuerzo del
hombre.
Pablo
nos dice en Romanos
10: 17
que "la
fe es por el oír",
porque en la forma hebrea de pensar, oír
(shema)
es también obedecer.
El oír requiere una respuesta para que sea un oír auténtico. La respuesta
prueba la fe, porque Santiago
2: 18
dice,
"Yo
te mostraré mi fe por mis obras".
Él dice otra vez en Santiago
2: 26,
"la
fe sin obras está muerta".
Tal
fe "muerta", entonces, es la "madera,
heno, hojarasca"
en la metáfora de Pablo.
Cuando los hombres responden al alma, no es fe en Dios, sino fe en el
hombre. La fe en el hombre no es inherentemente mala; pero no es lo
mismo que la fe en Dios. Los hombres pueden hacer muchas buenas
obras, porque la madera, heno y hojarasca son beneficiosas en la Tierra hoy en día. El problema es que se convierten en polvo y se
pueden quemar.
Sabemos por 1º Reyes 6: 9-10
que el templo de Salomón fue construido a partir de madera de cedro.
¿Esto destruye la metáfora de Pablo? De ningún modo. En primer
lugar, el templo de Salomón era solo un tipo y sombra tempranos del
templo real que Dios iba a construir con piedras vivas. En segundo
lugar, se utilizó madera de cedro debido a su calidad duradera, que
simulaba muy bien el material en el verdadero templo.
El
oro, la plata, y las piedras preciosas en la metáfora de Pablo
representan las verdaderas obras de fe,
o lo que él llama la fe-obediencia
(Romanos
1: 5).
Cuando
una persona responde a la voz de Dios, sus actos son actos de fe,
que, cuando se traten con fuego, soportarán.
Todas las obras anímicas de los hombres son combustibles y no tienen
valor permanente que pueda ser recompensado en el día.
Prueba por fuego
Pablo
continúa su pensamiento en 1ª Corintios 3: 13,
13 la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la declarará, ya que ha de ser revelada por el fuego; y el fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno.
Pablo
dice que las obras de los hombres serán probadas de un modo u otro
en "el día". ¿Qué día es? Obviamente, es el
Día del Juicio.
Pablo habla de el como un evento futuro, ya que en su día la mayor
parte de las obras de los hombres todavía no se habían "hecho
evidentes".
Todavía quedaban diferencias relativas, porque el juicio de Dios aún
no había aclarado estas cosas a todos los hombres. Solamente en el
Juicio del Gran Trono Blanco el fuego de Dios pondrá a prueba
todo lo que queda para ser probado, y en ese momento nadie podrá
negar la validez de la prueba.
Hay,
por supuesto, una prueba actual que se produce en nuestras vidas, si
somos capaces de discernir adecuadamente. He descubierto que toda
obra de fe se pone a prueba aquí y ahora.
Dios tiene muchas maneras de probar su Palabra (es decir, lo que
nosotros creemos
que su Palabra es), por lo que nuestra creencia y comprensión pueden ser
probadas por el fuego de Dios. Sin
tal prueba, nos quedaríamos con un grado de incertidumbre, porque
aun cuando nosotros supiéramos
que
habíamos oído de Dios, otros podrían no tener la misma seguridad.
El fuego de la experiencia y los acontecimientos prueban muchas cosas aquí y
ahora. Sin embargo, solo unos pocos están al tanto de esas pruebas.
En el Gran Trono Blanco, todas serán evidentes a todos. Por lo tanto, es
importante ver ambas pruebas de fuego presente y futura, con el fin
de ver el cuadro completo.
La
naturaleza del fuego
El
"fuego" en sí no es literal.
Es también parte de la metáfora de Pablo como la del templo y los
materiales de construcción. El
carácter y la naturaleza de Dios son el "fuego",
y por esta razón Dios se reveló como "fuego
consumidor"
(Deuteronomio
4: 24).
Todas
las cosas carnales son combustibles en presencia de este Fuego
Divino.
De ahí también, que a Israel se le mandó quemar todos los ídolos
y todo lo que se asocia con la idolatría (Deuteronomio
13: 13, 16).
La
Ley de Dios es una expresión de su naturaleza;
si
se lee con entendimiento, revela quién
es Él.
Por lo tanto, su naturaleza es la vara de medir de todas las cosas, y
lo que no está a la altura de su naturaleza será quemado al final.
Deuteronomio
33: 2 KJV
habla de "la
ley de fuego".
