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Términos básicos de la Escritura - 7: ¿QUÉ ES LA REDENCIÓN?, Dr. Stephen Jones

 



https://godskingdom.org/blog/2023/01/what-is-redemption


Levítico 25: 24 dice:

24 Así, por cada pedazo de tu propiedad, debes proveer para la redención [ge'ullah] de la tierra.

La palabra hebrea ge'ulla es la forma femenina de la palabra ga'al, "redimir". Significa “redención, derecho de redención, precio de redención”.

https://www.blueletterbible.org/lexicon/h1353/nasb95/wlc/0-1/



El Derecho de Redención

El derecho de redención se otorga a un pariente, por lo que esa palabra implica parentesco. Cualquiera puede redimir, pero solo un pariente tiene el derecho de redención. Todos los demás pueden negociar para redimir a alguien o algo, pero en tales casos el dueño no está obligado a vender lo que el potencial redentor quiere redimir.

Así leemos en Levítico 25: 25-27,

25 Si un compatriota tuyo se vuelve tan pobre que tiene que vender parte de su propiedad, entonces su pariente más cercano debe venir y comprar lo que su pariente ha vendido. 26 O en caso de que un hombre no tenga parientes, pero recupere sus bienes hasta el punto de encontrar suficiente para su redención, 27 entonces calculará los años desde su venta y reembolsará el saldo al hombre a quien se los vendió, y así regresará a su propiedad.

En los días de Josué, la tierra se dividió entre las 12 tribus, y las familias dentro de cada una de las tribus recibieron su parte de la herencia. Esto luego se subdividió entre sus hijos. Pero si uno de ellos empobrecía y decidía vender su tierra, la venta no era permanente. En realidad, no tenía derecho a vender su tierra para siempre; lo que realmente estaba vendiendo eran los derechos de la tierra hasta el año del jubileo, cuando la tierra debía ser devuelta al heredero original.



Propiedades inmobiliarias

El valor de la propiedad que se vendía se medía por su capacidad de producir cebada, multiplicada por el número de años de cosecha hasta el próximo año de jubileo. Vemos esto en el caso de un hombre que consagra su campo a Dios. Levítico 27: 16, 18 dice:

16 Además, si un hombre consagra al Señor parte de los campos de su propiedad, entonces su valor será proporcional a la semilla necesaria para ella; un homer de semilla de cebada a cincuenta siclos de plata… 18 Pero si consagra su campo después del jubileo, entonces el sacerdote le calculará el precio en proporción a los años que quedan hasta el año del jubileo…

En una venta normal de propiedad, leemos en Levítico 27: 24,

24 En el año del jubileo, la tierra volverá a aquel de quien la compró, a quien pertenece la posesión de la tierra.

Este principio del Reino elimina la especulación del mercado inmobiliario y establece un estándar monetario de plata y cebada. Vea mi folleto, Dinero Bíblico.


Leyes Bíblicas de Tierras



La Ley especifica principalmente los derechos. Dios tiene ciertos derechos, y la gente tiene ciertos derechos. Las Leyes sobre la Tierra otorgan a las personas el derecho a la propiedad, pero este derecho no tiene límites, porque en última instancia, Dios es el Propietario principal. Levítico 25: 23 dice:

23 La tierra, además, no se venderá permanentemente, porque la tierra es mía; porque vosotros solo sois extranjeros y peregrinos para conmigo.

Luego, Dios da los términos y condiciones por los cuales a los israelitas se les permitió “poseer” la tierra de Dios. Debían seguir las Leyes de la Redención, que estaban vinculadas a sus sábados y jubileos. Si violaban esas Leyes, Dios se reservaba el derecho de expulsarlos de su tierra y dársela a quien Él quisiera.

Sabemos, por supuesto, que esto es precisamente lo que sucedió con el cautiverio de Israel en Asiria y con el cautiverio de Judá en Babilonia. Tal posibilidad fue detallada en Levítico 26 y nuevamente en Deuteronomio 28. En Levítico 26: 40-42 Dios estableció las condiciones por las cuales les permitiría regresar a su tierra.

40 Si confesaren su iniquidad y la iniquidad de sus antepasados, en la infidelidad que cometieron contra Mí, y también en su proceder con enemistad contra Mí, 41 también Yo estaba actuando con enemistad contra ellos, para llevarlos a la tierra de sus enemigos; o si se humillare su corazón incircunciso, de modo que enmendarán su iniquidad, 42 entonces me acordaré de mi pacto con Jacob, y me acordaré también de mi pacto con Isaac, y también de mi pacto con Abraham, y me acordaré de la tierra.

Si los israelitas eran enviados al cautiverio, se les prohibía regresar mientras aún estuvieran en un estado de hostilidad hacia Jesucristo (en su forma preexistente como Yahweh). Este pasaje por sí solo hace que el sionismo sea ilegal, porque los judíos regresaron a la Vieja Tierra mientras aún estaban en un estado de hostilidad hacia Cristo. No tienen el derecho bíblico de regresar. Por supuesto, hay mucho más en esa historia, que no podemos abordar aquí.

El asunto es que el Creador es dueño de la tierra y tiene el derecho de especificar los términos y condiciones para su uso. Esto se aplica no solo a la franja de tierra en la costa este del mar Mediterráneo, sino también a toda la Tierra. En última instancia, toda la Tierra debe ser redimida de acuerdo con las Leyes de la Redención.



