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Introducción al Tiempo: Capítulo 2-MIDIENDO EL TIEMPO POR SÁBADOS - Parte 1

 



La primera mención del tiempo en las Escrituras se encuentra en Génesis 1: 14,

14 Entonces dijo Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche, y sean por señales y para las estaciones y para los días y los años.

El hombre no inventó la idea de usar las luminarias en los cielos para medir el tiempo en términos de “días y años”. Dios hizo esto y le dio este conocimiento e instrucción a Adán.



Sábados

Los seis días de la Creación, seguidos por el día en que Dios descansó en el séptimo día, también establecieron el patrón básico de las medidas del tiempo en la cronología a largo plazo y en la profecía. Génesis 2: 2-3 dice:

2 Al séptimo día completó Dios la obra que había hecho, y reposó [shabat, “cesó, descansó”] en el séptimo día de toda la obra que había hecho. 3 Entonces Dios bendijo el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó [shabat, “cesó, descansó”] de toda su obra que Dios había creado y hecho.

Al bendecir y santificar el séptimo día, Dios puso su sello de aprobación sobre esta forma de medir el tiempo. Hay tres niveles principales de reposo que se desarrollaron en los años venideros: el séptimo día, el séptimo año y el jubileo, que venía después de un ciclo completo de siete sietes.

La trompeta del Jubileo debía sonar después de 49 años. Era tocada diez días después del año 50, más tarde conocido como el Día de la Expiación. El Año del Jubileo se extendía hasta el comienzo del próximo año nuevo, en el día marcado por el sonido de las Trompetas. Este mismo año también servía como el primer año del próximo ciclo de sietes para proporcionar la continuidad de los sietes en la medición del tiempo.

Por lo tanto, mientras que un ciclo de Jubileo es de 50 años, diez Jubileos no son 500 años, sino 490 (más los diez días que conducen al Día de la Expiación). Esto se ve claramente en las setenta semanas de Daniel (Daniel 9: 24), que es un período de setenta semanas de años, es decir, 490 años. También son diez jubileos.



Entrando al Reposo de Dios

Desde un punto de vista profético, estos tres sábados nos muestran el camino por el cual podemos entrar en el Reposo de Dios. Estos se superponen a las tres fiestas principales que Dios instituyó durante el tiempo de Moisés: Pascua, Pentecostés y Tabernáculos. Estas tres fiestas también presentan tres niveles de fe en nuestra relación progresiva con Dios. Todos los israelitas tenían un nivel de fe de Pascua, por el cual salieron de Egipto, pero su nivel de fe estaba destinado a aumentar durante su viaje.

Así también es con nosotros hoy. A medida que avanzamos en nuestro viaje a la Tierra Prometida (es decir, para recibir las promesas de Dios), entramos en nuestro primer nivel de descanso cuando salimos de Egipto (por así decirlo) en la Pascua. Solo porque fuimos justificados por la fe en el Cordero de Dios no significa que tal fe nos llevará a la Tierra Prometida. No debemos estar satisfechos con nuestra justificación por la fe, como si la Pascua fuera la única fiesta que se debe guardar.

También debemos experimentar Pentecostés para escuchar su voz y responder en obediencia. Esto implica un aumento en la fe, así como un mayor nivel de reposo. Entramos en el segundo nivel de reposo si subimos al monte para recibir el Espíritu Santo. Los israelitas bajo Moisés no quisieron hacer esto (Éxodo 20: 18-20), pero años más tarde, los 120 discípulos fueron al Aposento Alto en Jerusalén (Hechos 1: 13) para esperar la venida del Espíritu. Hechos 1: 12 nos recuerda que desde el lugar de la ascensión de Cristo en el Monte de los Olivos hasta Jerusalén, donde estaba ubicado el Aposento Alto, había “un camino de día de reposo”. Estos discípulos fueron los primeros en experimentar el segundo nivel de reposo cuando llegó el día de Pentecostés (Hechos 2: 1-2).

