Ha
habido muchos hombres y mujeres que se han dado a sí mismos al
pecado y a la esclavitud de la carne, que han sido
extraordinariamente marcados por la naturaleza bestia. Las Escrituras
contienen historias de muchos de los que no han podido someter y
gobernar sobre lo que Dios les mandó. En este capítulo me gustaría
mirar a unos hombres que se destacan por ser expresiones de alguien
que tenía el corazón de la bestia, al examinar en sus vidas
podemos tener la comprensión de esta naturaleza inferior a la que
todos los santos han sido llamados a gobernar.
En
el capítulo anterior hemos leído sobre el número 666 que es la
marca de la bestia, y fue mencionado específicamente que debido a
que Adán y Eva se inclinaron a la bestia fueron sujetos a la
naturaleza terrenal de la bestia, y por lo tanto todos sus
descendientes han sido marcados por esta misma naturaleza caída y
corrupta. Algunos de sus descendientes han hecho la guerra contra el
pecado que estaba presente en sus miembros y han mirado hacia
adelante a la redención que ahora ha sido revelada en Cristo Yeshua,
y ellos han obtenido un buen testimonio de que son justos delante de
Dios (Hebreos 11: 4 ). Sin embargo, otros no han peleado la buena
batalla, y han permitido que el pecado tenga el dominio sobre ellos.
No
es de extrañar que el primer hijo de Adán y Eva fue uno de los que
se destacan como "hombres bestia", porque las trágicas
consecuencias del pecado no podían permanecer ocultas largamente.
Este primer hijo es una imagen de todos los que han nacido de la
carne, o sea de los que no andan como vencedores por la sangre de
Cristo, la palabra del testimonio de ellos, y que no aborrecen sus
vidas carnales y anímicas. El primer hijo de Adán y Eva fue Caín,
y leemos lo siguiente acerca de él.
Gén 4:1
LBLA Y el hombre conoció a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a
luz a Caín, y dijo: He adquirido varón con la ayuda del SEÑOR.
La
humanidad ha sido testigo de miles de millones de nacimientos desde
Caín, pero consideremos por un momento lo especial que fu para
ellos presenciar el nacimiento del primer hijo de un hombre y una
mujer. Debe haber sido un gran misterio, y una maravilla
impresionante, cuando Adán y Eva fueron testigos de cómo el vientre
de Eva comenzaba a hincharse y consideraban el primer movimiento de
la vida en su interior. ¡Qué milagro fue comprender que a través
de su unión otro ser saldría después a su propia imagen! Cuando
nació el niño debieron haber examinado de cerca y observar lo bien
que era una expresión en miniatura de un hombre. Eva ciertamente
habló con asombro cuando proclamó: "He adquirido varón de
Jehová''.
En
el último libro de la Biblia leemos de un Hijo Varón que se da a
luz, uno que ha de regir las naciones con vara de hierro. Este Hijo
Varón se formó a la imagen de Dios, llevando su semejanza. Quizás
Adán y Eva tenían altas esperanzas para Caín. Después de todo, la
serpiente había dicho que si comían del fruto prohibido serían
como Dios. Pueden haber esperado que su hijo también fuera como
Dios. Sin embargo, no fue así, porque Caín también se sometió a
la naturaleza de la bestia, en lugar de someterla y gobernar sobre
ella.
Gén
4:3-7 LBLA Y aconteció que al transcurrir el tiempo, Caín trajo al
SEÑOR una ofrenda del fruto de la tierra. (4) También Abel, por
su parte, trajo de los primogénitos de sus ovejas y de la grosura de
los mismos. Y el SEÑOR miró con agrado a Abel y a su ofrenda, (5)
pero a Caín y a su ofrenda no miró con agrado. Y Caín se enojó
mucho y su semblante se demudó. (6) Entonces el SEÑOR dijo a
Caín: ¿Por qué estás enojado, y por qué se ha demudado tu
semblante? (7) Si haces bien, ¿no serás aceptado? Y si no haces
bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes
dominarlo.
La
naturaleza de la bestia es esencialmente egoísta y busca su propio
bienestar al considerar poco el bienestar de los demás. Caín
estaba celoso de su hermano Abel, porque Jehová mostró más
consideración a su ofrenda que a la de él. La naturaleza de la
bestia se estaba manifestando adentro. Algo que no se parecía a Dios
estaba presente en el ser de Caín. Un
mal que no se originó en Dios moraba en la carne de Caín, y Jehová
advirtió a Caín que le era necesario dominarlo.
