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NÚMERO 424NOVIEMBRE 2023
En la parte 1, estudiamos las naciones de Israel y Judá y su papel histórico en la profecía. Los israelitas fueron exiliados a Asiria y nunca regresaron, porque Dios había bloqueado su camino con espinas, creando un “muro” profético para que ella no pudiera encontrar el camino de regreso (Oseas 2: 6).
Judá, por otro lado, fue llevada a Babilonia por sólo 70 años y luego regresó para que Jesús pudiera nacer en Belén (Miqueas 5: 2). El pueblo de Judá llegó a ser conocido como los “judíos”, que es la abreviatura de judaítas.
Israel estaba encabezada por las tribus de José, a quien se le había dado la Primogenitura (1º Crón. 5: 1-2); a Judá se le había dado el Mandato de Dominio (Gén. 49: 10), con el que proporcionar los reyes de Israel, culminando con Su Majestad, el Rey Jesús.
Aquellos que no logran hacer la distinción entre Israel y Judá no pueden evitar aplicar mal la profecía. Esa gente piensa que los judíos son los israelitas, cuando, en realidad, los profetas nunca cometen ese error.
Un estudio más profundo también revela la distinción entre las definiciones de los términos hechos por los hombres y las definiciones de Dios. Los hombres definen a Israel y Judá según la genealogía carnal, que ciertamente tiene su lugar. Pero Dios define a un judío como aquel cuyo corazón ha sido circuncidado (Rom. 2: 29). También define a un israelita esencialmente como un Vencedor, como en el caso del propio Jacob y más tarde de Natanael (Juan 1: 47).
Esaú-Edom
Uno de los errores más graves que comete la gente es no entender quién es Edom. Este error es la fuente de muchas malas aplicaciones proféticas.
Recuerdo como en 1979, cuando el presidente egipcio Anwar Sadat firmó un tratado de paz con el primer ministro israelí, Menajem Begin, un destacado maestro de la Biblia afirmó en la radio que se trataba de Jacob y Esaú abrazándose (según Génesis 33: 4). Estaba insinuando que Sadat era Esaú y Begin era Jacob. Nada podría haber estado más lejos de la verdad. Egipto no es Edom.
Ese maestro de la Biblia animó a la gente a llamarlo para discutir las Escrituras, y así lo hice. Le dije que nos había estado diciendo que los egipcios eran de Egipto y que los árabes eran de Ismael, pero ahora nos decía que Egipto era Edom.
Retrocedió inmediatamente, consciente de su error. Entonces le pregunté: "Si Sadat no es de Edom, ¿dónde está Edom hoy?". Su respuesta fue: "Bueno, ¿lo sabes?"
Esto abrió la puerta a una discusión que duró toda la hora de su programa. Aprendió mucho, porque hasta ese momento probablemente nunca había contemplado cómo encaja Edom en la profecía actual.
Sin embargo, hay muchas profecías sobre Edom, que nos brindan una larga historia de la disputa sobre la Primogenitura entre Jacob y Esaú. (“Esaú es Edom”, Génesis 36: 8). Esta disputa se resolvería sólo en los Últimos Días, en el tiempo de la Segunda Venida de Cristo, viniendo en el papel de “José” con su manto mojado en sangre (Gén. 37: 31; Ap. 19: 13).
Eso significa que Edom todavía existe hoy, aunque no hay ninguna nación en la tierra identificada con ese nombre. Para comprender las profecías de Edom, hay que estudiar las Escrituras y la historia misma.
Edom absorbido por Judá
En el siglo II aC, Judá se liberó del yugo del rey griego (sirio), Antíoco Epífanes. Luego, Jerusalén se volvió independiente durante un siglo (163-63 aC). Durante ese tiempo, Judá y Edom pelearon guerras y, finalmente, en el año 126 aC. Judá conquistó Edom.