El tercer nivel de reposo es el Jubileo, al que Dios llamó “mi reposo”. (Hebreos 4: 3, 5). Los israelitas bajo Moisés no entraron en el Reposo de Dios, cuando tuvieron la oportunidad de hacerlo en Cades-barnea. Habiendo fallado en entrar al nivel de fe Pentecostal en el Monte Sinaí, no estaban preparados para entrar al Reposo de Dios, el nivel de fe de Tabernáculos. Así que era una conclusión inevitable que su nivel de fe en la Pascua sería demasiado débil para vencer el miedo a los gigantes (Números 14: 1-3).

Esto los descalificaba para experimentar el tercer nivel de reposo. Hebreos 4: 19 dice:

19 Vemos, pues, que no pudieron entrar a causa de su incredulidad [es decir, falta de fe, desobedicencia (Heb. 3: 18; 4: 11].

Hebreos 4: 2-3 dice:

2 Porque ciertamente a nosotros se nos ha anunciado buenas nuevas, lo mismo que a ellos; pero la palabra que oyeron no les aprovechó, porque no fue unida de fe en los que oyeron. 3 Porque los que hemos creído entramos en ese reposo, tal como Él ha dicho [en el Salmo 95: 4], “Como juré en mi ira, no entrarán en mi reposo”, aunque sus obras estaban acabadas desde la fundación del mundo.

El autor de Hebreos ya había experimentado el reposo de Dios en un segundo nivel (Pentecostés), y asumió que otros creyentes también lo habían logrado. Luego habló de un tercer nivel de reposo en Hebreos 4: 8-9,

8 Porque si Josué les hubiera dado reposo, no habría hablado de otro día después de ese. 9 Queda, pues, un reposo sabático para el pueblo de Dios.

Cuando se escribió Hebreos en el primer siglo, el autor no estaba tan preocupado por los tres niveles de fe. Todavía se deleitaba en el segundo nivel de fe, derivado de Pentecostés. Entonces, su interés principal era mostrar que los israelitas bajo Moisés no habían entrado en el Reposo de Dios, aunque eran "la iglesia en el desierto" (Hechos 7: 38 KJV) que habían sido redimidos de Egipto a través de la Fiesta de la Pascua.

Su tema principal era mostrar que el Reposo de Dios no se había cumplido. No está claro si consideró o no que Pentecostés era el cumplimiento del Reposo de Dios. Sin embargo, está claro que este “reposo sabático para el pueblo de Dios” en particular estaba asociado con la entrada de Israel en la Tierra Prometida. Pero, esto se complica por el hecho de que entraron bajo Josué en el momento de la Pascua, no en el de Tabernáculos. Por lo tanto, no recibieron la glorificación del cuerpo, que es la promesa de Tabernáculos. Josué no pudo darles este verdadero reposo.

Entonces, podemos decir que, incluso después de que Pentecostés se cumplió en Hechos 2, aún queda un descanso sabático para cumplirse en el momento de la Segunda Venida de Cristo. Esto ocurrirá cuando se cumplan las fiestas de otoño: Trompetas, Jubileo y Tabernáculos.

Solo cuando experimentemos ese tercer nivel de descanso podremos verdaderamente decir que hemos entrado en el Reposo de Dios. No es suficiente guardar un día de reposo, ni siquiera un año de reposo. Debemos tener la revelación del Jubileo y de la Fiesta de Tabernáculos. Para un estudio más completo de esto, vea mi libro, El Rapto a la Luz de Tabernáculos .

NOTA DEL TRADUCTOR: Por experiencia personal podemos decir que el reposo que viene tras la rendición en Peniel, la muerte-sepultura en el Jordán y la resurrección del otro lado, si no es el tercer nivel, y es el segundo de Pentecostés, deberíamos decir entonces que el reposo tras cruzar el Jordán es el fruto de Pentecostés, cosechado al inicio de Tabernáculos. Si así fuera, el Reposo de Dios o de tercer nivel, sería el fruto al final de Tabernáculos: la glorificación del cuerpo y el Jubileo, tal como dice el hermano Jones.