El
lenguaje que utiliza Yahwéh cuando le habla a Caín alude a la
naturaleza bestia. Jehová declaró: "el
pecado está a la puerta",
y la imagen aquí es la de una bestia salvaje que está dispuesta a
saltar sobre su víctima. Las palabras apropiadas serían como
de un león que está en cuclillas mientras espera a su presa, y
verdaderamente había algo bestial que buscaba una oportunidad para
vencer a Caín.
Yahwéh
también habló a Caín, y le dijo: "Pero tu debes
dominarlo". Este mandamiento es un espejo de las palabras
que había hablado con los padres de Caín antes de pecar.
Gén 1:28
LBLA Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y
llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del
mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve
sobre la tierra.
Para
dominar el pecado debía tratar de tener dominio sobre él, Caín
tendría que someterlo y gobernar sobre él. Al igual que sus padres,
sin embargo, Caín no pudo prestar atención a la orden de Dios y él
también escuchó la voz de la bestia. Esta
vez, sin embargo, la bestia no era externa al hombre, porque el
veneno de la serpiente había entrado en la carne de la humanidad y
en la actualidad realiza su labor mortal desde el interior de su ser.
Gén 4:8
LBLA Y Caín dijo a su hermano Abel: vayamos al campo. Y aconteció
que cuando estaban en el campo, Caín se levantó contra su hermano
Abel y lo mató.
Al
no haber podido dominar y gobernar sobre la bestia dentro de él,
Caín actuó de una manera que era contraria a la naturaleza divina.
Lejos de poner su vida por su hermano, Caín se levantó y lo mató.
Las mismas palabras usadas aquí son una vez más imagen de lo que
ocurre en el hombre de pecado cuando no somete y gobierna sobre la
bestia. Se nos dice que "Caín se levantó. “La Carne de Caín
se levantó y ganó el dominio sobre él. ¡Qué contraste con el
Hijo de Dios, que "pone" su vida por los demás!
Yahwéh,
una vez más se acercó a Caín para enfrentarlo con su maldad
Gén
4:9-15 LBLA Entonces el SEÑOR dijo a Caín: ¿Dónde está tu
hermano Abel? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guardián de
mi hermano? (10) Y Él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la
sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. (11) Ahora pues,
maldito eres de la tierra, que ha abierto su boca para recibir de tu
mano la sangre de tu hermano. (12) Cuando cultives el suelo, no te
dará más su vigor; vagabundo y errante serás en la tierra. (13)
Y Caín dijo al SEÑOR: Mi castigo es demasiado grande para
soportarlo. (14) He aquí, me has arrojado hoy de la faz de la
tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré vagabundo y errante
en la tierra; y sucederá que cualquiera que me halle me matará.
(15) Entonces el SEÑOR le dijo: No será así; pues cualquiera que
mate a Caín, siete veces sufrirá venganza. Y puso el SEÑOR una
señal sobre Caín, para que cualquiera que lo hallase no lo matara.
¿No
hay un gran paralelismo entre lo que se revela aquí, en este hijo de
Adán y Eva entregándose a la naturaleza de la bestia y recibiendo
una marca por Dios, con lo que leemos en el Apocalipsis?
Apo 14:9
LBLA Entonces los siguió otro ángel, el tercero, diciendo a gran
voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe una marca en
su frente o en su mano,
Yahwéh
proclamó juicio sobre Caín por su pecado. La ira de Yahwéh fue
derramada porque Caín se postró ante sus impulsos bestiales.
Entonces Dios puso señal en él. Muchos estudiantes de la Biblia han
teorizado acerca de la forma de cómo esta marca se colocó en Caín,
sin embargo, en un sentido, sin duda apunta a la marca que dice que
reciben los que adoran a la bestia. Una vez más, desde el Génesis
hasta el Apocalipsis vemos un tema constante de la lucha del hombre
contra la naturaleza de la bestia. Al recibir la marca de la bestia
venimos a estar bajo el marco del juicio y la ira de Dios.
Trágicamente,
toda la Tierra pronto se llenó de hombres y mujeres que se
sometieron a la naturaleza bestia. La humanidad se dio a sí misma
continuamente para tal mal que Dios derramó su ira y destruyó toda
la Tierra con un diluvio. Yahwéh encontró sólo un hombre en la
Tierra, que era justo, y este fue Noé. El resto fue entregado a la
misma violencia que se levantó en Caín.
