...Sí, estábamos resistiéndonos a dejar morir al viejo guerrero, nuestro viejo YO; sí, éramos nosotros negándonos a echar al "ISMAEL" que nuestra ambición había engendrado en el lecho de nuestra impaciencia, a quien, a pesar que nos zahería, no queríamos echar junto a su madre la Carne ...
PARTE II
Capítulo 2
La Pesca Milagrosa
Lucas
5: 1-11
1.
Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba
sobre él para oír la palabra de Dios.
2. Y
vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores,
habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes.
3. Y
entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la
apartase de tierra un poco;
y sentándose, enseñaba desde la barca a la
multitud.
4.
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro,
y
echad vuestras redes para pescar.
5.
Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y
nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red.
6. Y
habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces,
y su red se rompía.
7.
Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que
viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas,
de
tal manera que se hundían.
8.
Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí,
Señor, porque soy hombre pecador.
9.
Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de
todos los que estaban con él,
10.
y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Pero Jesús dijo a Simón: No temas;
desde ahora serás pescador de hombres.
11.
Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron.
1. Aconteció que estando Jesús junto al
lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios.
"El gentío se agolpaba sobre Él"
Los ungidos, los verdaderos hombres de Dios, no tienen problemas de
audiencia; la gente los persigue y los busca, se pelean por estar lo más cerca posible de
ellos para escucharles, como ocurriera con el Señor. Son hombres que como sal
provocan sed y como luz destellan y atraen. Los no ungidos y los
auto-nombrados no enviados, recorren kilómetros, emplean las mejores
técnicas de mercadeo y toda parafernalia externa que se les ocurra, para tratar de
ocultar o sustituir la VACIEDAD INTERIOR. ¿Desde cuándo el
marketing podrá suplantar a la Vida y el Poder de Dios? ¿Qué es lo que
se pretende ganar: adeptos o almas?
Algunos ahora hasta dan bocadillos y algunas otras cosas, provocando de
antemano que la gente los siga para llenar su barriga y no por hambre
espiritual: "Me seguís porque habéis comido (Jn. 6:26), tuvo
que decirles Jesús a los que le seguían tras el milagro de los panes y los
peces. ¿Amamos a Dios o sólo Sus bendiciones? ¿Buscamos Su rostro o sólo Sus
manos?
Sin embargo, en esta ocasión no hubo bocadillos, pero dice el texto que la gente se agolpaba para oír la Palabra, porque tenían hambre y sed de Dios. Igual que ocurrió en el milagro de los panes y los peces antes de que fueran saciados, porque ellos no sabían que de "postre" vendrían los sándwiches. Pensamos que el Señor ya nos presagiaba lo que puede ocurrirnos si mezclamos, por norma, el pan espiritual y el natural; o, peor todavía, si sustituimos el primero por el segundo. Así que tengamos cuidado con los bocadillos, dejémoslos para quienes quieran una iglesia de comilones y bebedores, cuyo dios sea su vientre. Ojito también con regalar otras cositas, incluso biblias, para que nos sigan. ¡No vendamos barato el evangelio!: "Compra la verdad y no la vendas" (Pr. 23:23). La Verdad requiere que se pague un precio, no es fácil de adquirir y, por contra, no se puede vender, ¡ni lo intentemos! Leíamos hace poco en una revista sobre la iglesia misionera sumergida, que en África no podían regalar libros cristianos a los pobres, porque cuando eran gratis no los leían; tenían que vendérselos, para que los apreciaran; eso sí, a un módico precio, asequible a sus bolsillos. Así fue siempre y así será; solo apreciamos lo que nos cuesta, porque todo lo que algo vale tiene un precio.
Sin embargo, en esta ocasión no hubo bocadillos, pero dice el texto que la gente se agolpaba para oír la Palabra, porque tenían hambre y sed de Dios. Igual que ocurrió en el milagro de los panes y los peces antes de que fueran saciados, porque ellos no sabían que de "postre" vendrían los sándwiches. Pensamos que el Señor ya nos presagiaba lo que puede ocurrirnos si mezclamos, por norma, el pan espiritual y el natural; o, peor todavía, si sustituimos el primero por el segundo. Así que tengamos cuidado con los bocadillos, dejémoslos para quienes quieran una iglesia de comilones y bebedores, cuyo dios sea su vientre. Ojito también con regalar otras cositas, incluso biblias, para que nos sigan. ¡No vendamos barato el evangelio!: "Compra la verdad y no la vendas" (Pr. 23:23). La Verdad requiere que se pague un precio, no es fácil de adquirir y, por contra, no se puede vender, ¡ni lo intentemos! Leíamos hace poco en una revista sobre la iglesia misionera sumergida, que en África no podían regalar libros cristianos a los pobres, porque cuando eran gratis no los leían; tenían que vendérselos, para que los apreciaran; eso sí, a un módico precio, asequible a sus bolsillos. Así fue siempre y así será; solo apreciamos lo que nos cuesta, porque todo lo que algo vale tiene un precio.
