"Pues todos los del
pueblo que habían salido, estaban circuncidados; mas todo el pueblo que había
nacido en el desierto, por el camino, después que hubieron salido de Egipto, no
estaba circuncidado". (v. 5)
Nuevamente aparecen las palabras todos y todo,
resaltando que Dios trata con nosotros como un cuerpo, y sin el
cuerpo ningún miembro puede avanzar. En el Señor el individualismo no funciona
y los más "avanzados o maduros" tendrán que esperar por los más débiles
y rezagados y, juntos, entrar en la tierra prometida (Gén
33:13-14).
Los nacidos por el camino en el desierto no estaban santificados; ya
dijimos que en ese tiempo el Señor hizo la vista gorda (aunque en realidad Él
nunca la hace, sino que espera a que todos procedan al arrepentimiento; él
nunca suprime el juicio del pecado, sólo lo retrasa), pero en lo sucesivo ya no
sería así; desde este momento "entrarían en cintura" o serían
definitivamente desechados.
Mediante el juicio, que comienza siempre por Su Casa, Dios hace como con
Gedeón (Jue 7), reservándose un pequeño remanente fiel que, sin el lastre del
resto, pueda pelear con el enemigo, vencerlo y traer gran gloria a Su nombre.
Según lo anterior nos damos cuenta de que en una iglesia local que está lista
para cruzar el Jordán, no hay gente preparada o madura (tal vez un Josué y un
Caleb y quizás un puñado más), unos pocos viejos y gastados guerreros rebeldes,
algunos jóvenes y muchos niños. Creemos que ésta es poco más o
menos nuestra situación: INMADUREZ. Niños que llevan poco tiempo en
el Señor, y una mayoría de adultos infantiles, que todavía tienen que
tomar "lechita"; no por bebés sino por ser viejos desdentados, que no
pueden comer la carne que debieron haber comido cuando tenían dentadura, pero se
negaron a masticar. !Que el Señor nos traiga dentaduras postizas
en su visitación! (1ª Cor 3:2).
Excepto los verdaderamente niños en el Señor, nadie tiene excusa; porque
aunque la ceguera en sí misma no sea pecado, si lo son la
pasividad, la omisión, la negligencia o la desobediencia; la rebeldía al fin de
cuentas, que las provocaron. Mateo 25:1-13 nos advierte del tremendo peligro de
cabecear y dormirse y en los versículos 18-30 del de enterrar nuestros talentos
por miedo.
Aún nos quedan en la iglesia, por desgracia, algunos de esos guerreros,
pero creemos que en los últimos estertores de la muerte. Cuando voluntariamente
se dejen morir a su ego (sino Dios los forzará a salir), Su misericordia los
resucitará para andar en novedad de vida; porque Él da vida a los muertos
(sólo a los que se cuentan por muertos se les puede resucitar), y llama a las cosas
que no son como si fueran (Rom 4:17). Éstos son las viejas higueras que por la
gracia de Dios darán al fin fruto y no tendrán que ser arrancadas; higueras a
las que el Señor dice: Despiértate tu que duermes
y levántate de
los muertos y te alumbrará Cristo (Ef 5:14). Palabras dirigidas a
los creyentes de Éfeso y no a inconversos (en el v.
8 les dice andad
como hijos de luz).
(Nota: Rick Joyner en
su libro "El Llamado", nos recuerda que la Iglesia, como Jonás,
duerme en la bodega del barco, viajando justo en dirección contraria a su
llamado y buscando el amparo del mundo (del Nuevo Orden Mundial y sus ayudas
socio-humanitarias, pensamos nosotros); pero será echada por la borda por éstos
cuando la cosa se ponga fea, siendo tragada por la primera bestia que sale del
mar, y más tarde, en la final tribulación, vomitada en las fauces de la segunda
bestia que sale de la tierra ).
Por tanto, guerreros lisiados y rotos, acaben de morirse para que Dios
pueda levantarlos y los sane de la ceguera judicial que les
sobrevino por causa de la incredulidad, de la desobediencia. ¿Se acuerdan de una
de las últimas palabras proféticas?:
"!Levantaos! ..." (hermana M. D. el
16-01.96).