Gén 6:13
LBLA Entonces Dios dijo a Noé: He decidido poner fin a toda carne,
porque la tierra está llena de violencia por causa de ellos; y he
aquí, voy a destruirlos juntamente con la tierra.
La
Tierra en la actualidad también está llena de violencia, y por eso
sabemos que el día de la ira de Dios no está lejos. Los que quieren
ser libres de la ira venidera deben poner fuera toda violencia, toda
maldad, , y vestirse con el Señor Yeshua el Mesías. Veamos ahora
en otro hombre que también tuvo problemas con su hermano y que
llevaba el sello inconfundible de la bestia.
Gén
25:21 LBLA Y oró Isaac al SEÑOR en favor de su mujer, porque ella
era estéril; y lo escuchó el SEÑOR, y Rebeca su mujer concibió….
Gén
25:24-26 LBLA Y cuando se cumplieron los días de dar a luz, he
aquí, había mellizos en su seno. (25) Salió el primero rojizo,
todo velludo como una pelliza, y lo llamaron Esaú.
(26) Y después salió su hermano, con su mano asida al talón de
Esaú, y lo llamaron Jacob. Isaac tenía sesenta años cuando ella
los dio a luz.
Esaú
debe haber sido un espectáculo increíble a la vista. Casi todos los
bebés salen con la piel muy suave, carente de toda abundancia de
cabello. Sin embargo, de Esaú se nos dice que todo su cuerpo
estaba cubierto como de vestidura peluda. Tenemos una descripción
adicional de la vellosidad de Esaú en la Escritura. Cuando Jacob se
sintió alentado por su madre para engañar a Isaac y así recibir la
bendición del primogénito, Jacob sabía que, a pesar de que su
padre estaba casi ciego, podría sentir su piel y ser capaz de decir
que no era Esaú.
Gén
27:11-16 LBLA Y Jacob dijo a su madre Rebeca: He aquí, Esaú mi
hermano es hombre velludo y yo soy lampiño. (12) Quizá mi padre
me palpe, y entonces seré para él un engañador y traeré sobre mí
una maldición y no una bendición. (13) Pero su madre le
respondió: Caiga sobre mí tu maldición, hijo mío; solamente
obedéceme, y ve y tráemelos. (14) Y él fue, los tomó y los
trajo a su madre; y su madre hizo un buen guisado, como a su padre le
gustaba. (15) Entonces Rebeca tomó las mejores vestiduras de Esaú,
su hijo mayor, que tenía ella en la casa, y vistió a Jacob, su hijo
menor; (16) le puso las pieles de los cabritos sobre las manos y
sobre la parte lampiña del cuello,
El
bello de Esaú era tan espeso que era similar al pelo de un cabrito.
Incluso en sus manos y en su cuello estaba cubierto de pelo grueso y
basto. Parece que hay un simbolismo aquí, porque en los evangelios
leemos que Yeshua compara al justo y el malo, y Él representa a los
malvados como cabras. Las cabras son ciertamente criaturas muy
bestiales.
No
hay nada que apeste tanto como un macho cabrío, y también son
conocidos por su gran apetito sexual, de ahí la expresión "Cachondo
(caliente) como un macho cabrío". A lo largo de la historia el
hombre ha asociado las cabras con apetitos excesivos de naturaleza
baja, y se sabe que comen prácticamente cualquier cosa sin
discriminación.
Por
lo tanto vemos al dios Pan, mitad hombre mitad cabra, siendo
atendido por las mujeres sensuales y una gran cantidad de vino.
Además de confirmar este mismo tipo de espíritu que está presente
en Esaú, leemos de sus esposas y cómo eran desagradables a sus
padres.
Gén
26:34-35 LBLA Cuando Esaú tenía cuarenta años, se casó con
Judit, hija de Beeri hitita, y con Basemat, hija de Elón hitita;
(35) y ellas hicieron la vida insoportable a Isaac y Rebeca.
Tan
desagradables eran estas esposas de Esaú que Rebeca habló lo
siguiente:
Gén
27:46 LBLA Y Rebeca dijo a Isaac: Estoy cansada de vivir a causa de
las hijas de Het; si Jacob toma mujer de las hijas de Het, como
éstas, de las hijas de esta tierra, ¿para qué me servirá la vida?
Es
evidente que Esaú no eligió a sus esposas sabiamente. No miró su
carácter, sino que debió haberlas elegido por su belleza exterior.