2. Y vio dos barcas que estaban cerca de la
orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus
redes.
(Nota: Vemos aquí por un lado al Señor paseando por
el lago, y por otro lado a los apóstoles afanados en sus quehaceres.
¿No les parece un poco extraño? A nosotros si nos lo parece, pero dejaremos
esto para comentarlo al hilo del versículo once).
"Dos
barcas estaban cerca de la orilla"
Estaban cerca de la orilla (¿próximas a pasar el Jordán?), dispuestas para
el trabajo; quizás preparadas para ir al "otro lado". Estas pudieran
ser dos iglesias; una, la de Pedro: la Señora; la otra, una iglesia vecina
de la zona.
"Habían descendido"
Teniendo que reconocer la derrota de su noche de
"pesca", fracasados, frustrados y cansados; habiendo llegado
al "cul de sac", al final del callejón sin salida; rindiéndose
regresaron a puerto.
La palabra que emplea el texto es "descender", como
en Génesis 12:10, para la bajada de Abram (todavía no era Abraham,
el hombre transformado) a Egipto.
"Los pescadores"
!Qué contradicción! Pescadores profesionales, incapaces de pescar, tienen
que volverse de vacío. Pescadores que aún tras una larga noche regresan sin
pesca.
"Lavaban sus redes"
¡Las redes estaban contaminadas, inmundas, sucias, rotas ...! ¡Eran instrumentos de pesca inservibles, tenían que ser lavadas y
reparadas. Lavadas con agua pura, santificadas y también
remendadas, pues había rotos, a través de los cuales los pocos peces que
se capturaban se escapaban. ¡Se fugaban por los rotos! (Mr. 1:19), y lo hacían llevándose además algunos de los peces que ya estaban
en la barca. Redes cual cisternas rotas que no pueden retener el agua (Jer
2:13).
Esta tarea de lavar y remendar las redes es trabajo que no
puede hacerse en el mar, durante la faena, en medio de la brega; sino solamente
en tierra, con la barca varada; por mucho que la impaciencia nos
quiera empujar a pescar ya, sin "perder" el tiempo lavando y
arreglando los aparejos.
¿Cómo están tus redes Señora? ¿Están viejas, gastadas y rotas, ...?
¿Está tu cebo emponzoñado? ¿Son atrayentes para los peces tu barca,
tus redes y tus aparejos? ¿Cómo buscas el liderazgo? ¿Por qué cuando
lanzas tus redes no se llenan de peces? ¿Quién te está siguiendo? ¿Quién te
reconoce? ¿A quién obedeces? ...
3. Y entrando en una de aquellas barcas, la
cual era de Simón,
le rogó que la apartase de tierra un poco;
y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud.
le rogó que la apartase de tierra un poco;
y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud.
"Y entrando en una de aquellas barcas"
Esto nos recuerda aquello de "yo estoy a la puerta y llamo, si
alguno abre ... entraré ..." (Ap. 3:20). ¡Menos mal que en esta
ocasión Simón le deja entrar y sentarse!
Había dos barcas y el Señor tuvo que elegir una y parece que fue la del
"pescador" más celoso, aguerrido, tozudo y obstinado en pescar; eso
sí, del "Club Sinatra: ¡A mi manera!".
"Le rogó que la apartase de tierra un poco"
"Santifica tu iglesia un poco, quizás baste subir a un simple collado
y no haga falta un gran monte. ¿Estás dispuesto a ello, Simón?"
"Y sentándose enseñaba"
Quizás al ansioso y estresado Simón le irritaría aún más tanta
parsimonia pues le venía a contrapelo. El que antes paseaba
mientras ellos faenaban afanados, se sube a la barca, ¡pero no para
pescar!, sino que se sienta. Imaginamos a Simón atacado
de los nervios, viendo a Jesús relajado y sentado mientras "solo él se
preocupaba, ya que solo él tenía carga por la obra..." ¿No
les recuerda a esto a Marta, la hermana de Lázaro, cuando su hermana María se
sentaba tranquila a escuchar al Señor, haciendo a un lado todo lo demás?
El Señor enseñaba, preparaba a la gente ¡no fue una
predicación evangelística! El Maestro hablaba para los suyos, para la Iglesia.