"En el desierto, por el camino"
Esperar los frutos para después santificarse es poner los bueyes detrás del
carro. Es en el desierto, en el camino, cuando debemos decidir dejar
de dar vueltas, cruzar y acampar.
"Después que salieron de Egipto"
Es decir, después que abandonaron el mundo. Nada de lo que tenga que
ocurrir para llegar donde queremos, ocurrirá hasta después de salir realmente
del mundo. Una vez más se nos recalca la necesidad de separación o
santificación; pues no se puede evangelizar "Egipto" sin
haber salido de "Egipto"; sería como pretender evangelizar a los
gentiles y seguir judaizando (Gá 2:14). Los que no se ponen en marcha nunca
llegarán. Nunca podremos conducir a nadie a un lugar en que no hemos estado.
¿Cómo creerían a alguien que dice ofrecer buenas nuevas si él piensa, habla y
vive entre ellos, como ellos?
Se hace necesario que digamos aquí que nuestros padres, hermanos,
familiares y amigos de cuando estábamos en la carne; mientras no se conviertan,
son tan mundanos como los demás mundanos y, por lo tanto, debemos
dejarlos separándonos de ellos, cuando sean un impedimento en nuestro caminar
con Cristo. Lo de "sal de tu tierra y de tu parentela",
no fue sólo para Abraham. ¿Podremos tener comunión, parte, acuerdo, ... con los
incrédulos, con Belial, con la injusticia? Antes bien, "salid de
en medio de ellos y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo y yo os
recibiré" (2ª Cor 6:17-7:1) (Nota: Qué bueno descubrir más de
quince años después, al leer las notas sobre este pasaje en la Versión
Recobro del Nuevo Testamento, que no somos los
únicos "fanáticos" en esto). Todo el pasaje, que en nuestras
biblias Reina-Valera viene bajo el epígrafe "Somos templo del Dios
Viviente", al cual pertenece el versículo citado, nos habla de ello: ni
unión, ni compañerismo, ni comunión, ni concordia, ni parte, ni
acuerdo. ¿Se puede decir más claro?
¿Significa lo anterior que no deba verles, hablarles o estar con ellos en
absoluto? No más que con los demás inmundos, incrédulos o gentiles.
El mismo Pablo en la carta anterior les decía a los mismos
corintios: "No absolutamente con los
fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los
idólatras, pues en tal caso os sería necesario salir del mundo" (1ª Cor
5:10); o el mismo Jesús en su oración: "no ruego que los
quites del mundo, sino que los guardes del mal" (Ju 17:15). Tenemos
ahora, si nacimos de nuevo, una única familia, la de Dios (Ef
2:19). !Una y no dos, pues la carnal ya no lo es, un día morimos a ella! ¿Lo
recuerdan? (Col 3:3; Rom 6:8).
¿Nos explicamos ahora el porqué de tanto fracaso evangelístico entre
nuestros cónyuges, hijos, padres, familiares y amigos?
Concluyendo, diremos que a las puertas del Jordán nos encontramos un pueblo
de Dios donde todos, excepto Josué, Caleb y unos poquitos más, necesitaban ser
circuncidados. Todos, ancianos y diáconos incluidos, se santificarán o
no irán más allá de Gilgal.
6. Porque los hijos de Israel anduvieron
por el desierto cuarenta años, hasta que todos los hombres de guerra que habían
salido de Egipto fueron consumidos, por cuanto no obedecieron a la voz de
Yahweh; por lo cual Yahweh les juró que no les dejaría ver la tierra de la cual
Yahweh había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que fluye leche y
miel.
"Anduvieron por el desierto, hasta que todos los
hombres de guerra que habían salido de Egipto fueron consumidos"
Hasta que todos los que se empeñan en conquistar la tierra en su
propio poder, en ser santos o conquistar la santidad en sus fuerzas,
sean consumidos !Tremenda palabra! Es decir, que reconozcan su
error y su fracaso y "arrojen la toalla" en señal de rendición. Hasta
entonces la desértica singladura no concluirá.