La New Standard Jewish Encyclopedia, editada por el Dr. Cecil Roth y el Dr. Geoffrey Wigoder, edición de 1970, nos dice bajo el título de Edom, página 587,
“Los edomitas fueron conquistados por Juan Hircano quien los convirtió por la fuerza al judaísmo, y desde entonces constituyeron parte del pueblo judío, siendo Herodes uno de sus descendientes. Durante el asedio de Jerusalén por parte de Tito, entraron para reforzar a los elementos extremistas, matando a todos los que sospechaban que tenían tendencias pacifistas”.
La Enciclopedia Judía, edición de 1903, bajo el epígrafe de Edom, agrega:
“A partir de ese momento los idumeos [que en griego significa Edom] dejaron de ser un pueblo separado, aunque el nombre 'Idumea' todavía existía en tiempos de Jerónimo”.
Josefo, el historiador judío del siglo I, escribió:
“Hircano… sometió a todos los idumeos y les permitió permanecer en ese país, si se circuncidaban y hacían uso de las leyes de los judíos; y estaban tan deseosos de vivir en el país de sus antepasados, que se sometieron al uso de la circuncisión y al resto de las formas de vida de los judíos; Entonces les aconteció que en lo sucesivo no serían más que judíos”.
Ningún historiador respetable cuestiona el hecho de que Edom se incorporó entonces a la nación judía y se convirtió en judío. Sin embargo, este hecho histórico es casi desconocido en los círculos cristianos. No se puede entender verdaderamente la profecía sin conocer esta historia incómoda y sus implicaciones no deseadas.
Eso significa que los judíos, tal como los conocemos hoy, tienen dos conjuntos de profecías que cumplir. No hay otros candidatos para cumplir las profecías de Edom, ¡ni siquiera Anwar Sadat!
Los judíos edomitas estuvieron entre los “elementos más extremos” del judaísmo durante las guerras romanas (70-73 dC). De hecho, el último bastión que tomaron los romanos fue Masada. Era una fortaleza judía-edomita que los romanos tomaron en la mañana de la Pascua del año 73 dC. Esto fue precisamente 40 años después de que Jesús fuera crucificado en el año 33 dC.
No hace falta decir que la conversión forzosa de Edom no cambió los corazones carnales de los propios edomitas. Todavía estaban tan sedientos de sangre como los describió Ezequiel en Ezequiel 35: 6. Esto también explica cierto elemento del sionismo moderno en su odio hacia los palestinos.
El origen del problema
Jacob y Esaú eran gemelos que parecían que peleaban incluso antes de nacer. Su madre consultó al Señor acerca de esto, y la explicación se encuentra en Génesis 25: 23,
23 El Señor le dijo: Dos naciones hay en tu vientre; y dos pueblos serán separados de tu cuerpo; y un pueblo será más fuerte que el otro; y el mayor servirá al menor”.
¡Comenzaron en el mismo útero y terminaron como gemelos en la misma nación! Esaú nació primero, por lo que era el hijo mayor. El primogénito tenía ciertos derechos que no podían pasarse por alto al transmitir la Primogenitura. Leemos sobre esto en Deut. 21: 15-17.
Por otro lado, la siguiente Ley trata sobre “un hijo terco y rebelde” (Deuteronomio 21: 18), que debía ser ejecutado si persistía sin arrepentirse. Por lo tanto, si un primogénito demostraba ser indigno de la Primogenitura, podía ser desheredado e incluso ejecutado.
Así también Rubén, el hijo mayor de Jacob, fue desheredado por profanar el lecho de su padre (1º Crón. 5: 1-2).
Cuando Isaac envejeció, quedó ciego. Como tal, se convirtió en el modelo profético de la profecía del siervo ciego de Isaías (Isaías 42: 19). Cuando pensó que iba a morir pronto, llamó a Esaú y le dijo que le trajera carne de venado. Luego de comer quería darle a Esaú la Primogenitura.