Pensamos que se dirigía más a los de las barcas que a la multitud. "Sentándose
enseñaba". Lo hacía tranquilo, relajado, sin gritar, sin
conminar, porque "no es con ejército ni con fuerza"... (Zac. 4:6) (se puede arrastrar una cuerda desde el frente tirando de ella,
pero si la empujamos desde atrás se arruga). Creemos que en esta escena
tenemos de nuevo los "cuchillos afilados de Josué" en acción; rasgando
los corazones incircuncisos que ya estuvieran prestos para la
santificación (Jos. 5:2).
4. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón:
Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.
Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.
"Cuando terminó de hablar"
He aquí el "kit de la cuestión": "Cuando terminó de
hablar". ¡No antes! Solo después que los cuchillos afilados
hicieron su trabajo. ¡Es solo cuando el Señor termina de hablarnos y nos da la
orden, no antes! (Luc. 10:42)
Mientras Job y sus amigos siguieron argumentando, Dios calló; Él esperó
incluso a que el sabio y prudente Eliú, que se mantuvo callado tanto tiempo sin
intervenir, callara también, y, entonces, habló. (W. Nee).
Mientras no se hiciera silencio y mientras el Señor no terminara de
hablar, la barca tenía que estar quieta, varada en la playa; eso sí, en la
orilla, presta para zarpar tan pronto como el Maestro diera la orden. Fue
inútil haber salido antes, sería inútil hacerlo ahora. Hasta que el Señor no
acabe de decir todo lo que tiene que decirnos aunque salgamos no pescaremos,
solo golpearemos al aire. Hasta que el Señor no nos diga claramente "hoy
he quitado el oprobio de vosotros, estáis pisando tierra santa", hasta
entonces ¡quietos parados todos! Tenemos aquí el "cuando acabaron de
circuncidar a todos" de Josué 5:8.
"Boga mar adentro"
"Ahora si podéis remar; ya están reparadas las redes, ya tenéis Mis
instrucciones claras y precisas. Ahora sabéis que hay que hacer, como hacerlo, cuando hacerlo y donde dirigiros". Ahora
el Capitán si está en la nave y ha trazado un rumbo claro. Bogar sin
rumbo es ir a ninguna parte, es perder el tiempo para volver de vacío, ¡si se
sabe!
"Echad vuestras redes"
Limpias, transparentes, reparadas (santificadas y sanadas) de seguro
servirán para hacer una buena pesca. Ahora si serán atractivas para los peces,
ahora sí los que entren no se escaparán por los rotos.
"Para pescar"
¡Gloria a Dios! El Señor nunca tiene dudas. Él no dice: "para ver si
pescáis algo por casualidad". No, Él ordena, pues conoce de antemano el
resultado ¡Es omnisciente! Cuando Él nos mande salir a pescar pescaremos; lo
que implica que si estamos saliendo y no se está pescando es que Él no
nos mandó salir y lo estamos haciendo por cuenta propia. "Esta
es Mi palabra segura que sale de Mi boca, no volverá a mi vacía, sino que hará
lo que Yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié" (Is. 55:11).
5. Respondiendo Simón, le dijo:
Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red.
Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red.
Tal vez el cabezota de Simón, aún después de dar la orden el Maestro, tuvo
un lapsus mental de duda, cavilando algo así: "¡Pero quien se creerá que
es este sabelotodo! ¿Querrá darme lecciones a mí, el Titán del Lago, un
jovenzuelo que de la Torá lo sabrá todo, pero de pescar, nada de nada? ¿Yo, que
llevo toda la vida en el oficio, seré instruido por un neófito pescador? ¿No
será mejor si no hago caso y sigo pescando a mi manera ...?"
A Dios gracias que el impulsivo Pedro mordiéndose la lengua quizás esta
vez no se atrevió a decir lo que pensaba y, aun dudando del Maestro,
comedidamente contestó:
"Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y
nada hemos pescado"
¡INCREDULIDAD y MURMURACIÓN contra El Señor!:
"Mira Maestro, si yo que soy un avezado pescador, el gran Simón, ganador
de todos los concursos de pesca de Galilea" (Da. 4:30) ... (!Simón,
cállate que estás más guapo! ¿No te das cuenta que acabas de fracasar
durante "toda una NOCHE", no ves que es un clamor que vuelvas
cada vez de vacío? Calla y mejor reconócelo).
"...después de estar toda una noche faenando ..." (Mejor Simón que
dijeras "golpeando el aire"; y además, ¿para quién?)
..."nada he pescado, ¿crees que serás más listo que yo, Tu, que nunca has
pescado? ¿No querrás hacerme perder a mí, el gran Simón, el titán del lago,
mi precioso tiempo?"
Pobre Simón (que aún no era Pedro) ¡toda una NOCHE! Pero no sufras
más Simón, tras la noche vendrá el DÍA, y "si crees
verás la gloria de Dios" (Jn. 11:40). Aún después de tanto
tiempo muerto que hasta hiedes, resucitarás. Tras tu humillación vendrá la
exaltación, porque cuando te mueras Cristo podrá vivir Su vida en ti.