Daniel
7: 10
nos dice que "un
río de fuego fluía"
del Gran Trono Blanco (un trono es símbolo de la Ley) sobre el pueblo de los
muertos resucitándolos. Este Río de Fuego es el Juicio Divino sobre
toda la gente, y de acuerdo a Juan en Apocalipsis
20: 14,
este "río" se constituye en un "Lago".
Es
el Juicio Divino de acuerdo con la Ley de Dios. Sin embargo, la Ley
de Dios no prescribe la tortura de fuego como una forma normal de
juicio. La única manera en que se podría utilizar el fuego literal
como un juicio, es si el pecador en su vida quemó a otras personas. Éxodo
21: 23-25
dice,
23 Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, 24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, 25 quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.
El
principio divino en la mente de Dios es que el juicio siempre ha de
encajar bien con el delito. Si el arreglo monetario no puede ser
alcanzado entre el pecador y la víctima, entonces, la Ley
dice que el pecador debe ser herido en la misma forma en que él hirió a
su propia víctima. Por lo tanto, en el Gran Trono Blanco, quienes
torturaron otros, ya sea con fuego o por otros medios, podrán ser
torturados de la misma manera, por el mismo período de tiempo antes
de ser liberados.
Jesús
se refirió a una Ley similar (Deuteronomio
25: 3),
diciendo en Lucas
12: 47-49,
47 Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48 Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, recibirá pocos; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le exigirá; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá. 49 Fuego vine a echar en la tierra; y ¡cómo deseo que se haya encendido ya!
Jesús
no se refería a un clásico "infierno", deseando que ya se
hubiera encendido, sino que estaba mostrando cómo tales
flagelaciones eran la aplicación de la Ley de Fuego de Dios. Su
énfasis era demostrar que la ignorancia puede reducir la
responsabilidad de cada uno. Por
ejemplo, los obispos de la iglesia que quemaron a la gente en la
hoguera durante la época medieval (que no terminó hasta la década
de 1860) serán tenidos como más responsables ante Dios, que los que
realizaron injusticias similares pero que no tuvieron oportunidad de
estudiar las Escrituras.
Por
supuesto, el proceso de juicio también incluirá los niveles de
misericordia que sean adecuados. Los que mostraron piedad alcanzarán
misericordia; los que no la mostraron serán juzgados de acuerdo con
su propio estándar de medida (Mateo
7: 2).
Por lo tanto, los obispos de la iglesia que quemaron "herejes"
en la hoguera sin piedad serán a su vez quemados, si "el día"
demuestra que ellos también fueron herejes según la norma de la
Verdad divina.
Sin
embargo, el fuego es sobre todo una metáfora de la naturaleza de
Dios según lo revelado por su Ley, a pesar de que pueda haber algo
de fuego literal cuando se aplique en el Juicio del Gran Trono
Blanco. La idea es que "una misma medida para todos" es
ajena a la norma divina de justicia. "La
paga del pecado es muerte"
(Romanos
6: 23),
no un infierno ardiente. El juicio será proporcional al delito. Por
otra parte, ningún hombre puede delinquir por la eternidad, y por ello ningún juicio será eterno. La Ley del Jubileo siempre cancela la
"deuda" en el momento apropiado.
La
palabra hebrea traducida "eterno" o "perpetuo" es
olam,
que significa "oculto, desconocido, por tiempo indefinido".
Esto no significa infinito.
De hecho, hay ejemplos en la Escritura donde no puede significar
eterno,
como el llamado "pacto eterno" que Dios hizo con Finees
(Números
25: 13 KJV);
pues su sacerdocio solo duró unos 300 años (1º Samuel 2: 30).
En el Nuevo Testamento el equivalente griego de olam
es
aionian,
"perteneciente a un aion
(eon)
o edad" y hay que darle a dicha palabra la definición hebrea.
Pablo
nos dice que todas las obras de los hombres serán juzgadas por el
fuego. Se
refería específicamente a los creyentes de ánimo carnal en la
asamblea de Corinto, aquellos que seguían los deseos del hombre
anímico, como se vio por su deseo de seguir a los hombres, en lugar
de Cristo. Por
extensión, por supuesto, todos los hombres serán juzgados por la
misma Ley de Fuego, pero Pablo estaba advirtiendo a la iglesia que
todo su material de construcción iba a ser probado (o refinado)
por el fuego.
Etiquetas: Serie Enseñanza
Categoría: Enseñanzas
Dr. Stephen Jones
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