PARTE I
Capítulo 1
La circuncisión y la pascua en Gilgal
Josué 5:1-6:5
1. Cuando todos los reyes de los amorreos
que estaban al otro lado del Jordán al occidente, y todos los reyes de los
cananeos que estaban cerca del mar, oyeron cómo Yahweh había secado las aguas
del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que hubieron pasado,
desfalleció su corazón, y no hubo más aliento en ellos delante de los hijos de
Israel.
2. En aquel tiempo Yahweh dijo a Josué:
Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de
Israel.
3. Y Josué se hizo cuchillos afilados, y
circuncidó a los hijos de Israel
en el collado de Aralot.
4. Esta es la causa por la cual Josué los
circuncidó: Todo el pueblo que había salido de Egipto, los varones, todos los
hombres de guerra, habían muerto en el desierto, por el camino, después que
salieron de Egipto.
5. Pues todos los del pueblo que habían
salido, estaban circuncidados; mas todo el pueblo que había nacido en el
desierto, por el camino, después que hubieron salido de Egipto, no estaba
circuncidado.
6. Porque los hijos de Israel anduvieron
por el desierto cuarenta años, hasta que todos los hombres de guerra que habían
salido de Egipto fueron consumidos, por cuanto no obedecieron a la voz de
Yahweh; por lo cual Yahweh les juró que no les dejaría ver la tierra de la cual
Yahweh había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que fluye leche y
miel.
7. A los hijos de ellos, que él había hecho
suceder en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no
habían sido circuncidados por el camino.
8. Y cuando acabaron de circuncidar a toda
la gente, se quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que sanaron.
9. Y Yahweh dijo a Josué: Hoy he quitado de
vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado
Gilgal, hasta hoy.
10. Y los hijos de Israel acamparon en
Gilgal, y celebraron la pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los
llanos de Jericó.
11. Al otro día de la pascua comieron del
fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas
tostadas.
12. Y el maná cesó el día siguiente, desde
que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más
tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel
año.
13. Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus
ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada
desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los
nuestros, o de nuestros enemigos?
14. El respondió: No; mas como Príncipe del
ejército de Yahweh he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro
en tierra, le adoró; y le dijo:
¿Qué dice mi Señor a su siervo?
15. Y el Príncipe del ejército de Yahweh
respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es
santo. Y Josué así lo hizo.
1. Ahora, Jericó estaba cerrada, bien
cerrada, a causa de los hijos de Israel;
nadie entraba ni salía.
2. Mas Yahweh dijo a Josué: Mira, yo he
entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra.
3. Rodearéis, pues, la ciudad todos los
hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante
seis días.
4. Y siete sacerdotes llevarán siete
bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete
vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas.
5. Y cuando toquen prolongadamente el
cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo
gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo,
cada uno derecho hacia adelante.
1. Cuando todos los reyes de los amorreos
que estaban al otro lado del Jordán al occidente, y todos los reyes de los
cananeos que estaban cerca del mar, oyeron cómo Yahweh había secado las aguas
del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que hubieron pasado,
desfalleció su corazón, y no hubo más aliento en ellos
delante de los hijos de Israel.
"Cuando los reyes de los amorreos que estaban al
otro lado del Jordán, al occidente, y todos los reyes de los cananeos, que
estaban cerca del mar"...
Se nos dice que "estaban al otro lado". ¿Les
suena, hermanos, lo del "otro lado"? Nuestro hermano predicó
recientemente sobre ese "otro lado". Se trata del lado de la
bendición, de la tierra soñada, de la vida de resurrección, vida que fluye de
la muerte, , del "shalom" de Dios, de la vida triunfante, de la
liberación del gadareno, ..., en fin, !del avivamiento!
Aquí se trata del otro lado del Jordán. Creo que esto
pueda representar lo mismo que el mar en el pasaje de la Tempestad Calmada (Mt
8:24): los problemas, el fracaso, la frustración, las enfermedades y, sobre
todo, el miedo: "!sálvanos Señor que
perecemos!". El mar de lo negativo, de las quejas,
los lloriqueos, etc.; es decir, LA INCREDULIDAD Y LA MURMURACIÓN (murmuración
contra Yahweh y no solo esa otra murmuración, menos aparente, contra el
hermano; la no aceptación de la voluntad de Dios y no solamente los chismes),
las dos matas que vio la hermana en la visión.