¿Son conscientes hombres de guerra, que están prolongando nuestra estadía
en el desierto, nuestra agonía, con su contumacia?
"Por
cuanto no obedecieron a la voz de Jahweh"
El nombre de Jahweh aparece tres veces en este versículo, como para que no
quede ninguna duda que Su voz se dejó oír siempre, diciéndoles una y
otra vez lo que debía hacerse. Sin embargo, los hombres de guerra le desobedecieron
obstinadamente y esto se llama rebelión. ¿Cómo? Desoyendo
Su voz. ¿Dónde? En Sus profetas y profecías. Hacer caso omiso de las profecías
menospreciándolas, siempre ha traído horribles consecuencias al pueblo de Dios
(1ª Ts 5:20; Pr 29:18). Anteriormente dijimos que teníamos que acampar (reposar)
y también que se tuvo que vencer el miedo; lo que pudo ocurrir
porque todos los hombres de guerra habían sido consumidos; es decir, dejaron
de luchar. !He aquí la INCREDULIDAD!, la segunda de las
matas: seguimos obrando porque en realidad tenemos miedo (desconfianza)
de que Dios realmente lo vaya a poder hacer sin nuestro concurso; pensamos
que Él solo no puede y necesita nuestra ayuda. ¡Perfecto amor que echas
fuera el temor, ¿dónde te has metido?!
No sólo se desoyó la voz del divino paráclito, sino la voz externa,
audible, potente y clara de los profetas. Despreciar las opiniones de alguien,
aunque sea el más pequeño de los hermanos, y hacer caso omiso de las profecías
trae desenfreno. Esto es sumamente grave, pues no estamos ante un
prolongado silencio divino, sino ante la negativa a obedecer Su voz, la voz del
mismo Dios, y esto trae irremisiblemente tinieblas a los corazones (Rom 1:21);
es decir, ceguera judicial.
"Tierra que fluye leche y miel"
La leche con miel que hace dormir al bebé en perfecta paz y
dulce gozo; es decir, la bendición personal y el avivamiento. AVIVAMIENTO que
por tantos años y tan ansiosamente busca la iglesia, pero sin tener que volverse
para alcanzarlo. Y si aún se está buscando, es de perogrullo que todavía no
hemos llegado a la tierra. !El avivamiento, es decir, la conquista de Jericó
(Bilbao) y lo que le siga, lo reiteramos, no vendrá sin el paso del Jordán
y la acampada en Gilgal para la circuncisión y la pascua!
La palabra nos augura que se trata de tierra de leche (paz) y miel (gozo).
!Qué ricura! (Dt 11:8-32; 28:1-14). Si, hermanos, la obediencia y sólo
la obediencia trae la bendición.
Todos intuimos que estamos muy cerca de esa tierra, el aroma de la leche y
de la miel ya se dejan sentir, y a estas alturas ya todos reconocemos, al menos
en nuestro interior aunque nadie se atreva a decirlo, que tenemos que
dejar de dar vueltas. Es por esto que la posición espiritual en la
que estamos es exactamente al borde del Jordán, para tomar la decisión
de cruzarlo y acampar al otro lado, o seguir dando vueltas en la
rotonda del activismo. Una decisión difícil, porque es muy
duro tener que admitir que aún no estamos preparados para guerrear y que
hemos estado haciéndolo sin estarlo.
¿!Después de tantos años de espera acampar!? ¿Nos lo dices en serio Señor?
Al respecto recordemos la última profecía: "Levantaos, decidíos
por Mi, comprometeos Conmigo..."
Así que, hermanos, ya es hora de DECISIÓN Y COMPROMISO.
7.
"A los hijos de ellos, que él había hecho suceder en su lugar,
Josué
los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no habían sido circuncidados por el camino".
"Que él había hecho suceder en su lugar"
!Ojo! Si nosotros no obedecemos ahora
otros ocuparán nuestro lugar.