(Cuando se va con EL Señor no hay nada que
ocultar, no hay que pescar de noche, a escondidas y a oscuras; Sus redes sin
mancha son transparentes y eso hace que los peces quieran entrar. ¡Sí!, el
Señor pesca de día, sin subterfugios, sin componendas; no con un mensaje
"light", o cebando la concupiscente carne de la audiencia; no con lo
que desean oír, sino con lo que necesitan oír; con el evangelio completo,
que llamando al pecado pecado y al pecador pecador, ofrece la gracia
redentora después; el evangelio que anuncia que entrar al reino de los
cielos no será fácil, sino que para ello habrán de sufrirse muchas
tribulaciones. Un evangelio que no empuja ni manipula, pero que atrae: "Y
Yo, si fuere levantado de los muertos, a todos atraeré a Mí mismo" (Jn. 12:32). El evangelio de la Cruz predicado por crucificados, que
destilan el perfume atrayente de Cristo, para muerte o para vida; por
siervos que son sal y provocan sed, que son luz y titilan).
"Nada hemos pescado"
"Mira, Maestro, llevamos muchos años saliendo con payasos, mimo,
guiñol, carpas, evangelistas, ..., y folletos, muuuchooos folletos, sin habernos
comido ni un rosco, y Tú, así no más, sentadito y de brazos cruzados, ...
¿crees que pescarás por Tu cara bonita?"
"Mas en Tu palabra"
¡Gloria al Señor! ¡Al fin una pizca de fe! Tal vez todavía medio en dudas,
en sus ideas y opiniones, Simón se decide a creer, o al menos a
obedecer, la palabra del Señor.
¡En Tu palabra! En Tu rhema, en Tu orden de "ahora si
marchad, poned la barca en el agua, nos vamos de pesca".
¡Uff, menos mal! ¿Qué hubiera sido si Simón tras pensárselo y dudar, le
hubiera contestado que no al Señor? Muy sencillo, el Maestro se hubiera bajado
de su barca y se habría metido en la de Jacobo (Mt 4:21). ¡Ojito Simón, que te
la estás jugando! Ten cuidado no vaya a ser que tu barca se quede
desierta y no Le vuelvas a ver hasta que digas: bendito el que viene en el
nombre del Señor (Lu. 13:35); ve de dónde has caído y arrepiéntete, no sea
que tu candelero sea removido (Ap. 2:5).
6. Y habiéndolo hecho, encerraron gran
cantidad de peces,
y su red se rompía.
y su red se rompía.
"Y habiéndolo hecho"
¡Gracias a Dios al fin OBEDIENCIA! ¡Por fin acabó la INCREDULIDAD! Se dejó de
pensar, de hablar, de replicar contra el Espíritu Santo, e hizo lo que por
tanto tiempo se le estaba mandando a hacer, pero se negaba a querer entender.
"Encerraron gran cantidad de peces"
Encerraron; esto es, quedaron bien atrapados, sin posibilidad de escapar.
Gran cantidad: ¡Hurra, el avivamiento soñado!
En cuanto Simón se dejó de murmurar, refunfuñar, contradecir y obedeció aún
en medio de sus dudas, con una débil fe, la red se llenó; y lo hizo de una manera mucho más
allá de lo hubiera podido entender o esperar; tanto que ...
"Su red se rompía"
No cabían en su barca (iglesia), en la que tenía, no en una más grande que
se pensaba hacer en previsión de que alguna vez los peces llegaran ... Primero
los peces encerrados en la red, luego las grandes barcas; primero las almas, después
los grandes locales de culto ... El pueblo del Señor se las arregló con
un Tabernáculo desmontable y ambulante, hasta que se conquistó la Tierra.
Ni tan siquiera David, hombre de GUERRA, pudo construir el Templo;
tuvo que venir un hombre de PAZ, Salomón, para que pudiera ser
levantado. Aprendamos pues la lección: primero nos rendimos,
se acaba la guerra en el corazón, se deja de luchar, y luego se
construye el templo del alma; entonces Él vendrá y se nos manifestará, llenando ese
templo. No se empiezan las casas por el tejado.
7.
Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que
viniesen a ayudarles; y vinieron,
y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.
y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.
"Entonces"
En ese tiempo y no antes. Solo cuando la propia red se rompa, o esté por
romper, llamaremos al otro local de culto; llenemos primeramente la barca hasta
la bandera. Empecemos por el principio, que los peces estén primero en
la red y luego busquémosles acomodo en barcas más amplias y no al revés.