"Oyeron como Yahweh había secado las aguas del
Jordán delante de los hijos de Israel"...
Todos los demonios, los grandes, los chicos, los de cerca y los de
lejos, oyeron. Qué paradójico que lo que se oyera fuera el
secado de las aguas, es decir, el cese de las quejas y los lloriqueos,
!el silencio de los corazones confiados!
Cuando el pueblo se decidió a dejar de vagar por el desierto,
es decir, a dejar de enfocarse en sus miserias, dejar de rumiar sus problemas y
poner sus ojos en Cristo; entonces las aguas del Jordán fueron paradas, lo cual
puso fin a los problemas; de un plumazo, con un leve guiño, el
Señor los volatilizó. !Enfoque hacia adelante y no más
en círculos!
"Delante" de ellos lo hizo el Señor, pues siempre marcha al
frente de los que creen, resolviendo sus problemas.
"Hasta que hubieron pasado...
Cuando nos decidamos Dios secará las aguas (los problemas acuciantes),
hasta que todos pasemos al otro lado, hasta que estemos en
lugar seco (Jos 4:18); sí, Él sostendrá nuestras cargas mientras lo hacemos.
En el capítulo cuarto de Josué tenemos simbolizadas la muerte al
YO, la sepultura de ese yo, y la resurrección (vers. 9,20). Las doce
piedras en el cauce del río quedaron sepultadas bajo las aguas y del otro lado
se levantaron doce nuevas. Es importante notar que estas muerte,
sepultura y resurrección, fueron colectivas; todos tuvieron
que pasar. La Señora habrá de pasar el Jordán sin que quede ninguno de los que
no murieron en el desierto. Pasaremos todos juntos. He aquí
la muerte corporativa de la iglesia local, la muerte del
Cuerpo; no es suficiente la muerte individual o de unos pocos o muchos,
sino de !todos!
Solamente cuando cesó la rutina, la inercia de vagar en círculos por el
desierto y todos juntos clamaron (oración) de corazón a Dios:
"Llévanos al otro lado!; cuando se decidieron por Él
y se comprometieron con Él, Yahveh detuvo las aguas y
cruzaron, saliendo del atolladero. Primeramente ellos tuvieron que reconocer
su extravío (Sal 69:1-3) y volverse a Dios; es decir,
algo así como: "Hemos fracasado Señor, nosotros somos absolutamente
incapaces y quitamos ahora nuestras manos, poniéndonos en las Tuyas, !llévanos
en Tus brazos, por favor, al otro lado!". Porque mientras continuemos
vagando en LA ROTONDA DEL ACTIVISMO, El Señor no cogerá los remos y
el timón para llevar la barca (iglesia). !Activismo, que es "status"
espiritual, apariencia de piedad; es decir, un nauseabundo disfraz
de obras muertas (religiosidad), para encubrir la vaciedad interior (Heb
9:14; Is 64:6; 59:6-18; 1:11-15; Gén 3:7). Son varias veces que Dios nos ha
exhortado a que dejemos el activismo; ahora !hagámoslo!
"Acamparon en Gilgal"
Esto ya se dijo en el versículo 4:19 y se repetirá una vez más en 5:10;
tres veces, por lo que debemos prestarle especial atención.
¿Qué es ACAMPAR? Es, sin duda, parar, no moverse,
estarse quieto, descansar, reposar, ...; es decir, !NO OBRAR,
NO HACER NADA! nadie que no haya pasado por el Jordán y acampado en
Gilgal, "reposando de todas SUS obras", podrá
entrar a la tierra prometida (Heb 4:10,4). Sin el tiempecito de acampada en
Gilgal no se debe ir a pelear; bueno, quizás se pueda ir, pero a riesgo de
hacer el ridículo y tener que volver desnudos y heridos, como los hijos de
Esceva (Hc 19:16). Creemos que esperar en Jerusalén hasta
recibir la promesa de poder (Hc 1:4,8), nos habla no de una experiencia
pentecostal individual, sino de una experiencia corporativa: "todos
unánimes juntos", y así es como ocurrió (Hc 2).