Levantando a Dios

La palabra hebrea ga'al (redimir) se compone de tres letras hebreas: gimel, alef, lamed. La alef y la lamed forman la palabra El, que significa “Dios”. La guimel al comienzo de la palabra significa literalmente un camello y presenta la idea de ser levantado. En un sentido negativo, puede referirse al orgullo, porque los camellos parecen caminar con la nariz en alto. Pero en el sentido positivo, los camellos también levantan a sus jinetes en el aire.

Jesús dijo en Juan 12: 32-33,

32 Y Yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a Mí mismo. 33 Pero Él estaba diciendo esto para indicar la clase de muerte por la cual iba a morir.

En su ignorancia y orgullo, los hombres levantaron a Jesús en la cruz, sin darse cuenta de que Dios los usó como instrumentos para la redención del mundo. Asimismo, al cumplir la imagen verbal de un redentor, levantaron (gimel) a Jesús y lo proclamaron como “Dios” (El). Entonces Juan 1:18 dice,

18 Nadie ha visto a Dios jamás; el Dios unigénito que está en el seno del Padre, Él lo ha explicado.

Así Juan presenta a Jesucristo como “el Dios unigénito”, y en su manera de morir, manifestó el significado de ga'al como el gran Redentor.



Redimiendo a toda carne y sangre

Israel había sido vendida en manos de Asiria, poniendo a los israelitas “bajo la ley”, es decir, bajo la sentencia de la Ley por su pecado. Pero Cristo vino a redimirlos. Gálatas 4: 4-5 dice:

4 Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer nacida bajo la Ley, 5 para que redimiera a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.

Las tribus de Judá y Benjamín, conocidas como judíos en el Nuevo Testamento, también estaban “bajo la ley”, estando en cautiverio bajo eI imperio de la Cuarta la Bestia en la profecía de Daniel. María estaba entre ellos, “una mujer nacida bajo la ley”, cuando dio a luz a Jesús, el Redentor.

Sabemos también que Jesús vino a redimir a todo el mundo que había sido “vendido” a causa del pecado de Adán. Ambos niveles de redención (Israel y el mundo) se ven en Hebreos 2, donde el autor explica en el versículo 5,

5 Todo lo has puesto bajo sus pies. Porque al sujetarle todas las cosas, no dejó nada que no le esté sujeto. Pero ahora todavía no vemos todas las cosas sujetas a Él.

Luego leemos en Hebreos 2: 11 que “no se avergüenza de llamarlos hermanos”. En apoyo de esto, el autor cita el Salmo 22: 2 e Isaías 8: 17-18 para probar que somos “hermanos” de Cristo. En otras palabras, Cristo es nuestro pariente, lo que le da el derecho de redención.

Si Cristo hubiera venido a la Tierra en forma de ángel, no habría tenido derechos de redención. Habría tenido que negociar con el amo de los esclavos, porque el amo de los esclavos habría tenido derecho a retener a sus esclavos. Pero Jesús vino como nuestro Hermano para que el amo de los esclavos no tuviera elección.

Entonces leemos en Hebreos 2: 14,

14 Por tanto, puesto que los hijos participan de la carne y la sangre, Él mismo también participó de lo mismo, para dejar sin poder por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo.

El diablo era impotente para resistir los derechos del Pariente, pues está escrito. Todos los que “participaron de carne y sangre” fueron redimidos. Esto incluye “la descendencia de Abraham” (Hebreos 2: 16), porque Cristo también redimió a toda carne y sangre.

Cuando un redentor quiere comprar un esclavo a un amo de esclavos, negocia con el amo de esclavos, no con el esclavo. Al final, la redención depende de si el redentor tiene o no los medios para pagar el precio de la redención. Jesús compró el mundo entero (1ª Juan 2: 2) con su propia sangre, entregando su vida para redimirnos de la muerte.

Entonces, ¿cómo podemos calcular el valor de la sangre de Cristo? ¿No vale más que todo pecado cometido en la Tierra? De hecho, pagó de más para redimir al mundo.

Como seres de carne y hueso, estamos hechos del polvo de la tierra (Génesis 2: 7). Dios llamó al hombre Adán, "terrenal", para identificarlo con la tierra. Como tal, la humanidad es parte de la tierra que Dios creó y reclama como suya. Por eso el hombre no tiene más derecho que las demás propiedades de Dios a venderse perpetuamente (Levítico 25: 23). Dios simplemente no lo permite, aunque muchos han tratado de hacerlo. Todo debe volver al estado original en el año del Jubileo. Esa es la Ley, y este es uno de los términos por los cuales el hombre recibe una herencia en la tierra.

Entonces, si Cristo tenía los derechos de un pariente redentor, y si Él estaba dispuesto a pagar con su vida para redimir al mundo entero, entonces la única pregunta que queda es si Él quería o no redimir al mundo. Esa respuesta se encuentra en Juan 3: 16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo”. 1ª Juan 4: 8-9 dice:

8 El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. 9 En esto se manifestó el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por Él.

¿No querría un Dios de amor salvar al mundo? Bueno, la Ley de Redención le da a Él el derecho de redimir a toda carne y sangre. Si se hubiera negado a hacerlo, no habría sido el Dios de amor. Pero lo hizo, no solo por la Ley de Redención, sino también por muchas otras Leyes.

Vea mi folleto, Si Dios pudiera salvar a todos, ¿lo haría?


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