En un caso tras otro Esaú demostró que era un esclavo de sus
apetitos naturales. En ninguna parte es la esclavitud de la carne
más aparente que cuando vendió su primogenitura por un plato de
estofado. Este fue un acto tan bajo y detestable que Esaú es
utilizado por los apóstoles como un ejemplo de alguien que encarna
todo lo que es el mal.
Heb
12:15-16 LBLA Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la gracia de
Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades
y por ella muchos sean contaminados; (16) de que no haya ninguna
persona inmoral ni profana como Esaú, que vendió su primogenitura
por una comida.
Esta
imagen de la vida de Esaú son todos los humanos que viven
para el placer temporal mientras desprecian las verdaderas riquezas
de Dios. Esaú
representa hombres y
mujeres cuyos ojos están en las cosas de la Tierra, y cuyo dios es
el vientre.
Curiosamente,
a Esaú incluso lo describen como con olor a tierra (Génesis 27:27).
De la misma manera, los que piensan en lo terrenal, y que viven para
disfrutar de los placeres de la Tierra, toman sobre sí el olor del
mundo que aman tanto. Los santos de Dios somos amonestados a tener un
enfoque muy diferente.
1Jn
2:15-17 LBLA No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo.
Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. (16)
Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión
de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino
del mundo. (17) Y el mundo pasa, y también sus pasiones, pero el
que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Tanto
Caín como Esaú respondieron con odio asesino cuando observaron a
sus hermanos obtener el favor y bendición, mientras que ellos no.
Esaú juró matar a Jacob después de que su padre había muerto. Sin
embargo, el favor de Dios, la bendición y la primogenitura, no se
puede obtener a través de este tipo de acciones bestiales.
Sólo
por someter y gobernar sobre la naturaleza de la bestia puede el
hombre encontrar el favor de Dios y recibir la primogenitura y la
bendición que pertenecen a los hijos de Dios. Los que viven
como hijos del diablo recibirán ira y el juicio junto con él.
Veamos
ahora a un hombre que definitivamente fue en las Escrituras
claramente como un tipo de los que tienen corazón de bestia. Este es
el gran rey Nabucodonosor, que reinó sobre el Imperio
Babilónico desde 604 hasta el 561 a.C. . Se habla de él en las
Escrituras más que cualquier otro rey pagano, y reinó sobre el
imperio cuyo nombre se ha convertido en sinónimo de confusión,
mezcla y las obras del hombre.
En
el libro de Apocalipsis encontramos que de Babilonia se habla como la
representación de todo lo que es malo, bestial y mundano, y
la voz de Dios está pidiendo a gritos a su pueblo a salir de
Babilonia para que no participen de sus pecados ni participen de sus
plagas (Apocalipsis 18: 4).
La
antigua Babilonia se caracterizó por su esplendor. Ella se
encontraba en lo que hoy es Irak, y hubo una vez un mar interior que
estuvo cerca de su ubicación, pero ahora todo es desierto estéril.
Una de las siete maravillas del mundo antiguo eran los jardines
colgantes de Babilonia. Babilonia era un lugar muy rico y lujoso,
lleno de toda la riqueza y esplendor del mundo. Durante este imperio
el rey Nabucodonosor gobernó durante 43 años. Fue este mismo rey
que puso sitio a Jerusalén y quemó la ciudad y se llevó el tesoro
del Templo.
El
triunfo de Babilonia sobre el pueblo de Dios es un símbolo de los
muchos hombres y mujeres que han sido llamados por Dios, pero que han
sido tomados cautivos por el encanto del mundo. Estos han sido
eliminados de un lugar de culto a Yahwéh para ser llevados como
esclavos a un lugar lejano que se centra en el tráfico de los
bienes del mundo.
Algunos
que se han encontrado a sí mismos como esclavos en Babilonia han
llorando por la destrucción del Templo, que es un símbolo de la
humanidad que fue creada para ser un templo de Dios, y han llorado
sobre la esclavitud y la servidumbre del pueblo de Dios.
Sin
embargo, muchos más se han acomodado en Babilonia, e incluso cuando
se les ha dado la oportunidad de salir, han optado por permanecer.
Babilonia
es la imagen de todas las cosas que atraen al hombre natural,
y no debemos sorprendernos de que su mayor gobernante fuera un hombre
bestia. Dios le dio un sueño a Nabucodonosor, revelando que él iba
a ser entregado totalmente a la naturaleza de la bestia porque no
quiso honrar y glorificar a Dios, sino que prefirió glorificarse a
sí mismo. Leemos acerca del cumplimiento de este sueño en el libro
de Daniel.