Recordémoslo: el templo se construyó después que la Tierra hubo sido
conquistada.
"De tal manera que se hundían"
No entraba ya ni un alfiler. Apuremos hasta ahí; aguantemos hasta que
la Señora reviente de servicios a la mañana, a la tarde y a todas horas; seamos
humildes. Ya nos llegará la hora de llenar las barcas auxiliares de Otxarkoaga,
Barakaldo, Lekeitio, Getxo, etc. etc. Creemos que esa otra barca pueda
ser una iglesia de la zona, o el nuevo local que se quiere preparar, pero
recordemos hermanos: primero llenar la Señora y luego hacer señales al local
de la calle Maurice Ravel. Que veamos la red llena de miembros en ciernes,
antes de pensar en el lugar para meterlos.
8. Viendo esto Simón Pedro, cayó de
rodillas ante Jesús, diciendo:
Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.
Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.
"Viendo esto"
La obediencia EN fe, trae la visión; somos sanados de nuestra ceguera
judicial al obedecer, al humillarnos reconociendo nuestra impotencia,
nuestra incredulidad, nuestra ignorancia. "Si se humillare mi pueblo
..." (2º Cr. 7:14).
"Simón Pedro; cayó de rodillas ante Jesús"
¡A la tercera va la vencida! En los versículos tres y cinco sólo eras digno
de ser llamado Simón, pero después de obedecer si mereces tu nuevo
nombre: Pedro, el Simón transformado. ¡Simón ha muerto, viva Pedro! ¡Aleluya!
Ahora Pedro tenía un corazón circuncidado; como cuando Abram pasó a ser
llamado Abraham: "entonces Abram se postró..." (Gé. 17:3,5). O como cuando Jacob venció al Señor en Peniel, para dar paso a Israel, el
príncipe de Dios; porque ser derrotados, ser doblegados por Dios es vencer. O como cuando Saulo fue arrojado del caballo de la soberbia
para que Pablo pudiera ser levantado.
"Señor mío y Dios mío", dijo Tomás. "¿Porque has
visto has creído (Pedro)? Dichosos los que creen sin haber visto" (Jn. 20:29). ¡Hasta Pedro tuvo que ver para creer! Qué gran consuelo para
nosotros que Abraham, Jacob, Pablo, Tomás, Pedro, etc. fueron tan incrédulos
como nosotros. Qué bien que aunque fuera a "toro pasado" Pedro
confesara su pecado de INCREDULIDAD y MURMURACIÓN y, postrado,
adorase, confesando a Su Señor: "Yo no soy nada, Tú eres Dios, Tú eres el Señor ¡Tú mandas! ¡Si Whuana!
9.
Porque por la pesca que habían hecho,
el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él,
el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él,
"Porque ... el temor se había apoderado de
él"
Este versículo al comenzar por la conjunción "porque", nos está
señalando la causa de la postración de Pedro. ¡Qué pavor, qué espanto, qué
terror: Un encuentro con la AUTORIDAD y el poder de Jesús! Que temor y temblor en el hombre que llega a su Peniel particular (Gén. 32:24 y ss.), para tener un encuentro real con la autoridad del Señor:
escalofríos, temblor, sudor, estómago revuelto, extrema debilidad, ¡pánico
mortal!, etc. recorren su cuerpo, al reconocer al Personaje Invisible contra
quien con contumacia venía luchando; al darse cuenta de que a Quien
se venía resistiendo era al Espíritu Santo. Es aquí donde uno
quiere esconderse, no haber nacido, o estar muerto y ¡no puede!, el
“trágame tierra”; pensamos que algo cerca de esto pero más intenso aún,
deberían estar sintiendo aquellos de la Escritura que pedían a los montes y a
las peñas que cayeran sobre ellos y les cubrieran (Os. 10:8; Lu. 23:20; Ap. 6:16) (Nota: este encuentro posiblemente no fue para Pedro el quebrantamiento de
Peniel, que acabara de romper su hombre exterior, sino uno de los encuentros
fuertes con la autoridad de Dios que le preceden). Pero esto era una gran bendición
disfrazada, Simón no volvería a ser el mismo nunca más; en adelante sería
Simón-Pedro, más cercano ya al Pedro a secas, que aparecería después de su
hundimiento por las negaciones cuando apresaron al Señor. Tan terrible
fracaso lo transformó profundamente en un instante, como ocurre en la doma de
los potros salvajes, y teníamos ahora al fin a Pedro, el Simón
descaderado, rengo, sumiso y quieto ante el Señor.