Jacob y su madre entraron en pánico, aparentemente recordando la profecía de que "el mayor servirá al menor". Pensaron que Dios era incapaz de cumplir su Palabra sin su ayuda. Entonces Jacob se hizo pasar por Esaú y le mintió a su padre ciego para obtener la Primogenitura mediante engaño.
El nombre de Jacob significa literalmente “atrapador de talones”, y representa a alguien que adelanta a alguien en una competencia. De ahí que el nombre signifique "engañador, usurpador". Cuando Jacob engañó a su padre, hizo honor a su nombre.
Por el contrario, muchos años después, Jesús dijo de Natanael: “¡He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño!” (Juan 1: 47). Natanael no era jacobita sino israelita. A los ojos de Dios, nadie es "verdadero" israelita hasta que se haya convertido en un vencedor "en quien no hay engaño".
Cuando Esaú llegó con carne de venado, descubrió que su padre ya le había dado la Primogenitura a su hermano Jacob. Preguntó si le quedaba alguna palabra profética, e Isaac le dijo en Génesis 27: 40,
40 Y de tu espada vivirás, y servirás a tu hermano; y sucederá que cuando tengas el dominio, romperás el yugo de tu cuello.
Esaú debía tomar el “yugo” de Jacob y servirle. Pero llegaría el momento en que eso cambiaría. En otras palabras, el engaño de Jacob significó que tendría que devolverle la Primogenitura a Esaú para darle tiempo para demostrar que era un hijo testarudo y rebelde.
Esto no fue de mucho consuelo para Esaú, quien no viviría lo suficiente para ver que se hiciera justicia. Por eso odiaba a Jacob, y no sin alguna razón. Entonces Jacob tuvo que exiliarse y trabajar para su tío Labán en Siria, presagiando el día en que los descendientes de Jacob de la Casa de Israel también serían exiliados a Asiria.
Mientras tanto, Edom se instaló en la tierra del monte Seír. Más tarde conquistaron a sus huestes y se apoderaron de su herencia. Desde entonces, el monte Seír fue la tierra de Edom.
El deseo de Edom
El exilio de Israel a Asiria, seguido del exilio de Judá a Babilonia, despertó el deseo de los edomitas de apropiarse de la tierra de Canaán. Ezequiel 35: 5-6 dice,
5 “Por cuanto has tenido enemistad eterna y has entregado a los hijos de Israel al poder de la espada en el tiempo de su calamidad, en el tiempo del castigo del fin, 6 por tanto, vivo Yo”, declara el Señor Dios, “Te entregaré a la [presa] de sangre, y la sangre te perseguirá…”
Recuerde que Isaac profetizó "de tu espada vivirás". En Ezequiel, Dios acusa a Edom de tener sed de sangre, una violación de la ley espiritual en Lev. 17: 10,
10 Y a cualquier hombre de la casa de Israel, o de los extranjeros que habitan entre ellos, que coma sangre, pondré mi rostro contra esa persona que come sangre, y lo cortaré de entre su pueblo.
Edom literalmente significa "rojo", lo que alude a sangre (dam).
Los motivos sangrientos de Esaú se revelan en Ezequiel 35: 10-11,
10 “Por cuanto has dicho: 'Estas dos naciones y estas dos tierras [Israel y Judá] serán mías, y las poseeré', aunque el Señor estaba allí, 11 por tanto, vivo Yo", declara el Señor Dios, "Yo haré contigo según tu enojo y según tu envidia que mostraste por tu odio contra ellos; así me daré a conocer entre ellos cuando os juzgue”.
Este es el sionismo de Edom, su deseo de poseer las tierras de Israel y Judá. No pensaban que Judá regresaría de Babilonia.
Nuevamente leemos en Ezequiel 36: 5,
5 por tanto, así dice el Señor Dios: Ciertamente en el fuego de mi celo he hablado contra las demás naciones y contra todo Edom, los cuales se apropiaron de mi tierra…
En ese momento, los edomitas debían someterse al yugo de Jacob y no intentar tomar la Ley por su propia mano. Debieron haber esperado hasta el momento divinamente señalado para romper el yugo de sus cuellos.