Dan
4:29-33 LBLA Doce meses después, paseándose por la azotea del
palacio real de Babilonia, (30) el rey reflexionó, y dijo: "¿No
es ésta la gran Babilonia que yo he edificado como residencia real
con la fuerza de mi poder y para gloria de mi majestad?" (31)
Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando una voz vino del
cielo: "Rey Nabucodonosor, a ti se te declara: El reino te ha
sido quitado, (32) y serás echado de entre los hombres, y tu
morada estará con las bestias del campo; te darán hierba para comer
como al ganado, y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que
reconozcas que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres, y
que lo da a quien le place." (33) En aquel mismo instante se
cumplió la palabra acerca de Nabucodonosor: fue echado de entre los
hombres, comía hierba como el ganado y su cuerpo se empapó
con el rocío del cielo hasta que sus cabellos crecieron como las
plumas de las águilas y sus uñas como las de las aves.
El
rey Nabucodonosor manifestó uno de los atributos más pronunciados
de la naturaleza de la bestia, que es el orgullo. En lugar de
caminar humildemente ante Dios y reconociendo que Yahwéh era el que
le concedió soberanía y concedió majestuosidad y esplendor, el rey
Nabucodonosor descaradamente atribuyó todas estas cosas a su propio
poder.
Hay
pocos hombres o mujeres que alguna vez han poseído la autoridad y
esplendor a la medida del rey Nabucodonosor, pero incluso en cosas
menores hay una gran tentación a manifestar una actitud similar.
Muchos hombres se han jactado de ser "hombres que se han hecho a
sí mismos". Muchos líderes empresariales se han jactado de su
destreza en la construcción de una empresa de éxito, o de rescatar
a una empresa titubeante y hacerla rentable. Muchos artesanos se
jactan de su habilidad en la elaboración de alguna obra maestra, de
escribir un súper ventas, o de la autoría de alguna obra que es un
éxito de crítica. Un actor puede estar orgulloso de sus logros en
el escenario o en el cine. En cada
lugar de la vida los que alcanzan cierto grado de éxito se ven
tentados a acreditarse a sí mismos.
Los
santos pueden admitir el error de tal orgullo, pero esta jactancia u
orgullo está presente incluso en la Iglesia. Las iglesias compiten
entre sí para construir los santuarios más grandes o más
ornamentados. Se esfuerzan por demostrar la mayor parte del
crecimiento, ya que cuentan con mucho dinero.
Algunos
se jactan de tener la iglesia más antigua de la zona, o tener los
más ilustres ministros predicando en sus púlpitos. Otros buscan al
principio para su edificio el más alto campanario en la ciudad. Los
ministros y asistentes luego caminan alrededor y se jactan de lo que
han construido a través de su propio poder y fuerza.
¿Es
de extrañar que muchos de los que alguna vez han destacado como
ejemplos orgullosos de logro espiritual de repente se han venido
abajo por alguna lujuria desenfrenada por el sexo o el dinero? Dios
todavía humilla a los soberbios, y determinó que todos los hombres
caminen en humildad y mansedumbre ante Él.
En
cada uno de los tres hombres que hemos visto hemos visto una
manifestación diferente de la naturaleza de la bestia que llego a
ser la ocasión para su caída. En
Caín era su envidia
y celos. En Esaú
fueron sus apetitos
desenfrenados. En
Nabucodonosor
era su orgullo.
En cada caso la carne se levantó, causando que Dios los trajera
hasta lo más bajo. No es casualidad que vemos a Nabucodonosor
en la azotea de su palacio cuando habla tales pensamientos
orgullosos. Esaú y sus descendientes también se establecieron en
lugares altos, incluso en el monte de Seir, que en algunos lugares
es llamado "el monte de Esaú" (Abdías 21).
La
naturaleza de la bestia se agazapa dentro de cada hombre a la espera
de una oportunidad para levantarse y tomar el control. Sin
embargo, aquellos que permiten que lo haga serán humillados, incluso
como este rey poderoso que una vez empezó a ir a cuatro patas y
comer pasto como el ganado. Dios es capaz de hacer que los hombres
sean reyes, sin embargo, cuando no se someten a Él o caminan
humildemente delante de Él, Él les entregará y los convertirá al
corazón de la bestia.
