Fecha de publicación: 05/10/2023
Tiempo estimado de lectura: 5 - 6 minutos
Autor: Dr. Stephen E. Jones
https://godskingdom.org/blog/2023/10/responding-to-being-sent/
En Deuteronomio 1: 6, Moisés comenzó su serie de discursos diciendo:
6 El Señor nuestro Dios nos habló en Horeb, diciendo: Ya habéis permanecido bastante tiempo en este monte.
Los israelitas en ese momento estaban acampados en el monte Horeb (o Sinaí), el lugar donde Dios había descendido como fuego, estableciendo la Fiesta de las Semanas (es decir, Pentecostés). Aunque Pentecostés fue una gran fiesta, marcada por el bautismo de fuego y la voz de Dios, era hora de que los israelitas siguieran adelante. El versículo 8 dice: “Mirad, he puesto la tierra delante de vosotros; entrad y poseed la tierra” (de Canaán). Mientras permanecieran en el lugar de Pentecostés, en realidad no podrían recibir la promesa de Dios en la Tierra Prometida.
El monte Horeb fue un lugar de preparación para la próxima fiesta. Pero uno no puede estar preparándose para siempre. En algún momento, la preparación debe concluir para que se pueda experimentar el propósito de la preparación.
La lección para nosotros hoy es que debemos experimentar Pentecostés a través del bautismo de fuego y escuchar la palabra con oídos abiertos, sabiendo que la Fiesta de Tabernáculos es el verdadero objetivo de las lecciones de Pentecostés. Hay muchos que no comprenden este sencillo mensaje, porque han disfrutado inmensamente de Pentecostés y no pueden concebir nada mayor.
Sin embargo, en el primer discurso de Moisés establece este mandato divino para “la iglesia en el desierto” (Hechos 7: 38), y esto también establece el modelo para la Iglesia hoy. Israel había pasado casi 40 años en el desierto bajo Pentecostés y era hora de seguir adelante. La iglesia del Nuevo Testamento también ha pasado 40 ciclos de Jubileo en el desierto, y ahora es el momento de avanzar hacia las promesas a través de la Fiesta de Tabernáculos.
Hoy es el sexto día de la Fiesta de Tabernáculos. Se correlaciona con la sexta señal milagrosa en el evangelio de Juan en Juan 9 y 10, donde Jesús sanó al hombre ciego de nacimiento. Juan 9: 7 dice,
7 y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido significa Enviado). Entonces él fue, se lavó y volvió viendo.
El ciego fue “enviado” al estanque llamado “Enviado”. Si alguna vez esperamos ver con claridad, debemos obedecer cuando Cristo nos envíe lejos de nuestras raíces pentecostales y al nuevo día de Tabernáculos.
La revelación de la Fiesta de Tabernáculos, entonces, es un factor clave para abrir nuestros ojos a la verdad de la Palabra. Aquellos que no puedan o no quieran seguir adelante seguirán ciegos. A los ciegos les resultará difícil encontrar el camino a la Tierra Prometida.
Así también, Jesús explicó este milagro en Juan 9: 39,
39 Y Jesús dijo: Para juicio he venido a este mundo, para que los que no ven vean, y los que ven queden cegados.
En aquel tiempo, los fariseos y otros líderes religiosos estaban entre los ciegos, especialmente porque afirmaban ver mientras aún rechazaban a Jesús como el Cristo.
El capítulo décimo de Juan continúa con otra ilustración de la sexta señal milagrosa en el evangelio de Juan. Se trata de la puerta abierta, que está disponible para quienes pasan por la puerta que Dios pone a su disposición. En Juan 10: 7 Jesús dice: "Yo soy la puerta de las ovejas". El versículo 3 dice también: "A él le abre el portero, y las ovejas oyen su voz". Si uno rechaza a Jesús como el Cristo, no puede ver esta puerta, ni el portero le permitirá entrar.
Los dos capítulos de Juan muestran una secuencia profética. Primero debemos responder a Aquel que nos “envió” desde Horeb al río Jordán. En segundo lugar, el Jordán es la puerta a la Tierra Prometida, y si somos sus ovejas, que escuchan su voz, el portero nos abrirá la puerta. El versículo 9 dice,
9 Yo soy la puerta; si alguno entra por Mí, será salvo, y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
Aplique esto a la Tierra Prometida bajo Josué. Cuando el río Jordán se secó, permitiendo a los israelitas cruzar (Josué 4: 18, 23), Dios les estaba abriendo la puerta para que pudieran entrar en su reposo y recibir la herencia prometida. Este era un tipo y una sombra de cosas mayores que vendrían a través de nuestro Josué (Yahshua) mayor, Jesucristo.
En la Primera Venida de Cristo, cruzamos el Mar Rojo sobre tierra seca. En la Segunda Venida de Cristo, cruzaremos el río Jordán sobre tierra seca. Sin embargo, no todos harán ese cruce. Hay división entre el pueblo, como leemos en Juan 10: 19,
19 A causa de estas palabras volvió a producirse una división entre los judíos.
Estaban divididos sobre su opinión acerca de Jesús mismo. Algunos tenían fe en que Él era efectivamente el Mesías; otros no estuvieron de acuerdo y se negaron a escuchar sus palabras. Otra forma de expresarlo se encuentra en Mateo 22: 14, “muchos son los llamados, pero pocos los escogidos”. El hecho de que uno haya sido "llamado" no significa que sea uno de los "escogidos". La parábola de Jesús en Mateo 22: 1-14 deja esto muy claro.
Pablo lo expresó de otra manera en Romanos 11: 1-7. Todos los israelitas fueron llamados, pero sólo el Remanente de Gracia (una pequeña minoría) fue realmente elegido. Los propios fariseos estaban entre los llamados. Pero Romanos 11: 7 concluye:
7 ¿Y entonces qué? Lo que Israel busca no lo ha obtenido, pero los escogidos lo obtuvieron, y los demás fueron endurecidos [es decir, cegados].
Por lo tanto, ser “llamado” no llega a ser “escogido”. No hay pueblo escogido fuera de la fe en Jesucristo. El hombre ciego de nacimiento fue sanado porque fue enviado y escuchó/obedeció. En un panorama más amplio, aquellos que se niegan a reconocer la puerta/portero permanecen ciegos y quedan excluidos de la Tierra Prometida hasta que se arrepientan en una oportunidad posterior.
Por eso hoy, en el Sexto Día de Tabernáculos, reafirmemos nuestra fe en Él con una simple respuesta:
“Jesús, he oído tu voz. Soy una de tus ovejas. Soy del Remanente de Gracia y te pido que abras la puerta para poder entrar en Tu reposo”.
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