CONSEJOS Y REFLEXIONES PARA LOS PADRES
Si amas a tu hijo, enséñale el camino difícil, los árboles más fuertes crecen contra el viento, no a su favor.
Dar pescado alimenta por un día, enseñar a pescar alimenta toda una vida.
El respeto nace cuando permitimos que nuestros hijos descubran su propia fuerza.
El exceso de facilidades debilita el carácter.
La verdad puede doler por un instante, pero el engaño duele toda la vida.
A veces no ayudar a nuestros hijos, es permitirles que te ayuden a ti.
A veces el mejor regalo que puedes dar a tus hijos, es permitirles cuidar de ti.
No le evites a tu hijo el dolor necesario, para su crecimiento. Las cicatrices son mapas que muestran donde hemos estado, no límites de hasta dónde pueden llegar.
Enseñamos a nuestros hijos a ser fuertes dejándoles caer.
Les enseñamos a ser responsables, dejándoles que se equivoquen.
Les enseñamos a ser agradecidos, no dándoles todo.
El amor verdadero no es hacer la vida más fácil para nuestros hijos, es hacer a nuestros hijos más fuertes para la vida.
La mayor prueba de amor es un NO dicho en el momento justo.
Enseñamos a nuestros hijos cuando dejamos de resolverles los problemas cotidianos. Cuando dejamos de facilitarles TODO económicamente. Cuando les permitimos experimentar el valor del esfuerzo. Cuando dejamos de ocultarles las dificultades reales de la vida, haciéndoles partícipes de la situación familiar. Cuando dejamos de ser siempre los que ayudan y permitimos que ellos nos ayuden. Cuando dejamos de rescatarlos de las consecuencias de sus errores, confiando en la capacidad de ellos para resolverlos.
La familia es el primer gobierno, la primera escuela, lo que aprendemos en casa, marca quienes seremos para siempre. Como padres tenemos la sagrada responsabilidad de criar hijos que no sólo sean felices, sino también íntegros, responsables y compasivos.
Recordemos que no estamos criando niños sino formando adultos que un día caminarán por este mundo cuando ya no estemos.
Si queremos que sean dependientes perpetuos, incapaces de enfrentar la adversidad, entonces no serán hombres y mujeres de carácter, capaces de construir su propio camino.
La elección está en esos pequeños momentos cotidianos donde decides dar un paso atrás y confiar, sabiendo que caerán, sí, pero que también aprenderán a levantarse.
Confiar en que sufrirán, pero también en que ese sufrimiento los hará más sabios.
Confiar en que si les das raíces y alas encontrarán su propio cielo. Y que tal vez algún día recibiremos ese regalo invaluable de ver a nuestros hijos convertidos en personas que no sólo te agradecen por lo que hiciste por ellos, sino principalmente por lo que tuviste el valor de no hacer; porque al final la mayor virtud de un padre no es proteger a los hijos de la tormenta, sino enseñarles a bailar bajo la lluvia.
(Gentileza de Piedad H. Navarro López)
Decálogo para formar a un delincuente:
Elaborado por el juez de menores Emilio Calatayud, incluye las siguientes recomendaciones irónicas:
Comienza desde la infancia dando a tu hijo todo lo que le pida, de esta manera crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
No te preocupes de su educación ética o espiritual, espera a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
Cuando diga palabrotas, ríete, esto lo animará a hacer cosas más graciosas.
No le regañes ni le digas que está mal algo de lo que hace, podría crearle complejos de culpabilidad.
Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes, así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
Déjale leer o ver todo lo que caiga en sus manos, cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.
Da todo el dinero que quiera, así no tendrá que trabajar, bastará solo con pedir.
Que todos sus deseos estén satisfechos al instante: comer, beber o divertirse.
Permite que use un teléfono móvil antes de los 14 o 15 años, y que tenga acceso ilimitado a Internet.
Cuando su hijo se convierta en un delincuente, decide que no pudiste hacer nada más por él.
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