De no ser así tendríamos: el primer nivel de Pascua, justo tras creer tengo Paz CON Dios; el segundo nivel con la luna de miel que viene tras recibir el Bautismo con Espíritu Santo, que inicia Pentecostés y nos da una mayor paz y gozo; el Reposo de Dios o tercer nivel, sería el que viene tras el cruce del Jordán, con lo que comenzamos la etapa de Tabernáculos, que es la Paz DE Dios. Suponemos que esto casa mejor con la experiencia de fe. Eso sí, de esta manera la glorificación del cuerpo no sería el Reposo de Dios, sino el jubileo u otra cosa que nuestra experiencia aún no nos permite reconocer.

¿Hablaría Pablo de un Tercer Reposo a los israelitas que aún no había experimentado el Segundo? Además, dice la Palabra que Josué no les había dado el reposo (Hebreos 4: 8-9); ellos tenían el primer nivel y Josué no les dio ni siquiera el segundo, ¿cómo hablaría Pablo en Hebreos del tercero si les faltaba el segundo? ¿No hubier tenido que decir entonces que les quedaban dos reposos y no un reposo?



Años sabáticos

Para el propósito de medir el tiempo en la cronología y la profecía a largo plazo, no es necesario estudiar o dar cuenta de los días de reposo. Si bien puede haber profecías personales que se cumplan a corto plazo, la cronología se mide en años, no en días. Dicho esto, la mayoría de nosotros somos conscientes de que incluso las promesas y profecías personales pueden tardar muchos años en cumplirse.

Así que nuestra atención principal debe enfocarse en el tiempo que se expresa en años sabáticos y jubileos. Se suponía que los israelitas entrarían en la Tierra Prometida en el 50º Jubileo desde Adán. Si su fe hubiera sido lo suficientemente fuerte para vencer el miedo en Cades-barnea, habrían tocado la trompeta del Jubileo en el Jubileo 50º desde Adán, y cinco días después, en la Fiesta de Tabernáculos, habrían entrado en Canaán desde el sur.

Esto no sucedió, por supuesto, por lo que tuvieron que permanecer en el desierto otros 38 años (Deuteronomio 2: 14). Finalmente, cruzaron el Jordán hacia la tierra de Canaán desde el este, en el momento de la Pascua (Josué 5: 10), porque aún permanecían en un nivel de fe y reposo de Pascua.

Cuando cruzaron el Jordán, el evento fue lo suficientemente importante como para ser el comienzo del Año Uno en su calendario. En otras palabras, esto fue cuando comenzaron a contar los años hacia su primer año de reposo, cuando recibieron las herencias de tierras tribales. Así leemos en Levítico 25: 2-4,

2 Habla a los hijos de Israel y diles: “Cuando entréis en la tierra que Yo os daré, entonces la tierra tendrá reposo para el Señor. 3 Seis años sembrarás tu campo, y seis años podarás tus viñas y recogerás su cosecha, 4 pero el séptimo año la tierra tendrá un reposo, un reposo para el Señor; no sembrarás tu campo ni podarás tu viña”.

Mientras los israelitas permanecieron en el desierto, los reposos de la tierra no se aplicaron a ellos, porque no sembraron cultivos. Vivían del maná diario y de la carne de sus rebaños. Pero una vez que entraron en la tierra, se hicieron responsables de guardar años de reposo y jubileos.

Después de 42 años en la tierra (seis años de reposo), su adopción de los caminos cananeos los llevó a entrar en su primer cautiverio al rey de Mesopotamia (antiguo nombre de Babilonia). Vea la tabla en la parte final de mi libro Secretos del Tiempo . Este cautiverio duró ocho años (Jueces 3: 8), cuando Dios levantó al primer Juez (Otoniel) para librarlos (Jueces 3: 9) en su primer año de Jubileo en la tierra.


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