"Porque no habían sido circuncidados por el
camino"
La inmundicia es incompatible con la marcha hacia adelante. Por tercera
vez se nos dice (v. 4,5 y 7) que en marcha, en el camino, nadie
puede circuncidarse. La santificación parece ser en voz pasiva:
solamente "en reposo y en descanso, en quietud y confianza" somos
salvos (santificados) (Is 30:15). Isaías está hablando de la salvación
del alma o santificación experiencial y no de la salvación del
espíritu o santificación posicional, son palabras dichas al pueblo de Dios;
un pueblo rebelde, pero siempre Su pueblo; tipo del Israel espiritual, que es
la iglesia; tú y yo.
La circuncisión se realiza pues, con la iglesia ACAMPADA: lo vemos en la Palabra
por doquier: Joel 2:15-16; 2º Cr 29:4,15; Neh 8:1; 9:1; etc.
Sí, hermanos, por duro que parezca, tras salir de Egipto y vagar cuarenta
años por el desierto, !aún tenían que santificarse! El desierto no
los santificó; salieron de Egipto pero Egipto no había salido de ellos.
Tuvo que hacerlo la Palabra, los "cuchillos afilados" de
Josué. Palabras éstas que ahora sí serían escuchadas y
obedecidas.
8. "Y cuando acabaron de circuncidar a
toda la gente, se quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que
sanaron."
"Cuando acabaron"
No antes que todos estuviesen
santificados.
"Acabaron de circuncidar a todos"
Se nos dice de nuevo que la santificación ha de ser conjunta,
de todo el cuerpo de Cristo, de toda la iglesia local. Para entrar en la tierra
ni uno solo de los escogidos por el Señor quedará incircunciso. Analicemos pues
algunas cosas con relación a esta circuncisión:
a)- Desde el versículo segundo al octavo se habla de circuncisión ocho
veces. !Qué casualidad!, el ocho es el número de la circuncisión;
los bebés eran circuncidados al octavo día. Ocho es un número que también
se asocia con la resurrección (7 más 1). También aparece asociado a la idea
de cubrir con grosura, de lo que espiritualmente supera lo
completo, llegando a ser saciador; es, en fin, el número de
la sobreabundancia.
b)- Teniendo en cuenta que en el versículo 7 se menciona además la
palabra incircunciso, tenemos un total de nueve alusiones
a la circuncisión en este pasaje y, !que casualidad!, nueve es el número que la
Biblia asocia con el fin, con el juicio del hombre y sus
obras; por lo que vemos que durante el periodo en que la iglesia esté
acampada santificándose, el Señor la va a juzgar: sacará a la
superficie lo oculto, lo bueno y lo malo, se sabrá quién es
quién (Mr 4:22; 1ª Cor 3:13). Sí, el Señor vendrá con recompensa
y castigo; traerá confesión y restitución (en privado y en
público, según toque) a Dios y a los hermanos (Is 35:4; 40:1-10). Así
es como comienza el Año Agradable: sacando lo desagradable; porque
siempre es "primero cruz y después gloria".
c)- Nueve también es el número de lo completo con respecto al
hombre, del resultado con relación al hombre, de
la CONCLUSIÓN de algo; de ahí el "cuando acabaron de
circuncidarse", que leemos en el versículo.
d)- Resumiendo; en lo que llevamos de estudio de este pasaje, vemos el
énfasis que la Biblia hace de la SANTIFICACIÓN (de la que la
circuncisión es como el colofón), para salir de la religión-humanismo y entrar
en la vida; si, la circuncisión es la frontera entre la
religión y la vida. Esto siempre es así hasta que la vida de
resurrección pueda manifestarse en nosotros:
Dejar de dar vueltas y parar del lado este del
Jordán - MUERTE
Pasar del Jordán - SEPULTURA
Acampada, circuncisión y pascua en Gilgal -
RESURRECCIÓN
Una etapa correspondiente a nuestra vida cristiana, la que
corresponde con la ley, con la religión, con la carne, con el alma, se concluye. Dios va a juzgar lo
hasta aquí realizado por cada cual, sacando a la luz lo oculto de los corazones
y poniendo personas y cosas en su lugar. Dios lleva mucho tiempo o
gritándonos: !Volveos a Mí!...
