Dios Eterno,
Tu grandeza es incomparable; tu bondad indescriptible; tu gracia, súper abundante.
Si pudiera contar la arena en la orilla del mar podría contar tus favores hacia mí; conozco sólo una parte de ellos, pero esa parte supera toda alabanza.
Te doy gracias por tus misericordias; mi estado de salud, tu cuidado de mi cuerpo, las comodidades en el hogar, los alimentos y vestimentas suficientes, la duración de mis capacidades mentales;
Gracias por mi familia, su ayuda y apoyo mutuos, las delicias de la armonía y la paz en el hogar, los asientos ahora ocupados que podrían haber estado vacíos;
Gracias por mi país, mi Biblia, mi fe.
Pero, ¡Oh! Cómo lamento mi pecado, mi ingratitud, mi vileza, los días que se suman a mi culpa, los momentos que escucharon a mi lengua ofensiva.
Todas las cosas en el cielo y la tierra; alrededor, dentro y fuera, me condenan: el sol que ve mis fechorías, las tinieblas que son luz para ti, el
acusador cruel que justamente me señala, los buenos ángeles a los que he incitado a dejarme, tu rostro que escudriña mis pecados secretos, tu Ley justa, tu Palabra Santa, mi conciencia manchada por el pecado, mi vida privada y y mi vida pública, mis vecinos, yo mismo. Todos escriben cosas oscuras en mi contra. Yo no las niego, ni interpongo alguna excusa, sino que confieso, ‘Padre, he pecado'.
Y sin embargo, todavía vivo, y corro arrepentido a tus brazos extendidos; Tú no me echarás fuera, pues Jesús me lleva a tu lado; Tú no me condenarás, pues Él murió en mi lugar, Tú no recordarás mis montañas de pecado, pues Él todo lo ha borrado, y su belleza cubre mis deformidades.
¡Oh, mi Dios, me he despedido del pecado al apegarme a la cruz, al esconderme en tus heridas, y al refugiarme a Tu lado.
Oraciones El Valle De La Visión
(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)
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