"Desfalleció su corazón y no hubo más aliento
delante de los hijos de Israel" (ver Neh 2:19; 4:1,7)
Probablemente nos ocurra como a Nehemías con Sanbalat, pero la palabra nos
dice que "no tendrán más aliento" para vencernos.
!Qué cosas!, cuando al fin dejaron de vagar por el desierto en círculos para
acampar, los demonios perdieron su poder; es decir, cuando el pueblo cesó
de hacer que hacían, abandonó la simulación, dejó
el activismo encubridor, para servir al Dios vivo; (lo
que nos está diciendo que antes no se le estaba sirviendo a Él y, por lo tanto,
se le estaba sirviendo al enemigo (Mt 12:30)). Es cuando nosotros paramos y
soltamos las riendas, que Dios las agarra, asume el mando y se hace cargo del
carro y de la carga. ¿Qué capitán respondería por un barco cuyo timón no
está dirigiendo? A este Capitán sí que le temen los espíritus diabólicos,
porque Éste si tiene todo el poder.
"En
aquel tiempo Jahweh dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a
circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel" (v. 2).
"En
aquel tiempo"
Se enfatiza que es después de pasado el Jordán y acampado
en Gilgal y no antes. El "en aquel tiempo" de aquí,
es el "cuando" del versículo uno; es decir, estando
ya las huestes espirituales de maldad derrotadas.
"Yahweh dijo a Josué"
Es Yahweh quien dirige y no Josué. La iglesia ha de ser gobernada por el
Espíritu Santo y no por nuestras mentes, más o menos lúcidas, lo mismo da (Is
1:5). Toda idea no nacida en la mente del Señor, incluso las ideas brillantes y
atractivas, procede de la vieja creación y por tanto es vanidad, no sirve,
es desechable. ¿Están nuestros líderes recibiendo la palabra "rhema"
del Señor, o están conduciéndonos en sus ideas, programas y
doctrinas humanas?
"Hazte cuchillos afilados":
"Padre, santifícalos en tu verdad; tu
palabra es verdad". (Jn 17:17)
En el pasaje de Heb 4:12-13 tenemos la cortante espada o cuchillo de
nuestro Sumo Sacerdote Jesucristo, como hacían los sumos sacerdotes en el
Antiguo Testamento para preparar el sacrificio, penetrándonos y exponiendo
hasta lo más recóndito de nuestro ser interior, y separando lo carnal de lo
espiritual. (!Hebreos, la epístola de la santificación que conduce al reposo y
al gozo!). Así pues, Josué tuvo que prepararse algunos afilados
mensajitos, para la santificación del pueblo. ¿Apreciamos
aquí lo que tuvo que hacer el pueblo en Gilgal? Santificarse por medio del
lavatorio de la palabra de Dios, una vez acampados, una vez en
obediencia, mediante las afiladas predicaciones, tal vez cortantes e
hirientes, que su líder Josué les arengó. Como dice Efesios 5:26: "Para santificarla
(a la iglesia), habiéndola purificado en el lavatorio del agua por la palabra".
"Vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos
de Israel"
Vuelve y segunda son vocablos que enfatizan la repetición
de algo que no debería de haberse tenido que volver a hacer, o que debería de
estar hecho. Si ello se hubiera hecho a su debido tiempo, el, un día
santificado, pueblo de Dios, no hubiera devenido incircunciso. Los incrédulos y
desobedientes hombres de guerra habían abandonado el pacto abrahámico, por no
circuncidar a sus hijos por el camino en el desierto. La circuncisión a
su tiempo, en la tierna edad, es fácil, poco dolorosa y de rápida
recuperación (la circuncisión se practicaba al octavo día y hoy está médicamente
comprobado que en ese octavo día la sangre tiene la mayor capacidad de
coagulación; además el octavo día nos habla de la resurrección); pero ahora los
otrora tiernos prepucios de los bebés,
estaban endurecidos !qué tremendo dolor cortar ahora y cuán
larga la recuperación! Una vez más eran los hijos quienes padecían por la
irresponsabilidad de sus padres; una vez más el pueblo pagando la factura por
sus líderes negligentes. Y no es de extrañar, vemos en esto una constante desde
los tiempos del Génesis hasta nuestros días. Los despertamientos siempre
estuvieron precedidos de las más profundas simas espirituales; a las que
se llegó por la progresiva degeneración y degradación de los dirigentes, hasta
alcanzar a la práctica totalidad del pueblo; como siempre, con la excepción de
un pequeño remanente preservado por la gracia y la
misericordia de Dios. El Señor castigará severamente a quienes, debiendo velar
por su rebaño, se obstinaron orgullosamente rechazando la voz del
Espíritu; a quienes, aún con tantísimas evidencias, desobedecieron uno tras
otro de los llamados a volverse. ("Si la sal se
desvaneciere ¿con qué será salada? No sirve para nada más..." (Mat 5:13)).