La profecía de Malaquías
Leemos en Mal. 1: 2-4,
2 “Yo os he amado”, dice el Señor. Pero decís: “¿Cómo nos has amado?” “¿No era Esaú hermano de Jacob?” declara el Señor: "Sin embargo, amé a Jacob", 3 pero odié a Esaú..."
Aquí Dios afirma que Esaú es un hijo odiado, lo que significa que la Ley del Hijo Odiado se aplica al propio Esaú. No podía ser desheredado sin causa legítima.
4 Aunque Edom diga: "Hemos sido derrotados, pero regresaremos y reconstruiremos las ruinas"; así dice el Señor de los ejércitos: “Ellos podrán edificar, pero Yo derribaré; y los llamarán tierra impía, y pueblo contra quien el Señor está indignado para siempre”.
Las ambiciones sionistas de Edom son muy claras aquí y Dios reconoce su necesidad de justicia. Por lo tanto, Edom ciertamente “regresaría” a la tierra que habían codiciado. Esto es lo que sucedió en 1948. Edom surgió a través de los judíos con quienes se habían unido en el año 126 aC.
Al parecer, ahora se les dieron 76 años para demostrar que eran hijos testarudos y rebeldes, que no eran dignos de la Primogenitura. Tampoco se ajustan a la definición que Dios da de Israel, aunque también se han apropiado de ese nombre.
La Ley de Hostilidad de Lev. 26: 40-42 prohíbe a una tribu de Israel regresar del exilio sin antes arrepentirse de su hostilidad hacia Dios. Judá legalmente no podía regresar, pero Edom sí podía hacerlo debido a la profecía de Isaac.
Cómo se ajusta la sentencia al delito
Génesis 27: 1 nos dice,
1 Aconteció que cuando Isaac era viejo y sus ojos estaban nublados para ver, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él le dijo: “Aquí estoy”.
La ceguera de Isaac fue profética, como leemos en Isaías 42: 18-19,
18 ¡Oíd, sordos! Y mirad, ciegos, para que podáis ver. 19 ¿ Quién es ciego sino mi siervo, o tan sordo como mi mensajero a quien envío? ¿Quién es tan ciego como el que está en paz Conmigo, o tan ciego como el siervo del Señor?
Nuevamente leemos en Isaías 43: 10,
10 “Vosotros sois mis testigos”, declara el Señor, “y mi siervo a quien he escogido, para que me conozcáis, y creáis, y entendáis que Yo soy. Antes de Mí no fue formado ningún Dios, ni lo será después de Mí”.
Es extraño que un testigo en un tribunal de justicia sea ciego y sordo. Los testigos son llamados a declarar sobre lo que han visto u oído. Sin embargo, Dios hizo que esto sucediera para mostrar su soberanía.
Abraham dio el ejemplo de fe; Isaac propuso obediencia; Jacob expuso la manera en que uno llega a un acuerdo con Dios, supera el engaño interior y logra el testimonio de que Dios gobierna (es decir, el significado de "Israel").
En esta secuencia, Isaac es el siervo ciego, nuestro ejemplo de obediencia cuando se dejó ofrecer en sacrificio en el monte Moriah. Isaac tenía 37 años en ese momento y tenía la capacidad de resistir a su padre. Sin embargo, se sometió a la voluntad de su padre y llegó a ser “un sacrificio vivo y santo” (Rom. 12: 1), como testigo de la muerte y resurrección de Cristo.
Sin embargo, fue esa misma ceguera la que permitió a Jacob engañar a su padre en este asunto de la Primogenitura. La sentencia siempre se ajusta al delito. Es “ojo por ojo” (Éxodo 21: 24). Por lo tanto, así como Jacob aprovechó la ceguera de su padre para obtener la Primogenitura ilegalmente, así también Esaú se aprovechó de la ceguera de la Iglesia para recuperar la Primogenitura.
