Prioridades del Reino
05 de agosto 2014
En Lucas 12:11 , Jesús advirtió a sus "amigos" que iban a ser juzgados injustamente. El versículo 12, entonces les asegura que el Espíritu Santo les dará las palabras correctas que decir en ese momento. Lucas 12:13-15 a continuación ofrece un breve incidente que aparece para decirnos cuándo NO se debe juzgar.
13 Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
14 Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha constituido sobre vosotros como juez o repartidor?
15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de la avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia que tenga a causa de sus posesiones.
14 Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha constituido sobre vosotros como juez o repartidor?
15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de la avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia que tenga a causa de sus posesiones.
En la ley bíblica, los levitas eran normalmente los más nombrados como jueces. Se sentaban en la puerta de la ciudad y celebraban audiencias en la corte pública para resolver las disputas entre el pueblo. Pero era mejor para la gente que supiera la ley lo suficientemente bien como para resolver sus propias disputas. Mateo 5:25 dice,
25 Hazte amigo [es decir, concíliate] pronto con tu adversario mientras vas con él por el camino [a la corte], con el fin de que tu adversario no te entregue al juez, y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel.
Si el caso no se podía conciliar fuera de los tribunales, el agraviado podía todavía ir a la puerta de la ciudad y pedir a un juez que tomara la determinación. El juez en la puerta era reconocido oficialmente por el gobierno. Pero para resolver el caso fuera de la corte oficial exigía que ambas partes se comprometieran a presentar su caso ante el propio juez o árbitro. Tendría que ser uno en el que ambas partes tuvieran confianza.
En el caso que nos ocupa, el hombre de la multitud quería que Jesús fuera el juez en una disputa familiar por la herencia. Jesús se negó con el argumento de que Él no había sido nombrado para ese puesto. En otras palabras, el hermano del hombre de la multitud, que pudo haber robado la herencia (o dividirla injustamente), no había sido consultado, ni el que pedía eso a Jesús se había puesto de acuerdo con su hermano, para hacer que Jesús fuera el juez en este caso.
El problema de la codicia
Jesús no tenía tiempo para convertirse en juez en una disputa familiar, porque vio un problema más profundo que necesita resolución -"toda forma de codicia". La implicación es que este problema se derivaba de una forma de codicia. Para el hombre de la multitud, por supuesto, se trataba simplemente de una cuestión de justicia. Para Jesús, era una disputa sobre las cosas, y las partes contendientes debían cambiar sus prioridades. Un hombre no se define por sus posesiones, sino por la condición de su corazón. Nos ganamos la vida con lo que ganamos; hacemos una vida con lo que damos.
Así que Jesús ilustró esto con una parábola en Lucas 12:16-21,
16 Y les dijo una parábola, diciendo: "La heredad de un hombre rico había producido mucho. 17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: '¿Qué haré, pues no tengo donde guardar mis frutos?' 18 Y él dijo: 'Esto es lo que voy a hacer; Derribaré mis graneros y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes 19 y diré a mi alma: "Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; descansa [retírate], come, bebe y sé feliz" ' 20 Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta noche vienen a pedirte tu alma [exigirte]; ¿y ahora de quién será lo que has provisto?" 21 Así es el que atesora para sí mismo, y no es rico para con Dios".
El versículo 21 nos da la lección de la parábola. Se trata de prioridades: Acumular riqueza suficiente para la jubilación anticipada no es tan importante como ser "rico para con Dios".
Pero, ¿cómo se llega a ser rico para con Dios? Hay muchas pistas en los próximos versos cuando Jesús continúa enseñando sobre este importante tema. Lucas 12:33 es, tal vez, la declaración más clara:
33 Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en el cielo, donde ladrón no llega, ni polilla destruye.
En otras palabras, ser productivo es bueno, y sin duda el productor tiene derecho a disfrutar de los frutos de su trabajo; pero también tiene el derecho de utilizar sus bienes para el bien de los demás. Hacerlo es poner su "tesoro en el cielo". Y, por supuesto, la declaración más clara sobre nuestras prioridades se encuentra en el versículo siguiente,
34 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará tu corazón también.
Así vemos como el hombre de la multitud estimuló una larga advertencia contra el materialismo. No es que el trabajo duro y la productividad sean malos, pero el corazón de uno tiene que estar en el lugar correcto, con el fin de utilizar sus posesiones para la gloria de Dios. Si el propósito de un hombre es sólo acumular grandes riquezas para su propia comodidad, su corazón está en el lugar equivocado. Si esproductivo para que poder ayudar a los pobres o apoyar el estilo de vida en el Reino de Dios, entonces su corazón está en el Reino de Dios.
Una lección importante de la parábola es que por lo general no somos conscientes del momento de nuestra partida. No sabemos cuando nuestra alma será reclamada por los agentes espirituales que vienen a recoger las almas de los hombres. Por lo tanto, hacemos planes para nuestra jubilación, asumiendo que vamos a vivir una larga vida.
Tierra Leyes y Herencia
Esto nos lleva a una cuestión práctica sobre la planificación de la jubilación. En el Reino de Dios, según lo legislado por Moisés e instituido por Josué, a cada tribu se le dio la tierra y cada familia recibió su propia herencia en la tierra ( Josué 14:01 ). La tierra no puede ser gravada por el gobierno, porque la propiedad de la tierra era un derecho de parte de Dios, no un privilegio dado por el gobierno. Aunque la herencia era encabezada por el patriarca de la familia, todos los miembros de la familia tenían derecho a vivir allí a menos que ellos perdieran ese derecho a través de la rebelión.