He aquí un cuadro de la iglesia insípida, no diferenciada del
mundo, sino mezclada con él, !la iglesia adúltera! "Señor, en la
ira acuérdate de la misericordia!" (Hab 3:2). Menos mal que en Su año
agradable el viene con retribución y con pago,
pero respetando aún "la caña cascada y el pábilo que humea" Is
35:4; 40:10; 42:3). ¿Humean todavía nuestros pábilos, aún sea un poquito?
Entonces todavía tendremos alguna esperanza; de lo contrario nos pasará como a
la higuera, que después de tres años sin fructificar !sería arrancada! !Y
estamos comenzando el tercer año, el tercer milenio!, el tiempo en
que la rosa (Israel), arrancada por dos días, será trasplantada, como dice la
mesiánica Dominiquae (ver Luc 13:6-9 y las notas en la Versión Recobro).
Dicho de otra forma, tenemos aquí a la Séfora mundana que
no quiere los radicalismos del corazón circuncidado. Ella acompañará a Moisés
(Cristo) si no hay circuncisión, pero cuando la iglesia quiera radicalizarse
(circuncidarse), Séfora regresará a los tranquilos, pero intoxicantes pastos,
de la religión en Madián, al menos por un tiempo. Lástima de tantísimos varones
capitaneados por "Séforas" y no por el Señor, varones castrados por no
querer ser circuncidados. Si varón, estarás postrado en cama, como Moisés,
mientras no circuncides a tu hijo (tu ministerio) aunque tu esposa te abandone
por hacerlo. Como pretendas ser un esposo radical, esposo de sangre, puede que
tu Séfora se te devuelva, pero ya sabes: "Y cualquiera que haya dejado casas, o
hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi
nombre, recibirá
CIEN VECES MÁS,
y heredará la vida eterna" (Mateo 19:29). (ver Ex 4:19-26).
Los padres de aquellos niños y jóvenes , los hombres de guerra, a pesar de
que un día fueron circuncidados, se rebelaron contra Dios, resistiéndose a
entrar en la tierra prometida por miedo, lo contrario a la fe; es
decir, por incredulidad, es decir, por desobediencia. Hebreos
3:18 lo dice bien claro: "porque desobedecieron"; y Hebreos 3:19 nos lo
traduce: "por
incredulidad". ¿Qué nos decía el Señor en la visión de la hermana? Nos decía que una de
las matas que impedían el acceso al campo de labranza era la incredulidad.
Y ¿qué es incredulidad? Es un grave pecado, aunque hablemos de
ella como algo baladí; porque no creer a la palabra de Dios (que
no es lo mismo que no creer en Dios; eso lo hacen hasta los demonios) es como
rechazar a Dios; y no es posible tener una relación íntima con Dios sin creer
(hacer, obedecer) su palabra, poniéndola por obra.
Sabemos que la circuncisión es tipo de la santificación y ya de eso nos
habló con acierto un hermano en varios estudios bíblicos recientemente;
diciéndonos que en la actualidad esto se refiere a la circuncisión
de nuestros corazones y no de nuestros prepucios. También nos dijo que
hasta este momento el Señor había sido consentidor con el pueblo, pasando por
alto ciertas prácticas de la ley; que había hecho la vista gorda corriendo un
tupido velo. Otro hermano compartía después lo mismo, pero precisando que el
periodo de hacer la vista gorda eran los tres años que el Señor había ido a
buscar fruto a la higuera sin hallarlo (Luc 13:6).
