Gran parte del Nuevo Testamento se escribió originalmente en hebreo o arameo y luego se tradujo al griego para llegar a una audiencia más amplia. En el siglo quinto, Jerónimo tradujo la Biblia al latín, y esto se convirtió en el estándar de la Iglesia hasta que los reformadores comenzaron a traducir la Palabra a los idiomas comunes de la gente.
Algunas de las traducciones en los últimos siglos simplemente tradujeron de la traducción latina (La Vulgata) a los idiomas de la gente común. Esa, por supuesto, no fue la forma más precisa de traducir la Biblia, y causó algunos problemas, que veremos más adelante.
Sin embargo, necesitamos entender que el texto griego del Nuevo Testamento era una forma de expresar pensamientos hebreos (y definiciones de palabras) en griego, usando los equivalentes más cercanos. Por esta razón, cuando estudiamos palabras griegas clave en la Biblia, debemos definirlas en términos de sus equivalentes hebreos. En otras palabras, aionian, independientemente de su definición griega, debe definirse según su equivalente hebreo, olam.
La Septuaginta (Versión de Los Setenta) fue la traducción griega del Antiguo Testamento, traducida por 70 rabinos en Alejandría, Egipto, comenzando alrededor del año 280 aC. La Septuaginta sirvió como una especie de diccionario hebreo-griego, porque estandarizó las palabras griegas que mejor expresaban los equivalentes hebreos. Esta es una de las claves para entender las palabras griegas usadas en el Nuevo Testamento. La mayoría de las palabras no hacen mucha diferencia, pero algunas de ellas son extremadamente importantes. Entre éstas está la equivalencia entre aionian y olam.
El significado de Olam
Olam proviene de la palabra raíz alam, "esconder". Las raíces de las palabras hebreas se escriben con tres letras y siempre son verbos. (El hebreo es el lenguaje de la acción y es el trasfondo de la distinción de Pablo entre la gracia y las obras en el asunto de la justificación). Olam es un sustantivo que significa “escondido”. Cuando la palabra se aplica al tiempo, significa un período de tiempo oculto (desconocido); en este caso uno debe mirar el contexto para ver el tiempo real. La palabra olam no lo dice, porque es indefinida y se puede aplicar por igual a un espacio de tiempo corto o largo.
Así leemos en 1ª Reyes 10: 3,
3 Salomón respondió a todas sus preguntas; no hubo nada tan oculto [alam, oculto, escondido, oscuro] que el rey no le explicara.
De nuevo, leemos en Job 28: 21,
21 Así está escondido [alam] de los ojos de todos los vivientes y escondido de las aves del cielo.
David se quejaba a Dios en el Salmo 13: 1,
1 ¿Hasta cuándo, oh Señor? ¿Me olvidarás para siempre [netsach, "propiamente, una meta, es decir, el objeto brillante a distancia hacia el que se viaja"]? ¿Hasta cuándo ocultarás [alam] tu rostro de mí?
Está claro que David no sabía cuánto tiempo Dios escondería su rostro de él. Sin embargo, la palabra hebrea netsach pinta un cuadro de la brillante y espléndida respuesta que viene hacia él. Sin embargo, nuestro punto principal aquí es mostrar que la palabra alam se traduce como “ocultar, esconder”.
A Aarón y a sus hijos se les otorgaron la porción de las ofrendas elevadas “para siempre, [perpetuamente, permanentemente]” (olam) en Éxodo 29: 28. Pero esto duró hasta que tuvo lugar el cambio de sacerdocio (Hebreos 7: 12), cuando Cristo vino como sumo sacerdote de la Orden de Melquisedec. Siendo de la tribu de Judá, no podía calificar como sumo sacerdote de Aarón (Hebreos 7: 14). Por lo tanto, Aarón y sus hijos fueron llamados a recibir una porción de las ofrendas por un período de tiempo indefinido (y limitado).
Lo mismo puede decirse de todos los sacrificios de la Ley, que debían ofrecerse “para siempre”, o perpetuamente, permanentemente. Los sacrificios diarios debían ser ofrecidos cada Día de Expiación por el sumo sacerdote ungido en nombre de la nación. Levítico 16: 34 dice:
34 Ahora tendréis esto por estatuto perpetuo [olam], para hacer expiación por los hijos de Israel, por todos sus pecados una vez cada año…
Asimismo, se suponía que las personas debían limpiarse con las cenizas de una vaca roja como "estatuto perpetuo (olam)" (Números 19: 10). ¿Cuántos cristianos siguen esta práctica hoy en día? ¿Ninguno? Entonces, ¿cómo puede decirse que esta práctica es "perpetua" o "para siempre" (KJV)? Traducir esto como "perpetuo" va en contra de la comprensión de la Ley del Nuevo Testamento. La muerte de Cristo en la cruz fue el sacrificio final por el pecado, después de lo cual Dios comenzó a despreciar los sacrificios ofrecidos por los sumos sacerdotes aarónicos.