Esta propiedad de la tierra significaba que la gente podía retirarse y permitir que la generación más joven trabajara la tierra y diera apoyo a la tercera edad. Impuestos (diezmos) fueron pagados sólo en la producción, por lo que durante un año terrestre de descanso sabático, no se pagaban impuestos. Pero en una sociedad babilónica (tal como existe hoy en día), el gobierno de ocupación supone el dominio eminente sobre la tierra y luego otorga los hombres el privilegio de "propiedad de la tierra" siempre y cuando paguen por ese privilegio en la forma de impuestos -ya sea que produzca algo o no. La sangría constante de los impuestos obliga a los hombres a seguir trabajando la tierra, incluso en los años sabáticos.
En esencia, el Reino de Dios tenía impuestos a la producción, mientras que Babilonia grava el valor de la tierra misma. Por lo tanto, las personas de edad, que tal vez han vivido en sus casas durante toda su vida, a menudo se ven obligados a vender sus casas cuando ya no son capaces de trabajar. para así poder pagar el impuesto sobre la propiedad.
Esta diferencia entre el Reino y Babilonia habla sobre el problema en que Jesús se crió en lo que se refiere a la jubilación y el almacenamiento de alimentos. En días de Jesús la herencia de la tierra estaba todavía en vigor, a pesar de que la gente tenía que someterse a Roma, el cuarto imperio de la bestia. El sistema tributario de Roma no era bíblico, por supuesto, ya que en muchos aspectos era un impuesto sobre la renta graduado. Los recaudadores de impuestos gravan los impuestos en función de su evaluación de la capacidad de la gente para pagar. Tampoco Roma limitaba su impuesto del diez por ciento de la producción de la naturaleza.
Hoy en día, bajo el gobierno de Misterio Babilonia, no sólo no hay un impuesto a la producción, sino también de los salarios y sobre propiedad de la tierra. Este problema comenzó cuando Dios desheredó a Israel y a Judá de la tierra, cuando Él los puso en cautiverio. Mientras que los gobiernos de Jerusalén y Samaria mismos no tenían derecho a desheredar a la gente, Dios ciertamente conservó ese derecho, porque Él reclamó la propiedad de la tierra ( Levítico 25:23 ) y podía darla a quien Él deseara ( Jeremías 27:4 , 5 , 6 ). El derecho de Israel a la tierra de Canaán no era un derecho absoluto, sino que fue un privilegio dado por Dios que podría ser retirado a causa de la rebelión contra él.
Jubilación en Babilonia
En la aplicación de la parábola de Jesús a la situación de hoy, podemos tener más simpatía por el hombre rico, por dejar a un lado más riqueza para la jubilación. Pero la cantidad de riqueza que se puso a un lado, no es el punto principal de la parábola, porque nosotros no estamos definidos por nuestras posesiones, sino por nuestro carácter. De hecho, ni siquiera sabemos lo mucho que el hombre rico ponía a un lado, ni siquiera el número de graneros que había planeado construir. El verdadero problema era dónde estaba su tesoro. Era un asunto del corazón. Es evidente que el hombre rico había almacenado comida que le iba a durar muchos años para poder comer, para vender, o para el trueque.
No hay nada malo con la planificación para la jubilación como tal. El problema es cómo se está haciendo y con qué motivo de corazón. El sistema de Babilonia fuerza a los hombres a poner hasta más de lo que necesitarían de otra manera. El sistema crea la pobreza y, a continuación, crea su propia solución -Seguridad Social- que en un principio era un plan para apartar una parte de las propias ganancias a un fondo de jubilación, pero que ahora se ha convertido en un fondo de pensiones del gobierno. El gobierno de los EE.UU. primero tomó prestado del Fondo Fiduciario de la Seguridad Social y luego, cuando no pudo devolver el dinero, simplemente se robó el dinero y asumió la responsabilidad de pagar una pensión a todos los jubilados.
Es más difícil hoy en día imitar el hombre rico de la parábola de Jesús, a causa de las políticas y los impuestos del gobierno. Cuanto más productivos seamos, más gana en un impuesto sobre la renta graduado. Aun así, el problema del materialismo y la codicia son universales en todas las sociedades. Los hijos del Reino, sin embargo, son los que guardan el camino Reino de la vida viva y que enseñan a las generaciones futuras. Conservan la esperanza (expectativa) de que una vez en el futuro, cuando la época de los imperios bestia se complete y la transferencia de la autoridad a los santos del Altísimo ( Daniel 7:27 ) se decrete en el Tribunal Divino.
Pocas personas hoy en día entienden la vida del Reino, ya que los sistemas de la bestia han gobernado la tierra (por mandato divino) desde los días de Jeremías y Daniel. Si los hombres de Judá que salieron de Babilonia en los tiempos de Esdras y Nehemías ya había nperdido gran parte del conocimiento de las leyes del Reino después de sólo setenta años, ¿cuánto más la Iglesia ha perdido este conocimiento y su comprensión?
La primera y principal prioridad para los creyentes con la mente del Reino es superar todas las formas de codicia, porque la codicia es la raíz de todos los males ( 1 Timoteo 6:10 ). Después de esto, ellos deben comenzar a aprender las leyes del Reino, para que la gente sepa la forma de establecer una forma de vida de Reino, una cultura de Reino, lo que eliminará la pobreza y será una bendición para todas las naciones de la tierra.
Cuando se termine el tiempo del juicio, y el Mandato de Dominio para gobernar la tierra se quite a las naciones de la bestia, entonces los santos del Altísimo serán llamados a enseñar a todas las naciones una nueva forma de vida bajo el reinado de Jesús. Muchos creyentes hoy en día saben cómo llevar a la gente al lugar de la fe en Cristo, e incluso acerca de cómo ser guiados por el Espíritu, pero pocos saben cómo establecer el gobierno, las leyes y la cultura del Reino.
Para un estudio más completo de las leyes del Reino, ver mis Comentarios al libro de Deuteronomio .
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