Me parece que el Señor intentaba decirnos que ya no es hora de jugar
jueguecitos, de jugar a "cristianitos". Se acabó el
periodo de hacer la vista gorda y habrá que dejar de
hablar y comenzar a obedecer, de santificarse verdaderamente y no solo de
boquilla ante un altar; llegó la hora de rasgarse los corazones y no
sólo las vestiduras (Joel 2:13).
Pero, ¿qué es la circuncisión del corazón? ¿qué un corazón incircunciso?
Deuteronomio 10:12-16 nos lo deja nítido: "Temer a Dios, andar en sus
caminos, amarle y servirle con todo el ser
y guardar sus
mandamientos". Es pues un corazón incircunciso aquel que está endurecido, velado, ciego
(2ª Cor 3:14-18); endurecido por el pecado, por la soberbia, por el orgullo,
por resistirle al Espíritu Santo (Hc 7:51), He aquí el velo que
nos ciega: !la inmundicia, el pecado, la mundanalidad, la carnalidad!
En la circuncisión de la carne se cortaba el prepucio del órgano genital
masculino, el órgano más difícil de someter. En la circuncisión del
corazón nuestro Sumo Sacerdote Jesucristo rasga nuestro órgano
más difícil de someter: la lengua (Stg 3:8; Prv 16:1). Por eso
cuando recibimos el bautismo en el Espíritu Santo, lo primero en ser controlado
por Él en nuestro cuerpo es nuestra lengua; de ahí el orar en lenguas según el
Espíritu nos dé que hablemos, como primera manifestación de dicho bautismo. El
Espíritu irá progresivamente domando nuestra lengua y ensanchando su dominio a
todo nuestro cuerpo. Según esta idea de Yongui Cho en La
Cuarta Dimensión la lengua es el centro neurológico del lenguaje que
controla los demás centros; es decir, controlando nuestros pensamientos, el
Espíritu nos hará varones perfectos, estando sometidos a cabalidad.
¿Cómo, pues, puede volver a ser un incircunciso alguien bautizado en el
Espíritu Santo? Porque por la dureza de su cerviz
(obstinación) ha vuelto a arrebatar el control al Espíritu, ya que
machaconamente viene resistiéndole siempre, desde hace mucho
tiempo. En fin, diremos que un corazón incircunciso es un corazón no
quebrantado, un corazón en rebeldía. (Hch 7:51; Jer 4:4).
Por el contrario, en el creyente manso la lengua ha sido sometida (síntoma
inequívoco de madurez) y, por tanto, escucha más que habla y hace más
que dice y no murmura ¡ni en su interior!,
sino acepta con agrado la autoridad y las circunstancias que Dios
permite en su vida. ¿Cual era la segunda mata que impedía el acceso al
campo virgen de la visión?: la murmuración, que incluye los chismes
contra el hermano, pero sobre todo contra Dios; esto es, las quejas, las
pataletas, los lloriqueos, la no aceptación de Su control o gobierno real
de nuestras vidas, como Su voluntad perfecta, buena y agradable para nosotros.
Esto es refunfuñar contra Él, regatear con Él, esquivar el
precio, rehuir el fuego transformante; en fin, rechazar
la obra de la cruz en nuestras vidas, y seguir haciendo lo que nos viene en
gana, saliéndonos siempre con la nuestra. La lengua sometida no
calumnia, no murmura, no protesta, no ora precipitadamente pidiendo al Señor
que retire Su mano disciplinadora, sino que deja a la prueba realizar
su obra completa (Stg 1:3-4). Y quien ha sometido su lengua puede someter todo
su cuerpo (vida) y eso, hermanos, es santidad: la
sumisión absoluta al Espíritu Santo. Que no se nos olvide,
primero la lengua (actitud interna del corazón) pues podemos callar por fuera y
por dentro estar ardiendo, luego el cuerpo. Primero pensamos bien en nuestros
corazones y luego hablamos y vivimos bien.
Llega el tiempo de que en la iglesia se hable clara y públicamente lo
que se tenga que decir o callar para siempre. Es ya la hora de sacar la
ropa sucia para lavarla delante de todos (Mar 3:3-5). Tienen que
acabarse el secretismo y los chismes, las verdades a medias, las insidias y las
intrigas. Seamos valientes por fin, para expresar lo que pensamos de todo y de
todos, en justicia; seamos transparentes, sinceros, de ojo sencillo y así
podremos al fin arreglar nuestras diferencias. Porque si hablando claro se
entiende la gente, cuanto más debiéramos hacerlo entre hermanos.