Hasta ese milagrazo Simón no había entrado en contacto real con
el Jesús divino, con el Jesús Dios, con el Rey de Gloria en Su Autoridad,
Majestad y Omnipotencia; solamente conocía al Jesús hombre. De la misma
manera nosotros necesitamos esos encuentros, esos fracasos, esos tremendos
ridículos que nos hacen morder el polvo y nos avergüenzan públicamente sin
apelación posible, para que nuestros ojos sean abiertos a esa dimensión más
allá del engendramiento, a esa realidad del Jesús entronizado, a quien solo experimentamos en un principio como poco más que figura
histórica. Es así que aprendemos a reconocer y acatar que Jesús es el JEFE.
Un encuentro así con Su Autoridad trae mucho más que reverencia; trae
humillación, postración, rendición absoluta, temor sagrado, miedo
mortal a volver a luchar con Dios, a desobedecerle. Trae la exclamación
de "uff, por un pelo no he perdido mi barca,
mi predestinación e incluso mi vida! Solo Su misericordia me ha salvado;
solo soy un tizón arrebatado del incendio por los pelos. No moriré sino que
viviré, me castigó gravemente Jah, mas no me entregó a la muerte; fui
sanado, iré y no pecaré más, para que no me venga algo peor" (Gé. 32:30b; Za. 3:2; Sal. 118:17-18; Jn. 5:14).
Si, hermanos, es en nuestro encuentro real con la
autoridad, es cuando la tocamos, que descubrimos al verdadero Contendiente de
nuestra pelea: EL SEÑOR. ¡Sí!, era Él quien durante todo ese tiempo
atrás nos hablaba; era Él quien se nos oponía; Él contra quien discutíamos,
razonábamos y poníamos excusas; sí, era Él queriendo hacernos pasar por esa
puerta estrecha por la que forcejeando ferozmente nos resistíamos a entrar; era
Él el Jinete que nos montaba y al que sacudiéndonos queríamos descabalgar;
sí, era esa la cruz que se nos asignaba y
no queríamos cargar, y aún menos abrazar, porque nos repugnaba. Sí, estábamos
resistiéndonos a dejar morir al viejo guerrero, nuestro viejo YO; sí, éramos
nosotros negándonos a echar al "ISMAEL" que nuestra ambición había
engendrado en el lecho de nuestra impaciencia, al que, a pesar que nos zahería, no queríamos despedir
junto a su madre la Carne. No eran nuestras esposas, ni nuestros hijos, ni
nuestras odiadas y poco lucidas ocupaciones "ministeriales", ni
nuestros diáconos, ni nuestras "ovejas"; no eran las enfermedades, ni
la ansiedad, ni el trabajo secular, ni nuestra escasez de fondos, quienes nos
frenaban e impedían; no eran las personas que nos rodeaban, ni las
circunstancias, ... ¡sino Dios! No eran las situaciones que Dios no hacía
nada por cambiar y que obstinadamente queríamos evadir en lugar de
someternos a ellas; no era la falta de poder, ni de medios, ni
que no fuera Su tiempo, aunque nuestra ceguera no quisiera reconocerlo. ¡No!,
no era nada de todo eso, sino el Ángel de Yahweh cerrándonos el paso, como lo
hiciera con Balaam, apretando nuestro pie contra el muro (Nú. 22:25), para tratar
de impedirnos llegar al lugar al que nunca debimos ir.
Quizás queríamos ayudar a Dios a cumplir la promesa que
nos hizo, ayudarlo a hacer Su obra. Sin embargo ahora ya sabemos que Dios solo se basta
para cumplir lo que promete y que solo Él hace Sus obras; es más, no acepta
obras que no sean Suyas, por muy buenas que nos parezcan. Él obra como y cuando
quiere y de forma sobrenatural, para que no nos quede ninguna duda de que fue
Él quien lo hizo y no nosotros. Él nunca compartirá Su gloria con nadie; solo
ha esperado a que agotáramos nuestras fuerzas y retiráramos nuestras manos;
a que sentados, quietecitos, en reposo y en descanso, pudiéramos contemplar al
Dios de toda Majestad y toda Gloria, cumpliendo Sus propósitos sin el
baldón de nuestras "ayuditas"; las metidas de nuestras manos que
siempre abortaban los milagros en gestación que Él quería para nuestras
vidas.
10. y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de
Zebedeo,
que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón:
No temas; desde ahora serás pescador de hombres.
que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón:
No temas; desde ahora serás pescador de hombres.
"No temas"
¡Cuán misericordioso es el Señor! Sabe que nuestro encuentro real con
Él nos derrite cual mantequilla, nos hace temblar como niños
aterrorizados; por eso no se demora en tocarnos y decirnos: "no
temas": "Cuando Le vi caí como muerto a Sus pies. Y Él puso
Su diestra sobre mi diciéndome: no temas" (Ap. 1:17; Da. 10:7-10).