Dios también prometió dar la tierra de Canaán a los israelitas “para siempre” (olam). Leemos esto en Éxodo 32: 13,
13 … y toda esta tierra de la cual he hablado, la daré a tu descendencia, y la heredarán para siempre [olam].
Este “siempre” duró hasta los cautiverios de Israel y Judá. Aunque Judá regresó después de estar en Babilonia durante 70 años, finalmente también fueron expulsados de la tierra.
En Hebreos 8: 6-7, leemos que Dios nos dio…
6 … un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. 7 Porque si aquel primer pacto hubiera sido sin defecto, no se habría buscado ocasión para un segundo.
Hebreos 11: 16 explica que Abraham y los demás hombres y mujeres de fe “deseaban una patria mejor, es decir, celestial”. Por esta razón, Dios les ha “preparado una ciudad”, es decir, la ciudad celestial, la Nueva Jerusalén. Por lo tanto, la vieja tierra de Canaán tenía la apariencia de la herencia que Dios prometió, pero en realidad era solo un tipo y sombra de la verdadera promesa que Dios tenía en mente. La vieja tierra les fue dada olam, por tiempo indefinido, pero la “mejor patria” se les da a los fieles de forma permanente.
Vemos, entonces, cómo olam y su raíz, alam, no deberían traducirse “para siempre” o “perpetuamente”, como si quisieran decir que sabemos con precisión cuánto ha de durar algo. Transcurrido el tiempo suficiente, por supuesto, termina el "para siempre", y lo que está oculto se revela. Pero hasta que llegue ese momento, olam es un período de tiempo desconocido y, por lo tanto, indefinido, no infinito, eterno o sempiterno.
La Concordancia de Young y la Traducción Literal de Young traducen olam como "perdurable en el tiempo". La Biblia Enfatizada de Rotherham lo traduce como "perdurable". La Emphatic Diaglott (Nuevo Testamento) evita toda controversia al negarse a traducir aionian con cualquier equivalente en inglés, y esto deja que el lector forme su propia conclusión. Todos estos eruditos están de acuerdo en que la duración de un período de tiempo olam es indefinida y es oculta para nosotros.
El pacto “eterno” con Finees
Dios hizo un pacto de un sacerdocio eterno [olam] con Finees, el nieto de Aarón. Leemos de esto en Números 25: 12-13,
12 Por tanto, di: “He aquí, Yo le doy mi pacto de paz; 13 y será para él y para su descendencia, después de él, pacto de sacerdocio eterno [olam], porque tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel”.
La KJV traduce esto como "un sacerdocio eterno". Pero, ¿era realmente “eterno”? No. Su dinastía duró solo hasta la época de Salomón, cuando el sumo sacerdote Abiatar fue reemplazado por Sadoc, que pertenecía a una familia sacerdotal diferente. Este “sacerdocio eterno”, dado a Finees “y a su descendencia después de él”, duró solo 437 años.
1º Reyes 2: 27, 35 dice:
27 Entonces Salomón destituyó a Abiatar del sacerdocio del Señor, para que se cumpliera la palabra del Señor, que había dicho acerca de la casa de Elí en Silo... 35 El rey puso a Benaía, hijo de Joiada, sobre el ejército en su lugar [de Joab], y el rey nombró sacerdote a Sadoc en lugar de Abiatar.
Entonces, ¿qué podemos decir acerca de las promesas de Dios? ¿Fracasó el pacto de Dios con Finees? ¿Fue su sacerdocio realmente “eterno” o “perpetuo”? La respuesta es NO, pero ciertamente fue olam. Debía durar indefinidamente, dependiendo de cuánto tiempo sus descendientes permanecieran fieles a Dios. El tiempo real estuvo “oculto” hasta el día en que Abiatar fue reemplazado por Sadoc.
El ejemplo de Jonás
Jonás también estuvo en el vientre de la ballena “para siempre” (olam), como leemos en Jonás 2: 5-6,
5 El agua me rodeó hasta la muerte. El gran abismo me envolvió, las malas hierbas se envolvieron alrededor de mi cabeza. 6 Descendí a las raíces de las montañas. La tierra con sus cerrojos me rodeó para siempre [olam], pero tú sacaste mi vida de la fosa, oh Señor Dios mío.
El “para siempre” de Jonás resultó ser por “tres días y tres noches” (Jonás 1: 17). De hecho, somos afortunados de que Jonás no se quedara en el vientre de la ballena, porque él era un tipo de Cristo. No querríamos que Jesús esté en la tumba “para siempre”. En cambio, lo vemos resucitado de entre los muertos (2º Timoteo 2: 8), y esta es también nuestra esperanza.
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