¿Conoce alguien una forma mejor de atajar la murmuración? Lo que no nos
atrevamos a decir públicamente, no lo digamos en privado; lo que no diríamos
delante del interesado, no lo digamos en su ausencia. !Hablemos
claro! Dejemos que cada miembro pueda expresar sus opiniones, sus
amarguras, sus miedos, sus desacuerdos, dejémosles hablar sin temor a censura o
castigo. Tengamos la humildad, la grandeza y la gallardía de dar espacio a la
discrepancia de opiniones, sin temor a que se caiga el mundo por ello (1ª
Cor 14:26).
Sobre todo, llegó la hora de dejar de lloriquear y de quejarse, condición
previa a la bendición: "no llores" (Lu 7:13). Llegó la hora de
creerle a Dios y esperar en él, pase lo que pase, "aunque la tierra sea
removida" (Sal
46:2, 10). Porque lo contrario es murmurar contra Dios, algo así como llamarle torpe
e inútil director y custodio de nuestras vidas, y eso, hermanos, es rebelión.
"Y Josué hizo cuchillos afilados y
circuncidó a los hijos de Israel
en el collado de Aralot" (v. 3).
(Aralot, a pesar de ser un simple collado o montículo, de seguro será
recordado durante mucho tiempo por la Señora).
La extenuante y tediosa travesía desértica ya había realizado su devastadora tarea; las duras cervices se fueron doblando poco a poco y, aunque persistiera todavía alguna resistencia, digamos que a estas alturas de Aralot, los pocos hombres de guerra que aún no se habían rendido, estaban a punto de claudicar, de "arrojar la toalla" de caerse por agotamiento; de rendirse doblando la rodilla delante del Señor. De ahí que no fuera necesario el ascenso a un gran monte, sino que en Su misericordia bastara con un collado.
Esto parece indicar que, una vez cambiada nuestra actitud, tomada la decisión y cruzado el Jordán, el tiempo de nuestra santificación no será tan largo ni tan duro. !Gracias a Dios por Su misericordia, Él sabe cuán trabajados y cargados estamos!
"Esta es la causa por la cual Josué
los circuncidó: Todo el pueblo que había salido de Egipto, los varones, todos
los hombres de guerra, habían muerto en el desierto, por el camino,
después que salieron de Egipto. (v. 4)
"Todos los hombres de guerra habían muerto"
Los últimos cabezotas, los que aún después de cuarenta años dando vueltas
para ir a ninguna parte; los que subconscientemente preferían continuar la
simulación de vagar, para no tener que llegar a la hora de la verdad
enfrentándose con los "filisteos"; los empeñados en seguir "erre
que erre"; los obstinados en seguir en sus trece y no dar su brazo a
torcer; ... los contumaces del activismo y de las obras muertas para
encubrir sus equivocaciones, fracasos, ceguera y desnudez; los
que prefieren los "taparrabos" de la
auto-justificación mediante las obras, en lugar de la túnica de
la justicia divina imputada; éstos !aleluya! al fin habían muerto.
En nuestro caso son los que se empeñan en seguir evangelizando sin
pasar el Jordán, acampar en Gilgal, ser circuncidados en el collado de Aralot y
celebrar la pascua; o lo que es lo mismo: soltar las armas, estarse
quietos, santificarse y alcanzar una comunión fraternal no
fingida. Éstos van a morir al fin a sí mismos por los efectos del desértico
vagar; porque están muy "tostados" por el ardiente sol, al no haber
andado bajo la cobertura de la Nube Santa, por tratar de avanzar debido
a sus prisas por llegar, sin tener que detenerse a realizar la
parada de descanso y avituallamiento. (Éx 40:37; Núm 9:22).
Debe resaltarse el hecho de que todos los hombres de guerra deben morir; mientras esto
no ocurra el Señor no actuará; si no dejamos el paciente en el quirófano el
cirujano no lo podrá intervenir. Así que a los peleones que aún nos quedan por
ahí en la Señora les suplicamos: !muéranse!, dejen de seguir haciendo
la guerra por su cuenta.
FINISTERRE AL BORDE DEL JORDÁN
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