"Desde ahora"
"No temas, todavía no vas a morir (Is. 6:5), pero de hoy en adelante
más te vale hilar fino"; "ve y no peques más" (Jn. 5:14;
8:11). "Antes no me conocías como el Dios temible, desde hoy
habrá una diferencia en tu vida, ya no serás el mismo que eras, serás un
hombre quebrantado, clavado a la cruz; permanece ahí sin bajarte"
(Gá. 2:20).
"Serás pescador de hombres"
"Si amado Pedro, antes pescabas pececillos, o creías que
los pescabas, ahora pescarás almas" ...
Los abrojos no pueden dar higos, algunas higueras tampoco, pero las
higueras cavadas y abonadas si los darán. Se acabaron los juegos, llega la hora
de la verdad. Hasta aquí se nos permitieron ciertas cosas, pero es el
momento de HIGOS EN LA HIGUERA, de SANTIDAD EN LOS SANTOS, de ESCLAVOS DE
CRISTO EN LA IGLESIA, de CRUCIFICADOS PREDICANDO LA CRUZ. Pero no
temas, "Yo estaré contigo, no te dejaré ni te desampararé"
(Jos. 1:5).
Damos gloria a Dios por hacer extensivo este santo temor (no simple
reverencia) a sus compañeros de faena Jacobo, Juan, etc. "No te
preocupes Pedro, fuiste desnudado, pero ellos también. En adelante te serán
verdaderamente fieles sin que tengas que apantallar que eres lo que no eres;
precisamente por hacerte vulnerable, por ser valiente y sincero al confesar tu pecado; la autoridad que creías tener y no tenías, no solo no ha
disminuido, sino que ha
aumentado delante de los ojos de tus compañeros; porque el que se humilla será
enaltecido (Lu. 14:11). Por tanto, pon tu vista en Mi y olvídate
de lo que los demás puedan pensar; eso es asunto Mío y no tuyo; ellos te
respetarán cuando vean, ahora sí, Mi autoridad en ti".
Así es, la vulnerabilidad, la sinceridad, el quitarnos la careta y el
disfraz, nos eleva ante los ojos de los demás, aunque el diablo siempre quiera convencernos de lo contrario. Dios no está preocupado por
nuestro caché; no, Él nos desnudará de nuestra
hipocresía y, siempre que nos haga falta, nos avergonzará delante de los demás despojándonos de nuestras hojas de higuera, para que nos demos cuenta, y los
demás también, de lo que somos en realidad.
11. Y cuando trajeron a tierra las barcas,
dejándolo todo, le siguieron.
(Aquí se nos presenta una escena muy similar a la de Laodicea, donde el
Señor de la casa está llamando para que los que se olvidaron de Él dejándole
afuera le dejen entrar. También muy parecida a la escena del final de los
episodios de "Los Picapiedra", donde Pedro Picapiedra aporrea la
puerta y grita a su esposa Bilma para que le deje entrar a su propia
casa, de la que su propio gato le acaba de echar. Vemos en el relato
de Lucas al Señor por un lado PASEANDO, y a los
discípulos por otro lado "PESCANDO". Triste
realidad, pero así era.
En el capítulo anterior de este evangelio (4:38-39), podemos apreciar que
el Señor ya entraba a la casa de la suegra de Pedro; deduciéndose que había ya
una relación previa entre ellos. ¡Sí!, el Señor había llamado a Pedro con
anterioridad y este le siguió, pero ¿había dejado todo al
seguirle? Quizás no. Tal vez sí. Pero de lo que no cabe duda es que la entrega
no fue total o que después se produjo un retroceso. Quizás
gradualmente Pedro se fue retrayendo y regresó a sus ocupaciones de antes; probablemente en medio de la frustración, porque el Mesías no daba de sí tanto
como él se pensó al principio. ¡Al ritmo de Jesús el ansiado éxito en el
ministerio no acababa de llegar!, parecía no tener mucha prisa en eso. Y, mientras tanto, había que comer, ¡había que buscarse las habichuelas! Tal vez,
pensó, que se había precipitado en su excesiva consagración al seguirle ..., que no debía de haber sido tan
radical ...
Pedro tenía un temperamento no muy acorde con las demoras y la parsimonia,
con los entrenamientos y los sermoncitos. El lo que quería es ir al grano sin
dilación, él quería pescar y creía que ahora sería igual que en su antiguo oficio.
No se daba cuenta que una vez que pasamos a engrosar la nómina del Señor, las
cosas no son como antes y que las habilidades naturales tampoco funcionan sin
Él; porque sin Él nada podemos hacer (Jn. 15:5). Pedro, como nosotros, estaba al
principio más interesado en su proyecto ministerial, su honra
y su bolsillo, que en sentarse a Sus pies
para escucharle, aprenderle, conocerle, amarle; en fin sentarse, contemplarle y adorarle. Después, a Su tiempo, servirle. ...
