ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO
MENSAJE CIENTO
CINCUENTA Y OCHO
EL ACEITE DE LA UNCIÓN SANTA
(2)
Lectura bíblica:
Ex. 30:22-33; Sal. 133:2; 1 Jn. 2:20, 27
El versículo 32 declara que
el aceite de unción santa “no será
derramado sobre carne humana”. En la Biblia, la carne humana se refiere al hombre caído de la vieja
creación.
Como creyentes en Cristo, hemos sido regenerados, y esta regeneración nos ha
convertido en nueva creación. Por una parte, nuestro espíritu es regenerado;
por otra, tenemos todavía una carne vieja y caída. El mandamiento de no
derramar la unción sobre carne humana indica que el aceite de la unción no debe ser aplicado a hombres de
la vieja creación. Si vivimos y
caminamos según la carne, no disfrutamos al Espíritu de Cristo. Si deseamos
participar y disfrutar del Espíritu todo-inclusivo, debemos permanecer en nuestro espíritu.
El Espíritu de Cristo no
puede ser derramado sobre nuestra vieja naturaleza, nuestro viejo hombre.
Nuestra carne no está en posición de participar en este ungüento compuesto.
Cuando usted pierde su calma, está en la carne y no puede disfrutar al Espíritu
de Cristo y
cuando usted vuelve a su espíritu, percibe inmediatamente la unción, está
consciente de que el Espíritu de Cristo lo está pintando, porque usted se
encuentra en la nueva creación, y no en su vieja naturaleza.
Éxodo 30:33 indica que ningún extraño debe recibir la unción.
La palabra “extraño” implica una diferencia entre los sacerdotes y los que no
lo son. Los sacerdotes que sirven en presencia de Dios no actúan según la vieja
naturaleza. Por el contrario, viven conforme a su nueva naturaleza y disfrutan
de la unción. No obstante, a los ojos de
Dios, todos los demás son extraños. Podemos decir que la carne, el viejo
hombre, es un extraño. Nosotros los cristianos de hoy, no somos extraños, somos
sacerdotes, pero los incrédulos sí son extraños. Cuando nuestras acciones y nuestro comportamiento
reflejan nuestra carne, estamos en la vieja creación y Dios nos considera como
extraños. Puesto que somos extraños, no podemos disfrutar al Espíritu de
Cristo. Debemos permanecer en nuestro espíritu y vivir, actuar, hablar y
relacionarnos con los demás en el espíritu. Entonces estaremos en la nueva
creación como sacerdotes que sirven a Dios y participan del Espíritu de Cristo.
Si deseamos disfrutar el Espíritu de Cristo, debemos ser
sacerdotes en la nueva creación. No se quede en la carne si no quiere ser un
extraño a los ojos de Dios. Los extraños, de ninguna manera participan del
Espíritu todo-inclusivo.
NO HACER OTRO SEMEJANTE
La segunda parte del versículo 32 dice: “ni haréis cosa semejante, conforme a su composición”. El versículo
33 continua: “Cualquiera que compusiere
ungüento semejante, y que pusiere de él sobre extraño, será cortado de entre su
pueblo”. El mandato
de no hacer cosa semejante conforme a su composición significa que no debemos imitarlo. Los
cristianos contemporáneos imitan mucho. Por tanto, debemos discernir lo que
proviene verdaderamente del Espíritu, de lo que es imitación. Por ejemplo, la
humildad de una persona no proviene forzosamente del Espíritu. En China vi a
algunos discípulos de Confucio mucho más humildes que muchos instructores
cristianos, pero esa humildad no tiene nada que ver con el Espíritu de Cristo.
Muchos cristianos intentan ser humildes por la influencia de ciertas
enseñanzas. No obstante, esta humildad no proviene del Espíritu de Cristo. Es
más bien una imitación.
Tampoco finja poseer ninguna virtud espiritual
por sus propios esfuerzos. Eso equivaldría a hacer otro ungüento. A los ojos de Dios, eso
sería una abominación.
Las enseñanzas bíblicas han influenciado a mucha gente, incluyendo
a incrédulos. Debido a estas enseñanzas muchas personas procuran ser honestas,
amables y fieles. Todo eso constituye una imitación del Espíritu. Procurar
comportarse de esta manera equivale a imitar el ungüento auténtico. Nuestra
honestidad debe proceder del Espíritu de Cristo. Del mismo modo, nuestro amor,
humildad, paciencia y bondad y de hecho toda virtud debe provenir del Espíritu
que mora en nosotros. Si no procede de Dios estamos imitando la unción. Por
tanto, no deberíamos actuar en nuestra vieja naturaleza ni imitar a nada que
pertenezca al Espíritu de Cristo.
MUY HERMOSO,MUY BIEN EXPLICADO ,UCHA REVELACION DEL ESPIRITU SANTO UN GUSTO DIOS LOS BENDIGA
ResponderEliminarGracias a usted. Bendiciones!
EliminarGracias por la aclaración Dios lo bendiga siempre
ResponderEliminarGracias a usted. Bendiciones!
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