16 de abril 2015
La fusión nuclear de Fukushima en Japón el 11 de marzo de 2011 ha estado derramando toneladas de agua radiactiva en el océano durante los últimos cuatro años. Finalmente ha llegado a niveles críticos, matando a los peces necesarios para apoyar la vida marina en el Pacífico.
Delfines con pulmones blancos están encallando por sí mismos (suicidándose).
Crías de pescados están por debajo del 99% a lo largo de la costa oeste. Los leones marinos y pelícanos están muriendo de hambre. A este ritmo, no pasará mucho tiempo antes de que se tomará el pescado en los menús de los restaurantes de Estados Unidos.
He visto esto desde 2011 y he entendido que esta catástrofe nuclear, si no se controla, tendría el potencial de destruir primero el Pacífico y en última instancia, todos los océanos. La única manera que esto se revierta es que Babilonia sea derrocada. Existe la tecnología para revertir los efectos nocivos de la radiación, pero los babilonios no la dan a conocer porque sería competir con sus propias industrias de billones de dólares.
Dios ha prometido renovar la tierra, así que sabemos que no será destruida. Sin embargo, no sabemos cuánto tiempo esta espiral descendente nos arrastrará antes que los babilonios sean derribados. Por otra parte, cuando vemos los mares acercándose peligrosamente al borde de la extinción, sabemos que el final de Babilonia se acerca.
Categoría: En las Noticias
Dr. Stephen Jones
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