Quizás Pedro saliera de su "Egipto" para seguir al Maestro, pero
no a tres días, sólo a uno o tal vez dos . A corta distancia estaría
con el Señor pero aún podría divisar el mundo y regresar si la cosa no
iba bien; así podría tener un ojo puesto en el Señor y el otro en la barca, en
el negocio; saliendo pero no demasiado lejos, vería al Señor pero
también a los hombres, a su familia y estaría cerca de la sucursal de la caja de Ahorros y de la casa de papi y mami ... por precaución,
sólo por si acaso ... (Ex. 5:3; 8:28; 10:26).
En resumen, vemos aquí a un Simón muy ocupado en no pescar nada,
enfrascado en sus quehaceres al margen del Señor y es que muchos se la pasan tan
ocupados fracasando, que no tienen tiempo para triunfar.
"Trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le
siguieron"
Cuando se traen las barcas a tierra, cuando nuestras iglesias
dejándolo todo de verdad paran para acampar en
tanto que el Señor esté sentado; entonces, y sólo entonces, estarán siguiéndole
a Jesús; porque parece un poco extraño que estemos
"pescando", mientras Él pasea por la playa. Es muy triste pero
esos esfuerzos no son para Jesús; así no le estamos siguiendo a Él, sino
desobedeciéndole.
Mateo 4:20 y Marcos 1:18, ambos evangelios, tratando del mismo suceso
coinciden en que dejaron solamente las redes; mientras que Lucas
enfatiza el "dejándolo todo". Esto confirma claramente el
argumento que acabamos de presentar, de dos llamamientos o dos consagraciones: en
el primero se le sigue a Cristo con un compromiso a medias y
en el segundo, tras el encuentro con Su autoridad y señorío, se produce
la consagración total, la rendición completa,
rompiendo con todos los ídolos. Aquí se trata ya del Señor
exclusivamente, sin otros apoyos; aquí se sale de la tierra y
de la parentela; Aquí ya no dejamos que el Señor nos espere
mientras nosotros esperamos a que nuestra esposa, o quién sea, venga con
nosotros; aquí corremos tras Jesús y dejamos que los muertos entierren a
sus muertos ... (Mt. 8:22).
Ahora sí. La primera vez fue más bien una buena y sincera intención que
otra cosa, una consagración condicional, un negocio a lo Jacob
en Betel (Gé. 28:20-22), pero "que si patatín, pero que si patatán",
Simón fue reculando. Tras su encuentro con la autoridad el afanado Simón se
relaja, descansa y abandona en el Señor con todo el equipo: vida, esposa,
hijos, barca, redes, aparejos y tripulación. Al fin firma su renuncia
como capitán y suelta el timón en manos del Gran Capitán de nuestras
almas, entrega las riendas y todo al Espíritu Santo, para que lleve el mando de
la nave, conformándose con ser un marinero de abordo; empieza a obedecer
órdenes en lugar de ordenar; sobre todo, a estarse quieto, a no
hacer absolutamente nada que su Capitán no le haya previamente mandado; a no
hacer sino lo que ve hacer al Padre (Jn. 5:19). El ex Simón, ahora Pedro, empieza
a reconocer la hermosa y dulce voz del Espíritu Santo, que decía oír, casi
nunca oía y anhelaba oír. Empieza a reconocer el silbo o susurro apacible
en la quietud de cuerpo, mente y espíritu. ¡Qué maravillosa voz!
¡Aleluya! ahora los bueyes en lugar de ser arrastrados por el carro tiran de él. ¡Gloria a Dios! porque si los discípulos ahora le siguen es que al fin Él
marcha al frente. Ya no se le adelantan a intentar "pescar",
sino que le siguen para pescar. Por fin la Nube Santa vuelve a dirigir la
marcha; esa Nube que mientras ellos hacían díscolos escarceos por su cuenta y
riesgo, al margen de Dios, siempre estuvo quieta, esperándoles en el lugar del
desvío ("Mira de donde has caído y arrepiéntete",
vuelve a ese lugar donde dejaste atrás al Espíritu Santo sentado,
esperando tu regreso, Ap. 2:5).
¡Al fin se le devuelve la iglesia al Espíritu Santo. Al fin el tren retorna
al cambio de aguja en que se tomó la vía equivocada, habiéndose olvidado al Maquinista en
la estación y se le invita a subir de nuevo abordo. ¡Por fin al Dueño de la
iglesia, que tiene los nudillos de la mano sangrantes de llamar a la
puerta de Su casa, se le deja entrar (Ap. 3:20).
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