Cuando
miramos a la sociedad que nos rodea, vemos muchos hombres que han
sido entregados al corazón de la bestia. Cuando capturamos un
animal salvaje a menudo lo colocamos en una jaula para evitar que
hiera a la gente. Así mismo los hombres ponen a esos hombres y
mujeres que actúan bestialmente en celdas con barrotes de hierro.
Las cárceles del mundo están llenas de violadores, asesinos,
ladrones, malversadores, secuestradores, pedófilos, mentirosos y
todo tipo de hombres y mujeres violentos, sensuales y codiciosos.
Sin
embargo, el simple hecho que fuera de estas prisiones viva mucha
gente, no es ninguna prueba de que los hombres y las mujeres están
sometiendo y gobernando a la bestia dentro de ellos.
Quizás
en Nabucodonosor más que cualquier otro hombre vemos el fin de
aquellos que no logran dominar y gobernar sobre las bestias dentro de
ellos. Dios ha revelado a través de él una imagen increíble de un
hombre que va de la gloria real a la depravación bestial. Incluso el
más alto puede ser llevado abajo, y todos los que no se humillan
ante Dios serán humillados.
Como
llamados de Dios, todos debemos reconocer que dentro de nosotros
están las semillas de nuestra propia destrucción. Es por la gracia
de Dios que no estamos vencidos por los apetitos furiosos de la carne
caída y el pecado que habita en nuestros miembros.
Que
nadie piense más alto de sí que lo que debe, pues todos somos
propensos a la tentación, y tenemos nosotros la necesidad de ejercer
dominio sobre nuestras pasiones carnales. Animémonos mutuamente en
estas cosas. No condenemos a otros por sus fracasos, sino más bien
busquémonos para restaurarnos a la imagen de Dios.
Gál
6:1-4 LBLA Hermanos, aun si alguno es sorprendido en alguna falta,
vosotros que sois espirituales (que
son sensibles y controlados por el Espiritu), restauradlo
en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú
también seas tentado. (2) Llevad los unos las cargas de los otros,
y cumplid así la ley de Cristo (El
mesías). (3) Porque si alguno se cree que es algo
(demasiado importante para
condescender a asumir la carga de otro), no siendo nada,
(no siendo superior sino solo en
su propia estima) se engaña a sí mismo. (4) Pero que
cada uno examine su propia obra, y entonces tendrá motivo para
gloriarse solamente con respecto a sí mismo (por
si solo), y no con respecto a otro. (Ósea
sin recurrir a otro).
La
naturaleza de Dios es humilde y busca el bienestar de los demás.
Observe cómo Cristo dejó su lugar de honor, la gloria y
condescendió a rescatar al hombre de su esclavitud a la naturaleza
de la bestia, y lo levantó para que la lleve la imagen de Dios.
Aun
así, debemos tratar de levantar a los hombres y mujeres para
dirigirlos a su alta vocación en Cristo para llevar la imagen y
semejanza de Dios. Si encontramos a un hermano o hermana que actúa
como una bestia, recordémosle que está llamado a llevar la imagen
de lo divino.
Al
mismo tiempo, debemos ser más exigentes y perspicaces que los que
voluntariamente se dan a la sensualidad, rechazando reconocer el
carácter libertino de su comportamiento. Nuestro Señor advirtió a
Sus discípulos que no echaran sus perlas de la verdad delante de los
cerdos, ya que solo se darían la vuelta y los desgarrarían.
Una
vez que el Señor ha abierto nuestros ojos para ver la gran lucha
entre la naturaleza bestia y la naturaleza divina, es asombroso
aprender de los símbolos de este conflicto que están presentes en
todas las partes a través de las páginas de la Escritura. Desde el
primer capítulo del Génesis, hasta el final del Apocalipsis
encontramos los tipos y las sombras de la Biblia, el mensaje es
simple y claro, todo el diseño de Dios revelado al hombre para que
el hombre sea llevado a Su imagen, y por otro lado el plan del
adversario para que el hombre lleve su impronta a su propia
semejanza.
Estos
tres hombres, Caín, Esaú y Nabucodonosor, destacan como
ilustraciones del peligro que amenaza a todos los que no recurran a
la gran gracia que está disponible a través de Yeshua el Mesías.
La distancia entre la imagen de Dios y la de la bestia es grande, y
grande ha sido la caída de la humanidad. Sin embargo, Dios, en su
misericordia, quiere levantarnos a las alturas hasta ahora
desconocidas. Él quiere que todos los hombres sean partícipes de su
propia naturaleza divina.
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