Así como Jacob pretendió ser Esaú, también Esaú pretendió ser Jacob. Este es el juicio de Dios y la razón de la ceguera que “Isaac” (es decir, los creyentes) ha estado experimentando.
Si los siervos y testigos de Dios de hoy hubieran conocido la identidad de Esaú-Edom, no habrían aceptado devolverle la Primogenitura a Esaú. Dios los cegó para que se cumplieran sus propósitos.
Así vemos, hasta el día de hoy, que la mayoría de los creyentes genuinos permanecen ciegos. Continúan apoyando el reclamo de Esaú sobre la Primogenitura, porque Dios quería que esto sucediera. El reclamo de Esaú tenía que ser real, y Jacob tenía que renunciar total y sinceramente a la Primogenitura para poder darle a Esaú la justicia que le correspondía.
Profetas y videntes ciegos
Cuando Isaías profetizó sobre la destrucción nuclear de Jerusalén en Isaías 29: 1-8, inmediatamente siguió diciéndonos en los versículos 9-12:
9 Retrásate y espera. Cegaos y sed ciegos. Se emborrachan, pero no con vino; se tambalean, pero no con sidra. 10 Porque el Señor ha derramado sobre vosotros un espíritu de sueño profundo. Él os cerró los ojos, los profetas; y Él ha cubierto vuestras cabezas, los videntes. 11 Toda la visión [en los versículos 1-8] os será como las palabras de un libro sellado, que cuando se lo dan al que sabe leer, diciendo: “Por favor, lee esto”, dirá: “No puedo, porque está sellado”. 12 Entonces se le dará el libro al analfabeto, diciéndole: “Por favor, lee esto”. Y él dirá: "No puedo leer".
Vemos, entonces, cómo la destrucción de Jerusalén ha sido sellada para los profetas y videntes. Aunque Isaías presenta esto claramente, los profetas y videntes no pueden verlo. Esto se debe a la propia acción de Dios. Al final, no podemos culparlos. Sólo podemos orar que nuestros propios ojos sean abiertos, para que podamos ser “elegidos” como Vencedores. Rom. 11: 7 dice,
7 ¿ Y entonces qué? Lo que Israel busca no lo ha obtenido, pero los escogidos lo obtuvieron, y los demás se endurecieron [“cegados”, KJV] .
Parece que ser “elegido” es ser alguien a quien Dios ha seleccionado para estar exento de ceguera. Obviamente, nadie lo sabe todo, porque “conocemos en parte” (1ª Cor. 13: 9). Pablo no nos dice específicamente qué áreas de ceguera implica esto. Sólo sabemos que Isaías 29: 9-12 lo aplica a la revelación de la destrucción de Jerusalén.
Si los profetas y videntes están cegados a esta revelación, parece que no son “elegidos”, aunque sean verdaderos creyentes. En otras palabras, los profetas y videntes, incluso con sus dones espirituales, no son necesariamente Vencedores.
Aquellos que NO están cegados a esta profecía en particular deben estar conscientes de esto, para no juzgar a los videntes y profetas por su ceguera. Cada uno tendrá que rendir cuentas según el nivel de su propia autoridad, pero al final, Dios se hace responsable de sus acciones.
Conclusión
Ahora estamos llegando al final del tiempo de Esaú. Se acerca el día en que el juicio divino caerá sobre Edom por su naturaleza carnal y sanguinaria. Creo que a los sionistas se les dieron 76 años desde 1948 hasta 2024. He escrito sobre esto en otra parte, mostrando cómo el año 2024 es el 70 Jubileo desde el cruce del Jordán por parte de Israel bajo el mando de Josué.
La Resolución Palestina de la ONU fue aprobada el 29 de noviembre de 1947. Esto fue hace 76 años este mes.
Esté atento.
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