… La hora del juicio ha llegado...
"Se quedaron en el mismo lugar, en el campamento,
hasta que sanaron"
!Quietos parados todos! Todavía se sigue en el campamento, en el mismo
lugar. !Que aún no se mueva nadie! Ya se nos dijo y se repite aquí dos veces
más: "mismo lugar" y "campamento".
¿Y de qué lugar se trata? Del mismo que lo viene siendo desde el paso del
río: Gilgal (v. 4:19).
Estábamos dando vueltas por el desierto y decidimos pasar al otro lado; o
lo que es similar, dejamos de salir a "jugar a hacer la
guerra" y nos quedamos en el campamento. Dejamos de salir
a jugar a "evangelizar" y nos quedamos en el local de culto el tiempo
necesario. Dejamos toda actividad, !toda!, que
no sea estar santificándonos en la Palabra. ¿Hasta cuándo? Hasta SANAR. Encerrados
en el aposento alto hasta ser completamente restaurados, recuperar la
salud, la fortaleza y el aliento; hasta soltar todo el lastre del pasado; hasta
que toda herida sea cicatrizada. Sí, en el Aposento Alto de
Bilbao, hasta que seamos investidos del poder de lo alto (Hec
1:4,8; Jn 15:5). Y no hablamos aquí de una experiencia pentecostal personal e
individual, sino de la que allí ocurriera: TODOS, UNÁNIMES, JUNTOS en
clamor y ruego (Hec 1:14; 2:1); es decir, a una experiencia
corporativa, de toda la iglesia local.
Intuimos que toda iglesia que haya experimentado un auténtico
avivamiento, tuvo que pasar inexorablemente por aquí. Si tu nos dices que
otrora experimentaste o experimentamos muchos milagros y dones, te diremos al
respecto que el pueblo de Israel en el desierto también, y que los
creyentes de Corinto otro tanto; pero en ambos casos eran carnales.
9.
"Y Yahweh dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto;
por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy".
"Hoy"
Cuando sanaron, cuando recibieron el poder. Ninguna iglesia debe ir a
predicar el evangelio corporativamente sin la experiencia de aposento alto;
ello sería como querer encender una hoguera con una tea apagada. No
debemos predicar la moral en ropas menores.
Notemos también que es Jahweh quien marcó el fin del encierro,
haciéndole saber al líder el momento en que todas las heridas habían sido
restañadas.
"He quitado el oprobio de Egipto"
Oprobio es humillación, ofensa, ignominia, afrenta, deshonra, burla,
vergüenza... Egipto es el mundo. Ahora sí, hermanos, ni el parque de
Txurdínaga, ni el de Etxebarría, ni el de los Patos, ni la plaza San Nicolás,
se reirán más de nosotros. Ahora si, la mundanalidad y la carnalidad habrán
sido extirpadas. Es cuando somos santificados e investidos de poder, que las
humillaciones de la carne y de Satanás tienen que huir. El enemigo de las almas
no tendrá ya derechos o bases legales, no tendrá asideros donde agarrarse
para molestar nuestras vidas ni para impedirnos marchar; ya nunca más en
círculos, sino hacia adelante.
"Aquel lugar fue llamado Gilgal"
El diccionario bíblico traduce este término con tres acepciones: "círculo
de piedras, rodar y oprobio". !Cuan acertadamente fue adjudicado el
toponímico! Podríamos decir que Gilgal fue el lugar donde "El pueblo de
cabezas duras como las piedras que rodaba en círculos, haciendo el ridículo,
para ir a ninguna parte, acampó y fue circuncidado, sanado, vindicado y equipado".
10.
"Y los hijos de Israel acamparon en Gilgal, y celebraron la pascua a los
catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó".
"Acamparon en Gilgal"
Es decir, siguen en el mismo sitio. Esto se nos repite hasta la hartura.
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